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1

El profesor González Herrán dedicó un estudio a «Los periódicos de provincias», o «el cuarto poder» en 1860 (José Mª de Pereda y Armando Palacio Valdés), Palacio Valdés, asturiano universal, III Congreso Internacional celebrado en Laviana del 3 al 5 de octubre de 2007. Actas en prensa.

 

2

Me he ocupado de este aspecto en «¡Valencianos con honra! De Palanca y Roca, hipotexto de «Ensayo sobre literatura dramática revolucionaria», de La Tribuna de Emilia Pardo Bazán», La Tribuna. Cadernos de Estudio da Casa Museo Emilia Pardo Bazán, núm. 3, A Coruña, Fundación Caixa Galicia, pp. 137-149.

 

3

Cf. J.J. Sánchez Aranda y C. Barrera del Barrio, Historia del periodismo español desde sus orígenes hasta 1975, Navarra, Eunsa, 1992, especialmente los capítulos «Entre la libertad de prensa y el absolutismo» (III) «De la nada al cuarto poder» (IV), «La edad dorada del periodismo» (V).

 

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Precisamente este es un aspecto de la conducta de Amparo, pues no sólo compra cigarrillos o puros para Baltasar, sino que ella misma se compra algunos caprichos para aparentar delante de sus colegas que el tacaño burgués es oneroso con ella y la obsequia con algunos caprichos, como unos zarcillos, etc.

 

5

El Quijote junto a la Biblia y la Odisea fue una de sus primeras lecturas, tal como evocará con ademán cervantino la autora en los Apuntes Autobiográficos con que prologó Los Pazos de Ulloa: «Era yo de esos niños que leen cuanto cae por banda, hasta los cucuruchos de especias y los papeles de las rosquillas; de esos niños que se pasan el día quietecitos en un rincón cuando se les da un libro [...] Obra que cayese en mis manos y me agradase, la leía cuatro o seis veces, y de algunas, señaladamente del Quijote, se me quedaban en la fresca memoria capítulos enteros, que recitaba sin omitir punto ni tilde» (E. Pardo Bazán, «Apuntes autobiográficos», Los Pazos de Ulloa, T. I, Barcelona, Daniel Cortezo y Cía. Editores, 1886, p. 14).

 

6

Alberto Manguel en Historia de la lectura consigna un caso similar en Cuba en 1865, el que el poeta y cigarrero Saturnino Martínez impulsó la publicación del periódico La Aurora, pero, dado el elevado índice de analfabetismo, propuso que fuera leído en voz alta por diferentes lectores en los talleres de la fábrica con el fin de concienciar de sus derechos a los demás obreros. También consigna como con el paso del tiempo fue prohibida la lectura del mismo considerándola subversiva. Cf. Cristina Patiño, «Lectoras en la obra de Pardo Bazán», Lectora, heroína, autora. La mujer en la literatura española del siglo XIX, Actas del III Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, Barcelona, PPU, 2005, p. 298.

 

7

Emilio Castelar prologó el opúsculo del socialista Fernando Garrido, La República democrática federal universal, publicada por J. Sol, en Lérida en 1855 y de la que se hizo una reedición en Barcelona en 1868. Finalizaba con verdadera vehemencia Emilio Cautelar dicho prólogo:

«Este libro, escrito con sencillez, reúne todos los Dogmas de la Democracia; es como un rayo de luz que baja sobre el Pueblo. Largas fatigas ha costado escribir el ideal Democrático en la conciencia del Pueblo. Hoy, hasta nuestros enemigos confiesan que la Democracia es el provenir de la humanidad. El Pueblo debe meditar con madurez. El progreso no sólo emancipa el pensamiento, llevando luz a las conciencias sino que mejora la condición de las clases trabajadoras. Tú, proletario, que has sido paria, esclavo y siervo, que has pasado por tan largo martirio, pues la historia es como tu calvario, abre el corazón a la esperanza, el espíritu al rocío de la verdad, y cuando lleguen esos tiempos, en que sonría la idea democrática en tu conciencia e inunde con luz los espacios realizando esa nueva creación, que cada hombre encierra en su mente, acuérdate de los jóvenes que, como Garrido, han consagrado su vida a tu santa causa». Fragmento que ilustra perfectamente el estilo y la oratoria castelarina, tan rica en imágenes literarias y que a buen seguro debía ser parecida a la empleada en sus discursos.

Por otro lado, la mención elogiosa de Castelar es frecuente en los textos pardobazanianos, ya que mantenían una estrecha amistad. El político liberal presentó a doña Emilia en el Casino de Artesanos de la Coruña con motivo del homenaje a Rosalía, en el que pronunció una conferencia titulada «La poesía regional gallega». También es muy probable que fuese Castelar quien la introdujera en la publicación barcelonesa La Ilustración Artística, para colaborar en ella desde 1895 a 1916, con una sección fija «La vida contemporánea».

 

8

Me he referido a la ambigüedad ideológica que presenta la novela tanto en mi introducción a La Tribuna, Madrid, Alianza, 2002, pp. 7-43, como en el artículo «¡Valencianos con honra! De Palanca y Roca, hipotexto de «Ensayo sobre literatura dramática revolucionaria», de La Tribuna de Emilia Pardo Bazán», La Tribuna. Cadernos de Estudio da Casa Museo Emilia Pardo Bazán, núm. 3, A Coruña, Fundación Caixa Galicia, pp. 137-149.

 

9

En los distintos repertorios consultados no he encontrado ninguna publicación que responda exactamente a esos títulos, aunque por la fechas, anteriores a la revolución de septiembre, abundan las publicaciones de marcado carácter revolucionario en las que figuran algunas de esas palabras, «El Vigilante», «el Faro». Vid. Enrique Santos Gayoso, Historia de la prensa gallega 1800-1886, A Coruña, edición do Castro, Cuadernos do Seminario de Sargadelos, núm. 52, 1990 y la recopilación de varios autores en Gran Enciclopedia Gallega.

 

10

Cf. Jean François Botrel, «Novela e ilustración; La Regenta leída y vista por Juan Llimona, Francisco Gómez Soler y demás (1884-1885)», Del Romanticismo al Realismo, Actas I coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, L.F. Díaz Larios y E. Miralles eds., Barcelona, PPU, 1998, pp. 471-486 + 3p de ilustraciones.