Salón de la casa de Lanuza
|
ESCENA PRIMERA
|
ELVIRA, sola
|
ELVIRA. |
¡Qué lúgubre quietud, aun más horrenda |
|
que del combate el espantoso estruendo |
|
para mi corazón!... ¿Vive Lanuza?... |
|
¿Vive mi padre? De indagarlo tiemblo. |
|
¡Ay! ¿A cuál de los dos verán mis ojos, |
|
tinto en sangre del otro el duro acero? |
|
¿Ambos existirán?... ¡Plegue a la suerte! |
|
Mas, ¡ay mísera yo!, ¿qué es lo que espero, |
|
si para mí, infeliz, ya no hay más dichas, |
|
ni calma ni quietud para mi pecho? |
|
Vencido o vencedor en esta lucha, |
|
o el padre quede o el amante... ¡Cielos! |
|
Llorar y aborrecer es mi destino |
|
y desesperación y luto eterno. |
|
¿Mas quién se acerca?... ¿Quién por este lado |
|
se atreve a penetrar?... ¡Heredia!... ¿Es cierto? |
|
ESCENA II
|
ELVIRA y HEREDIA
|
HEREDIA. |
Cayó Aragón, Elvira; los cobardes, |
|
aun antes de lidiar, viles, huyeron; |
|
los esforzados, a la atroz cuchilla |
|
del vencedor audaz rinden el cuello, |
|
y triunfan orgullosos los traidores. |
|
Ya no hay patria ni honor... ¡Ah!...Y yo no encuentro |
|
honrada muerte!... En vano la he buscado |
|
en la común ruina. Combatiendo, |
|
la horrible confusión por estas calles |
|
me arrastró de la lid, cuando me encuentro, |
|
rota la espada que arrancó cien vidas, |
|
en el jardín de este palacio. Y vengo |
|
a buscar a Lanuza, y a su lado, |
|
como noble, a morir. |
ELVIRA. |
¡Oh Dios eterno! |
|
¿No habéis visto a Lanuza...? ¡Heredia! ¡Amigo! |
|
Decidme: ¿por ventura esperáis verlo |
|
en este sitio..., o esperáis...? |
HEREDIA. |
Elvira, |
|
tener noticias de él esperé al menos. |
|
Yo el adarve ocupaba con los viles |
|
que debieran morir o defenderlo, |
|
cuando salió Lanuza denodado |
|
a trabar el combate en campo abierto; |
|
y al frente de los bravos escuadrones |
|
le vi blandir el refulgente acero, |
|
y sembrar el espanto y exterminio |
|
en las haces contrarias, cuando el eco |
|
de atroz conjuración, que reventaba |
|
por toda la ciudad, pasmado advierto. |
|
Corro a la plaza, animo a los leales, |
|
al mirarme se aterran los perversos, |
|
un momento no más, y cuando al muro |
|
la muerte ansiando apresurado vuelvo, |
|
ya no distingo amigos ni enemigos, |
|
y no a Lanuza ni a los suyos veo, |
|
sino matanza, confusión, estrago. |
|
La espada empuño con feroz despecho, |
|
y no conozco contra quién la esgrimo, |
|
ni quién se me resiste, ni a quién hiero, |
|
hasta llegar aquí... ¡Dios! ¡Cruda suerte! |
|
¿Por qué no he perecido entre los buenos? |
|
¿Y vos no sabéis nada...? Que ha cesado |
|
el combate demuestra este silencio |
|
pavoroso, terrible... ¿Y de Lanuza |
|
noticia no tenéis? |
ELVIRA. |
En el momento |
|
que en las vecinas calles de las armas |
|
escuché, pavorosa, el ronco estruendo, |
|
de este palacio a la alta galería |
|
que da a esa plaza me asomé, y, tendiendo |
|
la ansiosa vista, muerte y exterminio, |
|
y humo y ruïna, y espantoso fuego |
|
y polvo y confusión, miré doquiera. |
|
Mas distinguir apenas los objetos |
|
pudo mi turbación, cuando de pronto |
|
cesó el rumor y el humo, y sólo veo |
|
cadáveres horribles, negra sangre, |
|
y la plaza llenarse de guerreros |
|
castellanos en orden, que gritaban: |
|
«¡Victorial ¡Viva el rey! ¡El triunfo es nuestro!» |
|
Aterrada y exánime, los ojos |
|
a todos lados, trémula, revuelvo, |
|
y ni entre los montones de difuntos, |
|
ni entre las huestes, a Lanuza advierto, |
|
cuando de pronto miro a los soldados |
|
de la ancha plaza levantar en medio |
|
un cadalso... |
HEREDIA. |
¡Qué horror! |
ELVIRA. |
Y estremecíme, |
|
y de horrible pavor y espanto lleno |
|
mi infeliz corazón, despavorida, |
|
del alto corredor huyo, y desciendo |
|
a este lugar... |
HEREDIA. |
¡Gran Dios!... ¡Desventurada! |
|
¿Un cadalso?... ¡Qué horror! ¡Ah! No, no ha muerto |
|
Lanuza en el combate... ¡A Dios pluguiera |
|
muriese en él! |
ELVIRA. |
Al escucharos tiemblo... |
|
Mas ¿qué rumor...? |
HEREDIA. |
El vencedor altivo; |
|
vuestro padre, señora. |
ELVIRA. |
¡Oh, cuánto temo |
|
su vista! Y vos, huid, huid, amigo; |
|
salvaos, por piedad. |
HEREDIA. |
¿Qué estáis diciendo? |
|
Morir es un deber; huya el que estime |
|
en más la vida que el honor. No quiero |
|
vivir para mirar mi patria amada |
|
opresa, esclava entre afrentosos hierros. |
(Se lo llevan los guardias.)
|
|
ESCENA III
|
HEREDIA, ELVIRA, VARGAS, LARA, VELASCO y SOLDADOS CASTELLANOS
|
VARGAS. |
Que la vecina plaza en torno ocupen |
|
las tropas y cañones, sin que al pueblo |
|
se deje penetrar en su recinto. |
|
Que en alcance de Pérez salgan luego |
|
seis veloces caballos escogidos; |
|
en la vecina cárcel por momento |
|
la vigilancia auméntese, y a ella |
|
sean conducidos de cadenas llenos, |
|
como Lanuza, sus parciales todos. |
HEREDIA. |
Vedme; aquí me tenéis; contadme en ellos, |
VARGAS. |
¿Y qué hacéis vos aquí? |
HEREDIA. |
¿Qué...? Aborrecerte, |
|
y mi tajante espada echar de menos; |
|
que a tenerla en la cinta, ya estuviera |
|
teñida en sangre vil de esos perversos, |
|
y en la tuya también. |
VARGAS. |
¡Traidor! |
HEREDIA. |
¿Me insultas? |
|
cuando me ves sin armas? |
VARGAS. |
Y tu necio |
|
orgullo, ¿qué pretende? |
HEREDIA. |
Morir sólo; |
|
con Lanuza morir sólo pretendo; |
|
ansío la muerte. |
VARGAS. |
La tendrás al punto; |
|
a la vecina cárcel vaya preso, |
|
y al lado de Lanuza su altiveza |
|
yazca abrumada de pesados hierros. |
|
ESCENA IV
|
ELVIRA y VARGAS
|
VARGAS. |
Hija, llega a mis brazos. |
ELVIRA. |
¡Padre! ¡Padre! |
VARGAS. |
Tu parabién por mi victoria espero. |
ELVIRA. |
Tened piedad de vuestra triste Elvira; |
|
no desgarréis su acongojado pecho. |
VARGAS. |
Hija, modera tu aflicción; triunfantes |
|
del rey, nuestro señor, las armas vemos, |
|
y es un delito en tan glorioso día |
|
ostentar desplacer y sentimiento. |
ELVIRA. |
¿Y podéis exigir, ¡ay!, que renuncie |
|
mi triste corazón a los afectos |
|
de sensibilidad y de ternura |
|
que le inspirasteis en mis años tiernos? |
|
Manchado os miro en inocente sangre |
|
debelador de un miserable pueblo; |
|
maldito, odiado... |
VARGAS. |
Cesa; disculparte |
|
puede de tu dolor sólo el Excelso; |
|
el que a los reyes sirve, debe... |
ELVIRA. |
¡Oh padre! |
|
Debe de ser cruel, ya lo estoy viendo, |
|
y sordo a la amistad, y a la ternura, |
|
insensible... |
VARGAS. |
Modera tu ardimiento; |
|
en mí respeta a un padre... que amoroso |
|
perdona tu imprudente desconcierto. |
|
Elvira, torna a tu inocente calma, |
|
y tranquilice la razón tu pecho. |
|
Considera las altas distinciones, |
|
el favor, la riqueza con que espero |
|
recompensado ser. Todo, hija mía... |
ELVIRA. |
¿Qué pronunciáis, señor? Yo lo desprecio |
|
todo. ¡Qué horror!... Sí, todo. Padre, padre, |
|
¿hablarme osáis de un galardón funesto? |
|
Sólo quiero la muerte o mi Lanuza. |
VARGAS. |
¿Y aun le nombras? |
ELVIRA. |
¿Y debe sorprenderos |
|
que mi labio le nombre, si le adora |
|
mi corazón amante y lo contemplo |
|
como un deber?... |
VARGAS. |
¡Oh Dios! |
ELVIRA. |
Sin él, la muerte, |
|
la muerte os pido... Recordad, os ruego, |
|
que vos para mi esposo le elegisteis; |
|
recordad que inspirasteis en mi pecho |
|
esta pasión, por vos funesta ahora, |
|
y que va a hundirme en el descanso eterno |
|
¡Oh padre!... ¿No tembláis? Ved vuestra hija |
|
vuestras plantas regar con llanto acerbo. |
|
¡Ah!... Volvedme mi bien, o dadme muerte; |
|
arrancadme esta vida que aborrezco... |
|
Compadeced mi suerte. |
VARGAS. |
¡Hija! ¡Hija mía! |
|
Mi esperanza y dulcísimo consuelo, |
|
ven a mis brazos, ven. |
ELVIRA. |
¡Oh padre mío! |
|
¿Hallaré en vos piedad de mis tormentos? |
|
¡Ah! Sí, siempre me amasteis. Y mis penas |
|
en vuestro tierno amor tendrán remedio. |
|
Volvedme a mi Lanuza. |
VARGAS. |
¡Hija adorada! |
ELVIRA. |
Recordad el cariño dulce y tierno |
|
con que la educación que os ha debido |
|
siempre os pagó, la gratitud modelo. |
|
Recordad la amistad, la amistad pura |
|
que con su honrado padre tanto tiempo |
|
os estrechó, señor, y no en olvido |
|
dejéis que designado por vos mesmo |
|
para mi esposo fue. Ni la ternura, |
|
el afán cariñoso y el desvelo |
|
que desde mi venida a este palacio |
|
a su madre infeliz yo, triste, debo. |
|
Recordad sus virtudes. |
VARGAS. |
¿Por qué altivo |
|
contra su rey...? |
ELVIRA. |
Un joven inexperto, |
|
Zaragoza..., Aragón..., España toda... |
VARGAS. |
Sabes cuánto le amé... Mas yo no encuentro... |
ELVIRA. |
¡Sí! Recordad que mi adorada madre, |
|
en el fatal tristísimo momento |
|
en que la muerte atroz nos la robaba, |
|
al darme el dulce abrazo postrimero, |
|
con labio balbuciente: «Esposo, os dijo, |
|
a la tumba conmigo el placer llevo |
|
de saber que mi Elvira y su Lanuza |
|
serán de tu vejez dulce consuelo.» |
|
Padre, padre, cumplid... |
VARGAS. |
Cesa, hija mía; |
|
voy a hacer por tu amor cuanto hacer puedo. |
|
¡Hola, Rodrigo! A este lugar conduce |
(Entra un soldado castellano.)
|
|
a don Juan de Lanuza en el momento. |
ELVIRA. |
Ahora a mi amado padre en vos conozco; |
|
vos mi esperanza sois... ¡Oh, cuánto os debo! |
VARGAS. |
No tan pronto, mi Elvira, a la esperanza |
|
entrada des en tu angustiado pecho; |
|
tal vez tu amante mismo, ¡ay hija mía!, |
|
hará inútiles todos mis esfuerzos |
|
por salvarle. |
ELVIRA. |
Si en vos consiste sólo, |
|
¿quién podrá contrariar vuestro deseo? |
VARGAS |
Sus virtudes. |
ELVIRA. |
¡Señor! ¿Qué...? ¡Sus virtudes! |
VARGAS. |
Suele ser la virtud un don funesto; |
|
tal es del mundo el mísero destino. |
|
Tú sola acaso puedes, con tus ruegos, |
|
persuadirle a ceder. Pues si persiste, |
|
rebelde y contumaz, nada hacer puedo; |
|
mi obligación primera es, hija mía, |
|
cumplir, de un rey airado los preceptos. |
ELVIRA. |
Allí viene... ¡h dolor! Ved vuestro amigo; |
|
miradle entre cadenas. |
VARGAS. |
¡Dios eterno! |
|
¡Cuál me turbo al mirarle! |
|
ESCENA V
|
ELVIRA, VARGAS y LANUZA, con cadenas; SOLDADOS CASTELLANOS
|
ELVIRA. |
(Abrazándolo.) ¡Oh mi Lanuza! |
LANUZA. |
¡Elvira!... ¡Oh Dios! Contén, yo te lo ruego, |
|
contén el llanto que ablandar pudiera |
|
un corazón de redoblado acero. |
|
No enerves con tus lágrimas, el mío, |
|
mansión de la constancia y del esfuerzo. |
ELVIRA. |
¡Lanuza! ¡Oh Dios! |
LANUZA. |
¡Cuánto anhelaba verte! |
|
¡Ya recibí tu abrazo postrimero! |
|
Tranquilo moriré. |
ELVIRA. |
¡Ah! ¿Qué pronuncias? |
|
¡De horror me pasmo! ¡De terror me hielo! |
LANUZA. |
(A Vargas.) Y vos, ¿qué me queréis? Ya en esa plaza |
|
he visto el sitio infame que yo debo |
|
con mi sangre ilustrar. A él me conduce; |
|
de morir por mi patria estoy sediento. |
|
Sáciese del tirano la venganza, |
|
y despierte tal vez la de los Cielos. |
|
¿Por qué tardáis? |
VARGAS. |
(Hace señas a los soldados, y se retiran.) |
|
Lanuza, ¿has olvidado |
|
mi amistad, mi cariño, el dulce tiempo...? |
LANUZA. |
Sí, todo lo olvidé; sólo a mi patria |
|
opresa, esclava, entre cadenas veo. |
|
Y si vuestra amistad, y si los nudos |
|
que nuestras casas enlazar debieron |
|
no quise recordar, como advertiste |
|
esta mañana, en este sitio mesmo, |
|
cuando muy superior a vos me vía, |
|
cuando os juzgaba honrado caballero, |
|
ahora que estoy cargado de cadenas, |
|
y que a mi vencedor en vos contemplo, |
|
y que os he visto, pérfido y aleve, |
|
ministro al fin de un déspota soberbio, |
|
los pactos infringir, de las virtudes |
|
fiero abusar de un inocente pueblo, |
|
y sordo a la razón y a la justicia |
|
viles tramas urdir para vencerlo, |
|
¿me juzgáis tan indigno de mi nombre |
|
que de vuestra amistad tenga recuerdos |
|
y que apele a unos vínculos ya rotos |
|
para endulzar mi suerte y conmoveros? |
|
¡Desgraciado opresor! |
VARGAS. |
¡Hijo!... ¡Lanuza! |
|
Compadece a tu amigo el más sincero, |
|
y no le insultes. De tu anciano padre |
|
la íntima unión conmigo acuerda al menos. |
|
Y si esto no bastase, que tu Elvira, |
|
que esa inocente, es hija mía. |
LANUZA. |
¡Oh Cielos!... |
|
Cesad, cesad, señor; vuestras palabras |
|
derraman un mortífero veneno |
|
sobre mi corazón. Alfonso Vargas, |
|
respetad la virtud. |
ELVIRA. |
¿Y esperar puedo |
|
que mi constante amor y mi ternura |
|
y mis amargas lágrimas y ruegos |
|
logren de ti esta vez...? |
LANUZA. |
Elvira, Elvira; |
|
tu amor, tu dulce amor es el consuelo |
|
de mi alma toda. Y a la tumba helada |
|
llevo el grato placer de merecerlo. |
ELVIRA. |
¡A la tumba! ¡Cruel! Y qué, ¿bastante |
|
mi amor no podrá serte por lo menos |
|
a hacerle la existencia amable y grata |
|
y a querer conservarla? ¡Ah! Si mis ruegos... |
LANUZA. |
Si conservar la vida yo intentase |
|
por tu amor, fuera indigno de obtenerlo. |
|
Si coronar pretendes mi ternura, |
|
si pagar fina de mi amor el fuego, |
|
debilitar mi decisión no intentes. |
|
Respeta la constancia y el denuedo |
|
con que manifestar al orbe todo |
|
sin duda hoy mismo como noble debo, |
|
que los que lidian por la madre patria |
|
y por la libertad, aunque su esfuerzo |
|
el Destino contraste, nunca deben |
|
transigir con los déspotas, muriendo |
|
antes que sucumbir... |
ELVIRA. |
¡Basta, Lanuza! |
|
Padre..., ¿lo oís? ¡Oh Dios! |
VARGAS. |
(Para sí.) ¡Cuál me avergüenzo |
|
de escuchar sus palabras! |
ELVIRA. |
¡Cruel estrella! |
|
¿Conque anheláis la muerte...? |
LANUZA. |
Sí, la anhelo. |
VARGAS. |
Y yo salvar tu vida, cual merece |
|
tu virtud eminente, sí, lo quiero. |
LANUZA. |
¿Queréis mi vida conservar...? |
VARGAS. |
¡Lo juro, |
|
lo juro, hijo adorado, por el Cielo, |
|
por los días preciosos de esta hija |
|
que a ser tu esposa destinó mi afecto! |
|
¡Lo juro...! |
LANUZA. |
Basta; retiraos al punto |
|
de esta infeliz ciudad; vuelvan los tercios |
|
del rey Felipe a tierra de Castilla; |
|
quede libre Aragón, y los perversos |
|
traidores que os han dado la victoria |
|
a mi enojo entregad, y al punto acepto |
|
la vida que me dais. |
VARGAS. |
Joven Lanuza, |
|
¿estáis en vos?... Pensad. |
LANUZA. |
Ya nada pienso: |
|
o hacer lo que os propongo, o al cadalso |
|
llevadme sin tardar. |
ELVIRA. |
¡Oh Dios eterno! |
|
Escuchad de mi padre las palabras |
|
si me amáis: escuchadle, yo os lo ruego. |
LANUZA. |
(A Vargas.) Decid, pues. |
VARGAS. |
¡Oh Lanuza! No desprecies |
|
mi paternal cariño y el deseo |
|
que de salvar tu inapreciable vida |
|
y de enlazarte con mi Elvira tengo. |
|
Calla, no me interrumpas, y un instante |
|
el juvenil arrojo de tu pecho |
|
calma, y escucha, advierte lo imposible |
|
de poder acceder yo a tus deseos. |
|
Examina, examina tus propuestas, |
|
y lo conocerás. Otro sendero |
|
más fácil y expedito de salvarte, |
|
si adoras a mi Elvira, te presento. |
LANUZA. |
¡Dios bondadoso!... ¡Elvira idolatrada! |
VARGAS. |
Tu virtud, tu valor, tu ilustre celo |
|
no pueden ya empañarse. Si la suerte |
|
tan noble decisión miró con ceño, |
|
no es culpa tuya, no. Tú combatiste, |
|
tú resististe con heroico esfuerzo, |
|
tú has defendido con ardor tu patria, |
|
tú has sido abandonado por el pueblo. |
|
¿Te resta algo que hacer? Todo lo hiciste. |
|
Pues ya de la prudencia los consejos |
|
debes seguir, y la prudencia manda |
|
la vida conservar para otro tiempo. |
|
Con tu muerte Aragón nada consigue, |
|
y sólo va a servir de horrible ejemplo. |
|
Conserva pues, tus días, que lograrlo |
|
puedes sin mancillar tu nombre egregio |
|
del cargo de justicia, que ejercías |
|
por voluntad de un sublevado pueblo; |
|
haz la renuncia en mí, y orden circula |
|
a todas las ciudades de este reino |
|
de hacer pleito homenaje al rey Felipe, |
|
renunciando las leyes y los fueros |
|
que ya estaban hundidas y olvidados |
|
y que ahora por la fuerza los perdieron; |
|
y salvaré tu vida, y del monarca |
|
el perdón... |
LANUZA. |
¡El perdón! |
ELVIRA. |
Sí... |
LANUZA. |
Ya más tiempo |
|
no me es dado sufrir vuestra osadía. |
|
¡Perdón! ¿Y habláis conmigo? ¡Oh vilipendio! |
|
¿En insultarme os complacéis, malvado? |
VARGAS. |
¡Lanuza! |
LANUZA. |
¡Monstruo! |
ELVIRA. |
¡Oh Dios! De verle tiemblo. |
|
¡Padre! |
VARGAS. |
Cierta es su muerte, sí, hija mía. |
ELVIRA. |
¡Qué horror!... ¡Ay! |
VARGAS. |
Evitarla ya no puedo. |
LANUZA. |
¿Pretendéis que autorice del tirano |
|
la vil usurpación?... ¿Queréis que el velo |
|
de una inicua renuncia ante los ojos |
|
del mundo cubra la opresión de un reino |
|
y la autorice? Ved, ved cuál vos mismo |
|
sentís un interior remordimiento |
|
que procuráis calmar, mi honor manchando |
|
y haciéndome a la par cómplice vuestro. |
VARGAS. |
Ved que al punto la muerte... |
LANUZA. |
¡Oh dulce muerte! |
|
Conserve yo mi honor, y venga luego. |
|
Impaciente la aguardo. |
|
ESCENA VI
|
Los mismos y VELASCO
|
VELASCO. |
Ínclito Vargas, |
|
¿a qué esperáis? Sus rayos postrimeros |
|
hunde el sol en ocaso. En Zaragoza |
|
se advierte conmoción. Si algún ejemplo |
|
de castigo y terror no la escarmienta, |
|
nuevos desastres esta noche temo; |
|
apresurad, señor... |
VARGAS. |
¡Ya no es posible! |
|
El mandato del rey cúmplase luego. |
LANUZA. |
Sí, llevadme al cadalso. ¡Noble muerte |
|
que va a poner a mi constancia el sello! |
(A Velasco.)
|
|
Y tú, traidor, dirásle de mi parte, |
|
si osas nombrarme, al infelice pueblo, |
|
que, pues para morir como Numancia, |
|
como hombres libres les faltó el esfuerzo, |
|
no acrecienten sus males por ahora |
|
y para otra ocasión guarden su aliento, |
|
pues al fin la virtud triunfará un día |
|
y no serán los déspotas eternos. |
VARGAS. |
¡Guardias! |
(Entran soldados castellanos.)
|
ELVIRA. |
¡Oh Dios! ¡Lanuza! ¡Padre mío! |
VARGAS. |
Hija, él lo quiere. |
LANUZA. |
Elvira, sí; lo anhelo. |
(A los soldados que acaban de entrar.)
|
|
Vamos, llevadme, pues, fieros ministros |
|
de la opresión. Llevadme do sereno |
|
mi vida dé a la patria y a los hombres |
|
de decisión y de constancia ejemplo. |
(A Vargas.)
|
|
Y tú, infeliz fautor del despotismo; |
|
tú, infame y degradado caballero, |
|
¿osas mirarme con tranquila frente, |
|
cuando me ves triunfar entre estos hierros |
|
de Felipe y de ti? Mas no, que tiemblas, |
|
y tiemblas de pavor y de despecho, |
|
y tu traición con mi lealtad comparas, |
|
y mi virtud veneras en silencio. |
|
Llevadme. ¿Qué tardáis? |
VARGAS. |
Sí, con su muerte |
|
se asegure Aragón. |
ELVIRA. |
¡Oh Dios eterno! |
|
Padre, ¿qué pronunciáis? ¡Mísera suerte! |
|
¡En un cadalso! ¡En un cadalso!... ¡Cielos! |
LANUZA. |
El cadalso es infame solamente |
|
para el que ante la ley se encuentra reo; |
|
pero cuando venganza de tiranos |
|
el mundo le contempla, es monumento |
|
de gloria, es un altar honroso y santo. |
VARGAS. |
Amigos, ya lo veis; aseguremos |
|
del rey el trono con su muerte. Sea. |
LANUZA. |
¿Piensas que, al morir yo, todos los buenos |
|
mueren también?... Al punto conducidme, |
(A Vargas.)
|
|
y tú sal y presencia cómo muero. |
|
Y ve a decirle a tu feroz monarca, |
|
para que tiemble en su dosel soberbio, |
|
que en mí no se concluyen los valientes, |
|
ni va a extinguirse, al dividir mi cuello, |
|
la estirpe generosa de esforzados |
|
que ansían dar la libertad al suelo. |
|
si el fuego del honor que ardió en Padilla |
|
tornó a inflamarse en mi ardoroso seno, |
|
también mi pura sangre derramada |
|
se verá re novada en otros pechos, |
|
que acaso lograrán la insigne empresa |
|
de hacer a España libre. Sí, mis restos, |
|
mis restos gloriosos tal vez pueden |
|
germinar una raza de alto esfuerzo |
|
que humille al ominoso despotismo; |
|
y un día llegará, ya lo preveo, |
|
que venzan la razón y la justicia, |
|
y en que de la maldad triunfen los buenos, |
|
y, rotas las cadenas del oprobio, |
|
goce la libertad el orbe entero. |
|
¡Oh placer! Ya se acerca presuroso |
|
este anhelado y venturoso tiempo. |
|
Y la gloriosa España la primera |
|
dará el grito que salve al Universo. |
|
¡Oh esperanza feliz y deliciosa! |
|
Que cumplida serás, piadoso el Cielo |
|
me lo asegura. Entonces, ¡patria mía!, |
|
recuerda que por ti gozoso he muerto. |
VARGAS. |
Al punto sea. |
ELVIRA. |
(Cayendo en brazos de Vargas.) |
|
¡Bárbaro! |
VARGAS. |
¡Hija mía! |
|
ESCENA ÚLTIMA
|
VARGAS y ELVIRA
|
VARGAS. |
¡Infelice de mí!... ¡Destino horrendo! |
|
Del que a servir a la opresión se presta, |
|
éste es el galardón, éste es el premio: |
|
ver la heroica virtud en el cadalso, |
|
y a la inocencia hundida en el despecho. |
|
FIN DE «LANUZA»
|