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Felicitación: 16 de Octubre de 1882

Registro bibliográfico

  • Título: Felicitación: 16 de Octubre de 1882
  • Autor: Aldana, Tomás
  • Publicación original: 1882
  • Descripción física: PDF
  • Notas de reproducción original: Digitalización realizada por la Biblioteca Virtual del Banco de la República (Colombia)
  • Notas:
    • Colombia
    • Resumen: Me inclino ante la autoridad gramatical y académica de los señores Salgados, quienes empiezan su publicación de ayer con una filípica por los errores que ellos diestramente han observado en alguna de las publicaciones que he hecho; pero como esto no viene al caso ó fondo de la cuestión, paso á contestar punto por punto la última hoja que circuló en esta ciudad, dejando aquello á un lado.
    • Resumen: J '1 be O -!.. O \ rJ l' I AHvJ ~D4S :: !U1W 2 .ev-40 .Me inclino ante la autoridad gramatical y académica de los señores Salgados, quienes empjezan su publicación de ayer con una filípica por los errores que ellos diestramente han observado en alguna de las publicaciones que he hecho; pero como esto no viene al caso ó foudo de la cuestión, pas~ ~l contestar punto por punto la última hoja que circuló en esta ciudad, dejando aquello á un lado. Aseverar, como aseveran los señores Salgados, que en la lloja volante de su sobrino no se me insulta, es un hecho inexacto y que causa verdadero asombro; porque no comprendo cómo hayan resuelto ellos hacer semejante afirmación' ante el mismo público, que reeientemente conoció la expresada hoja, y en la cual entre otras frases SUAVES y de estilo elegante, se me dice: Que los ultrajes que le irrogué (se refiere al acto en que se de­cretó su pl'i"ión, por la extracción ele las diligencias sumarias), son, para los que conocen que" VIENEN DE LABIOS DF.SAU'fORIZADOS é INDIGNOS DE CRÉDI'rO, AL'l'OS TÍTULOS Á SU favor." ¿ Por qué pasar por encima de estos conceptos y de dónde tanta ofuscación, olvi­dándose de que los hechos están aún palpitantes y el criterio público formado? . Estoy enteramente de acuerdo con los señores Salgados, en cuanto ellos aseguran estos hechos: 1.0 Que su sobrino sacó primero su revolver para atacarme y que esto motivó el hecho de que yo á mi vez empuñara el mío ; 2.° Que su hermano Ni­- colás se interpuso en el momento mismo en que esto ocurrió, se dirigió á su hijo Y luégo á mí girando sobre la derecha, y que en este momento fueron los disparos, que ocasionaron la muerte de su hermano. Mejol' defensa no habría podido alcanzar respecto -del público, que juzga con imparcialidad. Fijémonos. Yo ocupaba puesto en el extremo norte del puente de San Francisco, sobre la parte occidental, y los señores Salgados, sobre el lado opuesto. Establecido esto, que nadie pretende negar, que se haga el movimiento que se confiesa, t.an suave y ligero como se quiera., y que sobre este hCl:hó se falle. Más todavía, y en gracia 4e argumentación, les concedo la posición que quieran, una vez ·establecida por ellos la verdad y propia confesión del giro veii:ficado sobre la derecha para llamarme la atención, como me la llaluó, en efecto, y que sobr~ esto se falle igualmente. Todo esto <coucedo, porque aún así hay imposibilidad física respecto de cu.ant.o .el[os pretenden para extraviar el criterio de la verdad. Reconozco sinceramente esto y SU/3 palabras pueden tomal'las .como ¡pt',ueba, sobre este particular, seguros de que sobre ellas .cettific6 n~ado el caso. Vamos, pues, de acuerdo. Se cl-ioe en la hoja á que me refiero que el señor Peña recibió ·declaraci.oool'; ad hoe y que por este motivo no se decretó mi de­tención, y 'qtle sobre la base de estas declaraciones podría levan­táil'. seme una estatua por mi "nobleza de alOla y valor incon­mensurable." ¿ Qlliéll .se presentó á (leclarar en aquellos momentos contra mi, que fuela }'echazado y no tuviera acceso en el despacho de .;aqtrel funcionario? Uno de los primeros lo fué .el joven Marcos Sailg-.lr, hijo del doctor Januario Salgar, con quienes no me ligan ningu.nos vÍn-culos de amistad personal ni relaciones políticas, i y podía, l)ensal'Se por el doctor Peña, con . estas circunstancias, que este jo'\'cn se prestara á rendir una declaración en pro ó en con­tra? Podía creerse que este mismo joven fuera capaz de una infamia ó de faltar á la verdad, y cuando él rindió su declaración pocos instantes después del acontecimiento y bajo la impresión de 10 que le había tocado presenciar r . . Saben ustedes, señores, que entre la~ declaraciones recibidas por el doctor Peña, hay .'Huchas de la misma clase: y esto lo sé nó porque él hubiera reveL~do lo que apareciera de la instrucción .8umaria, sino porque los mi~'mos testigoi así 10 manifestaron pú­bJicalllf> nte en ()IJsequio de la 'ieruad. Elmislllo ~eñor Salgado, mi contendor, no dió denuncio alguno contra mí, en su exposición in­dagatoria; lo cual supe porque este mismo señor lo confesó así en presencia de los muchos y muy caracterizados testigos qu~ han declarado bajo juramento sobre este hecho; esos testigos aun viven y puede hacérseles ampliar su declaración ó repregulltarles acerca de los puntos que estimen conveniente mis enemigos. Ahí están todos, y puedo asegurarles que con ninguno de ellos, salvo raras excepciones, mantengo relaciones de amistad. i Por qué afanarse, pues, tanto y con qué objeto apelan á la calumnia res­pecto de un hombre que hoy como siempre no hace sino cumplir con rectitud s~ deber? El hecho evidente de que yo no hice fuego lo cn,lificall aque­llos señores ele una manera enft1.tica, como un acto de .. nobleza de alma y valor inconmensU/rable"; luego ellos sí aceptan .\" eom­prenden el deber y derecho perfectos en que estaba, de halw\' dis­parado mi arllla en aquellos moruentos en que la suprellla ley del e:-;pÍ"itu de la propia consel'V~wió\l est.aha por elleima dI:: cual­quier otro sentimiento de cont:liclel'Hciún: bien sabido es ljue nO fllí yo quien primero tomara mi arma en la mano. Muy bien, aquellos señores reconocen la suprema ley de la propia defensa. Marchamos de acuerdo, aun bajo aquel supuesto. i Cómo se explica la sorpresa que ha causado á esos señores el -hecho de que yo hubiera dicho en una de mis publicaciones que había once declaraciones á mi favor, sin tener en cuenta que ellos al propio tiempo dan razón y noticia sobre el tamaño y forma de ' la bala? Si yo adquirí conocimiento de aquel hecho fué, como lo dejo expuesto, por el dicho mismo de los testigos, quienes antes y después de rendir sus declaraciones, referían cuanto sabían y les constaba respecto del suceso en cuestión; lo que no podía suceder así con la bala, que estaba sujeta al exámen de peritos. No hay, pues, que aventurar conceptos con esa clase de argumentación. i Con quién cambié revolvers, en qué punto, y quién ó quié­nes presenciaron este acto? Hechos de esta clase es preciso pro­barlos y bajo ningún pretexto debe mantenérseles en reserva, ocultando nombres y apellidos que deben exhibirse para que la sociedad los conozca. Tan falso v calumnioso es esto como ofus­cada estaba la vista de quien pretenda haberme visto revolvers de .. culata de concha," que jamás recuerdo haber tenido en mis manos. Si una saliva á la cara hiere el honor de un caballero, i su­cede ó no lo mismo abusar de la prensa pan\. habérseme llamado, como se me llamó, ,. hombre desautorizado é indigno de crédito, etc., etc. "? i Cuál fué la causa de tanta zaña contra mí? Recor­démoslo. Haber reclamado contra la. extracción de las diligencias sumarias de la Prefectura del Departamento, en circunstancias en que un miembro de mi familia se encontraba atravesado por el proyectil disparado por un asesino, y cuando el DEBER y la GRÁ­Tl'l'UD hacían más imperiosa la obligación de los empleados á, quienes tocaba conocer de este nefando crimen, para ser más cumplidos y extrictos en el ejercicio de las funciones que les tocaba de!3empeñar. Recordemos. Hablo de una deuda de GRATITUD, porque el Gobernador del Estado no sólo se limitó á discernirles puestos oficiales, sino que siempre fué deferente como amigo y magistra­do con ellos; prueba de ello las colocaciones que han oeupado. Pero está reservado á la humanidad corresponder así, cuando se , les dispensan á sus miembros señaladas muestras de distinción y favor. Así dejo contest.ada al público la hoja volante de mis enemigos. Bogotá, Octubre 16 de 1882. TOMÁS ALDANA. • I
    • Resumen: Acusaciones; Defensa; Difamación; Volantes
    • Dominio público
  • Forma/género: unidad documental
  • Idioma: español
  • Institución origen: Biblioteca Virtual del Banco de la República
  • Encabezamiento de materia:
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