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Volumen 3 - carta nº 148

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Madrid, 24 agosto [1878]

Mi querido amigo Menéndez: Días ha que no nos escribimos. No lo recuerdo bien, pero sin duda soy yo quien ha interrumpido la correspondencia. Ando de mal humor, muy atareado y con poco fruto. El trabajo no me cunde ni me luce como yo quisiera. Poco he hecho en estos días, y de lo poco que he hecho no estoy contento. De Doña Luz llevo ocho capítulos, y ahí me atasqué. Un cuento que prometí a Abelardo de Carlos no se me ocurre. Del Fausto he traducido ultimamente algunos cantares, que no han salido del todo mal, sobre todo lo que canta Margarita hilando.

Ahora escribo un estudio sobre el Fausto, que irá como Prólogo de esta edición de lujo que hacemos. Difícil es decir nada nuevo, bueno sobre Goethe y su obra, despues de tanto como ya se ha dicho. Llevo escritas, aunque de letra muy ancha, más de 50 cuartillas, y apenas si he empezado a hablar del Fausto .

De Marchena no he hecho más que copiar a Vd. despues de haber leído cuanto dice y trae Cueto. Me parece que nada he añadido. Tengo mis cuartillas, o mejor diré, su trabajo de Vd. sobre Marchena y le daré a Perojo cuando vuelva. Supongo que le habrá Vd. visto, pues está en Santander.

Mucho me agrada que haya Vd. hallado tan bien a la marquesa de Aranda. Veo que tiene Vd. buen gusto en todo, asi en las obras de arte como en las de naturaleza. En la creacion de la marquesa arte y naturaleza han trabajado a porfia. Ya no es guapa, y nunca fué hermosa; pero es la mujer mas interesante, mas inteligente y mas ingeniosa de España. Hay en ella una mezcla de bondad, de candor, de chiste, de sentimentalismo y de socarronería de lo mas divino y diabólico que imaginarse puede. Supongo que ya la marquesa se habrá ido a Galicia con su marido.

Un siglo ha que no escribo a Laverde, pero me aflijen sus males, aunque a mi me sucede que cuando yo no estoy bien, es cuando soy mas egoísta, porque toda la compasión de que pueda disponer, apenas para mí me basta.

Y ya me hallo viejo, algo achacoso, pobre y sin esperanzas, y con la ilusion de ganar algo escribiendo casi perdida. En España, un escritor de mediano sentido comun, me parece un sastre bueno de París que se fuese a hacer elegantes fraques, levitas, chalecos y pantalones, al centro de Nueva Holanda, donde la gente anda aun con taparabos, si acaso, pues tal vez anden hasta sin eso.

Aquí nadie gana dinero sino con la usura, el robo, la estafa, la comision [?], el contrabando, la trata de negros y otras abominaciones. Casi todo capital tiene por origen un montón de basura, cuando no un arroyo de lágrimas y de sangre. Nadie mas pacífico ni mas conservador que yo, aunque tengo harto poco que conservar. El refran de —quien roba a un ladron tiene cien años de perdon— me parece abominable; pero nuestra sociedad me parece tan perdida, tan podrida y tan odiosa, que de cualquiera barbaridad que contra ella se hiciese diría yo, con las palabras de Moncada, venganzas merecidas mas que lícitas.

Y lo que mas me enoja y ofende y abochorna de no ganar dinero no es el no ganarle, sino el desden con que le miran a uno los tunantes y galopines que le ganan y que nos califican de cuitados, de flojos, de tontos y de para poco. Vaya Vd. a persuadir a Manzanedo de que no somos unos mentecatos de a folio que no servimos para nada. Yo casi me lo voy creyendo ya, por lo que a mí toca.

Si escribe Vd. a Laverde, dele memorias mías cariñosas. Todo esto ha salido á propósito de Laverde.

Consolémonos con que nosotros tenemos ciertos deleites soberanos, en la contemplacion de la belleza pura y en la investigacion de la verdad, que esos animales de judios no alcanzan.

De Vd. siempre

J. Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 37-39.