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Mi viaje a América, págs. 37-41.

 

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Carta de contestación de Altamira al Presidente de la Universidad Nacional de La Plata (Oviedo, 17 de abril de 1909), ibídem, pág. 42.

 

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Se había previsto que las conferencias, recogidas taquigráficamente, formaran un libro a publicar por la Universidad de La Plata, imprimiéndose en España. Ibídem, pág. 55. En el Discurso oficial de recepción, el Presidente de la Universidad, Dr. D. Joaquín V. González consideró que «la inauguración de un curso de método histórico en una Universidad de Sud América por un profesor como D. Rafael Altamira, es más que una prenda de profunda y definitiva comunicación espiritual de dos vastas porciones del mundo civilizado; es, para nuestros países, la iniciación de una era nueva en el estudio y conocimiento de sí mismos», aplaudiendo más adelante el acuerdo de sus compañeros de claustro por haber llamado a Altamira, «representante de la magna ciencia docente de la Europa» para «crear en las Universidades argentinas la ciencia nueva de la Historia». Mi viaje, págs. 97 y 99. Por su parte, el Vicedecano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Dr. Joaquín Carrillo, aplicando el nuevo concepto de historia cultural a la historia patria creía poder descubrir «los móviles de las banderías» que les ensangrentaran durante cuarenta años. «Hoy puede decirse, sin despertar los extinguidos prejuicios, que la lucha de provincianos y porteños o de unitarios y federales era el simple vibrar de las multitudes conmovidas por la emancipación, que no habían podido encontrar el equilibrio y engañosamente lo buscaban en el aniquilamiento de los rivales, cuando una hora de sensatez bastó para que el furor y la desazón desaparecieran, haciendo en la Constitución del 63 una nación de federales y unitarios y solucionando más tarde la grave cuestión económico-geográfica, nacionalizando el puerto del gran río argentino», ibídem, pág. 107. Altamira, finalmente, en su Discurso, al apreciar cómo las principales naciones europeas y americanas redoblaban sus esfuerzos para intimar intelectualmente con la Argentina, hacía notar el deber más que el derecho de España, que «no había hecho nada en este sentido», a contribuir a la formación del espíritu de la nación argentina.

 

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Asimismo explicó, invitado por el Decano y Consejo de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, un cursillo de diez lecciones sobre Historia del Derecho español, seguido por gran número de profesores, alumnos, cuerpo diplomático y profesionales que tuvo como efecto práctico más saliente introducir reformas en la enseñanza «en sentido científico y realista», dando origen a un nuevo plan de estudios propuesto por el Dr. Dellepiane.

En la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires explicó un programa heterogéneo de historia general, historia literaria, pedagogía, filosofía y arte en un cursillo de nueve lecciones o conferencias. «Fue tan numeroso el público que a él asistió -informa Altamira al rector Canella- que se hizo necesario el empleo de la fuerza de policía para evitar las violencias de los que se empeñaban en entrar en el aula cuando ya no cabía más gente».

La Junta de Historia y Numismática -«equivalente a nuestra Academia de la Historia»- le nombró socio correspondiente, publicando los discursos de recepción que se celebraron en sesión extraordinaria. Asimismo pronunció conferencias sobre la Extensión universitaria a petición de la Asociación de Profesores y de instituciones dedicadas a la cultura popular.

Entabladas relaciones intelectuales y docentes con el ministro de Justicia e Instrucción pública, Dr. Rómulo S. Naón, con quien visitó varios establecimientos de enseñanza en Buenos Aires y en provincias, recibió de él una serie de encargos que Altamira señaló como las consecuencias prácticas más útiles de su viaje:

a) Solicitud de hallar, con destino a la Universidad de Santa Fe, tres profesores españoles competentes en las materias de Derecho Constitucional, Derecho Internacional y Economía y Hacienda Pública.

b) Solicitud de un buen profesor de Filología castellana para el Instituto Nacional de Profesorado de Buenos Aires, y que como la anterior pide a su rector que la propuesta se haga por intermedio de la Universidad de Oviedo.

c) Informes sobre la organización de una Academia de Ciencias Morales y Políticas, análoga a la Real Academia de Madrid, dando lugar a una relación oficial del Ministerio argentino con la Academia española y al envío por ésta de todas sus publicaciones.

d) Proyecto de un Instituto histórico argentino en España, idea sugerida por Altamira al Ministerio argentino y que, recibida con interés, originó un proyecto completo con exposición de motivos y articulado. El proyecto declarado de Altamira era el de repetir la misma idea en otros países hispanoamericanos (El Proyecto de Instituto Histórico-Argentino en España, presentado por Altamira al ministro, doctor Naón, el 16 de septiembre de 1909, tenía la finalidad de facilitar a la ciencia histórica argentina el conocimiento de la documentación indiana conservada en los archivos de España, especialmente en el Archivo de Indias, Archivo de Simancas y en el Archivo Histórico Nacional, siguiendo el ejemplo de las naciones cultas europeas que habían establecido sus Institutos en Roma para estudiar y aprovechar los riquísimos fondos del Archivo Vaticano, abierto al público por León XIII. Su residencia central estaría en Sevilla, sede del Archivo de Indias, «su principal campo de acción» y, bajo la dirección de un especialista argentino, llevarían a cabo una labor de inventario, catalogación y copia de documentos («para nutrir el Archivo de Buenos Aires, base de nuevas investigaciones sobre la historia americana». El texto de Proyecto en Mi viaje, págs. 77-81).

e) Establecimiento de relaciones entre el Museo Pedagógico recién creado en Buenos Aires, la Universidad de Oviedo y el Museo de Madrid, con intercambio de publicaciones.

f) Difusión del «carácter neutral y de pura cultura» de la Extensión universitaria ovetense en diversos círculos colegiales y estudiantiles bonaerenses «La Asociación Patriótica Estudiantil, inflamada del noble deseo de cooperar a la educación popular en que se ocupa el profesorado ovetense, ha fundado una Universidad popular, a la que ha tenido la gentileza de bautizar con mi nombre, otorgándome un honor que yo hago recaer enteramente en el claustro de esa casa», Mi viaje, págs. 60-61).

g) Intercambio regular de publicaciones de las Universidades de La Plata y Buenos Aires con la de Oviedo, y fomento de la impresión de documentos útiles para la Historia del Derecho argentino que llevaría a cabo la Facultad de Derecho de Buenos Aires con una subvención del Ministerio de Instrucción (En junio de 1902 aparecieron los Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad, en V. Tau (editor), La Revista jurídica en la cultura contemporánea, Buenos Aires, 1997, págs. 111-141. Poco antes habían aparecido los Anales de la Universidad de Oviedo. Cf. E. Abásolo, Revistas universitarias y mentalidad jurídica. Los Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (1902-1919).

h) Difusión del modelo ovetense de excursiones escolares, iniciado por el Dr. Bunge, catedrático de la Facultad de Derecho de Buenos Aires («En reciente carta, el Dr. Bunge, Catedrático de la referida Universidad, me comunica la noticia satisfactoria de que, a ejemplo de las excursiones que se verifican en la nuestra, acaba de realizar él la primera con los alumnos de su grupo y confía en que la costumbre arraigará en aquel establecimiento». Mi viaje, pág. 61).

 

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En esta línea el presidente de la Federación de Estudiantes le hacía saber que «La figura del maestro de Oviedo palpitará en su seno como una incitación permanente a la fraternidad internacional, porque, para decirlo todo, vuestra visita nos regocija, más que por sus consecuencias intelectuales, por su cordial eficacia». España-América. Intercambio intelectual universitario. Homenaje al ilustre delegado de la Universidad de Oviedo D. Rafael Altamira y Crevea, Oviedo, 1910, pág. 55.

 

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Con posterioridad a su salida de Chile, se constituyó por un grupo de universitarios la «Institución Libre de Estudiantes» que se propuso, en palabras de Altamira, llevar a la práctica algunas de las cosas que viene realizando la Universidad de Oviedo, consultándole previamente su proyecto, Mi viaje, pág. 70.

 

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Según informaba al Rector, algunas Universidades americanas le habían confiado la comisión de concretar los términos de la visita del profesor de la Universidad de Oviedo, Adolfo Posada (para explicar a petición de la Universidad de La Plata un curso de tres o cuatro meses) y del catedrático de la Universidad de Madrid, Gumersindo de Azcárate (por parte de la Facultad de Derecho de Buenos Aires) «en misión análoga y continuadora de la que ahora cumplo», Mi viaje, pág. 72.

 

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Rafael Altamira, Lecciones en América. Edición y estudio preliminar de J. del Arenal Fenocchio. Méjico, Escuela Libre de Derecho, 1994. La edición comprende cuatro de estas lecciones pronunciadas en Méjico, tres de ellas inéditas (Organización práctica de los estudios en la Facultad de Derecho; Educación científica y educación profesional del jurista; El ideal de justicia en la Historia).

 

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Según la comunicación del Rector de la Universidad de Oviedo al Ministro de Instrucción Pública solicitando permiso para que Altamira pudiera explicar algunas lecciones durante el mes de enero de 1910 en esa Sociedad y en otras Universidades norteamericanas, el programa era el siguiente: I. La España actual; II. Psicología del pueblo español; III. La tolerancia y la intolerancia españolas; IV La ley y la costumbre jurídica en la vida española; V. Las teorías jurídicas españolas; VI. Lo que ha hecho España por la civilización; VII. La literatura como fuente para la historia de España. La licencia del ministro se dio con fecha de agosto de 1909 pero «con carácter honorífico sin remuneración alguna» y por el plazo de un mes. La solicitud de Altamira generó un curioso expediente pues no se ajustaba legalmente a lo prevenido en el artículo 1 del Real Decreto de 14 de enero de 1908 «puesto que el motivo para ausentarse de su Cátedra no es ninguno de los tres que dicho artículo autoriza». Teniendo en cuenta, sin embargo, la importancia de su misión «honrosísima para España y de gran utilidad para la ciencia patria» y las precedentes autorizaciones para los viajes análogos de Cajal y Menéndez Pidal (a este último en 8 de febrero del mismo año) acabó por ser concedida la licencia. A. G. A. EyC, leg. 9565, 23.

 

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En conferencia anterior pronunciada en la Argentina, ya había recordado las preocupaciones americanistas de sus colegas Posada y Álvarez Buylla. El momento de eclosión de este americanismo militante lo señala en tomo a los actos conmemorativos del III Centenario de la Universidad de Oviedo (1908): «fue el momento de las fiestas del tercer Centenario de la Universidad, que hizo saltar la chispa e hizo lucir rápidamente, ante nosotros, como en relámpago, la visión de toda la obra que habíamos de emprenden». España-América, pág. 60.

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