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Índice primeros versos
A quien nos justifica nuestra desconfianza
¡Ah, cuando yo era niño
Aunque la codicia tiene
Ayer soñé que veía
Cantad conmigo en coro: Saber, nada sabemos,
Cosas de hombres y mujeres,
De aquellos campos malditos,
De diez cabezas, nueve
De lo que llaman los hombres
Dios no es el mar, está en el mar; riela
Discutiendo están dos mozos
El acusado es pálido y lampiño.
El casca-nueces-vacías,
El demonio de mis sueños
El hombre de estos campos que incendia los pinares
El hombre es por natura la bestia paradójica,
El hombre sólo es rico en hipocresía.
El hombre, á quien el hambre de la rapiña acucia,
En preguntar lo que sabes
Era una noche del mes
Eran ayer mis dolores
Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano,
Es el mejor de los buenos
Es la tierra de Soria árida y fría.
Es una hermosa noche de verano.
Es una noche de invierno.
Este Donquijotesco
Juan y Martín, los mayores
La calva prematura
La casa de Alvargonzález
La envidia de la virtud
La mano del piadoso nos quita siempre honor;
Las abejas de las flores
Llegados son á un paraje
Luz del alma, luz divina,
Mediaba el mes de Julio. Era un hermoso día.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
Mirad: el arco de la vida traza
Ni vale nada el fruto
No extrañeis, dulces amigos,
Nuestras horas son minutos
Nunca perseguí la gloria
¡Ojos que á la luz se abrieron
¿Para qué llamar caminos
Poned sobre los campos
Sabe esperar, aguarda que la marea fluya,
Siendo mozo Alvargonzález,
Sobre el lar de Alvargonzález
Sobre los campos desnudos,
¡Teresa, alma de fuego;
Una larga carretera
Una mañana de otoño
Una mañana de otoño,
Virtud es la alegría que alivia el corazón
Y Alvargonzález veía
Ya están las zarzas floridas
Yo he visto garras fieras en las pulidas manos;
Yo para todo viaje,