A Antonio Machado
Gabriel Celaya
En Segovia, y en Febrero,
y en tu casa simple y rara,
Don Antonio, me avergüenzo.
No sé bien lo que me pasa.
Hoy he abierto tu ventana,
y son los campos, tus campos,
que aquí están como si nada.
Don Antonio, yo me aguanto
mas mil llantos me traspasan.
Fui estudiante de la F.U.E.
y español con esperanza,
muchacho con una antorcha
que las lágrimas no apagan.
Machado y Ruiz, tú, ¡qué sano!
y yo a lo vasco, Celaya,
que así vine, que así dure
en todo lo que tú salvas.
He pensado ante tu cama
vacía, y negra, y dorada,
donde el muerto presupuesto
estaba pero no estaba.
Me he mirado en el espejo
donde a veces te afeitabas.
Me he lavado en tu jofaina
bien plantada en sus tres patas
mas no he logrado limpiarme
de mi antigua pena, amarga.
Porque pasó... ¿Qué pasó?
Don Antonio, luz en salvas,
di tus poemas, di aquello
en que a todos anonadas,
pues piensen lo que ellos piensen
en tu luz grande se salvan.