Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Artículos periodísticos de José Hernández en «La Patria» de Montevideo (1874)1

Walter Rela






   Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar,
mas no quieren opinar
y se divierten cantando;
pero yo canto opinando
que es mi modo de cantar.


La vuelta de Martín Fierro, vs. 61-66                


Revisando la biografía de José Hernández encontramos dentro de una auténtica unidad ideológica, el aspecto saliente del «cantar opinando». Poeta, soldado, periodista, legislador, fue el hombre que se definió permanentemente por su pensamiento anti-oligárquico, expresado en voz alta2.

Y «opinó» siempre, en todos los trabajos a que lo llevó su destino dentro de las complejas y violentas luchas políticas de su patria.

En julio de 1873, se inició un capítulo más en la vida de Hernández. Forzado a emigrar a Montevideo, por la implacable persecución que el gobierno de Sarmiento emprendió contra los partidarios del movimiento revolucionario del general Ricardo López Jordán, el poeta de Martín Fierro residió en nuestra ciudad hasta enero de 18753.

En ningún momento permaneció ajeno a las vicisitudes de la acción de López Jordán en Entre Ríos, ni a los acontecimientos posteriores que, derivados de la derrota de Don Gonzalo (9 de diciembre de 1873) escindieron las fuerzas jordanistas entre sus fieles adeptos y los autonomistas, establecidos con su Comité Central en Montevideo4.

Si bien esta vez no intervino directamente en las operaciones militares sirvió eficazmente a su antigua causa desde las columnas de La Patria5.

En la misma línea lo encontramos combatiendo duramente los móviles personalistas de Mitre en la revolución de setiembre de 1874.

De ahí que su condición de redactor y accidentalmente codirector del diario montevideano, debe entenderse como una parte de un todo que fue su vida ejemplar de periodista, iniciada en 1856 cuando acompañando la orientación del Partido Federal Reformista se le menciona entre los colaboradores de La Reforma Pacífica de Buenos Aires6.

Se hace necesario recurrir en breve síntesis a su curriculum vitae en estas casi dos décadas, para explicar su vinculación y el contenido militante de sus escritos en La Patria.

En 1856, La Reforma Pacífica se determina por la defensa de la integración de Buenos Aires a la Confederación, tanto como la denuncia de los intentos de una guerra civil que parecía inevitable. Su director, el doctor Nicolás Antonio Calvo, y los redactores (entre los que se encuentran Juan José Soto y Ovidio Lagos), se defienden diariamente de los violentos editoriales que Sarmiento escribe en El Nacional contra las ideas del Partido Federal Reformista.

La lucha culmina con el acto eleccionario del 29 de marzo de 1857, en que resultan triunfantes las fuerzas oligárquicas porteñas7. No tarda en desatarse una fuerte reacción del oficialismo contra los opositores, que alcanza a Hernández y a Soto, quienes resuelven a principios de 1858 emigrar a Paraná, capital de la Confederación Argentina (desde 1854), para continuar desde allí con los planes de unificación nacional y defensa de los derechos y efectivas garantías cívico-económicas de los pueblos de las provincias, frente a la absorbente política de Buenos Aires.

En esa ciudad trabajó como empleado de comercio durante un tiempo, pasando después a ocupar el cargo de oficial segundo de la mesa de teneduría de libros de la Contaduría Nacional, por decreto del 1 de enero de 1859. El 16 de junio, ingresó por concurso al cuerpo de taquígrafos de la Cámara de Senadores.

La acción de Cepeda (23 de octubre) lo encuentra sirviendo en el ejército de la Confederación con el grado de ayudante en el batallón «Palma» (Regimiento 1ª de línea). Después del triunfo, no muy conforme con la conducta política de Urquiza8, abandona la milicia y actúa como periodista en El Nacional Argentino (fundado el 3 de octubre de 1852), diario que recoge la expresión oficial de la Confederación.

En marzo de 1860, el doctor Santiago Derqui sucede a Urquiza en la presidencia del país, y Hernández defiende su política al ser atacada desde El Correo Argentino9. Por entonces, el vicepresidente, general Juan Esteban Pedernera, lo nombra secretario privado.

Cumpliendo funciones de taquígrafo, participa en las sesiones de la Convención Nacional reunida en Santa Fe (setiembre de 1860), en las que se debía tratar las reformas a la Constitución, proyectadas por Buenos Aires.

En esa oportunidad conoce personalmente, por primera vez, a Sarmiento10.

Poco después se reincorpora a las fuerzas urquicistas, que inician los preparativos de defensa contra la invasión porteña. Lucha en Pavón (17 de setiembre de 1861) y en Cañada de Gómez (22 de noviembre), donde las fuerzas de Mitre, comandadas por el general uruguayo Venancio Flores, vencieron a las de la Confederación11.

Ambas derrotas condujeron a la disolución de la Confederación (diciembre) con la conformidad de Urquiza. Además el triunfo mitrista obligó a la renuncia del presidente Derqui, siendo sustituido por el general Pedernera.

Los acontecimientos internos determinan la renuncia de Pedernera y Mitre convoca a elección para la reunión de un Congreso (25 de mayo de 1862), del que resultó electo presidente de la Nación por votación unánime de los electores designados por las provincias. En el litoral, se divide el Partido Federal Entrerriano entre oficialistas y disidentes. Estos últimos se reúnen en torno al general López Jordán (de brillante actuación en Pavón) y Hernández se adhiere de inmediato al movimiento.

Estando en Paraná, funda en 1863 el periódico El Argentino, defensor del ideal federalista de las provincias12.

El 12 de noviembre de ese año, en Olta, es asesinado el caudillo riojano general Ángel Vicente Peñaloza («El Chacho»). La noticia, rodeada de los detalles del ultraje a su cadáver, provoca fuerte indignación en Entre Ríos. Hernández publica en el folletín de El Argentino (noviembre) una serie de artículos bajo el título de «Rasgos biográficos del general D. Ángel Vicente Peñaloza», los que recoge en un folleto que aparece el 1 de diciembre.

Con la Vida del Chacho, no solamente se propone reivindicar la memoria del caudillo («el bandido Peñaloza» para el oficialismo), sino denunciar los procedimientos de la oligarquía norteña y la responsabilidad del general Urquiza.

Mientras tanto en el Uruguay, el general Venancio Flores (colorado), con el apoyo del ejército de Buenos Aires, proseguía su acción revolucionaria en un intento de derrocar al presidente de la República, doctor Bernardo Prudencio Berro (blanco). Aunque la lucha no culminó en ese año, la intranquilidad política dominó el territorio nacional.

El 1 de marzo de 1864, el presidente del Senado, Anastasio Aguirre, asume el gobierno en forma interina. El apoyo brasileño conjuntamente con el porteño se hace franco en favor de la revolución, precipitando su triunfo.

El 4 de agosto cae Florida en poder de las fuerzas del general Flores. Siguen las plazas de Durazno, Porongos y Mercedes. A partir de esta última y contando con la colaboración del almirante brasileño Tamandaré, Venancio Flores emprende la ruta hacia los departamentos del litoral norte. En noviembre, bloqueado totalmente el río Uruguay, sitió Paysandú, ayudado por una división brasileña comandada por el general Souza Netto.

Paysandú, defendida por Leandro Gómez, resistió un mes el asedio (2 de diciembre de 1864 - 2 de enero de 1865). A la caída de la ciudad, siguió el fusilamiento de los jefes militares blancos y entre los primeros Leandro Gómez.

Rafael Hernández luchó junto con otros argentinos en la defensa de Paysandú, desobedeciendo la consigna neutralista proclamada por Urquiza.

Herido en cómbale, Rafael logró ganar la isla de Caridad (río Uruguay) hasta donde llegó su hermano José, acompañado del poeta Carlos Guido y Spano.

En el plano de la política internacional, el acontecimiento más trascendente e inmediato, fue la firma del Tratado de la Triple Alianza (1 de mayo de 1865) entre Argentina, Brasil y Uruguay, que legitimó la guerra contra el Paraguay13.

No corresponde referirse a la historia de esta guerra (que duró hasta marzo de 1870), ni juzgar los intereses reales o la conducta de sus inspiradores, sino ubicar la inequívoca posición de Hernández dentro del proceso.

Desde el primer momento, junto a la mayoría del pueblo entrerriano, que no compartía la decisión del general Justo José de Urquiza de apoyar con su ejército la empresa del general Mitre14, combatió ardorosamente la lucha armada y denunció abiertamente los inconfesables propósitos de los dirigentes porteños. Lo hizo desde las páginas de El Eco de Corrientes (1867), fundado por él, con el apoyo del gobernador Evaristo López, y la continuó sin tregua en las columnas de El Río de la Plata de Buenos Aires (1867).

Entre 1867 y 1869, Hernández permaneció en Corrientes y ocupó los cargos de secretario de la Legislatura, fiscal de Estado y, por último, ministro de Hacienda.

El 27 de mayo se produjo en Corrientes una revolución alentada por los mitristas, pretendiendo derrocar a Evaristo López. Como contragolpe se levantó el general Nicanor Cáceres, que desde el sur de la provincia intentó mantener en pie el gobierno constitucional. En sus filas parece haber participado Hernández, quien después de la derrota siguió camino a Rosario. En tanto, los revolucionarios habían saqueado su casa y embargado la imprenta15.

Con las iniciales J. H. aparecen durante el mes de junio artículos suyos en el diario La Capital de Rosario, propiedad de su compañero Ovidio Lagos, el reformista porteño de 1857. El más importante de sus editoriales fue sin duda el del 4 de julio, «El Rosario debe ser la capital de la República», en que defiende la necesidad de establecer en esa ciudad la capital de la Argentina como medio de «neutralizar el poder de Buenos Aires»16.

La presencia en Goya (12 de julio) del coronel Emilio Mitre, merece el artículo «El gobernador ilegal de Corrientes». El 20 y el 21 de julio publica bajo el título «De mal en peor», dos trabajos destinados a criticar el plan pedagógico de Sarmiento (sucesor de Mitre en la presidencia de la Nación), que introducía en las escuelas primarias nacionales los métodos de enseñanza estadounidense17. Este fue su último artículo en La Capital.

Vuelve a Buenos Aires para establecer algunos contactos y el 10 de agosto se encuentra de nuevo con Evaristo López, quien lo designa ministro secretario de Gobierno en Campaña. Días antes (31 de julio) las fuerzas unidad correntino-entrerrianas bajo el mando de Cáceres. López Jordán y Justo Carmelo Urquiza, habían batido a los liberales en Punta de Arroyo Garay.

José y Rafael Hernández viven los acontecimientos políticos de la provincia correntina, los que serán recogidos con toda vitalidad en Cartas Misioneras, publicadas en 1887.

A fines de 1868, José se encuentra nuevamente en Buenos Aires, y periodista nato, empieza a madurar la idea y comprometer colaboradores para la fundación de El Río de la Plata. Se rodea de hombres de su talla (Guido y Spano, Agustín de Vedia, Navarro Viola, Vicente Quesada, Estanislao Zeballos y Mariano Pelliza), y el primer número sale el 6 de agosto de 1869.

Sin descuidar la lucha diaria, ni la permanente censura al gobierno de Sarmiento, es en El Río de la Plata donde se afina la ideología hernandiana de vigorosa defensa del gaucho, paria en su propia tierra, perseguido duramente por los personeros de la justicia, sometido a las arbitrariedades y a la prepotencia de los comandantes de campaña, carne de cañón de los fortines de frontera. La lúcida prosa de Hernández anticipa en estos años, los memorables versos de El gaucho Martín Fierro18.

Como anticipáramos en la mención a El Eco de Corrientes, otra de sus inquietudes está representada por la nefasta y costosa guerra contra el Paraguay.

Rebate los argumentos de la oligarquía por justificarla y emplaza al presidente Sarmiento a que ponga fin a esa contienda «única en los anales de Sudamérica»... «que nos ha arrebatado millares de argentinos, brazos robustos que la patria reclamaba para su bienestar y progreso, esperanzas halagüeñas de inteligencia y de vida» (El Río de la Plata, Buenos Aires, 24 de agosto de 1869, editorial). Vuelve sobre el tema días después (27 de agosto), en estos términos: «Pero ya que los sucesos han seguido su curso; ya que el gobierno no ha creído que debía romper la herencia tradicional de su antecesor hagamos votos porque el desenlace de la contienda le induzca a buscar el camino de la reparación»19.

El 15 de diciembre de 1869, con una carta pública que el uruguayo Juan Carlos Gómez dirige a Bartolomé Mitre, se formaliza una polémica entre ambos, sobre causas y fines de la guerra del Paraguay.

La polémica tuvo gran repercusión en los círculos políticos rioplatenses, y Hernández, consecuente con su línea antimitrista, interviene, comentándola, en varios números de El Río de la Plata20.

El 11 de abril de 1870. Entre Ríos vuelve a convertirse en el escenario de una revolución preparada desde tiempo atrás. En Buenos Aires, simultáneamente al estallido de la lucha armada, se ejerce una cerrada vigilancia contra los partidarios del general López Jordán21.

Hernández, que espiritualmente está con ellos, prevenido del peligro que corre, clausura la actividad de su diario el 22 de abril con un editorial-despedida22.

Aunque en algunas biografías se señala la incorporación inmediata del periodista a las fuerzas en campaña del jordanismo, debemos al trabajo de Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas, el esclarecimiento de su itinerario en los meses que siguen23.

El 26 de enero de 1871, se definió en Ñaembé la batalla que cerró este ciclo revolucionario entrerriano. José Hernández combatió bajo las órdenes del general López Jordán y con él emprendió el 9 de marzo el camino del destierro hacia el Brasil, pasando por tierra uruguaya 24.

Permaneció diez meses en Santa Ana do Livramento y en enero de 1872 resuelve su regreso a Buenos Aires, deteniéndose en Paysandú, donde redactó el manifiesto de la Comisión de emigrados entrerrianos (publicado el 16 de enero), siguiendo luego a Montevideo, donde quedó varios días.

Al comienzo de febrero su nombre es mencionado y apoyado por el citado comité como «hombre de completa confianza» para el cargo de ministro provincial, ante las tratativas iniciadas por el gobernador de Entre Ríos, doctor Leónidas Echagüe, con algunos jordanistas exiliados en el alto litoral uruguayo. La candidatura de Hernández es rechazada por el gobernador bajo pretexto de que siendo un opositor neto del gobierno nacional, su nombre sería vetado.

Por entonces el periodista estaba radicado en Buenos Aires. El 20 de junio, fecha en su residencia (Hotel Argentino) la amistosa carta dirigida al poeta oriental Antonio Lussich, elogiando su obra Los tres gauchos orientales, que acababa de publicar en esa ciudad25.

Seis meses después en la imprenta La Pampa edita El gaucho Martín Fierro.

El 1 de marzo de 1873, López Jordán irrumpe nuevamente en tierras entrerrianas, y siendo Hernández considerado uno de sus agentes en Buenos Aires, se dicta orden de prisión contra él. Busca refugio en Montevideo, donde mantiene correspondencia con su jefe, quien le encarga la redacción de importantes documentos26.

En nuestra ciudad se encuentra con su viejo amigo Juan Antonio Soto, y comparte con él funciones de periodista en el diario La Patria, fundado por Héctor Soto, el 1 de noviembre de 187327.

La vinculación de Hernández desde el primer número, aparece documentada en una carta fechada el 26 de setiembre, en que éste se despide de la redacción28 y en el editorial con que Héctor S. Soto comunica la suspensión temporaria (que sería definitiva) de La Patria29.

El poeta de Martín Fierro escribe artículos varios, relacionados con la vida nacional, durante los primeros meses de 1874 sin que aparezca su firma o sus iniciales.

Mantiene atenta vigilancia sobre las actividades de los miembros del Comité Central, facción presidida por el doctor Carlos María Querencio, que se afirma en sus críticas contra López Jordán.

Hernández, fiel al grupo de los leales, el 15 de febrero remite una carta al general entrerriano llamándole la atención sobre el clima «desfavorable» que le están creando los disidentes y le aconseja la publicación de un documento aclaratorio sobre los hechos y conducta de cada uno, en la última revolución30.

A su inspiración se debe el manifiesto que con la firma de López Jordán se hizo público en La Patria, el 10 de marzo.

El 26 de abril bajo el seudónimo de «Un Patagón» aparece la primera de las siete cartas31 dirigidas al escritor chileno Benjamín Vicuña Mackenna, con motivo del caluroso elogio que éste publicara en El Independiente de Santiago, sobre la personalidad del general Bartolomé Mitre a quien presentaba:

«...como la expresión del liberalismo más puro, como la encarnación de las aspiraciones más generosas, como el brillante iniciador de una época de reparación, y como el prototipo del más completo y elevado americanismo»32.


En el número del 23 de julio, se reproducen (a continuación de las del doctor Eduardo Acevedo Díaz) las palabras pronunciadas por Hernández en el acto del sepelio del coronel Estomba, soldado de la independencia oriental y padre de su amigo Juan Antonio Estomba, administrador de La Patria33.

El 5 de agosto (año II, n.º 209) con el cambio de formato y tipografía del diario, aparece el nombre de Hernández compartiendo con el de Héctor S. Soto, la dirección y redacción.

El 27 de setiembre se produce la separación de Hernández, quien aduce en carta remitida al director, «razones puramente personales». Estas no fueron otras que la necesidad de un urgente viaje a Buenos Aires, en momentos que la revolución mitrista intentaba frustrar la entrega de la presidencia de la Nación por parte de Sarmiento, al doctor Nicolás Avellaneda34.

Difundida la noticia de que Mitre «y otros rebeldes» están en Colonia, La Patria del 29 de setiembre publica un extenso editorial con la firma de Soto, condenando la aventura revolucionaria y advirtiendo al gobierno uruguayo sobre las complicaciones políticas que derivan de su permanencia en el país y aconseja la aplicación de medidas que en casos análogos autoriza el derecho de propia conservación y el de buena vecindad35.

Por noticias de La Política de Buenos Aires, sabemos de la presencia de Hernández en esa ciudad. En el mismo diario (18 de octubre) se reproduce el texto de la carta que el poeta envió desde Montevideo (fechada en agosto) a los editores de la 8ª edición de El pancho Martín Fierro, documento que expresa el sentir del autor en aquellos días36.

De regreso a Montevideo (20 de octubre) es saludarlo por el director de La Patria, quien anticipa a los lectores que su amigo no tardará en «levantar el cargo» de haber ofrecido al señor Lanuz -comisionado por el general López Jordán- el contingente de la emigración Entre-Riana en favor de la revolución mitrista37, tal como apareció en un intencionado e infame «Remitido» publicada el 18 de octubre en el diario montevideano La Democracia38.

Los antecedentes del asunto hay que buscarlos en la actividad cumplida por el coronel Reinaldo Villar y el señor Eustaquio Acuña, quienes en calidad de «comisionados» por el comando mitrista, trataban -mediante buena paga- de «enganchar» tropa entre los emigrados jordanistas de Río Negro y Salto.

Este hecho que no pasó desapercibido para los disidentes radicados en Montevideo, sirvió para confundir a la opinión pública. Hernández, comprendiendo su importancia y repercusión política, refutó el texto del «remitido» en carta personal a Soto, que reprodujo La Patria (22 de octubre). Al día siguiente en nota de redacción decía:

«La ausencia de nuestro amigo el Sr. Soto nos coloca por algunos días al frente de la redacción de La Patria, y los emplearemos en hacer fuego contra la sombría personalidad de D. Bartolomé Mitre, que en el delirio de sus ambiciones pretende todavía imponerse por medio de la fuerza, y encadenar a su voluntad el porvenir de los pueblos argentinos».


(José Hernández)39                


A partir de entonces, con el claro y tajante estilo que caracterizó todos sus escritos y discursos políticos, inició bajo su responsabilidad una violenta campaña censurando a Mitre por haber desatado una «escandalosa revolución» que pretendía impedir el ascenso legítimo de Avellaneda.

Los primeros, de una serie de artículos, aparecieron con el título de «La bolilla negra» (23 de octubre), en los que expuso a través de un reflexivo enjuiciamiento, sus actos de gobierno y las nefastas consecuencias que ellos significaron para el destino de la Nación Argentina, cuando más se necesitaba luchar por la integración de todos sus pueblos40.

La misma dureza de concepto se mantiene en los editoriales publicados ininterrumpidamente desde el 25 hasta el 31 de octubre: «De Presidente a revolucionario, de revolucionario a pirata»; «La administración de Mitre»41; «El predominio de Mitre»42; «El personalismo en la República Argentina»; «Las tres sombras»; «Mitre y Catriel»43.

El 31 de octubre, algunos diarios montevideanos difundieron el manifiesto revolucionario que el general Mitre dirigió a sus compatriotas y compañeros de armas, incitándolos a la acción44.

Hernández contestó la convocatoria desde La Patria (1 de noviembre) con un editorial: «La proclama de D. Bartolomé Mitre». A éste siguieron cinco artículos aparecidos en los días 3, 4, 5, 6 y 8 de noviembre, en los que analizó minuciosamente la gravitación del ex presidente dentro del proceso histórico argentino. Tales son: «Los dos restauradores»45; «Los ejércitos encantados»; «Males sobre males»46; «Ilusiones y realidades» y «Los fundadores de la nacionalidad argentina»47, último publicado con su firma.

Mientras el poeta combatía la revolución mitrista desde la prensa de Montevideo, la lucha interna entre los jordanistas tomaba carácter dramático. A la formación del Partido Autonomista de Entre Ríos, siguió un manifiesto publicado en Salto (26 de octubre) en el que se acusaba a los «disidentes» (Querencio y Seguí) de «querer entregar un contingente a uno de los partidos actualmente en lucha en nuestra patria»48.

Hernández, que estaba al corriente de estas acusaciones, viajó de inmediato a las ciudades de Paysandú y Salto para entrevistarse con los dirigentes entrerrianos. Otro asunto no menos importante lo impulsaba y era el de impedir el reclutamiento de jordanistas para la causa de Mitre49.

El general López Jordán, llamado por sus partidarios, también se dirigió a Salto, desde su exilio en Santa Ana. Es muy probable el encuentro de ambos en el litoral uruguayo, aunque no ha quedado documento alguno.

En esta crucial emergencia para la ideología federalista, la posición de Hernández se inclinó en favor de la política de conciliación nacional propiciada por el Presidente Avellaneda50.

Semanas después La Patria dejaba de aparecer. En el editorial del 20 de diciembre, Soto hizo el balance de la actividad durante trece meses, ratificando los postulados políticos del Partido Nacional, cuya causa había servido51.

El 30 de diciembre insertó un aviso anunciando la enajenación de la imprenta y el 1º de enero (año III, n.º 328) declaraba escuetamente el cese de la publicación «por algún tiempo».

Ese día se produjeron pravos desórdenes en la Plaza Constitución de Montevideo, en medio de la campaña electoral, los que culminaron con el choque sangriento del 10, que costó la vida del periodista de La Democracia, doctor Francisco Lavandeira52.

De Hernández, sabemos que regresó al poco tiempo a Buenos Aires. A mediados de 1875, al aparecer la segunda edición de Vida del Chacho (sin el prólogo de la primera), se inició contra el autor una violenta campaña periodística desde La Tribuna de Buenos Aires (propiedad de los hijos de Florencio Varela), defensores de la causa unitaria.

Las acusaciones se sucedieron casi a diario (desde el 18 al 29 de setiembre), no ahorrándose los redactores de La Tribuna el afirmar que Hernández era «partidario de la situación» (18 de setiembre); «Federalote ultra, entusiasta admirador del Chacho, y servidor del virtuoso general D. Ricardo López Jordán...» (28 de setiembre53).

El creador de El gaucho Martín Fierro, periodista auténtico, no demoró las respuestas, que sirvieron para dejar firmemente demostrada la unidad de su militancia política en los últimos tres lustros. Lo hizo con tres serenos y contundentes artículos, que difundió La Libertad de Buenos Aires54.





 
Indice