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Joaquín Benito de Lucas en «Bécquer escribe de lo que le pasa» (1999), ofrece un singular pastiche con el que demuestra la actualidad de su obra y cómo ayuda a expresar las zozobras y las emociones del hombre de hoy. El poema completo se construye con versos y frases becquerianas:


Yo sé que Bécquer es un buen poeta
y que sus gorriones
más que sus golondrinas
han hecho nido en lo más alto
del corazón del hombre. Él también lo sabía
-quiero decir, lo supo- al escribirlo.
Sin embargo, otras gentes creen que Bécquer
sólo escribe de amor, de amor romántico.
¡Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
Bécquer escribe de lo que le pasa
-a ti, a mí, a él- (Naturalmente)
Y así se ha escrito
hoy como ayer, mañana como hoy
y siempre igual.
Ésa es su gloria. Yo entré en su secreto
por una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamó. Al oírla,
dejé la luz a un lado y en el borde
de la revuelta cama me senté.
Entonces comprendí -con él- por qué se llora.
Y me agarré a la clave del arco mal seguro,
y me asomé a las más profundas simas
de su vida y sus versos. Todo
es cuestión de palabras. Lo sabíamos.
Bécquer y yo tenemos muchos puntos
en común, de oro y nieve.



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La presencia de Bécquer en la cultura actual es enorme. Mucho mayor de lo que parece a primera vista. Desde hace tiempo sus leyendas han dado lugar a genuinos cómics. La canción popular en sus distintas modalidades ha entrado también a saco en las Rimas. Basta recordar éxitos como «Camino Soria» de Gabinete Caligari en 1987 donde se cantaba:


Bécquer no era idiota
ni Machado un ganapán
y por los dos sabrás
que el olvido del amor
se cura en soledad,
se cura en soledad.



Gustavo Adolfo no salía malparado, aunque los versos eran de dudoso gusto. Pero en otras letras de canciones del grupo las referencias eran más sutiles, así en «Saravá»:


Dios mío, dime cuál es la forma
de diferenciar
cuándo el orgullo es orgullo
o simplemente dignidad.



Versos que en la rima XXXIII de Bécquer eran:


¡Lástima que el Amor un diccionario
no tenga donde hallar
cuándo el orgullo es simplemente orgullo,
y cuándo dignidad!



Luis Eduardo Aute le ha dedicado no hace mucho un poema que encabeza con este irónico título: «Este poema / parece ser AUTEntico de Bécquer / según / Juan María Díez Taboada»:


Beso que es aire, lágrima que late,
amor de serpiente, traición alegre,
de la pasión, águila dolorida,
luz del ensueño que mata al verdugo,
resigno de la cruz, perdón del alma,
apuñalado perfume del beso
¡todo eso...
eres tú!



El texto de Aute se ha publicado en el libro Hasta tu celda. Cien autores hacia Bécquer (Centro Andaluz de las Letras, 2000) donde el lector curioso puede encontrar exactamente eso, testimonios de admiración de escritores, poetas y críticos actuales, que constituyen una atractiva muestra de su vigencia. Casi al azar, transcribo algunos. No pocos son glosas de versos y frases becquerianos. Ángel Campos Pámpano:

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Cuando me lo contaron, sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas. Evité las preguntas. El mundo de los vivos no conoce el fondo ceniciento de los párpados, el silencio plural de esa mirada que se aferra a la luz, a su reminiscencia, porque que adentro sólo existe la verdad replegada de la muerte.



O Antonio Carvajal baraja algunos de sus motivos más conocidos:


Asomaba a sus ojos
una lágrima y una
palabra de perdón
entre tus labios. Nunca
fluyeron. Y el olvido
os acogió en su bruma,
huéspedes sigilosos
del rencor y la duda.



Otros como Jacobo Cortines -«Un recuerdo de infancia»-, Antonio Gala -«Querido Bécquer»-, Antonio Hernández -«Mi Bécquer olvidado»-, o Rogelio Reyes -«Carta a Gustavo Adolfo Bécquer»-, rememoran el carácter iniciático que para ellos tuvo la lectura de Bécquer en la infancia y en la adolescencia. Continúa vigente, pues, su carácter de maestro de poetas y consejero de almas sensibles. No faltan quienes como Dionisia García -«Regreso a Bécquer. Lectura incompleta»- o José Luis García Martín -«Desde mi celda (Homenaje a Bécquer)»- prefieren insistir en cómo la huella que Bécquer deja en lo más íntimo invita ya para siempre a la relectura. Este último:


Galope de caballos en el sueño
y una voz que me llama en la distancia.
No tiene fin la noche. Nunca llego
a la mañana clara.
Galope de caballos a lo lejos
y una voz que me llega de la infancia.
¿No me recuerdas? No, no te recuerdo.
No te quites la máscara.
Sé quién eres y no quiero saberlo.
Cierra esos ojos siempre abiertos
que no me dejan mirar.
No queda huella alguna de aquel tiempo.
Cómo sonríes con tus dientes negros.
Déjame despertar.



Pablo García Baena envía una conmovedora «Estafeta a Veruela»:


Ya con la primavera temprana el aire orea
-olor y alas en la alta torre-
el paladino bronce de la fe y crece
para el toro de abril la hierba nueva,
allá en el campo de la Tablada.
—235→
«La memoria del aire está en el aire»,
escribiera tu amigo Montesinos.
Aire del río suena en los tarayes,
en rezo por los olmos,
en el decoro púdico de higueras
velando llagas de corales dulces
en las brevas, por huertas de abandono:
del Cangilón, Zapote, del Rosario.
Caminos del olvido
para el paso del carro de la muerte,
la mano lesa fuera, en el adiós
a la guitarra en llanto toca el infortunio,
allá en la Venta de los Gatos.



Montesinos

Cubierta de Bécquer, Biografía e imagen (1977), de Rafael Montesinos

Montesinos_1

Rafael Montesinos en su biblioteca. Archivo de Rafael Montesinos, Madrid.

Bécquer permanece. Renace una y otra vez en otros. Ocupa los corazones de muchos como lo define Manuel Mantero en «El libre»:


Como el amante extenso, apasionado,
en otros se resuelve, él quiso
ser duradero. Duradero: otro.
Cambiado en muchos, no le conocierais
ni él a vosotros. Mundo en libertad
para sus nuevas manos ávidas.
Extranjero entre muertos (no estáis vivos),
él se revela sólo al que merece
anunciación, fecundación y alas.



  —236→  

Traducción al inglés

Cubierta de The witch of Tramoz (1965), traducción al inglés de Desde mi celda, de Gustavo Adolfo Bécquer.

O Rafael Montesinos, el poeta más becqueriano de los poetas actuales, dedica estos versos «Al huésped de las nieblas»:


Sube de la Barqueta la neblina
a San Lorenzo, y deja su blanco resplandor
dentro de ti. Y a ciegas vas buscándote.
Todo es mortal. Tú lo dijiste. Escucha
el rumor de tu gloria.
Volverán del amor a tus cristales
los recuerdos, y ya te habrás marchado
de tu ciudad, que evocarás con frío
hasta en el alma, andando a tientas. Eres
de cristal blanquecino. Ven. Brindemos
con esa luz y en esa copa blanca
por la gloria que apenas vislumbraste,
que lo tuyo era sólo la neblina
impenetrablemente hermosa y triste;
nunca la niebla, oh, huésped.



No es necesario abundar más. Como se ve, al comenzar un nuevo siglo y milenio, la obra becqueriana no está cerrada y conclusa, sino abierta y operante en la escritura de hoy mismo. Acuden a él quienes buscan expresar sus sentimientos más hondos e íntimos, pero también sirve de punto de partida a experimentaciones o impregna las letras de las canciones de grupos musicales juveniles. Hasta tal punto   —237→   se ha introducido en los entresijos de la cultura española. Hasta tal punto los ecos del hondo y leve son becqueriano siguen resonando. Indudablemente, como dijera Luis Cernuda, los ecos de la poesía becqueriana resuenan en la mejor poesía española contemporánea y la sutil tradición que inició perdura.

El_Gnomo

Faustino Manchado, cabecera de la revista El Gnomo. Boletín de Estudios Becquerianos, anuario que se edita en Zaragoza desde 1992.

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