Muy en relación a la vida
de la colonia estuvieron las termas romanas, diseminadas por las más
importantes domus de la ciudad, ya fueran estas públicas (Thermae)
o privadas (Balneum), o se encontraran estos intramuros como fuera de
las murallas.
Así en las prospecciones llevadas a cabo intramuros de la ciudad,
se ha constatado la presencia de edificios termales o balnea formando
parte de algunas viviendas privadas, dando con ello buena muestra de la
diversidad social y económica de sus moradores.
También se ha dado el caso de la aparición de grandes superficies,
donde se aprecian este tipo de construcciones, y que muy bien podrían
ser de carácter público, dirigidas a la población
de la colonia que en sus ratos de ocio las frecuentarían asiduamente.
En cuanto a su datación cronológica esta se sitúa
desde los albores de la fundación de la colonia, s. I a.C., hasta
finales del siglo IV d.C.
Los rasgos más característicos que definen a estos edificios
construidos en Mérida, viene dado por la división que genera
su uso y las restricciones geográficas y temporales que otorga
el yacimiento, estableciéndose una serie de tipos distintos de
baños, a los que se corresponderán uno ejemplos no siempre
fáciles de catalogar por el carácter dudoso de algunos conjuntos,
las excavaciones parciales que se han llevado a cabo y, las insuficientes
publicaciones al respecto.
-Domésticos o particulares, cuando su acceso es
restringido, denominados normalmente como balneum (pl.balnea); arqueológicamente
son difíciles de reconocer al estar englobados dentro de la vivienda.
Por regla general son de pequeñas dimensiones y de planta simple
(en hilera), compuestos en su mayoría por apodyterium, frigidarium,
tapidarium y caldarium, si bien algunos de estos elementos pueden estar
ausentes o asociados. En Mérida entre otros ejemplos, tenemos los
Baños de la “Casa-Basílica”, los baños
de la “Casa de la Alcazaba”, Baños del Área
arqueológica de Morería, y los restos de baños de
la Iglesia de Santa Eulalia, todos ellos visitables en la actualidad (figura
48).
-Públicos, cuando son de uso general, admiten una
subdivisión en los grupos atendiendo, fundamentalmente a la presencia
o ausencia de palestra. Así destacaríamos:
• Baños de uso público con palestra, comúnmente
conocidos como Therma (pl. thermae). Generalmente de propiedad pública,
construidos por el estado a expensas de la ciudad. Arqueológicamente
se diferencian por su monumentalidad. Ejemplos, los restos de la calle
Baños.
• Baños de uso público sin palestra, habitualmente
denominados Balnea (pl. balneae). Normalmente de propiedad privada (meritoria),
siendo explotados como un negocio. Suelen ser más pequeños
que los anteriores, ocupando solo una parte de la insula. El término
Balneae suele aplicarse a los casos que tienen estructura doble, o sea,
separación de sexos. Ejemplo de este último tipo, lo tenemos
en los baños de la calle J. Lennon (Centro Cultural Alcazaba).
Termas romanas de Alange
Se hayan situadas en el vecino pueblo de Alange, a unos 18 kilómetros
al sur de la ciudad, por tanto extramuros de la misma. El balneario, denominado
en la antigüedad Aquae, fue muy relevante y a él acudían
miembros destacados de la sociedad romana, entre ellos un senador y probable
gobernador de la Capadocia en tiempos de Maximino, Licinius Serenianus,
quien agradecido por la curación de su hija Varinia Serena, ofreció
un área en honor de Iuno Regina.
Las termas romanas propiamente dichas constituyen un cuerpo de edificio
rectangular, de 33 metros en sus lados mayores y 16 en los menores. Su
orientación es de oeste a este y en el se inscriben dos rotondas
o cámaras gemelas. Las cámaras termales ofrecen unas proporciones
considerables: 10,90 metros de diámetro y 13,86 metros de altura.
En su centro se ubican sendas piscinas, circulares, provistas de gradas
de bajada. La cubierta en cada caso es una bóveda en cúpula
hemiesférica, en cuyo centro se practicó un oculus o apertura
circular para propiciar la luz y ventilación de las estancias (figura
49).
Las bóvedas en su día estuvieron decoradas con pinturas
de las que todavía era posible apreciar algunos indicios a finales
del siglo XVIII. A lo que parece presentaban especies vegetales. En el
patio del balneario, empotrada en la pared puede verse el ara votiva antes
mencionada ofrendada a la diosa Iuno.
Estas termas, por su excepcional estado de conservación, constituyen
un documento excepcional de lo que era un complejo termal romano de primer
orden. Bien es cierto que eran más modestas que otras repartidas
por el Imperio, como las de Baia, pero no iban a la zaga de las conocidas.
El hecho de encontrarse junto a la capital de la Lusitania y posteriormente
de la capital de la diócesis de las Hispanias motivó sin
lugar a dudas su categoría y desarrollo.
La cronología del conjunto está aún por analizarse,
pero por su arquitectura, habría que situarla en época Flavia.
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