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Carlos V

Los moriscos y el Islam

Mª Jesús Rubiera Mata (coord.)


Universidad de Alicante


Sociedad Estatal para la conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V

Cubierta

Portada





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ArribaAbajoPresentación

«Paz entre cristianos y guerra a los infieles»: el conocido tópico en que se fundaba la legitimación de la política de la Monarquía española -y de los demás poderes europeos- tanto bajo Fernando el Católico, cuando lo expuso con particular claridad el secretario Pedro de Quintana, como bajo Carlos V, encierra múltiples contradicciones, caminos tortuosos y escenarios aún oscuros. Desentrañar la realidad de esos objetivos tantas veces proclamados, a través de la trama de intereses y concepciones que canalizaron la política imperial, es una labor que sólo puede acometerse desde la colaboración entre especialistas de diversas disciplinas y ámbitos de conocimiento.

No menos plural y compleja que la construcción y el desplazamiento de la mirada cristiana hacia el infiel, resulta la evolución de la mirada musulmana sobre el campo de acción de la figura y el Imperio de Carlos V. Rey católico, Sacro emperador y, en suma, campeón de la Cristiandad por destino y convicción, el César era también soberano de un buen número de fieles del Islam que, aunque convertidos formalmente a la fe de Cristo, seguían manteniendo fervorosamente sus creencias y costumbres en los reinos de España. La mirada de esos súbditos, trágicamente avocados a la persecución y el rechazo pero protagonistas también de intermitentes períodos de relativa tolerancia, resulta fundamental para comprender el reinado carolino. De igual forma, la proyección norteafricana de la política imperial constituye uno de los capítulos más apasionantes y menos conocidos del período. Y ¿qué decir del gran antagonista del César cristiano, del sultán otomano que, asentado en la antigua capital de Bizancio, se consideraba también heredero de las pretensiones de universalidad que alentaban en los últimos herederos del Imperio cristiano de Oriente?

Todas esas facetas se han abordado, a través de aspectos concretos y aproximaciones más generales, en las ponencias que componen las Actas del Congreso celebrado en la Universidad de Alicante. Arabistas, modernistas y otros expertos analizan capítulos apenas explorados de un reinado y un siglo cuyo estudio está aún pendiente en gran medida. Gracias a sus aportaciones podemos comprender mejor la multiplicidad de intereses que latía tras los retóricos y, a veces, efectivos llamamientos a la cruzada bajo la sombra de aquel César africano cantado por Garcilaso junto a las ruinas de la antigua Cartago tras la victoriosa campaña de Túnez. Por ello, la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V

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consideró obligado respaldar esta rigurosa iniciativa científica cuyos resultados salen ahora a la luz y con los que, esperamos, podrán completarse las distintas perspectivas abordadas en los demás congresos realizados a lo largo de 2000 sobre el Emperador y su tiempo.

Juan Carlos Elorza

Presidente de la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V





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ArribaAbajo Introducción

Durante el año 2000 se han sucedido una serie de eventos culturales -congresos, exposiciones- para conmemorar el centenario del nacimiento de Carlos V con el patrocinio de la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V. El nuestro es el último de ellos (Alicante, 20-25 de noviembre) y ha tratado de acercarse a la figura del Emperador desde un ángulo muy específico, desde la visión que de él tenían los musulmanes de su época, que no fueron «convidados de piedra» en las actividades de Carlos V, puesto que como súbditos suyos -los mudéjares de Aragón y Valencia- constituían un problema ante su imagen de «campeón de la cristiandad» y de ahí, la obligada conversión de ambas comunidades, o como cristianos oficialmente, seguían siendo de hecho musulmanes los granadinos, que según Antonio de Guevara: «todos eran muy finos moros y en veintisiete años que eran bautizados, no hallaron veintisiete que fuesen bautizados», o aquellos moriscos y mudéjares que, emigrados, fueron un importante baluarte de la recién nacida Argelia con Barbarroja y los otomanos. Éstos son un capítulo aparte, puesto que eran la gran potencia islámica del Mediterráneo, la antagonista por excelencia del Imperio de Carlos V tanto por mar como por el Danubio.

Pero no todos los musulmanes eran enemigos y así nos encontramos también con el intento del soberano safaví de Persia de conseguir una alianza con Carlos V, por el hecho de que ambos tenían un enemigo común: el sultán otomano, alianza que cuajará en tiempos de Felipe II.

Tenemos la seguridad de que algunos de estos importantes temas han sido tratados, desde el punto de vista carolino, en los otros congresos de 2000, que dada su multiplicidad en el tiempo y el espacio no ha sido posible seguir con la atención que su interés ofrecía y por ello esperamos las actas de todos ellos que cuando esta introducción se escribe aún no han salido a la luz. Desde un punto de vista personal, espero que se haya tratado la mentalidad del Emperador a la hora de construir el palacio de la Alhambra -el palacio de Carlos V- con el que emblemáticamente quería acallar el símbolo del poder islámico que eran los palacios nazaríes o su sensibilidad a ratificar la conservación de la Mezquita de Córdoba, a punto de ser totalmente absorbida por la Catedral como había sucedido en Sevilla.

Nuestro objetivo de escuchar la voz de los musulmanes frente a sus interlocutores cristianos no es un hecho novedoso en nuestro grupo investigador de la Universidad

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de Alicante. En primer lugar, como arabistas nuestra función de siempre es estudiar lo que a lo largo de siglos han dicho los textos árabes, y, en segundo lugar, desde hace un tiempo, escuchar la voz de los mudéjares y moriscos, a los que la mayor parte de la historiografía, numerosa y excelente, por otro lado, ha tenido tendencia a cosificar. Así, por ejemplo, los textos aljamiados -en español con letras árabes- han sido estudiados fundamentalmente para observar la evolución del español y no por su contenido.

Desde este diferente punto de vista, realizamos un coloquio internacional (Alicante, 1955) cuyo tema era «La voz de mudéjares y moriscos», que fue un brillante inicio para este nuevo enfoque. La amable invitación de la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V a sumarnos de alguna manera a la celebración del centenario del Emperador, nos llevó a proyectar una segunda edición del primer congreso, ampliando su perspectiva más allá de la visión que pudiesen tener los súbditos musulmanes de Carlos V -los mudéjares y moriscos-, introduciendo también la de los musulmanes de fuera de España, en el norte de África y en Oriente.

La ocasión de estudiar la visión de los mudéjares y moriscos en tiempos de Carlos V era muy adecuada a las investigaciones actuales del grupo investigador alicantino, ya que teníamos entre manos el estudio de los textos de un contemporáneo absoluto del Emperador: el morisco castellano llamado El Mancebo de Arévalo (Proyecto de Investigación DGS, PB97-0116), autor espiritualista que en sus libros nos habla de los moriscos de todas las regiones hispánicas: castellanos como él, aragoneses, valencianos y granadinos. La visión de este morisco andariego de la España de Carlos V es muy singular porque tanto él como sus interlocutores no parecen darse plena cuenta de su situación, y si lloran porque el islam está en decadencia, lo achacan tanto a los cristianos como a las propias comunidades musulmanas, tal vez porque la opresión religiosa es aún tenue por las moratorias carolinas. Lo que es evidente es que están muy lejos de sentir la necesidad de practicar el nicomedismo, la tan traída taqiya, que se achaca a los moriscos.

Del Mancebo habría tenido que hablar nuestro colaborador en el proyecto, el profesor emérito L. P. Harvey de la Universidad de Oxford, pero una desgracia familiar le ha impedido participar finalmente, y sólo habla sobre el Mancebo otro miembro de nuestro equipo investigador, Luis F. Bernabé Pons, de la Universidad de Alicante, que presenta una ponencia sobre un texto desconocido del Mancebo, que él mismo ha descubierto: «Un tiempo para los moriscos. El calendario lunar de Mancebo de Arévalo», puesto que otros miembros de nuestro equipo (Epalza y Valero) tienen otras importantes aportaciones un tanto alejadas del morisco castellano. En mi caso personal, bien puede aplicarse el viejo refrán español de que en casa del herrero, cuchara de palo, porque mi trabajo sobre el Mancebo de Arévalo como humanista, por compromisos previos, fue presentado en otro de los congresos carolinos de 2000, «Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558)» (Madrid, julio), bajo el título «El Islam cristianizado de los moriscos castellanos en época de Carlos V».



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Ya dejando el caso del testigo excepcional de la primera época carolina, los estudios sobre los moriscos han sido numerosos y variados, utilizando importante documentación archivística. Bernard Vincent de la École des Hautes Etudes de Sciences Sociales de París pronunció la conferencia inaugural del Congreso con el tema «L'évangélisation des morisques: les missions de Bartolomé de los Ángeles».

Camilo Álvarez de Morales, del C.S.I.C. (Granada), con Margarita Jiménez Alarcón, nos ofrecen la visión de una Granada carolina que de alguna manera sigue, en los problemas cotidianos como la distribución del agua, el modelo nazarí. También sobre esta continuidad del pasado musulmán, en el sentido en el que los pleitos han de probarse por la tradición anterior con el testimonio de los moriscos, Juan Francisco Jiménez Alcázar con Mercedes Abad Merino, de la Universidad de Murcia, presentan una ponencia titulada «Item si sabe... el papel del morisco en los pleitos civiles castellanos».

También en el ámbito granadino, Manuel Espinar Moreno de la Universidad de Granada describe el territorio y población, con sus factores socioeconómicos, de «Los moriscos de Guadix y el Cenete»; Julián Pablo Díaz López, también de la Universidad de Granada, nos habla de un tema apenas estudiado: los ganaderos trashumantes moriscos y sus relaciones con los cristiano viejos en «El sureste peninsular. Ganaderos trashumantes moriscos, "Señores de ganado" cristiano viejos»; sobre los moriscos de Almería, Juan Abellán, de la Universidad de Cádiz, analiza la alquería de Benahadux en su ponencia titulada «Los moriscos de la alquería de Benahadux. Propiedad y explotación de la tierra» y Valeriano Sánchez Ramos, de la Universidad de Granada, vuelve sobre los problemas socioeconómicos de los moriscos almerienses en su ponencia: «El precario equilibrio agropecuario morisco en una zona árida de Almería: Casa Bermeja o la explotación al límite».

Concluye la visión de los moriscos un nuevo testimonio literario y no archivístico con la ponencia de Luis F. Bernabé Pons, de la Universidad de Alicante, «Carlos V: ¿Un rey ideal para los moriscos?» en la que analiza la obra del morisco Miguel de Luna y su novela historicista, Verdadera Historia del rey Rodrigo, donde aparece un soberano musulmán, modelo de reyes, con algunos rasgos de Carlos V.

La emigración morisca, especialmente de valencianos y granadinos, es fundamental en el nacimiento de la Argelia moderna, acontecimiento que se produce en época carolina, y Míkel de Epalza, de la Universidad de Alicante, en su ponencia «Papel político de los moriscos en el nacimiento de la Argelia moderna en tiempos de Carlos V», analiza su situación social y su apoyo a Jairedín Barbarroja; Emilio Sola, de la Universidad de Alcalá, estudia igualmente las interrelaciones de los diversos grupos sociales en el Mediterráneo frente a la política de Carlos V en su ponencia «El contexto de la frontera mediterránea en la época de Carlos V». De nuevo Míkel de Epalza analiza la interpretación contemporánea del nacimiento de Argelia, en su ponencia «Tres historiadores y políticos de Argelia presentan la política de Carlos V con la naciente Argelia moderna: el argelino-otomano Az-Zahhar (m. 1872), el español-argelino Zavala (1886) y el tunecino-argelino Al-Mádaní (m. 1983)». Completa esta visión la ponencia

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de Abdelhakim Gafsi Slama, investigador del Instituto Nacional del Patrimonio de Túnez, con su ponencia «A propos des traces et des images de Charles-Quint en Tunisie» y Kamel Filali, de la Universidad de Constantina, con su ponencia «Charles Quint et sa politique nord africane dans les "écrits" algériens». Miguel Ángel de Bunes, del C.S.I.C., hace una importante aportación historiográfica sobre la figura de Jayradin Barbarroja en su ponencia «La ocupación del Magreb por Hayreddin Barbarroja según el mss. 2459 de la Universite Kütüphanesi de Estambul».

Hemos intentado por muy diversos medios conseguir que alguno de los historiadores turcos nos ofreciese la visión otomana de la política de Carlos V, pero es evidente que falta una fluidez en las relaciones científicas hispano-turcas. Afortunadamente presenta el investigador francés Alain Servantie, del Consejo de Europa, su interesante ponencia «La vision des Ottomans de Charles V», visión extraída de los historiadores turcos y de los embajadores europeos. Singularmente tuvimos una visión de otros musulmanes generalmente ausentes en la historiografía carolina, los persas, en la ponencia de uno de los pocos iranólogos españoles que afortunadamente forma parte de nuestro grupo investigador, José Francisco Cutillas, de la Universidad de Alicante, con su ponencia «El siglo XVI y el comienzo de las relaciones diplomáticas con Persia. Carlos V y Shah Isma'il».

Por último, un estudio que entra dentro del objetivo de nuestro congreso, pero que se sale geográficamente del ámbito hispánico. La ponencia de Pino Valero, de la Universidad de Alicante, que agrupa en su persona el ser hispanista, arabista y germanista: «Lutero y el Islam».

Agradecemos profundamente la edición de estas Actas a la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Carlos V y Felipe II, porque, a la postre, el éxito del congreso sólo se puede medir al leer los trabajos de los investigadores que han participado sin que no valga demasiado la palabra de quien ha conseguido reunir a este reducido número de especialistas, que cree que dentro de las circunstancias que lo han rodeado: la competencia de tantas otras y brillantes reuniones científicas sobre el Emperador.

María Jesús Rubiera Mata

Universidad de Alicante





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