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Dr. Blas Álvarez Miraval, Libro intitulado la conservación de la salud del cuerpo y del alma (Salamanca: Diego Cussio, 1599). Contiene el Tratado de la firme memoria y de el bueno y claro entendimiento, utilissimo para todos los que pretenden salir aventajados letrados en cualquier genero de sciencia. En él se discurre sobre la mejora de ambas facultades, recabando en los hombres de letras una mayor atención a los cinco sentidos anteriores. Es un elogio de la memoria con Platón, Cicerón, Hipócrates y Galeno al fondo. Advierte que la memoria peligra con el exceso de vigilia, la comida fría y el «uso de la Venus». Aconseja -como Huarte de San Juan- la lectura repetida antes de dormir y la relación entre el temperamento y los estudios elegidos: «Cada uno según su ingenio» . Véase el cap. V con su laudes litterarum. (N. del A.)

 

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«Acontece muchas veces que los hombres estudiosos y dados al exercicio de las letras (por estar como estan mucho tiempo o leyendo, o escribiendo inclinada la cabeça, o por el poco exercicio que hazen) les agrave su cabeça, gran parte de flegma viscosa, o de melancolia fria, de donde sucede que los tales se hagan sin sentirlo ni achacarlo de ver faltos de memoria y muy torpes» (Ibid., cap. II). (N. del A.)

 

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Esteban Torres, Ideas lingüísticas y literarias del doctor Huarte de San Juan, (Pub. de la Universidad de Sevilla, 1977), p. 80, apunta la relación que Huarte establece entre la palabra y su significado, en consonancia con la Minerva de Sánchez de las Brozas. El ejemplo al que alude del «Traquitantos» de Huarte casa perfectamente con el del baciyelmo cervantino. El que compuso el primero era además un caballero español que tenía «cierta imaginativa que convida al hombre a ficciones y mentiras» y escribía libros de caballerías. (N. del A.)

 

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Sobre el triunfo y decadencia de tales presupuestos en relación con las artes de la memoria, C. Basoli, «L'influence de la Tradition Hermétique et Cavalistique», Classical Influences on Western Thought A.D. 1650-1870, ed. por R. R. Bolgar (Cambridge University Press, 1979), pp. 61-76. En el siglo XVII perduraron los fundamentos retóricos que favorecían los templos, museos, y artes universales del saber. Sobre ello, véase también Marc Fumaroli, opus cit., pp. 127 ss. y 144 ss. (N. del A.)

 

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También el loco de Sevilla que se creía Júpiter apela a la buena memoria (II, 23) como lo hiciera el Licenciado Vidriera. E. C. Riley, Introducción a Cervantes, p. 215, ha señalado la importancia de la observación, la experiencia y la inducción a partir de 1600. La segunda parte del Quijote ofrece al respecto ese incremento de la experiencia frente a la autoridad que también afecta al terreno de la memoria. En el cap. I de esta segunda parte, reaparece la retahíla de los valientes y honestos caballeros andantes que enumera don Quijote no sólo como si de verdad hubiesen existido, sino como si él los hubiera conocido. Su descripción de Amadís confirma así tal falsificación, (II, 26-7). En el capítulo II volverá a sacar a colación otra serie de héroes famosos, mezclando la historia con la literatura. (N. del A.)

 

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«Una de las cosas -dijo a esta sazón don Quijote- que más debe de dar contento a un hombre virtuoso eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de la gente, impreso y en estampa» (II, 38). Como se ve, vida y obra escrita deben correr al unísono en la voluntad del héroe. Don Quijote se ríe de los vaivenes de la memoria de Sancho, tildándole de socarrón y recordar sólo lo que conviene (II, 40). (N. del A.)

 

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«En eso -respondió el bachiller- hay diferentes opiniones, como hay diferentes gustos: unos se atienen a la aventura de los molinos de viento, que a vuestra merced le parecieron Briareos y gigantes; otros, a la de los batanes; éste, a la descripción de los dos ejércitos, que después parecieron ser dos manadas de carneros; aquél encarece la del muerto que llevaban a enterrar a Segovia; uno dice que a todas se aventaja la de la libertad de los galeotes; otros, que ninguna iguala a la de los gigantes benitos, con la pendencia del valeroso vizcaíno» (II, 39). Junto a estos retrasos de memoria artificial transformada, hay muchos otros que apelan a la memoria natural y a su vitalidad psíquica. Sin olvidar lo relativo a la memoria artística, presente, por ejemplo, en el epígrafe del cap. V: «y otros sucesos dignos de felice recordación» (II, 52). Véase también cap. XL: «esta memorable historia» (II, 338), etc. (N. del A.)

 

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Louise Fothergill-Payne, «La percepción por la vista y la averiguación por el oído en don Quijote», Aureum Saeculum Hispanum Festschrift für Hans Flasche (Wiesbaden: Franz Steiner Verlag, 1983), pp. 69-80. Aristóteles, Del sentido y lo servible..., p. 36, destaca la importancia de la vista, pero sobre todo del oído, ya que «éste afirma en el cap. VI que los pensamientos caballerescos llevan tras de sí sus cinco sentidos» (II, 65). (N. del A.)

 

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Aristóteles, Ibid., p. 88: «como si uno contemplara en un retrato o pintura una figura, por ejemplo, la de Corisco, aun cuando no haya visto precisamente a Corisco» . (N. del A.)

 

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Sobre el tema, entre otros, Martín de Riquer, «El Quijote y los libros», PSA, CLX (1969), 5-24. También el Primo es otro intoxicado por los libros. Cervantes mezcla la tradición escrita de los archivos, crónicas, cartapacios y autores con la tradición oral en la Mancha. Para los dicta et facta y el caso de Scévola que recoge el Quijote II, 78, véase mi artículo «Emblemática y literatura en el Siglo de Oro», Ephialte. Lecturas de Historia del Arte (Vitoria, 1990), II, pp. 144-158. Elías L. Rivers, Quixotic Scriptures. Essays on the Textuality of Hispanic Literature (Bloomington: Indiana University Press, 1983), pp. 111ss., contrasta las dos culturas dialogantes de don Quijote y Sancho. Libresca, la una; rústica y oral, la otra, con la subsiguiente asimetría entre modelos clásicos por un lado y por otro, adagios y refranes. A la oralidad y a los aspectos librescos de la obra ha dedicado un amplio estudio Michel Moner, Cervantes conteur. Ecrits et paroles (Madrid: Casa de Velázquez, 1989). Junto a la abrumadora presencia de lo oral y sus registros, hay en el Quijote toda una filosofía del libro y la escritura. Véanse el ya clásico trabajo de Mia I. Gerhardt, Don Quijote, la vie et les livres (Amsterdam: N. V. Noorrd-Hollandsche Uitgevers Maatschappij, 1955) y el muy reciente de James Iffland, «Don Quijote dentro de la 'Galaxia Gutenberg' (Reflexiones sobre Cervantes y la cultura tipográfica)», Journal of Hispanic Philology, XIV, 1 (1989), 23-41. Para las referencias a Garcilaso, a la fama infame y a los «señorazos» famosos en la carrera imitatoria, véase el cap. VIII (II, 75 ss.). La palabra memoria aparece a cada paso y con mayor frecuencia que en la Primera parte. (N. del A.)