Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

141

Galdós' quaint use of chapter titles in this novel is a game that requires separate attention.

 

142

Further such instances are a scene with Doña Cándida concerning Irene: «Me rodeaba una atmósfera de drama. Presentía la violencia, lo que en el mundo artificioso del teatro se llama la situación» (XXXV, 217); and after José María's sheepish retreat from Irene's quarters: «No había habido drama, cosa en extremo lisonjera para todos» (XXXVI, 227). In another work, such comments would inject a note of verisimilitude into the fiction (only real people go to the theater!). In this book, the statement is yet another reminder of its fictionality as well as a criticism of a certain sort of fiction. This procedure takes hold early in the novel: «ruego a mis lectores que por nada del mundo pasen por alto este capítulo, aunque les vaya en ello una fortuna, si bien no conviene que se entusiasmen por lo de vecina, creyendo que aquí da principio un noviazgo, o que me voy a meter en enredos sentimentales, No. Los idilios de balcón a balcón no entran en mi programa, ni lo que cuento es más que un caso vulgarísimo de la vida» (III, 14). Of course, it is that and it is not. At other times, this technique of a truncated potential is replaced by a duality produced through parody. For example: «-Luego... aquí-, dije, y en el momento en que tal decía, me acordaba de la solemnidad con que los actores suelen pronunciar aquellas palabras en la escena. / De la manera más natural del mundo yo me volvía melodramático» (XXX, 182). The solemn conjugation of verbs in the imperfect subjunctive that encloses this scene lends both the scene and language their deserved weight.

 

143

The use of dreams as a narrative device also finds its open justification in this novel. At one point Manso recounts a nightmare he had and concludes by ridiculing the stale device of the surprise-ending tale: «Concluiré esta febril jornada diciendo con la candidez de los autores de cuentos, después que se han despachado a su gusto narrando los más locos desatinos: / Entonces desperté. Todo había sido un sueño» (XXV, 151). But he reverses the satirical thrust when he sees in the dream he had an indecipherable logic that connects it to his wakeful state of the evening before. With further thought, Manso succeeds in relating the dream to events in reality and endowing it with an equal measure of truth. The result is, on the one hand, a justification on Galdós' part for the inclusion of dreams in his novels and, on the other, a moment's insight into his deep understanding of the function of the dream in the human psyche. Most significantly, the act of dreaming is posited as yet another creative process, a fictive construct built on reality.

 

144

Nimetz (p. 61) understands that Galdós has used Manso's narration to cast barbs at stagnant artistic modes and to suggest that art requires constant reinvigoration. Had he stood farther back from Manso's words, Nimetz would have seen that all of El amigo Manso is in itself a rejection of antiquated artistic patterns.

 

145

A good example, capped with a delightfully ironic judgment, is the following: «Soy el aprendiz que aguza una herramienta, que mantiene una pieza; pero la penetración activa, la audacia fecunda, la fuerza potente y creadora me están vedadas como a los demás mortales de mi tiempo. Soy un profesor de filas que cumplo enseñando a los demás lo que me han enseñado a mí, trabajando sin tregua; reuniendo con método cariñoso lo que en torno a mí veo, lo mismo la teoría sólida que el hecho voluble, así el fenómeno indubitable como la hipótesis atrevida; adelantando cada día con el paso lento y seguro de las medianías; construyendo el saber propio con la suma del saber de los demás, y tratando por último de que las ideas adquiridas y el sistema con tanta dificultad labrado, no sean vana fábrica de viento y humo, sino más bien una firme estructura en la realidad de mi vida con poderosos cimientos en mi conciencia. El predicador que no practica lo que dice, no es predicador, sino un púlpito que habla» (11, 5). lt is a favorite trick of Galdós' to undermine a series of resoundingly elevated exclamations with a playfully self-revealing final sentence. See, e.g., the first paragraph of Ch. VIII, entitled «¡Ay mísero de mí!»

 

146

For his portrait and a snippet of his prose, see Ch. XXVI.

 

147

One is reminded of Leopoldo Alas' several satirical incarnations of this literary type in his stories: Miguel Paleólogo Bustarnante in «Bustamante» (Pipá [Madrid: Fernando Fe, 1886]; Don Tristán de las Catacumbas, the protagonist of «El poeta-buho»; Don Ermeguncio de la Trascendencia in «Don Ermeguncio o la vocación»; Don Teopompo Filoteo de Belem in «Versos de un loco», whose calling card identifies him as a «Poeta esotérico ultratelúrico» (all in Doctor Sutilis [Madrid: Renacimiento, 1916]).

 

148

Nimetz (p. 14), like Casalduero before him, points out that Galdós frequently satirizes romanticism and romantic taste in the Novelas contemporáneas, but he does not mention El amigo Manso in this connection. The subject of Galdós' romantic parodies in his later career has provided fuel for a minor polemic between Pablo Cabañas and Edwin Place in the Hispanic Review, 39 (1971), 473-74.

 

149

«¡Oh, negra tristeza! / Fúnebre y pesado velo, ¿quién te echó sobre mí? ¿Por qué os elevasteis lentos y pavorosos sobre mi alma, pensamientos de muerte, como vapores que suben de la superficie de un lago caldeado? Y vosotras, horas de la noche, ¿qué agravio recibisteis de mí para que me martirizarais una tras otra, implacables, pinchándome el cerebro con vuestro compás de agudos minutos? Y tú, sueño, ¿por qué me mirabas con dorados ojos de búho haciendo cosquillas en los míos, y sin querer apagar con tu bendito soplo la antorcha que ardía en mi mente? Pero a nadie debo increpar como a vosotros, argumentos tenues de un raciocinio quisquilloso y sofístico...» (XXIX, 177-78). The paragraph that follows is an apostrophe to the imagination.

 

150

«Irene callaba. Iba junto a mí en el asiento delantero, y con el movimiento del coche su codo y el mío se frotaban ligeramente. Si fuera yo más inclinado a hacer retruécanos de pensamiento, diría que de aquel rozamiento brotaban chispas, y que estas chispas corrían hacia mi cerebro a producir combustiones ideológicas o ilusiones explosivas...» (XXVIII, 175).

Indice