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11

De hecho será Galdós el único autor que recree este mito en la literatura española, excepción hecha del renacentista Gil Vicente, quien, en su Auto de la Sibila Casandra, nos presenta una Casandra alegórica en un contexto cristianizado.

 

12

Así abogan por la superioridad de la versión teatral Alvar, 1971: 73 y 86; Doménech, 1974: 228; Petit, 1972: 431. Implícitamente a favor de la versión novelada Rodríguez Puértolas, 1992: 512. Berenguer, 1988: 64, asegura que «Casandra es la más alta creación dramática de Galdós».

 

13

Según Alvar, 1971: 70 «la pobre mujer, víctima de una sociedad hostil, no recuerda mucho a la profetisa griega». En el «plano simbólico» Juana Samaniego es Clitemnestra («celadora de los buenos principios por los que las sociedades se rigen»), Rogelio es Agamenón («indeciso entre el orden y el amor») y «Casandra, la víctima de un concierto al que no quiere ni perturbar ni modificar, sino que aspira a poder vivir en él». «El símbolo es válido sólo como representación de motivaciones concretas» ya que «la historia griega ha podido ser inducción [...] pero a comienzos del siglo XX la criatura se crea su propio fatum». También escéptico resulta Ynduráin, 1990: 886.

 

14

Cf. Berenguer, 1988 bis: 409.

 

15

Cf. Ynduráin, 1990: 886.

 

16

Casandra y Laoconte advierten inútilmente a los troyanos sobre el peligro que encierra el caballo de madera. Así se nos cuenta en dos capítulos del Pseudo-Apolodoro cuya fuente última debe de ser el Saco de Troya. Las advertencias de Casandra no son atendidas, por lo que se desencadena la subsiguiente desgracia para los troyanos. En este texto nos aparece por primera vez la figura de Casandra en su vertiente profética que tan utilizada será después en la tragedia ática. En este mismo sentido cabe destacar cómo la Cipríada (kai\ Ka/ssandra peri\ tw=n mello/ntwn prodhloi= «Y Casandra adivinaba el porvenir») informa sobre las dotes mánticas de Casandra, como sucederá posteriormente en la lírica.

 

17

Mason, 1959: 85 deja abierta la posibilidad de que la historia del amor de Apolo por Casandra sea invención del propio Esquilo, aunque también admite que podría ser, por su esquema asociado al primitivo concepto de inspiración, una versión mítica popular, como la recogida por Eustacio (a Hom. 663.40) en la que se narra que Casandra y su hermano Héleno fueron dejados de niños en el templo de Apolo, donde una serpiente les lamió los oídos y recibieron el don de profecía.

 

18

Cf. Frenzel, 1976 s. v. Casandra y Hualde, 1990: 24.

 

19

Cf. Berenguer, 1988 bis: 409.

 

20

Cf. Hualde, 2002: 111.