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111

Concolorcorvo, obr. cit., pág. 232.

 

112

Fray R. de Lizárraga, obr. cit., tomo I, pág. 277.

 

113

Boman, obr. cit., págs. 661 a 664.

 

114

Boman, obr. cit., pág. 428.

 

115

Registro Oficial, Compilación de leyes y decretos de la Provincia de Jujuy desde el año 1835 hasta el de 1884, formada y editada por orden del Gobernador de la Provincia don Eugenio Tello, Jujuy, 1885, 3 tomos, Tomo I, pág. 279.

 

116

Registro Oficial de Jujuy, Tomo I, pág. 260.

 

117

Registro Oficial de Jujuy, tomo I, pág. 266.

 

118

Boman, obr. cit., pág. 491. El señor Juan B. Ambrosetti en su libro Supersticiones y leyendas trae un interesante capítulo sobre la señalada que él denomina «Yerra de las cumbres».

 

119

Dice el Señor Rigoberto Paredes hablando de los Callahuayas «El Yatiri o sabio por excelencia, que a sus conocimientos médicos une los prestigios de un aventajado brujo, constituye entre los indios el Callahuaya. En el interior de la república le llaman Kamili; lo temen y buscan. El nombre, propio de estos famosos curanderos, herbolarios y hechiceros, fue el de Kolla-huayus o sea portadores de medicinas, que con la corrupción fonética y disimulación producida en las palabras con el uso y el tiempo, llegó a convertirse en el que tienen. Es un error suponer que llevan ese nombre por haber sido provenientes sus antepasados de los valles de Carabaya. No existe entre ellos la tradición más remota de tal procedencia, por el contrario, se notan completas desemejanzas con los habitantes de aquellas regiones y estos.

Los Callahuayas formaban una casta aparte en la antigüedad; se les consideraba como únicos depositarios de la ciencia médica de los Kollanas, sus sabios antepasados. Sus costumbres eran y siguen siendo especiales y diferentes de las que tienen los indios que habitan en la misma región. Su principal obligación consistía en recorrer todos los pueblos, llegando consigo remedios variados y curando a cuantos enfermos demandaban su asistencia, o les pedían auxilios contra los embrujamientos, o amuletos para evitarlos. Tampoco rehusaban ejercer la hechicería, cuando les exigían, ya sea para causar daño al prójimo o vaticinar el porvenir.

Durante el régimen colonial siguieron desempeñando el mismo papel, y son ellos los que hicieron conocer casi todas las plantas que hoy se usan en la farmacopea indígena, con la circunstancia, de que las propiedades que les señalaron, han sido admitidas por la ciencia, y justificadas así sus perspicaces observaciones.

En la actualidad, estos notables, célebres herbolarios y brujos, habitan ciertas circunscripciones de los cantones de Charinazi y Curva del Departamento de La Paz, y han perdido mucho de su antiguo prestigio, ya porque han descuidado las observaciones y métodos de curación de sus antepasados, ya porque la enseñanza médica se encuentra adelantada en nuestro país y los médicos abundan relativamente en la época colonial, en la que estos, por sus escasos y deficientes conocimientos, eran inferiores a los empíricos». Obr. cit., pág. 225.

En nuestro país y en especial en Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca a estos herbolarios se los conoce por el nombre de yungueños, quizás porque traen sus yerbas del Valle de Yungas en Bolivia.

Sobre otras particularidades de estos yungueños véase el Vocabulario de Ciro Bayo, voz «Callaguayas».

El doctor Pablo Mantegazza, que trae en su libro Viajes por el río de La Plata entre otras interesantes noticias de estos herbolarios (pág. 277), la de que él los vio hasta en el Brasil, vendiendo sus medicinas, allí son conocidos con el nombre de Coyas, sinónimo de boliviano. Clemente R. Markham en su libro Los incas del Perú, trae también noticia sobre los callahuayas en la pág. 136.

 

120

El doctor Adán Quiroga en su estudio titulado: Folklore Calchaquí publicado por la Revista de la Universidad de Buenos Aires (VI, V, I). Año XXVII segunda serie marzo de 1929, Buenos Aires, trae interesantes noticias sobre la illa entre los calchaquíes, obr. cit., pág. 239.