Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

Volumen 5 - carta nº 359

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Cintra, 10 septiembre 1882

Mi querido amigo: Yo no le tengo ni le puedo tener nunca olvidado, como supone en su carta del 6, que acabo. de recibir. Lo que ocurre es que cada dia estoy peor de humor y de salud y mas incapaz para todo, incluso para escribir una carta.

Aqui me aburro, gasto doble de lo que me dan y todo me parece pésimo. La tos no me deja parar, la bilis me ahoga, me hallo como calenturiento y me paso dias enteros quejandome y por consiguiente sin hacer nada util.

Estoy avergonzado de no haber escrito el prólogo y muy avergonzado tambien de no haber cumplido con Catalina, á quien prometí una novela, ni con otros editores, á quienes tambien tengo algo prometido. En fin, haré un esfuerzo y veremos si cumplo.

Ahora no puedo quejarme ni del público, ni de la crítica, ni de nadie; sólo debo quejarme de mi esterilidad y de mi irremediable ó casi irremediable flojera.

Mis libros, aunque nada escribo de nuevo, á fin de que el público no se me vaya, siguen vendiéndose, como yo no podia suponer. Prueba de ello las nuevas ediciones que ha hecho y sigue haciendo Alvarez el de Sevilla. Este acaba de dar á la estampa, en dos tomitos, Disertaciones y juicios literarios, y está imprimiendo nueva edicion de Las ilusiones del Doctor Faustino, y un tomito, donde habrá cosas tan disparatadas que no he hallado nombre mejor que darle que Algo de todo. En él iran La cordobesa, Un poco de crematistica, La Primavera y otras cosas así.

En Francia se van ocupando mas de nuestras cosas. La Nouvelle Revue acaba de dar a luz un artículo sobre prosistas españoles contemporáneos, donde habla de Selgas, Alarcón, Perez Galdós y yo. El crítico debe de saber muy poco nuestro idioma y apenas nos ha leído y lo que ha leido lo ha entendido mal: pero, en su trabajo se vé el deseo de tratarnos bien, de darnos á conocer y de hacer formar de nosotros ventajoso concepto. Se firma el crítico Leo Quesnel. Asimismo, en el último n.º de la Revue Britannique viene un artículo, firmado Desconocido, donde sólo habla de mí como novelista. Este me ha leido y se conoce que sabe medianamente el castellano. El artículo es de mano de amigo y me echa bombos estrepitosos.

Ya vé Vd. que, aun cuando no fuera mas que por gratitud, debía yo escribir mas. Un inglés, tocayo del celebre poeta Tomas Moore, ha traducido Pepita Jimenez, pero aun no la ha impreso. Y una inglesa, llamada Miss E. Hope Edwardes, me ha escrito, pidiendome permiso para extractar de mis novelas y darlas á conocer en un libro de Impresiones de viaje por España, que vá á publicar este invierno.

En cuanto vuelva Vd. á Madrid le remitiré todos los libros portugueses prometidos que esten á mi alcance, como, por ejemplo, los poemas de Guerra Junqueiro y el Romancero de la isla de Madeira.

El actual Ministro do Reino, en Portugal, es uno de los mas famosos y celebrados poetas, que aquí hay. Llamase Tomas Ribeiro. Para cuantas cosas tengo que pedir y negociar aquí, por mi empleo, Tomas Ribeiro me vale y sirve como nadie. Me conviene, pues, sobremanera tenerle propicio. y como Tomas Ribeiro tiene muchísima gana de ser Académico correspondiente de la Española, yo me he empeñado con Tamayo para que, de acuerdo con los amigos, me haga el favor de elegirle. Si antes no he hablado a Vd. de esto, ahora le hablo, áfin de que coadyuve á la buena obra.

Tambien enviaré á Vd, ó haré que el mismo Tomas Ribeiro envíe a Vd sus obras, afin de que Vd las juzgue, si bien con este le ruego que sea indulgente. Muchísimo agradecería yo a Vd que mandase para Tomas Ribeiro, por la estafeta que sale de Madrid el 5 de Octubre próximo, un ejemplar de sus Heterodoxos con dedicatoria. Yo se lo entregaria á Tomas Ribeiro, que de seguro habria de agradecerlo mucho.

Hablando con franqueza, desapruebo esa determinación que me dice Vd. haber tomado de refugiarse en la Estética, enojado de la ingratitud y estupidez de los carlistas. Yo creo que debe Vd. prescindir de lo que ellos hagan y digan y hablar con sinceridad y valentia de religion, de filosofia, de política, y de cuanto se le antoje, segun su leal saber y entender y sin proposito de agradar á nadie. Ya Vd verá como así agrada mas aun, y halla quien le siga, en vez de ser Vd. el que tenga que seguir á otros.

Por lo demas, me parece que, con suavidad y lentitud, debe Vd ir dejando de ser carlista y viniéndose á D. n Alfonso. Esto puede ser sin estrépito y del modo mas natural. Y en punto á doctrinas, sin salirse de las vías católicas y sin aceptar doctrinas revolucionarias novísimas, puede Vd. ir marcando sus opiniones y teorías, las cuales pudieran, con el saber que Vd tiene y el que puede y debe adquirir aun, revestir un carácter castizo y archi-español, que les dé cierto valer original. Algo así hice yo en otro tiempo, someramente. Hágalo Vd. con más profundidad y erudicion. Yo fuí quien saqué a relucir aquello de Domingo de Soto para reconciliar el origen divino del poder con la creencia en la soberanía del pueblo: Non est potestas nisi a Deo non quod respublica non creaverit principes, sed quod id fecerit divinitus erudita.

De aqui sacaba yo ademas otra doctrina importante que merecería ilustrarse con textos de nuestros autores: á saber que la respublica divinitus erudita lo que crea es el poder, el soberano; pero no la ley. La ley no depende, pues, de la mayoria, sino en cierto grado: porque no hay mas modo de darla que por votos: pero no es ley cuando vá contra lo justo, aunque la vote todo el género humano. Y por el contrario si una sola persona está en lo justo, esa sola persona, seguirá la ley, aunque el género humano diga lo contrario. Sin embargo, como no hay otro modo de dar leyes positivas, á no ser imponiéndolas por la fuerza, que por medio de, votacion, lo mejor es la votacion y la deliberacion previa antes de dar leyes: pero teniendo siempre presente que es medio humano, defectuoso y falible de darlas, por donde pueden y, suelen ser malas. De aquí por un lado el deber de someterse á ellas, una vez promulgadas; y por otro lado el pleno derecho de censurarlas, satirizarlas é impugnarlas, hasta que se logre que se deroguen.

Esto, dicho así, apenas se entiende, pero Vd entiende, con poca explicacion. Lo esencial es que no por dar gusto ó disgusto á los carlistas, deje Vd. de hablar de todo menos de literatura: determinacion por otra parte, que no se entiende, á no ser que su crítica de Vd se limite á la forma y no penetre en el fondo de nada. Si penetra en el fondo, ¿cómo ha de hablar Vd. de literatura sin hablar implicitamente de todo?

Aprovechese Vd. y unase con los amigos de la Academia, donde está ahora casi todo lo que mas vale en España por el pensamiento: Cánovas, Alarcon, Tamayo, Cañete, y hasta el propio Echegaray, con todos sus defectos.

Es menester no aislarse, es menester tener amigos. Sino, vale uno poco en la práctica, por mucho que valga.

Claro está que por cima de estos motivos de utilidad y conveniencia, hay para la amistad otros motivos más altos, y generosos.

Yo no me jacto nunca de sensible, sublime y desinteresado: pero, sin jactarme, si de algo peco es de inhabil para las cosas de la vida. Yo he tenido y creo que me tienen amistad, sin pensar en ninguna conveniencia; yo comprendo y sigo para la amistad humana aquello que dijo el místico con relacion al amor divino. Aunque no hubiera cielo, yo te amara. Pero sería tonto que los amigos, á fin de mostrar que se quieren sin interes, desaprovecharan la fuerza que esa misma amistad les dá. Pareceme, pues, que no debemos ser tontos. No hay que poner, por ejemplo, el sello de la tontería al afecto con que yo soy afmo. de Vd.

J. Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 134-138 .

BRAVO-VILLASANTE, C .: Biografía de Don Juan Valera, Barcelona, 1959, p. 387 (fragmento). Etc.