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Buen teatro aragonés


Pablo Ley





Buñuel, Lorca y Dalí

Autor. Alfonso Plou.
Dirección: Carlos Martín.
Intérpretes: Santiago Meléndez, Balbino Lacosta, Francisco Fraguas, Ricardo Joven, Gabriel Latorre. Pilar Gascón, Amor Pérez Bea.
Teatro: Goya, Barcelona, hasta el día 21.

El teatro maño lleva ya algunas temporadas haciéndose un lugar en Barcelona. Y en vista de que los grandes teatros no pueden acogerlos, la puerta que ellos se han abierto, con modestia y tenacidad, es la del teatro Goya, que no en vano se encuentra en el mismo edificio que el Centro Aragonés. La última producción que ha llegado a Barcelona es este Buñuel, Lorca y Dalí que hermana, en una relación no exenta de tensiones, Aragón, Andalucía y Cataluña en una historia que, a partir del libro de Agustín Sánchez Vidal, ha escrito Alfonso Plou, un dramaturgo todavía joven y de indudable interés.

Buñuel, Lorca y Dalí sigue, desde el primer encuentro en la Residencia de Estudiantes, la biografía de estos tres personajes singulares de la historia del siglo XX español, las peripecias vividas por ellos, por su generación y, en definitiva, por todo un país que, tras un primer tercio de siglo esperanzador, vio truncada toda expectativa de futuro en una guerra civil que sigue pesando como una losa sobre nuestra historia. Lo que importa de esta pieza escrita por Plou es la ambición narrativa, el retrato entre irónico y serio de estos personajes que son, a la vez, ángeles, genios y monstruos que llevan a cuestas, sobre su fragilidad, una obra que les pesa como una cruz. Pero también importa la investigación que Alfonso Plou y Carlos Martín, el director, hacen sobre el lenguaje escénico que toma en préstamo y reelabora signos que son, entre otros, de Els Joglars, la Zaranda o Atalaya Teatro: en definitiva, de algunas de las compañías más interesantes que han surgido en España en las últimas décadas.

Aciertos

Teatro incipiente, el teatro aragonés aspira a figurar entre los principales territorios teatrales surgidos en la España de las autonomías. Y los defectos del montaje se encuentran, precisamente, en la ausencia, todavía, de un lenguaje propio plenamente definido que amalgame las influencias de manera que tenga una personalidad claramente reconocible. A la puesta en escena, que tiene grandes aciertos en su mezcla de farsa y realismo y en algunos cuadros plásticos que remiten al surrealismo de Buñuel, Lorca y Dalí, le fallan en ocasiones las costuras, y en otras el ritmo. A los actores, notables, les falta la versatilidad que exige este tipo de teatro, el dominio de recursos que van más allá de la interpretación naturalista y se aproximan a la danza contemporánea y al teatro de gesto.

Pese a ello, Buñuel, Lorca y Dalí es un montaje francamente interesante, que se ve con gusto por la historia narrada y también por la manera de llevarla a escena. No hay duda de que muy pronto el teatro maño podrá abrir puertas mucho más grandes para establecerse en los mejores teatros.





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