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Volumen 7 - carta nº 351

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   JUAN VALERA

Madrid, 4 noviembre 1885

Mi muy querido amigo D. n Juan: En los primeros días de mi llegada á ésta me encontré con tantas cosas menudas que se habían ido amontonando sobre la mesa durante mi ausencia, que no he podido dedicarme, desde luego, á las que son, para mí, verdaderamente útiles y agradables. Ahora que empiezo á verme libre de tantas chinchorrerías, puedo ya dedicar algunos ratos á la corrección de pruebas de los versos de Vd. Catalina me ha dado palabra formal de írmelas remitiendo desde la semana próxima. La nueva lectura que voy a hacer de todas estas poesías (muchas de las cuales guardo en la memoria) me irá sugiriendo materia para las notas que han de imprimirse juntas al fin del tomo. Catalina tiene el ejemplar corregido que Vd. le entregó, y yo tengo otro. Creo, pues, que nada se nos quedará traspapelado y que se formará con todo ello muy razonable volumen, quizá de más de 400 páginas, y eso que procuraré ser muy breve en las notas.

De La Ilustración me enviaron pruebas de las Hojas que cantan, pero hasta ahora no han vuelto á recogerlas. Tendré que llevárselas yo mismo. Asi, esta composición, como las otras dos de Rusell Lowell (El Destructor de ídolos y El Mayoral del rey Admeto), que Vd. ha parafraseado últimamente, me parecen perfectísimos ejemplares de un nuevo género mixto de épico y lírico, en el cual se combinan de una manera agradable el candor de la tradición y del mito con el refinamiento de la interpretación subjetiva y moderna.

Ha hecho Vd. bien en darnos a conocer á este poeta, que es de los que con más facilidad pueden ser aclimatados en una literatura extranjera. Los versos de estas traducciones son tan buenos y tan fáciles y elegantes como los mejores que Vd. hacía en su años juveniles.

No deje Vd. de mandarme un ejemplar de los versos de Rusell Lowell para que yo le tenga á la vista cuando escriba las notas correspondientes. Yo enviaré un ejemplar de la Regenta, de Clarín, donde, como usted verá, se anuncia un grandísimo talento de novelista en medio de ciertas inexperiencias y rasgos de mal gusto.

El mismo Clarín acaba de publicar un tomo de artículos críticos donde hay cosas, á mi entender, excelentes. A usted y á mí nos trata muy bien y nos pondera mucho, pero con otros, especialmente con Cánovas y Alarcón, anda durísimo é injusto, al paso que no tiene reparo en alabar los mayores disparates y sandeces de Campoamor.

Se acaban de publicar juntas en un volumen las poesías líricas de Ayala. ¡Qué colección de pobrezas y de tonterías! El público tiene el buen sentido de no hacer caso de ellas, con gran detrimento de los intereses de nuestro amigo Catalina, que ha perdido, con la edición de este autor, tanto como ha ganado con todos los restantes.

Tengo entre mis librotes esa Historia de Bohemia, por el Papa Eneas Silvio (Pío II), donde, por lo visto, hay una leyenda análoga a la de Reco. El libro está en Santander, pero le haré venir ó le veré yo mismo cuando vaya a vacaciones de Navidad. Lo que Eneas Silvio diga nos dará materia para una nota curiosa y de erudición peregrina.

Mi hermano ha agradecido mucho lo que Vd. dice de sus versos. Veo que no me cegaban la sangre ni el cariño al tenerle por verdadero poeta. El mayor elogio que puedo hacer de él es que se ha formado literariamente casi solo, puesto que yo no he ejercido sobre su ánimo más que una influencia negativa, previniéndole contra el gusto cursi y detestable que hoy prevalece en España y reprobando sin piedad sus primeras composiciones, lo cual creo que le haya sido de alguna utilidad. Más bien que discípulo mío es discípulo de Amós Escalante, de quien ha tomado la abundancia de lengua, sin los arcaísmos, rarezas y tenebrosidades en que el maestro se complace.

Veré de proporcionarme el Fausto de English, para extractar de él los versos que mejor puedan encajar en el nuevo tomo de Poesías, el cual, á mi entender, debe ser lo más completo posible y abarcar todas las direcciones poéticas en que Vd. se ha ejercitado. Conforme la edición vaya haciéndose, se me ocurrirán muchas cosas que procuraré consultar á Vd. si hay tiempo o resolveré lo mejor que yo pueda y sepa, puesto que he de tratar la obra como cosa mía y esmerarme en que salga limpia y tersa como ella se merece.

Arcacosna no parece hasta ahora. Si Cueto no la tiene entre sus papeles, desconfío de hallarla.

Recuerdo que hizo Vd. no sé qué versos a la Javalquinto. ¿En dónde están? ¿Cree Vd. que deben incluirse?

A sus sobrinos de Vd. veo con frecuencia. Los compañeros de Academia me dan mil recuerdos para Vd. y le echan muy de menos.

Al fin Catalina me entregó la carta-prólogo. Es admirable, llena de ideas nuevas, ó, digámoslo mejor, propias, y expresadas con una claridad y una discreción admirables. La exposición que Vd. hace del modo que tiene de sentir y de concebir la poesía es un trozo de filosofía estética, de lo que hay poco en nuestra lengua. El final es tierno, noble y elevado. En suma, me entusiasma la carta y me honra mucho el ver mi nombre al frente de ella. ¡Oh, si las notas fueran algo semejante, ya que igual es imposible!

He visto a la condesa de Velle y me ha preguntado por Vd. Corina no ha vuelto todavía de Galicia.

Tengo que decir a Vd. otras mil cosas, pero se quedarán para otra carta.

Créame siempre suyo de todo corazón

M. Menéndez y Pelayo

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 233-235.

SÁNCHEZ DE MUNIÁIN, J. M.ª: Antología de Menéndez Pelayo, p. 934. (fragmento).