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«Reynalda o el estanque» de Rodolfo Usigli: la suerte de una obra inconclusa

Octavio Rivera Krakowska


Universidad Veracruzana




ArribaAbajo1991: un homenaje a Rodolfo Usigli

En 1991, con motivo del homenaje que el Centro Nacional de Investigación Teatral «Rodolfo Usigli» del Instituto Nacional de Bellas Artes organizó ese año en honor del dramaturgo Rodolfo Usigli, su hijo, Alejandro Usigli nos permitió conocer y hacer una lectura dramatizada de una obra inédita, hasta esa fecha, de su padre: Reynalda o el estanque1. Con la lectura se hizo la inauguración del homenaje, en el Teatro Julio Castillo de la Ciudad de México, el 17 de junio de 19912. Reynalda o el estanque es, además, hasta donde tengo noticia, una obra inconclusa. El texto mecanografiado original3 que conocimos en 1991 es un documento de trabajo, por lo cual presenta, entre otros asuntos -en busca del pulimento de la obra-: tachaduras, añadidos, correcciones y versiones alternativas de parlamentos y diálogos de distinta extensión, la mayor parte de las veces de puño y letra de Usigli y, en ocasiones, estos cambios hechos con la máquina de escribir4. Por las condiciones que presentaba el texto mecanografiado, para la lectura dramatizada del 17 de junio de 1991, hubo necesidad de fijar un texto por leer, tarea que fue realizada por Lech Hellwig-Gorzyñski quien eligió una de las dos versiones de escenas o diálogos -cuando esto se presentaba-, optó por conservar las correcciones de puño y letra del autor, y ajustó el diálogo cuando aparecían repeticiones. No se le hicieron cortes a la obra.

El acceso al texto ofreció la oportunidad de hacer los primeros estudios de la obra. De entre los que tengo noticia, tres de ellos se presentaron, dentro del mismo homenaje, en una mesa redonda titulada «Acercamientos a Reynalda o el estanque», que tuvo lugar el 18 de junio. En estos acercamientos, Guillermina Fuentes Ibarra observa las ideas sobre artistas e intelectuales; José de Jesús M. Vargas reflexiona sobre algunos de los temas en la obra y la posibilidad de verificación de su vigencia sólo a partir de la puesta en escena; e Hilda Saray Gómez analiza al personaje femenino protagónico de la pieza: Armida Mar, en comparación con otros personajes femeninos en la obra dramática de Usigli5. En «Un inédito de Usigli», Eduardo Contreras Soto busca algunas razones por las cuales Usigli decidió no hacer pública la obra6. Por último, yo mismo escribí un breve texto en donde considero algunos aspectos de las relaciones entre Reynalda o el estanque, Vacaciones II y el ensayo que Usigli escribió a propósito de su obra: «Examen de Reynalda o el estanque»7, texto también inédito, hasta esa fecha, que me fue proporcionado por Alejandro Usigli8.

La posibilidad de aproximarse a un texto dramático «en proceso» posee la riqueza de poder seguir un poco más de cerca el camino creativo del autor. El cuidado de aspectos aparentemente tan simples como modificar la frase «Sólo los detalles esenciales» por «Sólo lo esencial»9, frase que me salta al azar, pero que sirve para ilustrar la acuciosa búsqueda de precisión y economía, en el mejor de los sentidos, del hombre de letras y de teatro: escribir una obra dramática en donde todo, y todas y cada una de las palabras, es «esencial» en el texto y en la escena. Hasta el día de hoy, desconozco si Usigli concluyó la obra, si existe un texto dramático definitivo de Reynalda o el estanque, y, por lo tanto, para la realización de este estudio me baso en los documentos que tengo a la mano. La obra no forma parte de su Teatro completo, podemos pensar que Usigli no terminó la obra, razón por la que no la dio a conocer, no se publicó ni se llevó a la escena. Fue un proyecto que dentro de sus propias exigencias como dramaturgo no cuajó como tantos otros de los que da noticias en los textos que acompañan muchas de sus piezas dramáticas, en sus ensayos, en el diario personal de sus primeros años como autor dramático10. En el texto de Reynalda..., Usigli señala como fecha de inicio de la escritura el 26 o el 27 de mayo de 1954 y la de la última «revisión», el 5 de enero de 196411. En este lapso, de nueve años y unos meses, Usigli inició, escribió o concluyó, entre otras obras: La exposición (1955-1959)12; Las madres (Las madres y los hijos) (1949-1960); La diadema (1960); Corona de fuego (1960); Corona de luz (La virgen) (1963); Un navóo cargado de... (o última noche a bordo) (1961); El testamento y el viudo [1961]13, El encuentro (1963) y El gran circo del mundo (1950-1968), cabe señalar que, en ocasiones, entre la primera idea, la germinación, la escritura y el término de una obra pasaron muchos años como es el caso de La virgen (Corona de luz), proyecto que Usigli ya menciona en las charlas y correspondencia que sostuvo con Georges Bernard Shaw entre 1944 y 194514. La escritura y conclusión de las nueve obras que acabo de mencionar, en el periodo que va de 1954 a fines de 1963, pueden ser muestra de que la realización total de Reynalda o el estanque no era imperiosa para Usigli o que quizá no encontró para esta obra una solución dramática satisfactoria.

Al parecer, Usigli concibió, inicialmente, Reynalda... como una «pieza en dos actos y cuatro cuadros» -dos cuadros por acto- y desembocó en una «pieza en tres actos» en donde los dos cuadros del primer acto se convirtieron en los actos primero15 y segundo16.

En 1991, se supuso que uno de los cuadros del segundo acto, posiblemente el «segundo» se había transformado en lo que parecía ser el «acto tercero»17. En estas circunstancias, no era claro si el que se supuso como «tercer acto» lo fuera en realidad, pues en el texto mecanografiado no se encuentra ninguna frase que lo indique y la declaración de que se trata de una «pieza en tres actos» sólo aparece en la carátula, como antes he mencionado. Así las cosas, y considerando, para la lectura dramatizada, que había que fijar un texto a partir de un borrador; asumiendo que se trataba de una pieza en tres actos, de la cual se conocían tres partes entre las cuales había una secuencia lógica -y cronológica- en el desarrollo de la acción -que presentaba un conflicto, su desarrollo y desenlace-, se estimó que estábamos ante una pieza «en proceso», inconclusa, pero que poseía los tres actos propuestos por el dramaturgo.


ArribaAbajoEl desenlace de la pieza

Acerquémonos al argumento de la pieza, según el texto mecanografiado que conozco. En el orden cronológico de la historia, María Martínez Selva -jovencita de clase media, estudiante de escultura-, conoce a Reynaldo Vera -escultor de prestigio internacional con poder económico y su profesor- quien se enamora de ella. Reynaldo y María se casan. Reynaldo apoya el crecimiento artístico de María y le propone un nuevo nombre a la joven escultora, nombre que ella acepta: Armida Mar. Reynaldo y Armida tienen una hija a la que bautizan como Reynalda, nombre de la abuela del escultor. Armida es una mujer ambiciosa: rechaza el medio social en que ha crecido, rechaza a su madre, desea escalar en lo social, lo económico, por supuesto en lo artístico, y lo logra al contraer matrimonio con Reynaldo. Por su moral, su carácter, sus pretensiones, Armida, muy pronto, le es infiel a Reynaldo, entre otros hombres, con Luciano Méndez -eminente crítico de arte y amigo de Reynaldo. Reynaldo, paulatinamente, reconoce las pretensiones y descubre las infidelidades de Armida. Cae entonces en una depresión profunda que lo lleva al suicidio: se arroja, para ahogarse, en el estanque de la finca que ha pertenecido a su familia durante generaciones, finca en el camino entre Taxco y Cuernavaca en donde vive con su esposa y pequeña hija. Reynaldo hace su testamento: le deja la finca a su hija, con la condición de que en ella no habite Armida, de lo contrario la hacienda deberá pasar a ser propiedad pública; además, Reynaldo le escribe una larga carta a su hija -la cual deberá entregarle el albacea testamentario cuando ella sea mayor- en donde le explica las razones que tiene para dejar la herencia con estas particularidades; le cuenta la historia de la relación con Armida, le habla de su codicia, de su engaño; le hace saber que le ha hecho una estatua, fiel retrato de Armida, y que después él mismo la ha destruido y lanzado al estanque a excepción de la cabeza, que todo esto lo ha destrozado emocionalmente y que por ello ha decidido quitarse la vida. A la muerte de Reynaldo, Armida lleva a vivir a Luciano a la finca y en cuanto Reynalda es una adolescente la manda a estudiar a Suiza.

La obra inicia el día en que Reynalda regresa de su estancia en Europa. Viene acompañada de Jaime Rivas de Tagle -un joven abogado en derecho internacional, miembro de una familia mexicana de abolengo y poder económico- quien, en principio, desea contraer matrimonio con Reynalda. Armida ama a su hija, afecto que es correspondido sin condiciones por Reynalda. Armida ilusionada con el retorno de Reynalda dice que ha estado esculpiendo un retrato de su hija -el cual probablemente es la cabeza de la estatua destruida por Reynaldo. Quienes ven la escultura la encuentran más parecida a Armida que a Reynalda, entre las cuales, por otra parte, hay un enorme parecido, quizá solo ligeramente matizado por la diferencia de edad entre madre e hija. El mismo día del arribo de Reynalda, casi por casualidad, Luis Enrique Ancira, abogado encargado de ejecutar el testamento de Reynaldo, visita a Armida, le comunica a Reynalda las decisiones de su padre y le entrega a Armida -a espaldas de Reynalda- la carta que le dejó el padre a la hija para que esta a su vez se la haga llegar a Reynalda. Armida abre la carta, la lee con tropiezos y la destruye sin entregarla a su destinataria. Ancira que suponía que eso podría pasar -conoce a Armida- en realidad le ha dado a Armida una copia de la carta, descubre que Armida la ha quemado, y le pide a Damiana, vieja sirvienta de la finca, que le entregue a Reynalda la carta original sin que Armida se entere. Damiana lo hace. Reynalda lee la carta y víctima de la conmoción que le produce se arroja -como su padre- al estanque del que logran sacarla con vida. Reynalda se recupera. Armida apura la boda de Reynalda con Jaime quien parece dudar de ese matrimonio e inclinarse por hacerlo con Estrella Herrón, joven de su posición social, medios económicos, educación, y a quien conoce desde que eran niños. Armida busca impedirlo y humilla a Estrella, como Estrella desprecia a Armida. Armida parece haber convencido a Jaime del matrimonio con su hija quien, desde el incidente del estanque, es fría con su madre y la evita. Armida piensa que después de la tormenta que se ha desatado en su contra, vuelve a dominar a quienes la rodean, y se sugiere que le pide a Luciano que seduzca a Reynalda. La pieza «concluye» con la aparente renovación del control de la situación por parte de Armida.

En el sentido convencional de una obra dramática que presenta un conflicto, su desarrollo y desenlace, la pieza -en general y en las condiciones que he mencionado- no parece presentar más vacíos significativos que aquellos con los que el autor desea inquietar e involucrar al lector o espectador. Respecto del final de la obra, el que se ha mencionado, ¿representa la opción elegida por Usigli?

En 1965, posiblemente, Usigli hizo una nueva revisión de «Examen de Reynalda o el estanque», ensayo escrito para acompañar la pieza del mismo nombre. En catorce cuartillas, cuya redacción inició en noviembre de 1963 -fecha que coincide con una de las últimas fechas de revisión y correcciones anotadas en el texto dramático-, el dramaturgo narra la génesis de la pieza y explica algunas de las ideas que lo guían en la creación de la obra. El «Examen...» también da la impresión de estar incompleto, ya que, exactamente, la última línea dice: «Y la experiencia y la edad me han llevado a una desoladora conclusión:»18 ¿Cuál es la conclusión? ¿Faltan cuartillas?

En la página doce del «Examen...», redactada en noviembre de 1965, Usigli habla del final de Reynalda o el estanque, original que, como se ha dicho, lleva como última fecha de trabajo y ¿conclusión? el 5 de enero de 1964. El final que teníamos del texto mecanografiado de la obra y el que Usigli comunica en su ensayo difieren. En este último, habla de acontecimientos posteriores a la escena con que concluye el texto mecanografiado.

En el ensayo, Usigli señala:

La conducta de Armida, -recuérdese que en la escenificación de la lectura de la carta de Reynalda es Armida, hasta que las acciones de ésta le producen horror y siente que ella no podría ser así- acaba por desequilibrar la balanza. Armida le aparece entonces como la mujer que ha querido quitarle al novio, que le ha echado a su amante. Sobre todo, es cada vez más claramente la culpable de que Reynaldo se suicidara. Entonces, a punto de casarse ya, la mañana de bodas misma, anuncia, aunque no a su madre, que se quedará con la casa. Explicación tormentosa al fin entre las dos. Y cuando Reynalda la acusa de haber hecho que su padre se matara, Armida se defiende de modo de hacer recaer la culpa de todo en Reynaldo y por consiguiente en su hija. Reynalda pierde una vez más el oriente y, de nuevo, corre a matarse. / Pero entonces, inesperadamente, Armida pasa por una catarsis, la sobrecogen el miedo y el arrepentimiento, corre a salvar a su hija, que es ella, y se abre la cabeza en el borde del estanque, accidente por designio divino, digamos, y castigo, porque es la reunión con Reynaldo, tantos años eludida, al morir en el mismo sitio que él. (29 de noviembre, 64).19



¿Existía la dramatización de este «final» de la obra? ¿Era la opción por la que se decidió Usigli en 1965? ¿Sería la «última escena» del texto conocido o un «segundo cuadro» del «tercer acto»? Como vemos, en el fragmento narrado por Usigli, las posiciones de Reynalda y Armida se modifican: Reynalda decide cumplir la voluntad de su padre en contra de su madre; confusa y herida la asaltan de nuevo los deseos del suicidio, lo que provoca accidentalmente la muerte de Armida y, quizá, con ello, la conclusión de su imperio y el nacimiento de uno nuevo: el de Reynalda, ¿semejante al creado por su madre con quien se le compara a lo largo de la obra?, o ¿sigue ciertas conductas del padre a quien reconstruye e idealiza a partir de la lectura de la carta?

Un último, e hipotético, desenlace de Reynalda o el estanque podría ser el que aparece en Vacaciones II «comedieta en un acto», escrita entre 1945 y 195120. En las primeras líneas del «Examen...», Usigli dice que Reynalda o el estanque no la pensó él, sino uno de los personajes de sus obras: Antonio, El joven autor de Vacaciones II Usigli narra que, después de la lectura de la «comedieta» frente a un grupo de amigos, y a instancias de uno de ellos, Carlos Barrera21, empezó a «contemplar con interés la idea» de composición de Reynalda... y se decidió a escribir algo que no terminó, porque quizá la idea jamás pudo tomar la forma justa22.

Vacaciones II se inicia con la lectura de los últimos parlamentos entre La madre y La hija de una pieza de El joven autor, Antonio: El estanque. El joven autor lee su texto, en el escenario de un teatro, ante un grupo de actores y un director de escena del «teatro profesional de rutina», y otras personas, ninguno de ellos preocupado por el «campo de ambición renovadora» del teatro, que encarnan, precisamente, Antonio y Marcelina, La joven actriz, pareja de enamorados, sobre todo del teatro23. La obra entusiasma muy poco al pequeño auditorio: al director le parece larga y quiere «cortar»; La primera actriz, que tiene más de cuarenta años quiere hacer el papel de la joven hija y lo que más le interesa es el vestuario; y La actriz de carácter, que quizá tenga sesenta, quiere hacer el de la madre que se supone debe tener alrededor de cuarenta y cinco. Para Antonio, el reducido público no ha entendido la obra y explica: «[...] lo que estudio aquí son las relaciones del sentimiento familiar, las herencias, los atavismos anímicos, el efecto traumático de la vida irregular sobre la conciencia, y no el aspecto legal o moral del asunto»24. Personajes y temas de Reynalda... se encuentran ya en El estanque25. El final de El estanque es más parecido, en la situación, al que propone Usigli en el «Examen...»: La hija vestida de novia el día de su boda, atormentada por la muerte de su padre y por la presión que sobre ella ejerce su madre parece que muere ahogada en el estanque, sumiendo y dejando así a La madre en el dolor que es producto de las traiciones y ambiciones de toda su vida. Los finales que tenemos a la vista, no obstante, matizan y redefinen la personalidad de Reynalda: tan sensible y débil como su padre -en «Examen...» y en El estanque-, o quizá la transformación de la muchacha en un ser arrogante y duro como Armida en Reynalda o el estanque.

La «comedieta» termina con la posibilidad que le da El apuntador a El joven autor de ver en escena El estanque, tal y como El joven autor -que dice El director que se parece a Usigli por sus ideas de puesta en escena26- la imagina. Este segundo, y último fragmento de El estanque, cierra la «comedieta». La escena se desarrolla como en un sueño, sobre el escenario, gracias a la ayuda de El apuntador y de la imaginación del autor. No se indica a qué parte de El estanque pertenecería este segundo fragmento, en el cual se descubre la poderosa atracción que el estanque despierta en Herlinda, nombre de La hija en El estanque -Reynalda, la hija, en Reynalda o el estanque27-, aunque bien podría ser la «escena final» del «primer acto», como ocurre en Reynalda o el estanque28.

A través de Vacaciones II, el público tiene noticia de El estanque de modo fragmentado. Es teatro dentro del teatro que actúa como un elemento que, además de dar movilidad a la «comedieta», permite, a través de la escena final que toma vida en el escenario del teatro, vislumbrar el modo en que el autor desea ver su obra en escena, y con ello, quizá, formas nuevas de realización escénica en relación con el teatro de su tiempo. Escenas e ideas de El estanque quedan sugeridas, así como los personajes, la trama, la ambientación y, quizá, hasta la interpretación del director y de un grupo de actores.






ArribaAbajo2006: una edición de Reynalda o el estanque

En 2005 se celebró el centenario del nacimiento de Rodolfo Usigli, con tal motivo, en homenaje al dramaturgo, la revista Tramoya. Cuaderno de Teatro publicó Reynalda o el estanque29. En esta edición30, probablemente la primera que se haya hecho, se publica la obra en tres actos del siguiente modo: el primer acto [2006] corresponde al primer acto [1964]; el segundo acto está divido en dos cuadros: el primero [2006] corresponde al primero [1964]; y el segundo acto [2006], al cuadro en donde el texto [1964] no aclara si se trata del primero o del segundo cuadro, como arriba se ha indicado. La edición [2006] presenta un tercer acto, dividido a su vez en dos cuadros. Este tercer acto, no estaba incluido en el texto mecanografiado [1964] que se usó para la lectura dramatizada de 1991. La nota editorial de la edición de 2006 indica:

La obra [Reynalda o el estanque] fue escrita en tiempo de viajes y dudas; tenía varias oscilaciones en trama, hechos que ocurrían en diversas maneras, material abundante en demasía que a veces no parecía conducir al final. Fue necesario cortar y editar. Entregamos a ustedes el fruto del trabajo, creemos que realmente es una obra de Usigli, un fino melodrama al estilo de Aguas estancadas, de Otra primavera, o de Jano es una muchacha.31



Entregamos al público Reynalda o el estanque. Agradecemos a Alejandro Usigli que nos permitió revisarla para su publicación. Tenemos el orgullo de entregar una nueva y póstuma obra de Rodolfo Usigli.32



Y una nota al final de la edición del texto dramático advierte:

Esta obra fue editada y cortada por "Tramoya". El último cuadro es reconstrucción nuestra. El original incluye mucho material sobrante, personajes de más, un acto entero retrospectivo, también innecesario. Hemos hecho lo que nos pareció más prudente, aunque "Reynalda o el estanque" pueda quizá tener otra lectura.33



Como señala la nota editorial, la «obra» -supongo que esa «obra» es el mismo texto que se usó para lectura de 1991 más el «tercer acto»- fue «editada y cortada» por Tramoya. Por el modo en que se hace esta afirmación es probable que la tarea no haya sido la labor de un sólo individuo, o bien que se haya optado por el anonimato. Teniendo a la vista el texto de 1964, la edición de 2006, busca fijar un texto -como se hizo para la lectura de 1991-, y para ello elige hacer cortes de distintas dimensiones y pareceres, quizá con la intención de darle otro tipo de fluidez al desarrollo de la acción, o -en general- para hacerla accesible al lector. No se trata por supuesto de una edición crítica. La edición elimina personajes: Juan José, uno de los dos criados de la casa; Fermín Estévez, el psicoanalista; y suprime, entre otras, todas las escenas del primer cuadro del segundo acto, que teatralizan la narración que en la carta hace Reynaldo Vera a su hija, con lo que excluye a todos los personajes que intervienen en dichas escenas, aproximadamente veintidós, dentro de los cuales están incluidos muchos de los personajes del resto de la obra, en escenas de cuando son, más o menos, veinte años más jóvenes.

De entre los cortes, sólo mencionaré tres. El primer cuadro del segundo acto, en la versión de 2006, se compone casi exclusivamente por los textos de la carta que deja Reynaldo a su hija, armada con los mismos pasajes en voz de Reynaldo quien narra su pasado y explica sus razones a Reynalda. La supresión de las numerosas dramatizaciones -que van desde que Reynaldo conoce a Armida-María hasta antes de su suicidio-, que surgen a partir de la narración que hace Reynaldo, reduce de manera significativa el primer cuadro del segundo acto -en el texto mecanografiado [1964] este cuadro ocupa 26 cuartillas y en la edición de 2006 va de las páginas 130 a la 133- y ofrece al lector (o al espectador) la versión de los hechos y la representación de los personajes sólo según el relato de Reynaldo y no en «acción» como propone la obra [1964]; la eliminación del psicoanalista, Fermín Estévez, deja a Reynalda sin la atención del médico después de su intento de suicidarse a raíz de la lectura de la carta, la explicación a Armida del estado mental de Reynalda, y es un hombre menos en la lista de sujetos seducidos por Armida para cumplir con sus planes; suprimir la escena en que el abogado Ancira le entrega una copia de la carta de Reynaldo a Armida para que esta se la haga llegar a Reynalda, acción que Armida no realiza pues la lee a medias y la destruye, excluye el hecho de que Armida sabe algo del contenido de la carta que después conoce, en el original, la hija.

La presencia de un «tercer acto» y «otro desenlace» agrega nuevas preguntas que se suman a las que se planteaban sobre este asunto más arriba. Entre otras, entendemos que existe un «borrador» de mano de Usigli del «tercer acto», pero ¿qué condiciones presenta este «borrador»?, a partir de la afirmación de que «El último cuadro es reconstrucción nuestra» ¿qué opciones de «último cuadro» se desprenden del original? De momento, se puede comparar el «tercer acto» con el final que Usigli expone en «Examen...», reproducido más arriba, entre ellos se encuentran varias coincidencias, cercanas en general. Veamos de nuevo este texto y lo que ocurre en la edición del «tercer acto»:

[1] La conducta de Armida, -recuérdese que en la escenificación de la lectura de la carta de Reynalda es Armida, hasta que las acciones de ésta le producen horror y siente que ella no podría ser así- acaba por desequilibrar la balanza. Armida le aparece entonces como la mujer que ha querido quitarle al novio, que le ha echado a su amante. Sobre todo, es cada vez más claramente la culpable de que Reynaldo se suicidara. Entonces, a punto de casarse ya, la mañana de bodas misma, anuncia, aunque no a su madre, que se quedará con la casa.34



El primer cuadro del «acto tercero» se inicia con una descripción del aspecto del «hall central de la casa» -en donde ha tenido lugar también el primer acto-, es la mañana del día de la boda de Reynalda y Jaime. Damiana coloca las flores que ha solicitado Reynalda. Entra Luciano quien lleva una carta en la mano y en ella hace anotaciones, aparece Armida quien se entera por Damiana que Reynalda está en el jardín, cerca del estanque, con dos personas que han llegado a buscarla. Luciano le informa a Armida que ha llegado la invitación formal para que se haga una exposición de su obra en San Francisco. Luciano ha eliminado de la lista de obra por exponerse el busto de Reynalda, argumenta que lo ha hecho pues Armida se lo ha obsequiado a Jaime como regalo de bodas. Armida quiere ir a buscar a Reynalda, Luciano la detiene y le informa que Reynalda trata el asunto de la herencia. Armida se altera, discute con Luciano sobre sus derechos en relación con la finca, sobre su relación con él, le pregunta si ha «tomado» a Reynalda. Luciano no contesta y abandona el salón cuando está a punto de llegar Reynalda.

Reynalda y Armida conversan amablemente, Armida la felicita, hablan sobre el vestido que llevará Reynalda, Armida pregunta sobre el asunto de la finca, Reynalda evade la respuesta. Entra Ancira, Reynalda le dice a su madre que Ancira le hablará del tema y abandona el salón para irse a vestir para la boda. Ancira, presionado por Armida le comunica la decisión de Reynalda de quedarse con la hacienda. Armida se enfurece contra Ancira lo insulta y lo deja con Luciano que ha regresado vestido para la ceremonia. Diálogo entre Ancira y Luciano sobre las manipulaciones sexuales de Armida y la posesión de la casa. Ancira se va y entra Damiana, quien sostiene una breve conversación con Luciano. Damiana deja solo a Luciano y entra Armida ataviada para asistir al matrimonio y decidida a no regresar a la casa después de la ceremonia. Culpa a Reynaldo de la decisión de su hija. Armida le dice a Luciano que Reynalda no es hija de Reynaldo. Aparece Reynalda vestida de novia y con dos velos en las manos: uno, el que usó Armida en su propia boda, y otro hecho especialmente para Reynalda. Armida se ofrece para ayudarla a escoger el velo que llevará, se los prueba y acomoda. Le pregunta sobre su decisión en relación con la herencia.

[2] Explicación tormentosa al fin entre las dos. Y cuando Reynalda la acusa de haber hecho que su padre se matara, Armida se defiende de modo de hacer recaer la culpa de todo en Reynaldo y por consiguiente en su hija.35



Reynalda contesta que se queda con la casa pues ahí murió su padre. Armida le pregunta si prefiere la casa o la madre, y le dice que le contará las cosas como fueron: el desprecio de Reynaldo hacia ella, su ambición, el infierno que era su vida, la envidia de su arte, su embriaguez, dice que murió en el estanque por accidente, porque quiso pegarle estando borracho, le dice a Reynalda, insultándola, que es igual a su padre.

[3] Reynalda pierde una vez más el oriente y, de nuevo, corre a matarse.36



Reynalda sale corriendo y gritando «El se mató». Con esto concluye el primer cuadro del «tercer acto»37.

[4] Pero entonces, inesperadamente, Armida pasa por una catarsis, la sobrecogen el miedo y el arrepentimiento, corre a salvar a su hija, que es ella, y se abre la cabeza en el borde del estanque, accidente por designio divino, digamos, y castigo, porque es la reunión con Reynaldo, tantos años eludida, al morir en el mismo sitio que él.38



El segundo cuadro, el «reconstruido», es un cuadro breve que tiene lugar el mismo día de la boda. Han sacado el cuerpo sin vida de Armida del estanque. Jaime está consternado, el cuerpo muerto de Armida «[...] no parece la misma persona, es una mujer vulgar»39. Reynalda lo consuela: «Ya no pienses en eso, fue un accidente. Iba a buscarme, se tropezó y cayó al agua y ya no salió a flote»40. Jaime declara su amor por Reynalda y no por Estrella, Luciano se siente vacío, se revela que no «tomó» a Reynalda, pues aquella tarde, cuando fue a buscarla, ella le preguntó que si él era su padre. Luciano aparece con el busto de Reynalda «[...] pero ha devastado la mitad y adentro hay otro rostro, encima está el de Reynalda, debajo está el de Armida joven»41. Reynalda vuelve a hablar sobre la muerte de Armida y explica:

No fue accidente. Cuando salió Armida, yo vi en su rostro la voluntad de acabar conmigo, quería matarme y avanzaba hacia mí, y algo la detuvo, como si..., alguien... no sé que fue, ella nada muy bien, cayó al estanque, como si algo le llamara. Ella nada muy bien y desapareció en el agua, y yo me quedé quieta, atontada, llamé a gritos, sin entender, y la llamé, y grité Armida, Armida, nadie contestó, el agua quieta con reflejos, el agua quieta.42



Reynalda desea dejar la casa, no sabe si volverá, pero mantiene la obsesión por el estanque. Todos salen de la casa. Fin de la pieza.

Si bien este final, en los hechos: la muerte de Armida -ya «en el borde del estanque» ya ahogada en el estanque-, se menciona en el ensayo y ocurre en el texto dramático, existe una diferencia significativa en tanto se trata o no de un «accidente». El ensayo dice que sí, en el texto, Reynalda no lo sabe: primero dice que sí, después que no, y lo que explica sobre la muerte de su madre parece más bien un suicidio que mantiene la incógnita sobre la última resolución de Armida consigo misma. De esta manera, el perfil del personaje protagónico es, a fin de cuentas, impreciso, y la idea central, por lo tanto, queda desdibujada. Armida ¿se arrepiente, se ofusca, prefiere morir?, ¿cuál de estas opciones, por mencionar algunas, deseaba Usigli para lograr la «[...] unidad de conjunto de su drama [...]»?43

La edición de la obra es, por supuesto, meritoria, pues difunde y ofrece la posibilidad de conocer un texto más de Rodolfo Usigli. No olvidemos, sin embargo, que al parecer Usigli no terminó la obra, que la edición es una versión de una obra inconclusa que, de alguna manera, expone a Usigli a lo que él sabía que era el «[...] peligro de mostrar las cosas a medio escribir»44. Me parece que frente a las 39 obras dramáticas que componen los primeros tres volúmenes del teatro completo de Usigli, el atractivo de Reynalda o el estanque está precisamente, como he venido diciendo, en ser una obra inacabada, en la posibilidad de poder acercarse a un texto mecanografiado con correcciones de mano del autor que muestra parte del proceso vivo y creativo del dramaturgo en busca de la forma justa de su objeto, forma que Reynalda o el estanque no alcanzó45.




ArribaAbajo «Las estatuas no hablan: tiene el lenguaje de las líneas»

Con motivo de la edición de su teatro completo, Usigli decidió publicar las que consideraba sus cuatro primeras obras dramáticas. Las agrupó bajo el título de «Teatro a tientas», y para ellas escribió un ensayo «Tres comedias y una pieza a tientas». En este ensayo, en la sección dedicada a El apóstol, dice:

Con excepción de los malos poetas, o de los que sólo producen, sin crear, con móviles comerciales atados a su cuello como piedras, en la obra de todo escritor que se respeta existe una unidad que va desde sus primeros titubeos hasta la aparición de su maestría. Considerada desde este punto de vista, El apóstol, comedia elemental en tres actos, tiene ya latentes tres características de mi obra en general. La primera es la facilidad para el diálogo, de la que puedo jactarme porque no resulta de un esfuerzo ni de una disciplina, sino de un involuntario don [sic] natural; la segunda, el juego psicológico, el conflicto del personaje consigo mismo y con su clase o las demás, de que es buen ejemplo El gesticulador, la tercera, la influencia de George Bernard Shaw, no en términos ponderables de temática, oficio, trama o realización, sino en el hecho de crear situaciones polémicas y de aprovechar todas las capacidades o potencialidades dialécticas de los personajes.46



La revisión de la presencia de estas características en el conjunto de la obra dramática de Usigli sería, por supuesto, enormemente atractivo, y aprovecho este comentario sobre «la unidad» en su obra en general, para observar, la recurrencia de lo que llamaré un «motivo» presente en dos de sus primeras obras: El apóstol (1931) y 4 chemins 4 (1932), y en Reynalda o el estanque: el de la estatua de una mujer. Estatua que en estas obras parece funcionar como un símbolo del personaje femenino protagónico y del cual, por lo tanto, sus modificaciones inciden o informan sobre las del personaje.

En El apóstol, la estatua representa a Diana Cazadora. Estamos en el segundo acto de la obra, acto que tiene lugar en el salón fumador de la opulenta casa de campo de Diana, la propietaria de la casa. Usigli describe el salón en donde, entre los elementos del decorado, se encuentra: «Al fondo, centro, una gran puerta de cristales a la terraza, sobre uno de cuyos lados cae una cortina de terciopelo rojo con flecos de oro y sujeta por un grueso cordón dorado»47, y continuando con la descripción, más adelante señala: «Destacándose sobre el cortinaje rojo hay, en una columna de mármol negro, una estatua de Diana Cazadora»48. La estatua de Diana Cazadora en la obra va, por supuesto, más allá de contribuir al lujoso decorado del salón; de algún modo representa parte de la personalidad de Diana: rica, culta, bella, joven, seductora, voluntariosa, quizá virgen como la diosa de la cual lleva el nombre, aunque se encuentre rodeada casi sólo de hombres, aunque no se inclina -en apariencia ni en principio-, ni afectiva ni sexualmente, por alguno. En este segundo acto, cuando Él (Enrique Valdivia) decide marcharse, por la noche, de la casa, después de haber hablado infructuosamente de la importancia de la «fe» como fuerza que da sentido a la vida y acciones de los individuos, sobreviene el absolutamente inesperado -y «antiteatral» en palabras de Usigli-49 terremoto mediante el cual «La estatua de Diana Cazadora cae haciéndose pedazos»50, figura destrozada sobre la cual dicen Enrique y Diana: «ÉL.- Un criado recogerá la estatua rota... (Entra el criado y lo hace. Mutis en seguida) ¿Qué tal? Y nada más. / ELLA.- Era una estatua de Diana, Enrique. / Él.-Deseo que eso no sea un símbolo»51 El movimiento telúrico que modifica, o ilumina, a varios de los personajes, tiene un efecto particular en Diana, responde, sí, como un «símbolo». Efectivamente, como resultado del temblor de tierra y el destrozo de la estatua, Diana reconoce que puede amar, que quiere hacerlo, que lo puede decir y que el elegido es Enrique: «ELLA.- Enrique... Esta noche no quiero darme aún. Quiero dejar de ser la cazadora, la amazona una noche para ser solamente virgen. Pero mañana me llevarás adonde quieras. Harás lo que quieras de mí.»52. La destrucción de la estatua implica acabar con reticencias en Diana en la aceptación de sus sentimientos, en exponerse, en buscar otra manera «más auténtica» de ser ella misma.

En 4 chemins 4 el «motivo» de la estatua femenina se emplea de dos formas. Por una parte, quizá la más «simple», es la que corresponde nuevamente a un elemento de la decoración, de la segunda escena, en el salón de una mujer que pertenece a la «belle société». Ahí, un ventanal «[...] est couverte de rideaux très légers, en tulle crème. Devant elle, sur une plinthe noire, une grande statue de femme nue»53. Por la descripción, es posible que esta estatua se conciba como una figura con proporciones humanas, o quizá algo más grande, en todo caso parece que debe ser lo suficientemente visible y atractiva para el espectador y presidir con su monumentalidad, y por qué no, su belleza, un «salón de ceremonias sociales»: «[...] idéal pour le badinage, pour le flirt, pour les potins»54 comportamientos, actitudes, conversaciones superficiales, mal intencionadas, solapadas, ridículas de los hombres y, particularmente, de las mujeres que acuden a la recepción que ofrece Madame D. El tamaño de la estatua, el lugar que ocupa, la representación de la belleza femenina se erigen en un modelo de mujer lejano de la realidad de las mujeres que circulan en el salón; si por una parte a «la mujer» se le venera de modo ideal al ser expuesta mediante una representación de su imagen, en la realidad del salón sus manifestaciones humanas son comunes y corrientes, casi vergonzosas en relación con este ideal femenino. Quizá para conservar ese ideal masculino sea conveniente que, como advierte Armida a su hija en Reynalda..., que las mujeres guarden silencio: «Silencio, linda. Como estatua. Las estatuas no hablan: tiene el lenguaje de las líneas»55.

En 4 chemins 4, Alice, el personaje protagónico femenino, es presentado por Usigli de dos maneras que aluden a la estatua. La evidente, y primera, para el lector-espectador, es la insistencia de Georges, el compositor pareja de Alice, en declarar que ella es su obra, como lo es su música, su creación -especie de Galatea creada por Pigmalión- idea que Alice acepta. En la pieza, por supuesto, se expone la transformación de los personajes. Si Alice ha creído ser una obra más de Georges, se reconoce, quizá aún antes de ruptura con su amante, como un individuo capaz de tener una vida propia, y por eso, de poder ser ella por sí misma sin necesidad de estar con él. El proceso del cambio se manifiesta de modo paulatino, transformación que si bien se expone en el transcurso -y el diálogo- de la obra, se revela -para el lector- en la primera acotación mediante la cual Usigli se refiere a Alice hablando de ella como de una «estatua» (segundo modo de presentar el «motivo») que a lo largo de la obra se despoja de modo alegórico y real de los velos que la cubren, que ocultan a la mujer que no es una estatua y que le impiden ser la mujer real que es: «Mais cette femme, si elle ressemblait à quelque chose, ce serait peut-être à une statue ineffablement achevée qui attendrait qu'on la dévoile»56.

En Reynalda o el estanque, el «motivo» de la «estatua femenina» parece «natural» en una pieza en donde el personaje femenino protagónico, Armida, es escultora y la viuda de un escultor. En esta pieza, como antes hemos visto, Reynaldo Vera, el escultor -otro artista en la obra de Usigli que lleva el nombre de «Reynaldo», como el poeta Reynaldo Barrios de El apóstol- esculpe una estatua de Armida que después destruye y sepulta en el estanque -a excepción de la cabeza- cuando decide suicidarse. El escultor, además, se quita la vida en el sitio en donde yace su obra, destrozada por él mismo: la imagen idealizada de la mujer que lo ha destruido. La estatua rota, una vez más, parece permitir la develación del personaje, en este caso de la «verdadera» Armida y, prefigurar la destrucción moral y física del individuo a quien representa la estatua.

¿A qué obedece conservar la cabeza? ¿Es simbólicamente lo único que a Reynaldo no le es posible destruir? ¿La zona que nunca le ha pertenecido, la que no ha podido manejar, la que no conoce, ni ama? Armida aprovecha la debilidad, o la imposibilidad, de Reynaldo, en relación con el destino de la cabeza: abonar a su propio éxito como escultora ¿por qué no usar la cabeza que ha dejado el famoso escultor -ocultando a su verdadero creador- y exhibirla como obra suya pretendiendo que es un retrato de su hija? ¿No se afirma el enorme parecido entre las dos? La idea de que la escultura que retrata a Reynalda no es obra de Armida tiene un giro inesperado. Como hemos visto, en la versión del tercer acto de la obra, la escultura de Reynaldo está cubierta por una capa de yeso sobre la cual Armida ha modelado el rostro de su hija. La destrucción parcial de la escultura que retrata a Reynalda ¿es un símbolo de esta mujer que intenta rehacerse después del enfrentamiento con el pasado familiar? ¿Alegoría de esta hija: en parte de su padre, en parte de su madre, en parte ella misma?

Las estatuas de las que vengo hablando, a excepción de la del salón de 4 chemins 4, de una u otra forma son destruidas, la estatua debe hacerse pedazos para que así pueda surgir un aspecto del personaje del cual la estatua es una alegoría, una imagen fija, de algún modo inmutable, producto no de su propia historia sino del deseo de otro individuo. La idea parece responder a la persecución de un ideal femenino que sólo el arte hace posible, pero lejano de la realidad, lejano de la complejidad de los seres humanos, complejidad y humanidad que, en ocasiones, parecen querer también dar a sus personajes los autores de las obras dramáticas.






ArribaAbajoConclusión

Ante un texto en las condiciones en que, aparentemente, Usigli dejó Reynalda o el estanque, las posibilidades de trabajo son múltiples, hasta aquí sólo he apuntado algunos aspectos que quizá puedan ser útiles para un estudio más atento y profundo, en donde sería imprescindible, entre otras tantas cosas, revisar directamente el borrador completo de la obra.

Un asunto atractivo, por ejemplo, sería un análisis del género dramático al que podría pertenecer. Como arriba se ha señalado, el editorial de Tramoya dice que Reynalda o el estanque es «[...] un fino melodrama al estilo de Aguas estancadas, de Otra primavera, o de Jano es una muchacha»57. Sobre los géneros dramáticos de su propia obra dramática declara Usigli en 1961: «La creación de cada una de mis hasta hoy treinta y dos producciones ha significado para mí el estudio profundo si no exhaustivo, de cada género y su incorporación a la literatura dramática mexicana»58, y, a continuación, menciona los géneros que ha trabajado y las obras de su producción que entran en cada uno de ellos. En el apartado «melodramas» sólo incluye: Aguas estancadas y Mientras amemos, y en el de «piezas»: «Quatre chemins [...], El niño y la niebla, Alcestes [...], Otra primavera, El gesticulador, Sueño de día, Corona de sombra [...], Jano es una muchacha, Los fugitivos, Un día de estos..., Las madres»59. Como vemos, en opinión del dramaturgo sobre su propia obra, Otra primavera y Jarro es una muchacha no son «melodramas», y Aguas estancadas, no obstante la afirmación del dramaturgo de que es un «melodrama» aparece publicada como «pieza»60. En relación con Reynalda o el estanque, Usigli la concibió, por lo menos hasta el momento en que trabajó en la obra, como una «pieza», palabra con la que la califica en la carátula del texto mecanografiado y que emplea para referirse a ella en numerosas ocasiones en «Examen...». ¿Es posible calificar a Reynalda o el estanque como un «melodrama», como una «pieza», o pertenece a algún otro género dramático? Quizá, en la dramaturgia que hoy se escribe, la definición del género dramático de un drama sea irrelevante, no lo era, sin embargo, ni para Usigli, ni para la época en que compone para el teatro. De ello dependían muchos otros factores en la idea y construcción de una obra dramática. Resulta interesante, por ejemplo, observar como Usigli indica, por lo general, bajo el título de sus obras el género al que pertenecen, y ver en su Itinerario del autor dramático como los dos primeros párrafos del «itinerario» se refieren precisamente a los géneros61.

Por todo lo anterior, insisto, Reynalda o el estanque representa una oportunidad de estudio que quizá haya sido poco trabajada en México: tener a la mano una obra inconclusa de uno de los más importantes dramaturgos mexicanos y poder acercarse, mediante ella, a un proceso de trabajo. El teatro de Rodolfo Usigli que ha merecido la atención de tantos estudiosos del teatro y la literatura mexicanos es, por supuesto, una obra amplia, compleja, viva, y por lo tanto, dispuesta a ser objeto de nuevas y numerosas revisiones que contribuyan al mayor conocimiento de la literatura dramática mexicana, así como del teatro para el que se escribe.




ArribaObra citada

  • Contreras Soto, Eduardo, «Un inédito de Usigli», La Jornada Semanal, 134, 5 ene., 1992, pp. 44-45.
  • «Editorial. Rodolfo Usigli», Tramoya, nueva época, núm. 86 (2006)
  • Fuentes Ibarra, Guillermina, «Reynalda o el estanque: los artistas e intelectuales en la obra de Rodolfo Usigli», Rodolfo Usigli. Ciudadano del teatro. Memoria de los homenajes a Rodolfo Usigli 1990 y 1991, Centro Nacional de Investigación Teatral Rodolfo Usigli - Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1992, pp. 231-237.
  • Gómez, Hilda Saray, «Las mujeres en la obra de Rodolfo Usigli», Rodolfo Usigli. Ciudadano del teatro. Memoria de los homenajes a Rodolfo Usigli 1990 y 1991, Centro Nacional de Investigación Teatral Rodolfo Usigli - Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1992, pp. 243-248.
  • Meyran, Daniel (ed.) Rodolfo Usigli, El gesticulador, Cátedra, Madrid, 2004.
  • Ocampo, Aurora M., (coord.) Diccionario de escritores mexicanos, siglo XX. Vol. I, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1988.
  • Ocampo, Aurora M., (coord.) Diccionario de escritores mexicanos. Tomo 9, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2007.
  • «Reynalda o el estanque», Diorama de la Cultura, suplemento dominical de Excelsior, 24 de junio de 1979, pp. 4-7.
  • Rivera, Octavio, «Una lectura de Reynalda... o ¿El estanque?)», Rodolfo Usigli. Ciudadano del teatro. Memoria de los homenajes a Rodolfo Usigli 1990 y 1991, Centro Nacional de Investigación Teatral Rodolfo Usigli - Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1992, pp. 223-227.
  • Usigli, Rodolfo, Itinerario del autor dramático, La Casa de España en México, México, 1940.
  • Usigli, Rodolfo, Reynalda o el estanque, texto mecanografiado, [ca. 1964].
  • Usigli, Rodolfo, «Examen de Reynalda o el estanque», texto mecanografiado, [ca. 1965].
  • Usigli, Rodolfo, Voces. Diario de trabajo [1932-1933], Seminario de Cultura Mexicana, México, 1967.
  • Usigli, Rodolfo, «Londres 1944», Conversaciones y encuentros, Editorial Novaro, México, 1973, pp. 15-65.
  • Usigli, Rodolfo, Teatro completo. II, Fondo de Cultura Económica, México, 1979 (Iª. reimpr. de la Iª. ed. 1966).
  • Usigli, Rodolfo, Teatro completo. III, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.
  • Usigli, Rodolfo, Reynalda o el estanque, programa de mano, 17 de junio de 1991.
  • Usigli, Rodolfo, Teatro completo. I, Fondo de Cultura Económica, México, 1997 (Iª. reimpr. de la Iª ed. 1963).
  • Usigli, Rodolfo, «Reynalda o El estanque», Tramoya, nueva época, núm. 86 (2006) pp. 113-161.
  • Vargas, José de Jesús M., «Una exposición crítica de lo trivial», Rodolfo Usigli. Ciudadano del teatro. Memoria de los homenajes a Rodolfo Usigli 1990 y 1991, Centro Nacional de Investigación Teatral Rodolfo Usigli - Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1992, pp. 238-242.


 
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