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A fin de
cuentas
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A riesgo del amor,
aunque me mate
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A veces sólo
siento que la vida
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A veces, hombre,
olvidas
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Acaso he de
buscarte, dulce amante tristísima,
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Acaso no
percibes
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Ajeno a la palabra
que te nombra o te busca,
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Al amor, al dolor
has venido.
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Ángel pagano
di qué piedra lesa,
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Aquí y frente
a mí a barlovento,
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Aún pungen
los restos de aquel naufragio íntimo
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Aunque haya cuerpos
transparentes
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¡Ay, muerte,
muerta seas, malandada!
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Buscar la
luz
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Camina un hombre
solo, desatada
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Como la tierra moja
las raíces
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Como si de repente
el alma sólo fuera
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Con pie de barro -y
barro hasta la hartura-
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Creo en tu
amor.
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Cuando calla la
boca
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De la sed ofendida
con que atendí tu boca,
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De lluvia en lluvia
el hombre
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Deja crecer tu
sangre,
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Deja que me diluya
por tu espalda
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Déjame ya
vivir,
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Deshabitado
vivo
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Desnudé, al
conocerte, en mis venas,
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Dime
tú,
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Dime, Dios,
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Ella camina en
sombras, ciega a la luz, y ríe.
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En ti hemos
aprendido la lengua de los pájaros,
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Es atrevido y no
conoce el miedo.
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Escribo ser como si
escribo nada,
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Escucha, dime,
ven.
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He salido a la
calle
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He vertido mi sangre
sobre el puente de un río
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Hoy dejé de
rezar. Y me da miedo
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Hoy has nacido igual
y tan distinta,
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Hoy me cuesta
entender que mis amigos
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Hoy tampoco he
podido airear estas alas,
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Huir al sol del sordo
laberinto,
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Llueve desde mi
corazón hasta la herida
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Lo sé, mujer.
Lo sé cuando acaricias
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Mi corazón se
rompe
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Nací
varón. Un nombre me colgaron
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No presentí
la muerte. Era tan joven.
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No profanéis
su voz, tan nueva y fresca,
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No sé
soñar, no sé.
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Para ti este poema
de amor inacabado.
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Pides
audiencia.
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Pondré mi
corazón encarrujado
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Presiento que, de
nuevo,
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¡Qué
sencilla es la muerte de las cosas humildes!
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Que tú me
digas que ese niño nace
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Quiero creer que el
hombre no es sólo un puño negro,
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Quiero decir
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Quiero decirte:
Ven
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Realmente nunca
sabes cuándo llega la noche.
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Rota la luz del sol
sobre la espada
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Sabes que el
nacimiento duele más que la muerte.
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Sabes que me has
herido,
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Sangro como una
fuente por todos los rincones,
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Se ve más
claro, Dios, ¡oh, dulce espada!
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Sentí la
soledad irse enroscando
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¿Seremos otra
vez como aquel beso
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Si me amas
proclamo
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Si un día se
nos apaga sobre el amigo roto
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Sí,
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Sí, tiemblo,
sí. No miento más. Renazco.
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Siempre espero la
garra abierta por la herida,
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Sobre tu piel
renazco. Mi debelada fuerza
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Sólo el mar
saber el nombre
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Sólo el
tiempo reserva la memoria del hombre,
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Sólo tu
vientre temblará y entonces
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Soy de los que han
buscado
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Te derramaste azul
sobre mis ojos
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Tiempo y silencio.
Voz cuanto más mía
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Todo arde en el
fuego:
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Tu férula de
sangre me conmueve
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Tú lo sabes,
Manuel, sabes el nombre
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Ved que me
hirió la sangre con un bello legado
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Ven a mi sangre
ahora.
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Ven, pájaro
cristal, luz, estameña,
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Vine dispuesto a
amar sin condiciones,
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Viviendo la inefable
costumbre de olvidar
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Volvería al
susurro dorado de la tarde,
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Volviendo al
infinito.
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Voy a vivir.
Sabedlo. Removed las arenas.
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¡Vuelve a
mí! Tu mirada sentida como espina
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Y puestos a
volver
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Y tu palabra, como
mar herido,
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Ya se advierte el
silencio de tentáculos rojos
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Ya, ígneo
Dios, venías con cítaras y yáculos,
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Yo creé mi
poema completamente roto,
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Yo vine al mar, al
sur, a la intemperie,