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21

Es de notar que la primera edición de Aires murcianos, publicada en Cartagena en 1898 con prólogo de José Martínez Ruiz, se imprime en la Imprenta de la Gaceta Minera y Comercial. Ello sugiere la hipótesis -no comprobada por mí- de algún tipo de relación personal indirecta entre Vicente Medina y la oligarquía minera.

 

22

Velasco, Vicente Medina, en «Cuadernos Murcianos. Cuidados por Velasco», núm. 25, Murcia, 1976, p. 162.

 

23

Aparecen en el volumen de Poesía. Obras escogidas, cit. supra, pp. 279-289, agrupadas bajo una rúbrica común: «Mis amores».

 

24

No me he atrevido a suprimir los puntos suspensivos, aparentemente retóricos y superfluos en mi transcripción, por la evidente intención del autor de enhebrar su discurso sobre un recuerdo vivo, que requiere silencio tras la evocación de cada una de sus imágenes.

 

25

He aquí unos versos de La reina de la huerta: «Josefica, Josefica, / rosa fina de la huerta, / tan bonica, tan graciosa, / tan natural y tan buena, / [...] / que pa besarte se doblan / a tu paso las palmeras; / que las aguas, pa mirarte, / se detienen en la cieca; / que un palacio tu barraca / paece cuando estás en ella [...]». La poesía no figura, ciertamente, entre las mejores creaciones que salieron de la pluma de Vicente Medina; pero tiene el valor de certificar, a través de media docena de palabras, la función de mediadora entre Medina y la huerta murciana, función que evidentemente correspondió también a Josefa. La poesía referida se encuentra en el tomo de Poesía. Obras escogidas, pp. 344-346.

 

26

Justo García Morales, Vicente Medina y el otro 98. Murcia, Academia Alfonso X el Sabio (Primera Semana de Estudios Murcianos), 1961, pp. 17 ss. La referencia a Pedro Laín Entralgo, corresponde a La generación del noventa y ocho. Madrid, Espasa-Calpe (Colec. Austral), 3.ª edic., 1959; p. 29. En la página siguiente Laín apunta otra característica generacional de los hombres del 98 en la que cabe situar de lleno al Vicente Medina de aquellos años: «Polvo de la tierra, polvo del campo de España forma la materia primera de que están hechos estos hombres del 98. Precisaré más: de la tierra más extremada y próxima al mar, límite y peligro de España. Por su nacimiento y por su destino, son hombres de confín, de finisterre. Salvo Benavente, [...], todos los del 98 ven la primera luz en la franja más excéntrica de nuestro suelo». El capítulo de la obra de Laín a que pertenecen estas últimas palabras (cap. II, «De limo terrae») contiene una serie de espléndidas sugerencias, relativas al conjunto de la generación, muy útiles para entender determinados aspectos de la biografía de Medina.

 

27

Ángel Valbuena, Vicente Medina y la generación del 98, en «Murgetana», núm. XX, Murcia, CS de IC y Academia Alfonso X el Sabio, 1963; pp. 57-58.

 

28

En las páginas introductorias del volumen indicado aparecen, además de una carta de Unamuno y un artículo de Azorín, artículos o cartas de Clarín, Luis Bonafoux, Juan Valera, Pereda, González Serrano, Juan Maragall, Teodoro Llorente, Díaz Cassou, Ventura Traveset y Pedro Corominas.

 

29

Antonio Linage Conde, Del epistolario de Vicente Medina a don Miguel de Unamuno (Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1976).

 

30

La respuesta de Unamuno (fecha en Salamanca, 30 de enero de 1899), aparece entre los «juicios críticos» reproducidos en el tomo de Poesía. Obras escogidas de Vicente Medina, referido en notas anteriores. Dice don Miguel en su respuesta: «Conozco sus Aires murcianos, las poesías publicadas en el «Madrid Cómico» (sobre todo Noche güeña) y El Rento. Se lo he dicho aquí a mis amigos (todos los cuales le conocen, contando en esta vieja ciudad con un grupo de admiradores): hace mucho tiempo que no nos salía un verdadero poeta como Medina. Cansera, En la cieca, La enramá (sobre todo el final) son muy hermosas poesías [...] Cansera y Murria son de profundísima intensidad [...]» (pp. 24-27).