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Volumen 7 - carta nº 400

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Washington, 24 diciembre 1885

Mi querido amigo Menéndez: No puede Vd. figurarse con cuánta alegría recibí, pocos días ha, la carta de Vd. del 3; las buenas nuevas que de su salud me trajo y lo que me dice de que ya van inmpresos cinco o seis pliegos del tomo de mis versos, cuyas notas y comentarios, puestos por Vd., no dudo que han de ser amenos y deliciosos.

Me lisonjea extraordinariamente lo que Vd. encomia mis libres traducciones de los poetas yankees. Yo deseo hacer muchas. Para reunirlas en colección y formar un tomo, calculo yo que serían indispensables 60 lo menos, y como a estas horas sólo tengo seis, resulta que sólo he hecho la décima parte. En cuanto á la Introducción, eso no me costaría trabajo. Hay mil cosas que decir. Lo único difícil sería ser breve.

Claro está que la poesía, así como la cultura total de esta tierra, por más que aquí se sueñe y aun se delire con originalidades fundamentales, no de este o de aquel individuo, sino de toda la yankería, es un reflejo, es una parte o es como un ramo de la poesía inglesa. Independientes, en lo político, se hicieron de Grecia las colonias y hasta los reinos, que en Asia y en Africa fundaron los sucesores de Alejandro; pero no salió de ellos, en lo intelectual, nada que no fuese griego, a pesar de la avenida de ideas, de escritos, de artes y de ciencias que en la civilización helénica vertieron Judea, Fenicia, Persia, Egipto, India y tantos otros pueblos.

Aquí, donde nada han añadido los pieles-rojas, ¿qué ha de salir que no sea inglés? Esto no quita que los yankees puedan jactarse de notables escritores y poetas, no pocos individualmente muy originales. Los que valen más y de los que yo quisiera poner poesías en mis Ecos de América son: Guillermo Cullen Bryant, Juan Greenleaf Whittier, Ralph Waldo Emerson, Enrique Wadsworth Longfellow, Edgardo Allan Poe, Olivero Wendell Holmes, Jaime Russell Lowell, Walt Whitman y Bayard Taylor. De dii minores hay un enjambre innumerable, y de poetisas, la mar.

El Story, de quien tomé los versos Praxíteles y Fryne, es casi como un italiano que escribe en inglés. Es Story escultor, pintor, abogado, novelista, arquitecto y todo en suma. Y todo lo hace con primor. Creo que vive en Roma. Yo entiendo que si en algo se han de diferenciar los yankees de los ingleses, será en que serán más humanos, más europeos, más cosmopolitas de alma, y que se dejarán penetrar mejor que los ingleses de todo extraño elemento. Por esto no creará otra literatura, sino será como la puerta, o mejor dicho, la brecha por donde penetre hasta el corazón de la literatura inglesa el demás pensamiento humano y sobre todo el de la Europa del Mediodía. Lo que yo pienso sobre todo esto es largo de explicar para explicado en carta y en carta escrita a escape.

Lo que ahora me importa decir, aunque me duele decirlo, es que por más que lo he intentado, no he atinado a hacer en estos últimos días ninguna nueva adaptación o traducción. Es difícil empresa, si ha de hacerse con gracia, si los versos han de gustar como si en castellano estuviesen originalmente escritos, y no sólo en atención a que son el pensamiento y la obra de un célebre y aplaudido extranjero. Whittier y Russell Lowell, son, a mi ver, lo que hay aquí de mejor; el que más siente, Whittier; el que sintiendo casi con igual energía es más sabio, más atildado, más corecto, más clásico y más profundo, Russell Lowell. Éste, á más de ser excelente poeta, es erudito, es crítico, es filósofo y es prosista de primera fuerza, no inferior a los más gloriosos escritores ingleses.

En suma, si todavía hago alguna traducción nueva, con tiempo para que se inserte en el tomo que está Vd. confeccionando, me alegraré de que se inserte; si no, salga el tomo con lo antiguo y con las seis traducciones ya remitidas.

Deseo enviar a Vd. libros de aquí, pero no sé cómo. Enviarlos por el correo seria lo mejor. Allá veremos.

Hay aquí un ateísta, llamado Ingersoll, que da lecturas, a dollar la entrada, para enseñar que no hay Dios. Gana bastante en tan mal oficio. Ya enviaré á Vd. su catecismo. También corre por ahí un catecismo budista, obra de un discípulo de la célebre profetisa y taumaturga rusa autora de Isis sin velo. También buscaré este catecismo y se le remitiré.

Los negros tienen sus literatos, sabios e historiadores. A Cánovas envié una Historia de los negros, escrita por un negro, Mr. Williams. Este señor me acaba de escribir una carta preguntándome sobre las hazañas que los negros han hecho en España, pues ahora escribe la Historia militar de los negros aquí y quiere decir algo preliminar.

No envío a Vd. la carta del general Williams porque es menester contestar algo y no he contestado aún. ¿Quién podrá darme de ahí algunos apuntes sobre esto? ¿Hemos tenido negros en nuestro ejército? ¿Quién fué el negro valiente en Flandes, de quien me suena haber leído una comedia? Además de aquellos 4.000 negros de las Navas, sobre cuyas cadenas saltó el Rey de Navarra, ¿ha habido muchos más guerreros negros en nuestras historias?

Aureliano, que sabe tantas cosas, podría enviarme algún apunte para el S. Williams, que se lo había de agradecer.

Vuelvo a decir que deseo enviar a usted libros, pero la misma abundancia me tiene indeciso. Aquí se reimprime todo lo inglés, de poesías, de política y de todo. Debe de leerse muchísimo, pues los libros están baratos. Las mujeres son aquí más sabidas que en España. Algunas conozco yo que tienen en la memoria medio Parnaso inglés, y además a los filósofos, y a los poetas griegos y latinos, y otras mil diabluras. Los versos de Praxíteles y Fryne me los recitó de memoria y luego me los dió escritos de su mano una señorita. De esta copia saqué mi traducción. Ahora quiere la misma copista que traduzca yo otros versos de Story sobre Cleopatra.

Escríbame Vd. cuando pueda y cuénteme cosas de ahí. Dios quiera que todo vaya bien en nuestra política y que tengamos juicio.

¿Ha visto Vd. la adaptación que han publicado en Londres de Pepita Jiménez, titulada Don Luis or the church militant? El adaptador me ha enviado un ejemplar lindamente encuadernado.

Adiós. Tengo miles de cosas que decir y que se me quedan en el tintero. Otra vez será. Hoy estoy ya cansado.

Felicísimas Pascuas y más feliz año nuevo. Siempre su amigo de corazón

Juan Valera

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 242-245.