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Volumen 6 - carta nº 413

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   JUAN VALERA

Santander, 27 agosto 1884

Mi muy querido amigo D. Juan: Vergüenza me da deber á Vd. contestación hace cerca de dos meses. Como no le suponía á Vd. en Wáshington, sino viajando de verano por esa vastísima confederación, no sabía adónde dirigirle mis cartas. Además, apénas llegado aquí, me enfrasqué en la terminación del segundo tomo de la Historia de la Estética, y hasta hoy apenas he levantado cabeza. Estos estudios eruditos le envuelven á uno en un dédalo de investigaciones y lecturas, del cual luego cuesta mucho trabajo encontrar el fin. Afortunadamente, el caos se ha disipado; he logrado ordenar convenientemente la materia, y creo ofrecer en el segundo volumen que está imprimiéndose un cuadro fiel y completo del modo de sentir de nuestros mayores de los siglos XVI y XVII acerca de la belleza y el arte. Dedico un capítulo á los platónicos, otro á los místicos, otro á los escolásticos, y luégo trato extensamente de los preceptistas literarios, de los de artes plásticas y de los de música. Para éstos últimos me ha ayudado mucho Barbieri con los libros de su biblioteca. Creo que este tomo le agradará á Vd., por lo copioso y peregrino de las noticias.

Tengo que dar á usted una mala noticia, aunque quizá la sabrá ya por los periódicos. Nuestro Milá y Fontanals ha muerto hará cosa de un mes. Para mí ha sido una pérdida dolorosísima, porque Milá había sido el más docto y cariñoso de los maestros que en mi carrera tuve, y por decirlo así, mi padre intelectual. Vd. que hacía de él toda la estimación debida, como él de Vd lo sentirá tambien mucho, de seguro, porque no sólo hemos perdido en él un excelente y honradísimo amigo, sino la gloria más alta del Profesorado español y el único representante y cultivador que entre nosotros tenían los estudios de filología romance y de literaturas de la Edad-Media, en que él era tan sabio. De fijo que en Alemania y en Francia le echarán más de ménos que en España, porque realmente debió bien poco á sus compatriotas.

Para honrar su memoria del único modo que yo puedo, he determinado escribir extensamente su vida literaria, leérsela a los compañeros de la Academia Española (puesto que fué correspondiente nuestro de los más beneméritos), y luégo, si la Academia no la imprime, imprimirla yo en un tomo, para completar el cual me sobran materiales, con escritos suyos que tengo inéditos ó no coleccionados, y con algunas poesías exquisitas que compuso, imitando los antiguos cantares de gesta, con una, inspiración épica y una ingenuidad primitiva verdaderamente admirables y raras. Después de Durán, no ha habido hombre más solícito de la poesía popular, y á mi entender, la sentía mejor que el mismo Durán, y acertaba a distinguir con mucho más esmero lo verdaderamente primitivo de los remedos y falsificaciones de otras épocas.

La historia literaria de Milá, si yo acierto á escribirla como la tengo en el pensamiento, abarcará toda la historia de la cultura catalana de este siglo, en las tendencias de la cual ha influído él más que ningún otro.

Si vuelve Vd. á ver á nuestro amigo el obispo de Linares, déle Vd. mil recados de mi parte y dígale que recibí con suma estimación los dos primeros tomos de sus Sermones, Homilías y Pláticas, sobre los cuales ya le escribiré largamente.

¿No se publica por ahí nada que á mí pueda interesarme? ¿No han vuelto á filosofar los americanos después de Emerson? ¿Qué poetas hay después que se murió Longfellow? ¿Se hacen trabajos de erudición ó historia literaria? Cualquiera noticia que Vd. me comunique será bien venida, porque en Europa estamos á oscuras de la literatura yankee, fuera de los cinco ó seis grandes nombres que todo el mundo sabe.

En todo el verano he sabido una palabra de Catalina, cuya negligencia editorial es verdaderamente lamentable desde que ha subido á personaje. Verémos si se enmienda en la nueva temporada.

Antes de salir de Madrid fuí á ver á nuestra deliciosa amiga Corina, que me preguntó por Vd. como siempre. Dijo que se iba á Galicia, de donde volvería en septiembre. Ya comienzan á disiparse sus tristezas, y está más amena y regocijada.

Adiós, amigo mío. Créame su siempre afmo.

Marcelino Menéndez y Pelayo

Iré á Madrid á fines de septiembre. Antes es fácil que pase unos días en Zarauz, en casa de los de Guaqui.

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 206-208.