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Volumen 6 - carta nº 282

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Legacion de España en Washington, 4 marzo 1884

Mi querido amigo Menéndez: Sin carta de Vd. ni de nadie de ahí, á que contestar, le escribo hoy para volver á prometerle que irá la carta-prólogo para mis versos, pidiendo á Vd. notas y comentarios y explicando algo por mi parte. Si tardo, es porque la buena salud que gocé, al llegar aquí, y de que mucho me jactaba, vá desapareciendo y con ella el humor y el sosiego de ánimo que para escribir conviene.

Pero en fin, la carta-prólogo irá, sea como quiera. Lo que es menester es que Catalina no se distraiga con la agricultura, é imprima los libros.

Déle Vd. priesa, así como tambien deseo yo que Vd. le excite ó bien á que convenza á Alvarez de que debe dejar de ser mi editor ó bien á que imprima pronto los libros míos, que tiene embarrancados: una edicion de Pepita Jimenez, otra de El Comendador Mendoza y otra de Estudios críticos. Yo pierdo mucho en mis intereses con esta informalidad de Alvarez y no tomo el dinero que debiera tomar.

Esta gran República, si solo se atiende á los políticos, es el país mas perdido del mundo. O son unos brutos, ó son unos ladrones, y á menudo ambas cosas.

Como aquí se explota todo, explotan tambien el miedo que en España creen aquí que les tenemos para pedirnos reclamaciones, con las cuales comen á dos carrillos: cobrando de los reclamantes por los que consiguen que España les dé, y cobrando de España (esto lo digo con todo sigilo) porque consienten en que España no dé tanto como lo que los reclamantes piden.

Mucho me pudre la sangre todo esto. El leon de España, desde este punto de vista, no me parece leon, sino perro flaco comido de pulgas, para que salga verdadero el refran.

Por lo demas, aquí hay muchísimo dinero, y cierta cultura, y mucha aficion á leer, sobre todo en las mujeres.

Tengo, pues, esperanzas de que se vayan vendiendo por aquí libros españoles, con tal de que se envíen.

Yo he pedido ya muchos á Fe, y por excitacion mía le ha pedido no pocos libros un librero de Washington.

Supongo que el discurso de Cánovas en el Ateneo será como la historia panegírica de aquel establecimiento. Mandeme Vd. dos ejemplares: uno para leerle yo y guardarle y otro para que Las Novedades de Nueva-York lo publiquen.

He visto una bonita edicion de Horacio (en latin), hecha en Nueva York. En la primera ocasion que haya enviaré á Vd. un ejemplar de dicho Horacio, ó quizá se le envíe á Vd., certificado, por el correo.

Perdoneme lo desabrido y soso de esta carta. Tenia gana de escribir á Vd. pero no estaba de humor.

No me imite Vd. en esta falta de humor, aunque sí en la gana de escribirme; escríbame y cuenteme algo de ahí.

¿A quien elige al fin la Academia Españ[ol]a para la silla de Benavides: al Padre Mir ó á Martos?

Recuerdo á Vd. su promesa de interesarse con Alejandro Pidal para que reponga á D. n Luis Herrera en la Direccion del Colegio de Cabra. Nuestro Aureliano no dudo de que hará esto con gusto.

Adios. Conservese bueno y creame su amigo cariñoso y constante

J. Valera

No se olvide de dar expresiones mías de verdadero afecto á Cañete, Alarcon, Tamayo, Catalina, etc.

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 200-201.