Nace en Valladolid
el año 1518. Su familia pertenecía a la nobleza y
desde muy joven se dedicó a la vida militar;
enrolándose bajo las órdenes del marqués del
Vasto con quien participó en la guerra del Piamonte.
Ocupando el puesto de su hermano Pedro en cuyo lugar perdió
la vida. Durante su vida militar estuvo bajo el protectorado del
emperador Carlos V, encargándole el rey diversos trabajos
literarios sobre distintos personajes.
En sus versos
cantó a dos damas cuyos nombres de Silvia y Galatea aparecen
a lo largo de su estancia hacia 1543 en Tesino. Detenido por los
franceses es rescatado por el emperador nombrándole
gobernador de Querasco. Finalmente participó en la famosa
batalla de San Quintín.
Sobre 1560 deja la
vida militar y se traslada a España, casándose con
una prima suya llamada Juana de Zúñiga. Residiendo el
matrimonio en Granada.
Su verso
más conocido y el que le dio más fama entre sus
contemporáneos ha sido sin duda el que dice «Un
monarca, un imperio y una espada», en honor de Carlos V.
Endecasílabo que figura en el soneto «Al Rey Nuestro
Señor».
Muere en Granada
en 1580.
De su vida
familiar poco se sabe. En algunos escritos figura que su viuda
publicó en Madrid a su muerte sus Poesías
varias en 1591, si bien también se cita en otras
biografías que la edición de sus obras fue en la
ciudad de Salamanca.
- I -
Al Rey Nuestro Señor
Ya se acerca,
Señor, o ya es llegada
la edad gloriosa en que promete el
cielo
un grey y un pastor solo en el
suelo
por suerte a vuestros tiempos
reservada;
ya tan alto
principio, en tal jornada,
5
os muestra el fin de vuestro santo
celo
y anuncia al mundo, para más
consuelo,
un Monarca, un Imperio y una
Espada;
ya el orbe de la
tierra siente en parte
y espera con toda vuestra
monarquía,
10
conquistada por vos en justa
guerra,
que, a quien ha
dado Cristo su estandarte,
dará el segundo más
dichoso día
en que, vencido el mar, venza la
tierra.
- II -
Cuando era nuevo
el mundo y producía
gentes, como salvajes,
indiscretas,
y el cielo dio furor a los
poetas
y el canto con que el vulgo los
seguía,
fingieron dios a
Amor, y que tenía
5
por armas fuego, red, arcos y
saetas,
porque las fieras gentes no
sujetas
se allanasen al trato y
compañía;
después,
viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y
constantes
10
al Amor figuraron niño y
ciego,
para mostrar que
de él y de estos hombres
les viene por herencia a los
amantes
simpleza, ceguedad,
desasosiego.
- III -
Soneto sobre la red de amor
Dígame
quién lo sabe: ¿cómo es hecha
la red de Amor, que tanta gente
prende?
¿Y cómo, habiendo
tanto que la tiende,
no está del tiempo ya rota o
deshecha?
¿Y
cómo es hecho el arco que Amor flecha,
5
pues hierro ni valor se le
defiende?
¿Y cómo y
dónde halla, o quién le vende,
de plomo, plata y oro tanta
flecha?
Y si dicen que es
niño, ¿cómo viene
a vencer los gigantes? Y si es
ciego,
10
¿cómo toma al tirar
cierta la mira?
Y si, como se
escribe, siempre tiene
en una mano el arco, en otra el
fuego,
¿cómo tiende la red y
cómo tira?
- IV -
Respuesta
De Amor se hace, y
por él mismo es hecha
la red de amor que tanta gente
prende,
y como la refuerza el que la
tiende,
no está ni puede estar rota
o deshecha.
Hermosura es el
arco que Amor flecha;
5
del cual ninguna fuerza se
defiende,
y el gusto humano es quien le da y
le vende
de diversos metales tanta
flecha.
Nace
niño, y por horas crece y viene
a ser más que gigante y,
siendo ciego,
10
vuélvese en Argos al tomar
la mira
y un monstruo
tan extraño, que, aunque tiene
en una mano el arco, en otra el
fuego,
con mil tiende la red y con mil
tira.
- V -
Lo que es mortal
padece esta prisión,
que lo inmortal, señora,
está en la vuestra;
ésta tiene de mí
sólo la muestra
la vuestra tiene el alma y
corazón.
Por donde yo no
hallo por razón
5
que a Fortuna llamar deba
siniestra,
pues ella me guió con mano
diestra
a veros y a sufrir por vos
pasión.
Así de
todo el mal en que me ha puesto,
cuando pienso este bien en que me
puso,
10
no sólo le perdono su
mudanza,
pero aún
no estando satisfecha de esto,
de cualquier otro mal
también la excuso
salvándose de veros mi
esperanza.
- VI -
De la alta torre
al mar Hero miraba,
al mar, que siempre más se
embravecía,
y esperando a Leandro se
temía
mas siempre con temerse le
esperaba.
Cuando la
tempestad ya le acababa
5
de su vida la lumbre, y de su
guía,
y el cuerpo sin el alma a dar
venía
do el alma con el cuerpo
deseaba,
en esto la
triste Hero, esclareciendo,
vio muerto a su Leandro en la
ribera
10
del viento y de las ondas
arrojado,
y dejóse
venir sobre él, diciendo:
«Alma, pues otro bien ya no
se espera,
éste al menos te será
otorgado».
- VII -
El Viernes Santo al alma
Alma, pues hoy el
que formó la vida
y el que tiene poder sobre la
muerte,
sólo por remediar tu eterna
muerte
dio el precio inestimable de su
vida,
mira que es
justo que en ti tengan vida
5
los méritos y pasos de su
muerte,
y conoce que es viento, sombra o
muerte
cuando el error del mundo llama
vida.
Y así
podrás, saliendo de esta muerte,
entrar en posesión de
aquella vida
10
que no la acabará tiempo ni
muerte.
Endereza el
camino a mejor vida,
deja el siniestro que te lleva a
muerte,
que el derecho es más llano
y va a la vida.
- VIII -
Como vemos que un
río mansamente
por do no halla estorbo, sin
sonido,
sigue su natural curso
seguido,
tal que aun apenas murmurar se
siente;
pero si topa
algún inconveniente
5
rompe con fuerza y pasa con
ruido,
tanto que de muy lejos es
sentido
el alto y gran rumor de la
corriente:
por sosegado
curso semejante
fueron un tiempo mis alegres
días,
10
sin que queja o pasión de
mí se oyese;
mas como se me
puso amor delante,
la gran corriente de las ansias
mías
fue fuerza que en el mundo se
sintiese.
-
IX -
Dijo el doctor
Petrarca sabiamente:
«Pobre y desnudas vas,
Filosofía»,
lamentando su tiempo en que
antevía
las faltas y miserias del
presente;
do el vicio
reina ya tan sueltamente,
5
que valen poco, y menos cada
día,
la bondad, el saber, la
valentía,
del mejor, o más sabio, o
más valiente.
Mas cuanto el
mal está más encumbrado
y el mundo aprueba más lo
que debiera
10
tenerse por infamia y
maleficio,
tanto merece ser
más estimado
el virtuoso obrar, pues ya no
espera
la virtud premio, ni castigo el
vicio.
-
X -
Huir procuro del
encarecimiento,
no quiero que en mis versos haya
engaño,
sino que muestren mi dolor
tamaño
cual le siente en efecto el
sentimiento.
Que
mostrándole tal cual yo le siento
5
será tan nuevo al mundo y
tan extraño,
que la memoria sola de mi
daño
a muchos pondrá aviso y
escarmiento.
Así,
leyendo o siéndoles contadas
mis pasiones, podrán luego
apartarse
10
de seguir el error de mis
pisadas.
Y a más
seguro puerto enderezarse,
do puedan con sus naves
despalmadas
en la tormenta de este mar
salvarse.
-
XI -
En extrema
pasión vivía contento
por vos, señora, y
cuánto más sentía
sólo un mirarme o veros
deshacía,
o al menos aliviaba, mi
tormento.
Hora quisiste
que de fundamento
5
cayese en tierra la esperanza
mía
con declararme lo que no
entendía,
de torpe hasta mi
entendimiento.
De esto
nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha
deshecho
10
la fábrica que Amor hizo en
mil años.
Yo miro, ya
seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso
estrecho,
quedando ya seguro de mis
daños.
-
XII -
¡Oh celos,
mal de cien mil males lleno,
interior daño, poderoso y
fuerte,
peor mil veces que rabiosa
muerte,
pues bastas a turbar lo más
sereno!
Ponzoñosa
serpiente, que en el seno
5
te crías, donde vienes a
hacerte
en próspero suceso adversa
suerte
y en sabroso manjar cruel
veneno.
¿De
cuál valle infernal fuiste salido?
¿Cuál furia te
formó?, porque natura
10
nada formó que no sirviese
al hombre.
¿En
qué constelación fuiste nacido?,
porque no sólo mata tu
figura,
pero basta a más mal
sólo tu nombre.
-
XIII -
Ícaro
Con Ícaro,
de Creta se escapaba
Dédalo, y ya las alas
extendía,
y al hijo, que volando le
seguía,
con amor maternal amonestaba:
Que si el vuelo
más alto levantaba,
5
la cera con el sol se
desharía,
y en el mismo peligro le
pondría
el agua y su vapor, si más
bajaba.
Mas el soberbio
mozo, y poco experto,
enderezóse luego al alo
cielo
10
y, ablandada la cera en la
altura,
perdió las
alas, y en el aire muerto,
recibiéndole el mar del alto
vuelo,
por el nombre le dio la
sepultura.
-
XIV -
Faetón
Con tal instancia
siempre demandaba
el gobierno del sol por solo un
día,
que, aunque no convenirle
conocía,
Febo al hijo Faetón se lo
otorgaba.
Ya el carro y los
caballos le entregaba
5
con que la luz al mundo
repartía,
poniéndole delante el mal
que habría
si en el camino o en el gobierno
erraba.
Mas él, de
la oriental casa salido,
fue el orbe y hemisferio
traspasando
10
con furia y con desorden tan
extraña,
que el carro, los
caballos y él, perdido,
sobre el lombardo Po cayó,
abrasando
riberas, aguas, montes y
campaña.
-
XV -
La red de amor,
pues por Amor es hecha,
no es de maravillar si a tantos
prende
ni que, pues él la coge y
él la tiende,
la guarde sin estar rota o
deshecha;
ni que, del arco
que Amor hace y flecha,
5
trabaje en vano aquel que se
defiende,
ni que se engañe quien le da
y le vende,
mirando y deseando, tanta
flecha.
Es niño y
vence, porque él solo viene
a poder lo imposible, tal que
ciego
10
muy cierta, sin mirar, toma la
mira,
y nos hace sentir
que a un tiempo tiene
las manos en el arco y en el
fuego,
y prende con la red, y abrasa y
tira.
-
XVI -
La red de amor es
invisible y hecha
de suerte que, sin verse, enlaza y
prende,
y de valerle tanto al que la
tiende
procede el nunca estar rota o
deshecha.
Deleite forja el
arco que Amor flecha,
5
del cual nuestro valor mal se
defiende,
y el flaco natural le da y le
vende,
para daño del mundo, tanta
flecha.
Amor es fuerza
indómita, aunque viene
en figura de niño, y aunque
es ciego,
10
sola su voluntad es punta y
mira;
y así,
pudiendo cuanto quiere, tiene
en una mano el arco, en otra el
fuego,
cuando tiende la red y cuando
tira.
-
XVII -
De oliva y verde
yedra coronado,
cuando el rayo de sol es más
caliente,
vueltos los ojos a una clara
fuente,
y al pie de un alto pino
recostado,
sin acuerdo de
sí ni del ganado,
5
que de pacer dejaba al son que
siente,
así soltó la voz
suavemente
de amores un pastor
apasionado:
«Las ondas
cesarán del mar profundo,
por latas cumbres subirán
los ríos,
10
sin hoja verde nos vendrá el
verano
y oscuro
hará el sol antes el mundo
que, aunque refuerce Amor los males
míos,
a Silvia deje de adorar
Silvano».
-
XVIII -
Pastora en quien
mostrar quiso natura,
a la miseria de este bajo
suelo,
la más cierta señal
del bien del cielo
y un claro sol en la tiniebla
oscura,
si pastoral
ingenio a tanta altura
5
pudiese levantar su corto
vuelo,
que cantase Damón cuanto
consuelo
es verte y no te ver cuál
desventura,
desde el un polo
al otro se sabría
que no yo solo, más
cualquier que ausente
10
de tu presencia vive, oh
Galatea,
debe sentir la
misma pasión mía,
pues sola en ti se halla
juntamente
cuanto bien se procura y se
desea.
-
XIX -
Mientras amor con
deleitoso engaño
daba color a la esperanza
mía,
el seso, lo mejor que él
entendía,
declarar procuró mi mal
extraño.
Pero ya que
llegar a ser tamaño
5
le vio, y que iba creciendo cada
día,
dejó la menos necesaria
vía
por más considerar el propio
daño.
Desde
allí, va en silencio y noche oscura,
con mil acuerdos de mi bien
pasado
10
y del presente mal, paso mi
vida,
que en tal
extremo está de desventura,
que, si hay firmeza en miserable
estado,
ni puedo ya subir ni dar
caída.
-
XX -
Nunca me vi tan
solo ni apartado,
que lo pudiese estar de un
pensamiento
que me renueva el doloroso
cuento
de mi estado presente y del
pasado;
do Amor, por
verme siempre lastimado
5
con apariencias de
contentamiento,
modera su rigor, y luego
siento
con esperanza mi dolor
mezclado.
Entran luego los
dos en su porfía,
donde en fin el temor vence la
prueba
10
y pierde la esperanza mal
fundada.
En esto estoy
mil veces cada día,
y siempre el mismo caso me
renueva
tristes congojas y, pasión
doblada.
-
XXI -
Vivir,
señora, quien os vio, sin veros,
no es por virtud ni fuerza de la
vida,
que, en partiendo de vos, fuera
perdida,
si el dejaros de ver fuese
perderos;
mas de tantos
valor es el quereros,
5
que, en teniédoos el alma en
sí esculpida,
de su vista y memoria, que no
olvida,
ninguna novedad basta a
moveros.
Así,
aunque lejos de vuestra presencia,
vos sola me estaréis siempre
presente
10
y no me faltaréis hora
ninguna,
sin que pueda
tenerme un punto ausente
el áspero desdén, la
cruda ausencia,
nueva llaga de amor, tiempo o
fortuna.
-
XXII -
Soneto en prisión de franceses
I
Como el poderos
ver, señora mía,
me sustentaba sin usar de otra
arte,
cuando en segura y reposada
parte
Fortuna tanto bien me
concedía;
así,
después que por contraria vía
5
volvió su rueda, y con el
fiero Marte,
sin que cese su furia ni se
aparte
de mí, los dos me
dañan a porfía,
ni su poder ni la
prisión francesa,
do por nuevo camino me han
traído,
10
privarán de su bien mi
pensamiento;
con que no
sólo ningún mal me pesa,
mas aun, señora,
viéndome perdido,
conozco que lo estoy, y no lo
siento.
-
XXIII -
Soneto en prisión de franceses
II
Cuando contemplo
el triste estado mío
y se me acuerda mi dichoso
estado,
hallo mi ser en todo tan
trocado,
que pensar tuve bien es
desvarío.
Con mi memoria
por mi mal porfío,
5
pues, sino es esperanza en bien
pasado,
y en ella con razón fui
confiado,
con muy mayor ahora
desconfío.
Ausencia, de
pasiones padre y fuente
junta con el temor de vuestro
olvido,
10
del cual aun en presencia me
temía,
hacen con fuerza
del dolor presente
parecerme, según ya estoy
perdido,
que ni fue ni vi entonces lo que
vía.
-
XXIV -
Soneto de Silvano a su pastora Silvia
Cuando la alegre y
dulce primavera
a partir sus riquezas
comenzaba,
y de los verdes campos
desterraba
aquella estéril sequedad
primera,
un pastor triste
y solo en la ribera
5
de Tesín gravemente
suspiraba,
y vi que en un alto olmo que
allí estaba
con un hierro escribió de
esta manera:
«Si, de
amor libre, por aquí pasare
acaso algún pastor,
cualquier que fuere,
10
huya de esta ribera y de este
llano,
que, cuanto
más sin pena se hallare,
si a Silvia la cruel pastora
viere,
por ella morirá como
Silvano».
-
XXV -
La grave
enfermedad que en Silvia vía
lloraba triste su pastor
Silvano,
cuando, mirando en la siniestra
mano,
le vio un agudo hierro que
tenía,
así
diciendo: «De la furia mía
5
guárdese todo corazón
humano».
¿Y qué hará
con alegre gesto y sano
la que doliente y tal esto
hacía?
Mostró
que, pues peligro descubierto
tan claro desengaña al que
le viere,
10
huyan todos la muerte
conocida,
porque el
daño mayor está encubierto,
que el triste que a quererla se
atreviere
harto más aventura que la
vida.
-
XXVI -
Estas palabras de
su Silvia cruda
puso Silvano en esta haya
umbrosa:
«Silvia, do vemos de cruel y
hermosa
tales extremos que el mayor se
duda,
conociendo mi mal
y que su ayuda
5
es sola en mi remedio
poderosa,
mírame y de cruel en
piadosa
muestra querer mudarse, y no se
muda.
Con tales
muestras me sostiene en vida,
hasta que muerte o más
dichoso hado
10
me aparten del Tesín y su
ribera.
Y si esto puede
una piedad fingida,
considera, pastor enamorado,
lo que podría hacer la
verdadera».
-
XXVII -
Amor y un gran
desdén, que le guerrea,
han ya venido a singular
combate;
no hay quien entre ellos de
concierto trate,
por do fuerza será que el
fin se vea.
Mas mi
razón vencida, que desea
5
que el fiero vencedor se
desbarate,
para que tanto mal no se
dilate,
de nuevo armada, en mi favor
pelea.
Ya Amor con dos
contrarios se congoja,
y en su poder, do tanto
confiaba,
10
no se asegura ya ni se
confía.
Del arco tiene ya
la cuerda floja,
ya vuelve las saetas a su
aljaba,
ya de mi libertad se acerca el
día.
-
XXVIII -
Soneto en la muerte del Marqués de
Vasto,
y este primero habla con la Marquesa
Alta
señora, que en la edad presente
divina más que hermana
hermosura
y mil dotes de cielo y de
ventura
os hacen un milagro entre la
gente;
de cuyo
resplandor el mundo siente
5
que en nuestra vida trabajosa y
dura
nos hace clara de la noche
oscura,
como el bien más perfecto y
excelente;
aunque causa tan
justa os haya dado
para llanto y dolor la cruda
muerte,
10
contra quien no hay reparo ni
remedio,
el saber de que
el cielo os ha dotado
ponga en el llanto doloroso y
fuerte,
si fin no puede ser, al menos
medio.
-
XXIX -
Al Marqués de Pescara
Señor, en
quien nos vive y ha quedado
el gran nombre del Vasto y, su
memoria,
después que de esta breve y
transitoria
a al vida inmortal mudó su
estado,
donde desprecia
nuestro bajo grado
5
y goza para siempre inmensa
gloria,
quedando en todo verso, en toda
historia,
del mundo eternamente
celebrado;
mirad
cuán ancha y espaciosa vía
os muestran sus hazañas
inmortales
10
de haceros inmortal entre la
gente,
y seguid su
valor, que con tal guía
los más famosos no os
serán iguales
del siglo ya pasado o del
presente.
-
XXX -
Epitafio para la cámara donde
murió el dicho Marqués