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Volumen 6 - carta nº 182

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Cabra, 17 septiembre 1883

Mi querido amigo Menendez: Dos días ha que llegué aquí, y, al llegar, recibí la carta de Vd. del 11, que me estaba aguardando. No contesté en seguida porque he venido aquí en plena feria y entre las visitas, toros y demas diversiones se ha ido el tiempo.

Dos veces he visitado ya inutilmente á Dn. Luis Herrera sin hallarle en su casa. Él ha estado á verme tres ó cuatro y tampoco me ha hallado.

Cuando le vea, le hablaré del empeño de Vd. interesándome porque se consiga, aunque lo supongo difícil. Dn. Luis, ademas, si bien ó mejor dicho por lo mismo que lo hace muy bien como Director, tiene muchísimos enemigos entre los catedráticos, y yo no sé si el matemático entrara en el número de ellos.

Mis cartas á Campoamor iran despacio: aun estoy en la 5.ª: pero bien ó mal saldrán todas y luego apareceran en un tomo, libres de erratas. En El Día llevan muchisimas, pero Vd. las salvará al leer y entenderá bien lo que digo ó quise decir.

Me hace Vd. un encargo difícil de cumplir: que yo le lleve ó le envie un tomito de poesías que imprimí en Granada en 1844 ó quizá en 1841, pues no recuerdo bien la fecha. Si fué, como creo, en 1841, la cosa tiene su mérito, aunque las poesías tengan mil incorrecciones. Entonces apenas tenía yo diecisiete años y mi educación literaria, mala ó buena hoy, pero hecha por mí, habia sido descuidada por completo.

Todos mis aciertos, si los hay en mis versos de entonces, estan adivinados: y, entre mil errores y candideces, yo creo que hay allí aciertos. La mayor parte de las publicaciones, contenidas en el tomito de 1841 ó 1844 estan despues en el tomito de 1858, si bien limadas y pulidas.

Sea como sea, aunque mis versos no son un milagro de precocidad, tienen el valor de precoces por lo lejos que estaba yo de todo buen influjo literario y por lo ignorante que yo era: yo no habia estudiado, ni retórica, ni poética, ni siquiera gramática. El desden ó la indiferencia del público me hizo, apenas publicado el tomo, conocer que valía poco y aun exagerarme su poco valor, avergonzandome ademas de las faltas que se hicieron patentes á mis ojos. El libro, pues, que jamas salió de Granada, donde estuvo expuesto á la venta, en balde, durante algunos días, fué recogido por mí y confinada toda la edicion en un desvan de la casa de mi padre en Doña-Mencía. Esta casa pertenece hoy á mi hermano. Cuando vaya á Doña Mencía, buscaré el libro, á ver si doy con él, y puedo remitírselo, aunque me repugna.

Yo tengo odio y mala voluntad á aquel aborto mío, y no sé por qué no hice un auto de fé con él.

Si, aunque malo y descuidado, hubiera hecho adivinar á alguien que había en mí un poeta y me hubieran animado, como animaron a Monroy, á Shaw y á muchos otros, yo hubiera escrito muchísimo: pero, nadie me hizo caso. Consideré que no era mi vocacion la poesía ni la literatura y lo dejé todo —menos la aficion á la vaga lectura) hasta que ya muy tarde volví á escribir, ó mejor dicho, empecé á escribir en prosa. En verso nunca dejé de escribir, pero no como poeta, sino como hombre de mundo, muy de siglo en siglo, pasando años y años entre una composicion y otra.

En fin, de cualquier modo que ello sea, yo buscaré y daré á Vd. un ejemplar de mis primeras poesías, donde, entre otras, vá la Fábula de Euforión. Si no recuerdo mal, el cuento de Cide Jahye estaba escrito en parte cuando se publicó el tomo de poesías. No se insertó en él porque yo quería hacer un gran poema: pero, poco despues de publicado, esto es de impreso el tomo, publiqué lo que tenía ya compuesto de Cide Jahye como apelacion desesperada al público. Salió en El Siglo pintoresco. Salvo el honor que me hicieron publicándole, tampoco hizo ruido el tal cuento: lo cual hizo más completo y duro mi desengaño.

Es de advertir que yo entonces era muy extremado en mis alternativas de desaliento y soberbia: ó me consideraba genio ó tonto: no ponía yo término medio razonable.

Es curioso que aun mucho antes de publicar yo mi tomo de Granada, creo que estudiando aun Filosofía en el Seminario Conciliar de Málaga, en 1839, recibí otro sofion durísimo. Mi hermano llevó á Cádiz versos míos y se los dió á Lista para que diese él dictamen. Lista hubo de hallarlos muy mal.

Pero de este desdén de Lista me consolaron, poco despues, Espronceda, Miguel de los Santos Alvarez y Ros de Olano, quienes, en 1840, pasaron el verano en Carratraca, donde los conocí, estando yo con mi familia.

Cuando lea Vd. mi Metafísica a la ligera dígame su opinion.

En fin, vaya Vd. tomando apuntes de todo, pues ya sabe que le dejo encargado de mi herencia literaria para cuando me muera; queda Vd. encargado ó solo, ó con mi hijo Luisito, si está ya en disposicion de estimar tales cosas.

De todos modos, ó entendiéndose con él ó sin entenderse, Vd. cuidará de mi fama postuma, aunque pobre.

Luisito, si no me engaña el afecto de papá, me parece que vá á ser persona de mucho valer para las letras. Aun no tiene mas de 13 años y sabe ya mucho y lee mucho y con prodigiosa memoria, en francés é inglés, que son las lenguas que mejor sabe.

A mi hijo Carlos le dá por el sport y por la elegancia, y puede que haga papel y tenga éxito en el mundo por este lado. No es tonto tampoco, y es robusto simpático y muy gracioso.

Tengo aquí á estos dos pimpollos, que se van á examinar del 3. r año de 2.ª Enseñanza.

Ya para el 4.º año estudiarán ahí, en el Noviciado.

Escríbame y créame su afmo

J. Valera

Tengo curiosidad grande de leer el tomo I de las Ideas estéticas y los versos traducidos de Jehuda Halevy.

 

Valera - Menéndez Pelayo , p. 179-181 .