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VÉLEZ DE GUEVARA (LUIS). Entre los más felices ingenios de que puede gloriarse nuestra España y envanecerse justamente la comarca andaluza, ocupa distinguido lugar el insigne Luis Vélez de Guevara, hijo esclarecido de la ciudad de Écija. Sábese que nació por enero de 1570 (de 1574 según algunos biógrafos), pero se ignoran los nombres de sus padres. Don Nicolás Antonio dice que Andrés Florindo en las Adiciones a la Historia de Ecija, del padre Martín de Roa, le llama Vélez de Dueñas. Acaso era el de Dueñas su apellido materno308.

Siguió y terminó la carrerade leyes, y vino muy joven a Madrid, escaso de protección y de recursos, con ánimo de fijarse en esta corte ejerciendo la abogacía. «Distinguiose muy luego (dice uno de sus biógrafos, el señor don Eustaquio F. de Navarrete) por su elocuencia en el foro, y por su agudeza y chispa entre los literatos».

Indudablemente, llevado de su natural ingenio y del carácter alegre y vivo de que se hallaba dotado, se ejercitaría desde luego en la amena literatura, y con especialidad en la poesía dramática. Olvidole Agustín de Rojas en su Loa de la Comedia; pero es lo cierto que a principios del siglo XVII ya escribía para el teatro, puesto que en la biblioteca del señor duque de Osuna existe el manuscrito autógrafo de su comedia: La Serrana de la Vera, fechado en Valladolid, año de 1603. Luis Vélez había seguido la corte y se hallaba por entonces a servicio del conde de Saldaña, en clase de gentil hombre, como consta del Discurso apologético de las comedias escrito por el doctor Antonio Navarro. Con la corte regresó Vélez a Madrid, donde en 1608 publicó su Elogio del juramento del Serenísimo Príncipe don Felipe Domingo, cuarto de este nombre309.Era ya renombrado entre los mejores ingenios; representábanse con grande aplauso y se imprimían a par de las de Lope, Sánchez, Mira de Amescua y de otros insignes dramáticos, sus comedias, cuyo «rumbo, tropel, boato y grandeza» elogió, en 1615, el gran Cervantes en el prólogo de las suyas. El carácter franco, alegre y festivo, sin mordacidad, que realzaba más y más los talentos de Luis Vélez de Guevara, le granjeó la amistad y aprecio de los literatos y de las personas más elevadas de la capital del reino. Pinta su genio Cervantes de una pincelada en el Viaje del Parnaso:


    Este, que es escogido entre millares,
de Guevara Luis Vélez es, el bravo,
que se puede llamar quitapesares.



Con la elevación al trono del rey don Felipe IV, fino amante y protector de las Letras, hubo de sonreír algo más la fortuna a nuestro ingenioso Lauro, que enlazado desde 1609 o 1610 con doña Ursula Bravo de Laguna, de quien tuvo, en 1611, a su hijo don Juan Crisóstomo, heredero de gran parte del caudal de su ingenio, llegó a sobrecargarse de una familia numerosa. Admitiole el monarca en su tertulia literaria y le nombró ujier de su real Cámara. Fue Vélez desde entonces un verdadero cortesano, de los mejores de España, como años adelante le llamó su amigo Pellicer de Tovar.

El señor don Joaquín M. de Ferrer en el prólogo con que ilustró su edición del Diablo Cojuelo, refiriéndose a ciertos apuntes y tradiciones sobre nuestro poeta, asegura que logró en el foro grande aceptación, no solo por su elocuencia sino por la aguda amenidad de sus defensas jurídicas; y que en una de estas consiguió salvar la vida al reo excitando la risa de los jueces, con cierto saladísimo y oportuno chiste. Que el fiscal apeló, obteniendo revocación, y en su virtud fue condenado a muerte el criminal y a una multa el abogado Vélez, quien, apelando a su vez, consiguió que el Rey tomase conocimiento de esta causa; y que, en fin, llamado nuestro poeta a la presencia del monarca, obtuvo con su elocuente donaire conmutación para el reo, y para sí el indulto y el favor regio. Añade que fue excesivamente apasionado al bello sexo, pasión que ni la edad ni las enfermedades pudieron corregir en él. -Consta que casó des veces: la segunda con doña María de Palacios, que le sobrevivió.

En una composición que dirigió a don Antonio Hurtado de Mendoza, pidiéndole algún socorro para remediarse cierto día que se halló falto de recursos, dice expresamente, que se veía agobiado con el peso de su familia310.

Gozó Luis Vélez todo el resto de su vida del aprecio y trato del Rey, cuyo palacio era constantemente, ya docta, ya festiva y alegre academia literaria. En aquella reunión donde brillaban Mendoza, Villaizan, Rojas, Coello, Calderón, Lope, Callatayud, el marqués de Javalquinto, y otros insignes vástagos de nuestra nobleza, donde a trechos brillaba y se eclipsaba el gran Quevedo, y a la que más tarde concurrió también el joven Moreto, y no debió de ser extraño el docto Rioja, nuestro ecijano poeta sobresalía sin duda por la decorosa agudeza de sus dichos y la elocuente facilidad de su producción.

No solamente fue Luis Vélez favorecido del monarca y, en sus primeros años, del conde de Saldaña. Profesóle grande afecto el duque de Veragua, quien le honró y protegió por muchos conceptos, y admitió en su casa, viviendo aun nuestro poeta, a su discreto y estudioso hijo don Juan.

Las tareas dramáticas fueron en literatura la casi exclusiva ocupación de Luis Vélez de Guevara, y fruto de ellos más de cuatro-cientos comedias, según Montalbán y don José Pellicer, de las cuales no llegan a ochenta las hoy conocidas por suyas. Parece que fue poco aficionado a escribir en justas literarias: no hallamos su nombre en varias de las más notables.

Escribió versos laudatorios de diversas obras; a la muerte de Lope y a la de Montalbán. Sus colaboradores en la composición de comedias fueron preferentemente Coello y Rojas Zorrilla.

A los sesenta y siete años (o setenta y uno) de su edad, publicó nuestro autor la obra que más fama le ha dado en los posteriores tiempos, su excelente novela de costumbres: El Diablo Cojuelo (Madrid, 1641). Escrita con invención nueva y picante, decorosa y veraz crítica, gracejo cómico y elegante estilo, es uno de los mejores libros que poseemos de este género. Le Sage, traduciéndola primero y después añadiéndola de su caudal y del ajeno, ha contribuido al renombre y popularidad del autor original. Debemos, sin embargo, decir aquí, para vergüenza nuestra, que hasta hace tres años apenas era ya conocida en España la obra de Vélez de Guevara, más que por la refundición de Le Sage.

A los tres años de la publicación de su novela falleció Luis Vélez de Guevara. Des su partida de defunción, existente en los libros de la parroquia de san Sebastián y publicada por el señor Navarrete, sobrino, (Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra, tomo XXXIII,) resulta que murió en 10 de noviembre de 1644: que habitaba al tiempo de su fallecimiento en la calle de las Urosas, casado con doña María de Palacios: que testó ante Lucas del Pozo, dejando varias misas, y por albaceas al duque de Veragua y a fray Justo de los Ángeles, y que fue enterrado en Doña María de Aragón. Sufrió bastante en los últimos días de su existencia, atormentado por una pertinaz enfermedad de orina.

Don José Pellicer de Ossau, Salas y Tovar refirió este suceso en los términos siguientes: «Avisos de Madrid del 15 de noviembre de 1644. El jueves pasado murió Luis Vélez de Guevara, natural de Écija, ujier de Cámara de S. M., bien conocido por más de cuatrocientas comedias que ha escrito, y su grande ingenio, agudos y repetidos dichos, y ser uno de los mejores cortesanos de España. Murió de setenta y cuatro años; dejó por testamentarios a los señores conde de Lemos y duque de Veragua, en cuya servicio está don Juan, su hijo. Depositaron el cuerpo en el monasterio de Doña María de Aragón, en la capilla de los señores duques de Veragua, haciéndole por sus méritos esta honra. Ayer se le hicieron las honras en la mesma iglesia con la propia grandeza que si fuera título, asistiendo cuantos grandes, señores y caballeros hay en la corte. Y se han hecho a su muerte e ingenio muchos epitafios, que entiendo se imprimirán en libro particular como el de Lope y Montalbán».

Estos elogios no llegaron a publicarse. Don Juan Vélez de Guevara habla escrito en alabanza de su padre el siguiente bellísimo soneto:


    Luz en que se encendió la vital mía,
de cuya llama soy originado,
bien que la vida solo te he imitado
que el alma fuera en mí vana porfía;
    si eres el Sol demuestra poesía
viva más que él tu aplauso eternizado,
y pues un vivir solo es limitado,
no te estreches al término de un día.
    Hoy junta en el deleite la enseñanza
tu ingenio, a quien el tiempo no consuma.
Pues también viene a ser aplauso tuyo;
    y sufra la modestia esta alabanza
a quien por parecer más hijo tuyo
quisiera ser un rasgo de tu pluma.



Va esta composición al frente de la edición príncipe de El Diablo Cojuelo.

Lope de Vega elogió a Luis en la Filomena y en el Laurel de Apolo, y le dirigió un soneto festivo que incluyó entre sus Rimas de Burguillos. -Montalbán le celebró en el Para todos, y otros escritores le tributaron merecidas alabanzas.

El carácter distintivo de las obras dramáticas de Luis Vélez de Guevara, fue por el ilustre Cervantes bosquejado con no menor exactitud que laconismo. Las más de ellas pertenecen al género heroico: tratan asuntos históricos y elevados, son dramas de grande espectáculo teatral, comedias de ruido. En todas se hallan bien delineados los caracteres y lucen bellezas dramáticas, que revelan el ingenio y la inspiración, expresadas con versos elegantes y sonoros. Luis Vélez es felicísimo en sus chistes cómicos y lo hubiera sido extremadamente en la comedia de costumbres. Excusamos hablar del desarreglo anticlásico y de la exagerada licencia de sus dramas, consiguientes a la escuela que siguió. Su tragedia: Reinar después de morir o doña Inés de Castro, es sin disputa el mejor poema que escribió; él solo lo asegura un lugar distinguido en nuestro Parnaso dramático.

Las obras no dramáticas de nuestro autor son las ya citado:

Elogio del iuramento del sereníssimo príncipe don Felipe Domingo, qvarto deste nombre. De Luys Vélez de Gueuara, criado del Conde de Saldaña. Dirigido a la señora doña Catalina de la Cerda, Dama de la Magestad Católica doña Margarita de Austria, Reyna de España. Con licencia. -En Madrid, por Miguel Serrano de Vargas. Año de 1608; 8.º Al frente de este librito precioso (poema en ciento treinta y dos octavas), se leen composiciones poéticas laudatorias de Lope, Quevedo, el contador Gaspar de Barrionuevo, Salas Barbadillo, Miguel Silveyra, don Juan de España y Moncado, Céspedes y Meneses, Portocarrero y Pacheco, Salcedo Coronel, Soto de Rojas, don Alonso de Espinosa y don Antonio de Mendoza, paje del conde de Saldaña. Al fin: -De Diego Vélez de Guevara, a su hermano: Soneto.

El Diablo Coxuelo, verdades soñadas, y Nouelas de la otra vida. Traducidas a esta por Luis Vélez de Gueuara. -Madrid, en la imprenta del Reyno, 1841; en 8.º

El Diablo Cóxuelo. Verdades soñadas... etc. -Barcelona, 1646; 8.º

La misma. -En Barcelona, por Antonio de la Cauallería; 8.º Aprobaciones de Barcelona, 1680.

La misma. -Madrid, 1733. Lleva añadidas las Novelas: Los tres hermanos y El Caballero invisible, de Francisco de Navarrete y Ribera.

La misma. -Madrid, 1812; 8.º

La misma. -París, 1828. Imprenta de Gaultier Laguionie; 12.º Publicada a costa del señor don Joaquín María de Ferrer, y por él ilustrada.

La misma. -(Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra, tomo XXXIII. Segundo de Novelistas posteriores a Cervantes. -Madrid, 1854.) -Fol.

Le-Sage tradujo libremente la novela de Vélez con el título de

Le Diable boiteux. (París, 1707). Después la añadió y alteró más publicándola en París, 1726. -Dos tomos en 12.º

Algunos dichos graciosos de Luis Vélez de Guevara, conservados tal vez en apuntes manuscritos de su tiempo, insertó Pedro José Suppico de Moraes en su preciosa Collecçam de Apothegmas, Lisboa, 1733; libro tercero de la Parte segunda, donde se baila también el fragmento de comedia burlesca improvisada en la reunión de Palacio por Calderón, Moreto, Vélez y algún otro; fragmento ya reimpreso dos veces en la Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra.

Comedias manuscritas de este ingenio que existen en la biblioteca del señor duque de Osuna:

La Serrana de la Vera. Autógrafa, con la fecha de Valladolid, 1603. Después del título tiene esta nota: «Para la señora Jusepa Vaca».

El Águila del agua, y Batalla Naval del Lepanto. Autógrafa. Con la licencia de 29 julio 1642; firmada por Juan Navarro de Espinosa.

Auto de la mesa redonda. -Año de 1634.

La cristianísima Lis, y azote de la herejía.

El Rey muerto. Copia sin fecha.

También tiene el sol menguante. (Tragedia de Luis Vélez de Guevara, don Francisco de Rojas Zorrilla y otro.)311

El Alta y el Sol. Copia de 1709.

El Espejo del Mundo. Copia.

Entremés de El Bodegón. Manuscrito no original: en la misma biblioteca.

Manuscritas en la librería del señor don Agustín Durán:

El Rey en su imaginación. Con la licencia fechada en 20 de agosto de 1625.

La Creación del mundo. Copia.

El Renegado de Jerusalem. Copia antigua. -Inédita.

Los agravios perdonados, segunda parte. Copia.

Ícaro. (Auto sacramental.) Se representó con otros en Madrid, fiestas del Corpus, 4 de junio de 1641.

Citado por el señor Schack; probablemente inédito.

Comedias de Luis Vélez de Guevara. Primera parte. -Sevilla, año de 1730. Tomo póstumo citado solamente por Brunet, sin expresión de su contenido.

Comedias y autos en Colecciones de Varios:

Los Hijos de la Barbuda.

El Espejo del mundo. (Parte tercera de las comedias de Lope de Vega y otros auctores, con sus loas... etc. -Barcelona 1612; etc.)

La hermosura de Raquel, primera parte.

Segunda parte: (El más amante Pastor y dichoso Patriarca.) (Flor de las comedias de España de diferentes autores, recopiladas por Francisco de Ávila... Quinta parte. -Madrid. -Alcalá, 1615.)

El cerco del Peñón. (Doce comedias de Lope de Vega Carpio. [y otros autores.] Parte veinte nueve. -En Huesca, por Pedro Blusón, año de 1634.)

(?) El Príncipe Escanderberg. (Parte veinte ocho de comedias de varios autores. -Huesca, 1634.) (Parte veinte y ocho de comedias de Lope de Vega [y otros autores]. -Zaragoza, 1639. Una de las extravagantes.)

Este comedia va en la Parte veinte y ocho de Huesca, atribuida a Vélez; en la extravagante a Lope; en la Cuarenta y cinco de escogidas, con el título de El gran Jorge Castrioto y Príncipe Escanderberg, a Vélez; y con estos mismos títulos, suelta, atribuida a Belmonte, se halla una que tal vez es la misma.

El Espejo del mundo. (Doce comedias de varios autores... Empresso en Tortosa en la emprenta de Francisco Martorell, año de 1638.)

Los Amotinados de Flandes. (Parte treinta y una de las mejores comedias, que hasta hoy han salido. -Barcelona, 1638.)

Virtudes vencen señales, y negro Rey bandolero. (Parte treinta y dos, con doce comedias de diferentes autores. -Zaragoza, 1640.)

La nueva ira de Dios, y gran Tamorlán de Persia. (Parte treinta y tres de doce comedias famosas de varios autores. -Valencia, 1642.) (Va atribuida a Lope.)

La Luna de la Sierra. (Flor de las mejores doce comedias de los mayores ingenios de España. -Madrid, 1652.)

Reinar después de morir. (Doña Inés de Castro. La Garza de Portugal.) (Comedias de los mejores y más insignes ingenios de España. -Lisboa, 1652.)

El Privado perseguido. (El Paje de don Álvaro. -El Lucero de Castilla y Luna de Aragón. -El Duque de Arjona.) (El mejor de los mejores libros que han salido de comedias nuevas. -Alcalá, 1651. -Madrid, 1653.)

Reinar después de morir. (Doña Inés de Castro.)

También la afrenta es veneno. (Escrita con Rojas y don A. Coello.) (Comedias de los mejores y más insignes ingenios de España. -Colonia, 1697.)

El Lucero de Castilla y Luna de Aragón. (El Privado perseguido. -El Paje de don Álvaro. -El Duque de Arjona. (Comedias escogidas de diferentes libros de los más célebres e insignes poetas. -Bruselas, 1704.)

Auto sacramental: La Mesa redonda. (Navidad y Corpus Christi, festejados por los mejores ingenios de España. -Madrid, 1664.)

Auto Al Nacimiento de Nuestro Señor. (Autos sacramentales y al Nacioniento de Christo, con sus loas y entremeses. -Madrid, 1675.)

Celos, amor y venganza. (No hay mal que por bien no venga.)

La Rosa Alejandrina. (Santa Catalina.)

La obligación a las mujeres312. (P. 2.ª)

El Lego de Alcalá. (Fray Julián.) (P. 4.ª)

El embuste acreditado y disparate creído313.

Los Amotinados de Flandes.

Cumplir dos obligaciones, y Duquesa de Sajonia. (P. 7.ª)

A lo que obliga el ser Rey. (P. 10.)

El Diablo está en Cantillana.

El Verdugo de Málaga. (P. 16.)

El amor en vizcaíno (los celos en francés y torneos de Navarra).

El Rey don Alfonso el de la mano horadada. (Comedia famosa de disparates)314. (P. 18.)

Los sucesos en Orán por el marqués de Ardales. (P. 27.)

La Corte del Demonio. (P. 28.)

La Montañesa de Asturias.

El Príncipe viñador. (P. 30.)

La conquista de Orán, o el gran Cardenal de España. (P. 35.)

Las tres edades del mundo. (P. 38.)

El gran Jorge Casirioto, y Príncipe Escanderbec315. (P. 45.)

Comedias sueltas:

El asombro de Turquía y valiente toledano Francisco de Ribera.

Atila, azote de Dios, o la silla de San Pedro.

El Caballero del Sol.

Los celos hacen estrellas, o el amor hace prodigios.

El cerco de Roma por el Rey Desiderio.

Correr por amor fortuna.

Las glorias de los Pizarros, o palabras de los Reyes.

El Hijo del Águila, o señor don Juan de Austria. Es El Águila del agua, y Batalla de Lepanto.

El honor de los Guzmanes, y defensa de Tarifa316.

La Magdalena.

El marqués del Basto.

El mejor Rey en rehenes.

El Ollero de Ocaña, o no es barro lo del puchero.

El Rey naciendo mujer.

La restauración de España, o el alba y el sol.

El Rústico noble en Malta.

Santa Susana, o los Viejos de Susana.

Si el caballo vos han muerto, subid, Rey, en mi caballo...

También hay piedad sin celos.

Los tres portentos de Dios, y Príncipe de la Iglesia.

Celos son bien y ventura.

El Príncipe esclavo, y hazañas de Escandemberg.

Los agravios perdonados, primera y segunda parte.

Los celos hasta los cielos, y desdichada Estefanía. (Diversa de la de Lope.)

La Cristianísima Lis, y azote de la herejía.

La Niña de Gómez Arias. (Refundida por Calderón.)

El Rey muerto.

La jornada de Argel, y mayor desgracia de Carlos quinto.

Tal vez el amor conviene.

Nuestra Señora de la Inclusa.

La Abadesa del cielo. (Auto Sacramental.)

La comedia: El Caballero del Sol, de asunto caballeresco y de grande aparato, fue escrita expresamente por Luis Vélez para las fiestas de Lerma, a la solemne dedicación de aquella Iglesia Colegial, año de 1618, y la ejecutaron los criados del conde de Saldaña.

Comedias que escribió con otros autores:

Tercera jornada de El catalán Serrallonga, y bandos de Barcelona. (Con Rojas Zorrilla y don Antonio Coello.) (Parte treinta de comedias famosas de varios autores. -Zaragoza, 1636.)

Primera jornada de El pleito que tuvo el diablo con el cura de Madrilejos. (Con Rojas Zorrilla y Mira de Amescua.) (Flor de las mejores doce comedias de los mayores ingenios de España, sacadas de sus verdaderos originales. -Madrid, 1652.)

Primera jornada de La Ballasara. (Con Rojas Zorrilla y don Antonio Coello.) (P. 1.ª)

Segunda jornada de Enfermar con el remedio. (Con Calderón y Cáncer.) (P. 4.ª)

También tiene el sol menguante. (Con Rojas Zorilla y otro ingenio.) (P. 24.) (Va anónima, como de tres ingenios.) Existe manuscrita con el nombre de Luis Vélez. El de Rojas se declara al fin. Igual a No hay privanza sin envidia, o también tiene el sol menguante, como la luna creciente, que se halla con el nombre de un tal Nota, y anónima.

Jornada de El monstruo de la Fortuna, la lavandera de Nápoles: Felipa Catanea. (Con Rojas Zorrilla y don Antonio Coello.) Anónima. Diversa de la que está en las Partes séptima y veinte y cuatro, que es de Calderón, Montalbán y Rojas.

Jornada de También la afrenta es veneno. (Con Rojas Zorrilla y don Antonio Coello.)

Entremés de Los Sordos. (Ramillete de sainetes escogidos de los mejores ingenios de España. -Zaragoza, 1672.)

Baile de Colmenaruela.

Baile de los Moriscos. (Flor de las comedias de España... Quinta parte. -Madrid, Alcalá: 1615.) En la Biblioteca de Autores españoles que publica el señor Rivadeneyra, van insertas las comedias de Luis Vélez de Guevara, tituladas: Más pesa el Rey que la sangre; Reinar después de morir; Los Hijos de la Barbuda; El Ollero de Ocaña;El diablo está en Cantillana y la luna de la Sierra.

VERA (DON FERNANDO DE). (¿y Mendoza?) Merece muy señaladamente la estudiosa atención de los apasionados a nuestra historia literaria el pequeño libro, verdadera curiosidad bibliográfica, que con el título, perfectamente adecuado a su asunto, de Panegírico por la poesía, se imprimió sin nombre de autor en Montilla, año de 1627.

Conjeturas no del todo ajenas de fundamento, aunque evidentemente contrarias a lo que del mismo libro consta y del testimonio de respetables autoridades literarias, han atribuido esta peregrina obrita al célebre conde de la Roca, don Juan Antonio de Vera, Zúñiga y Figueroa. -Su verdadero autor (sin duda unido por vínculos de parentesco a este presuntuoso magnate y distinguido ingenio) se llamó don Fernando de Vera; tuvo probablemente el segundo apellido de Mendoza, y hubo de nacer en Sevilla por los años de 1603. -He aquí los datos en que se fundan estas noticias:

Don Nicolás Antonio estampa los siguientes (Biblioteca nova, I):

Fernando de Vera. -Scripsit: Panegírico por la poesía. -Montilla, 1627.

Explicación y notas al libro IV del Arte común. -Granada, 1631; 8.º

Don Agustín de Montiano y Luyando dice en la Pág. 10 de su Discurso segundo sobre las Tragedias españolas (Madrid, 1753):

En don Fernando de Vera se halla citada (Discurso apologético de la poesía, impreso en Montilla, año de 1627) la tragedia de Dido y Eneas, de don Guillén de Castro, autor bien conocido por lo que contribuyó su Cid al de Pedro Comeille.



Don Luis José Velázquez, marqués de Valdeflores, en sus Orígenes de la Poesía castellana, 1754-97, se expresa a la Pág. 137, en estos términos:

El Libro de la erudición poética, de don Luis Carrillo, publicado con sus rimas en Madrid, 1613, y el discurso apologético en defensa de la poesía, que compuso don Fernando de Vera, acreditan lo mucho que uno y otro autor habían leído en una edad muy corta; pues el primero te escribió antes de los veinte y cinco años, y el segundo, a los diez y seis.



Veamos ahora lo que del mismo libro resulta, describiéndole menudamente:

Panegyrico por la poesía. (Grabado en cobre, de buen buril: un águila, de cuyo pico sale inscripto en una cinta el lema: Veritas vincit, sostiene y presenta entre sus garras el escudo de los Veras, apoyándose sobre un medallón que ofrece en su campo flores libadas por solícita abeja, y alrededor la leyenda: Brevis in volatilibus apis et initium dulcoris habet fructus illius.) Colofón final: «Impresso en Montilla, Por Manuel de Payua. Año de 1627»; 8.º Aprobación del padre fray Juan de Vitoria, catedrático de escritura de la Universidad de Osuna. (Fechada en Osuna, 29 de enero de 1627.) -Comienza así:

«Por mandado del señor Vicario... de la villa de Montilla, he leído este papel titulado: Panegyrico por la poesía, y no he encontrado en él cosa desigual de nuestra santa fe y buenas costumbres; con que es mi parecer que puede ser impreso. Y porque lo introduce el uso, digo que los años pasados vio y aprobó este mismo papel Lope de Vega Carpio, y se dio al molde con nombre del autor, si bien no tuvo cielo por la desconfianza del acierto, más digna del más discreto. Pero hoy con atenciones particulares no se ha podido negar a salir enteramente, aunque sin el artífice; sea modestia o bizarría callar el nombre, o por no hacer culpable la primera acción, o porque se asegura el dueño mayores desempeños de sus esperanzas fáciles de prometer a los que conocemos su ingenio...».



A la vuelta, escudo del conde-duque de Olivares. -Dedicatoria del autor, al mismo, sin firma. -Sevilla 9 de enero de 1627. -«A los atentos». (Prólogo del autor, en que hace reseña de los antiguos que escribieron en loor de la poesía, y da sobre su propia obra las interesantes noticias que siguen):

«...Y no digo la razón por qué se ha hecho (el libro) de estampa, como no importa para mayor inteligencia suya, pero no me ha movido el celo de aprovechar mi patria, o la ajena, casi común en cuantos escriben, porque es una piedad muy osada prometerse tanto aprovechamiento; ni acuso mi insuficiencia (como dicen...) aunque desconfío tanto de mis acciones, como de quien tienen a mi contra su acierto: mas lo que no excuso decir es, que estando este papel a medio imprimir (aurá seys años) corrió fortuna en la imprenta, quizá por falta de tiempo, o Dios lo permitiría en desempeño de su verdad, que predijo peligros en el mar y aun en los mismos deudos más llegados para que le conozcamos por el solo verdadero Padre y Piloto: con que aurán llegado a playa ajena, testigos desta tormenta, y sirva esto de nota a el que hubiese visto fragmentos desta fábrica; y de satisfacción de no hauer puesto muchas personas que autorizarían este discurso, la poca noticia que en diez y siete años (edad en que se escribió), puede caber de tantos ingenios..., etc.».



Síguese el texto, dividido en catorce períodos. -Al final: «Resunta de este Panegyrico». (Índice alfabético.) -Colofón.

En el Período decimotercio forma el actor copioso catálogo de poetas castellanos, empezando desde la época del marqués de Santillana o de don Juan II, y dando privilegiado y más extenso lugar a los grandes y titulados. De este capítulo son preciosas para nuestro objeto los indicaciones que trascribimos a continuación:

Folio 52. -El marqués de Guadalcazar escribe corteses versos, y nadie es más digno de ser imitarlo que el duque de Feria317, pues a no temer la recusación, diría, que en afecto y dulzura ventajosamente excede a muchos.

Folio 54. -A don Francisco de Calalayud, don Alonso Tello de Guzmán, don Juan Picón de Leca, don Juan de Arguijo, no puedo alabar por ser naturales de Sevilla.

Folio 54 vuelto. -...todos sevillanos, y otros infinitos caballeros, de quien escribiera mucho, como merecen tales ingenios, si no temiese mi afecto que parecería pasión lo que es verdad.

Folio 55. -...Y sin temor de la recusación, puedo encarecer los versos científicos y dulces de don Antonio de Monroy y Zúñiga, señor de Monroy318; y de don Juan de Vera y Mendoza, del hábito de Alcántara, señor de Palazuelo, osara decir sin miedo de que la pasión juzga mal, que ninguno le ecede.

Folio 55 vuelto y 56. -Y del ingenio del señor de Torremayor, don Juan Antonio de Vera y Zúñiga, no sabré decir lo que siento; pero bien conocidos son sus libros y sus versos, que por rematar bien, le guardé este lugar, y porque no los graduó por su antigüedad en este discurso.



Los pasajes que acabamos de trasladar del precioso librito, después de suministrarnos con la noticia de su primera y no terminada impresión, en el año de 1620, datos que fijan casi con absoluta precisión la fecha del nacimiento del autor (año de 1603), datos referidos por él mismo, nos indican muy claramente la patria de éste y nos revelan sus conexiones de parentesco, más o menos próximas, con ilustres personajes, a quienes distinguían los apellidos de Vera, Mendoza, Zúñiga y Figueroa. El escudo de los Veras que, con empresa alusiva a la corta edad del autor, se ostenta en la portada anónima, está allí expresando, a modo de jeroglífico, el nombre del autor. Pudiera conjeturarse, si el libro no llevase dedicatoria, que el tal escudo se había estampado para lisonjear la vanidad de un oculto Mecenas; pero esta sospecha no tiene aquí lugar alguno.

Declara el aprobante que en la impresión primera iba consignado el nombre del autor. Debió, pues, de divulgarse bastante, y así llego a noticia de don Nicolás Antonio, de quien acaso no fueron tan poco desconocidos los fragmenios de la tirada primitiva. ¿No es muy posible que llegasen, conservados en tal que tomo de papeles varios, a manos de Velázquez o de Montiano?

Corrió fortuna este papel en la imprenta (nos dice el autor), hallándose a medio estampar; y añade que, fue quizá por falta de tiempo, y con amarga, aunque embozada alusión, se refiere a la excasa confianza que, en lo humano, debemos tener aun en los más allegados parientes. -Alguno de los suyos, encargado de cuidar de la impresión hubo de ser en ello poco diligente; quizá se extravió el original, y tal vez entre tanto se deshizo y desbarató el establecimiento en que se imprimía.

Ninguno de los indicios y datos que van apuntados señala, pues, como autor del Panegírico por la poesía, impreso en 1620 y 1627, al conde de la Roca, don Juan Antonio de Vera y Zúñiga; prescindiendo de lo puramente relativo a los apellidos y parentescos. Nació éste en Mérida, no en Sevilla; pasaba de los treinta años en 1620; publicaba ya, desde este año mismo, y siguió imprimiendo sus obras con su nombre, sin ocultarle más que en las varias que forjó para ensalzar su estirpe; y, por último, ni él hubiera dejado de llevar a cabo la primera impresión del libro, ni usado del humilde tono con que el prólogo se halla escrito.

Era, sin duda alguna, cercano deudo suyo el verdadero autor, don Fernando. Tiene su primer apellido y las mismas conexiones de familia; menciónale como con tímido respeto, y con una especie de misteriosa reserva en que va envuelto el propio reparo que manifiesta al elogiar a sus allegados el duque de Feria, el señor de Monroy y don Juan de Vera y Mendoza, señor de Palazuelo319, de los cuales, sin embargo, parece ser este último el que le merece más cariñosa predilección.

Singular coincidencia! El expresado conde, don Juan Antonio, casó muy muchacho (dice el genealogista López de Haro) con doña Isabel de Mendoza, y tuvo de esta señora dos hijos: don Fernando y don Pedro de Vera y Mendoza, que en el año de 1621, ya huérfanos de madre, eran religiosos profesos de la Orden de San Agustín en el convento de Sevilla. Su padre, que nació por los años de 1583 al 85, pudo contraer este enlace en el de 1600, o poco después, y lograr el fruto de él en los dos o tres años subsiguientes. Así la edad del padre Fernando de Vera y Mendoza, en 1620, debía ser próximamente la misma que contaba el autor del Panegírico por la poesía320.

Yo me guardaré bien de sacar ligeramente consecuencias de estas analogías de tan notable especie, combinándolas con cierta frase del prólogo que ya dejo subrayada.

Para esclarecer la cuestión réstanos examinar detenidamente los nobiliarios, ya respecto de los señores de Palazuelo, ya en orden a los entronques de la casa y familia de don Juan Antonio de Vera, conde de la Roca.

El Nobiliario de Haro, siempre estimable, y cuyas noticias sobre los Veras fueron suministradas por el mismo conde de la Roca, nos ofrece los siguientes datos:

Don Diego de Vera, capitán general y Trece de la Orden de Santiago y comendador de Calzadilla, retatarabuelo del conde de la Roca, don Juan Antonio, casó con doña Marina Gómez de Figueroa, de la casa de Feria. De este enlace tuvieron, entre otros hijos, a doña Francisca de Vera y Mendoza, que casó con el coronel Diego de Cáceres Ovando (hermano de Nicolás de Ovando, comendador mayor de Alcántara), y de él tuvo a Diego de Cáceres Ovando y a Juan de Vera de Mendoza.

Fue este tal Juan de Vera de Mendoza, señor de Carija; enlazose con doña Marina Gómez de Monroy, señora del Palazuelo, su prima hermana (como nieta que asimismo era por línea paterna del Trece, Diego de Vera, siéndolo por la materna de Fernando de Monroy, señor de Monroy); y de este matrimonio fue primogénito otro Juan de Vera de Mendoza, señor del Palazuelo y de Carija, que habiéndole contraído con doña Francisca de Tobar, tenía cuatro hijos a principios del siglo XVII, a saber:

Primogénito, don Diego de Vera y Tobar, militar y regidor de Mérida; hijo segundo...; hijo tercero, don Juan de Vera de Mendoza, canónigo de Zamora; hijo cuarto, don Fernando de Vera y Monroy, que después de haber militado en Flandes, fue también regidor de Mérida y vivía en 1622.

A esta fecha había ya fallecido el expresado primogénito don Diego, cuya esposa fue doña Antonia de Tobar, sucediéndole en los señoríos del Palazuelo, etc., su primer hijo don Juan de Vera y Tobar, caballero de la Orden de Alcántara, regidor de Mérida, donde residía, casado con doña Leonor de Alburquerque Portocarrero, y con un solo hijo, llamado don Diego de Vera.

La precedente relación, al paso que nos pone de manifiesto los entronques de la casa de los señores del Palazuelo con la del conde de la Roca y demás citadas, no presta luz sobre el verdadero autor del Panegírico de la poesía. ¿Cómo suponer que lo fuese el don Fernando de Vera y Monroy que, de vuelta ya de sus campañas en Flandes, residía de regidor en Mérida (probablemente su patria) por el año de 1622, contando por lo menos cuarenta de edad? Respecto del señor del Palazuelo, a quien cita nuestro encubierto autor, puede asegurarse que se refirió al que lo era por aquellos años, don Juan de Vera y Tobar, caballero de la Orden de Alcántara; la variante del segundo apellido debe atribuirse a equivocación, nada extraña, suya o del genealogista López de Haro.

VERA Y MENDOZA (DON FERNANDO LUIS DE).

No hay gusto como la honra. (P. 31.)

VERA Y ORDÓÑEZ DE VILLAQUIRÁN (DON DIEGO DE). Conforme con la opinión del entendido historiador de nuestra literatura dramática, señor barón de Schack, creo que el poeta dramático den Diego de Vera, citado por Agustín de Rojas:


    El licenciado Mejía,
el buen don Diego de Vera,
Mescua, don Guillén de Castro...



es el mas conocido como lírico, autor del las Heroydas bélicas y amorosas, don Diego de Vera y Ordóñez de Villaquirán.

Nació en Madrid, por los años de 1570; fueron sus padres don Andrés de Vera, vecino y natural de esta corte, gobernador de los Musos, y doña Catalina de Villaquirán, natural de Tordesillas. El mismo refiere en los argumentos que preceden a sus Heroydas, que «después de haber empleado parte de su niñez y el principio de su juventud en peregrinar los mares, y algunas de las más remotas tierras, aunque con infelices sucesos», fue enviado por sus padres a casa del cardenal arzobispo de Toledo, don Bernardo de Sandoval y Rojas, «en cuyo palacio la educación, lenguaje, estilo y urbanidad se enseñaban y aprendían por los pajes de su Eminencia». Que enamorado de doña Juana Girón, señora muy ilustre, después de servirla siete años, con sumas dificultades, inauditos trabajos e increíble resistencia del Cardenal, que le destinaba a la carrera eclesiástica, al fin casó con ella. Y que habiendo, a consecuencia de esto, abrazado la profesión militar, llegó a ser capitán de infantería y alguacil mayor de la inquisición de Cataluña, en los condados de Rosellón, Cerdaña y Urgel, y más tarde gobernador y capitán general de la ciudad de Chiapa y provincia de los Lacandones o del Próspero, a cuya conquista asistió.

Hízosele por estos servicios merced del hábito de Santiago, y Álvarez Baena dice que obtuvo el de Calatrava por cédula de 18 de agosto de 1623.

Residía ya en Madrid por el año de 1612, en cuyo tiempo edificó en sus propias casas de esta capital, calle del Oso, un oratorio público bajo la advocación de nuestra señora del Favor y San Marcos evangelista, oratorio en que se fundó después, año de 1644, la primera iglesia y casa de clérigos reglares de San Cayetano.

Publicó Vera Ordóñez sus Heroydas bélicas y amorosas, en Barcelona, imprenta de Lorenzo Deu, alío de 1622; en 4.º No son otra cosa que ocho epístolas en tercetos, dirigidas unas a Luis XIII de Francia, instándole a emprender la conquista de la Rochela y al castigo de les rebeldes, y otras al cardenal arzobispo Sandoval y Rojas. Sus versos (dicen los eruditos traductores y anotadores del Ticknor), no se recomiendan ni por su fluidez ni por su invención; pertenecen sí al género culto, y están llenos de imitaciones de Ovidio, Horacio, Virgilio y otros autores.

Ignoramos la época del fallecimiento de este poeta. El elogio que Lope le dedicó en el Laurel parece que se refiere a persona que a la sazón vivía. Dice así:


    Si adviertes en las célebres canciones
de don Diego de Vera,
dirás que amor pudiera
sus flechas remitir a sus razones;
y si a mirar te pones
la erudición, dirás que Horacio vive,
que Homero canta, que Virgilio escribe.



Es de creer que muriese antes que Lope de Vega, pues que no se halla composición alguna suya en la Fama póstuma de aquel grande ingenio.

No concurrió Vera Ordóñez a los célebres certámenes de san Isidro, pero sí al muy famoso del Sagrario de Toledo. Léense en la Descripción de aquella capilla y de las fiestas de su erección, impresa en Madrid, 1617, una Glosa, un Soneto y unos Tercetos elegantísimos de don Diego de Vera y Ordóñez de Villaquirán.

Las comedias de este autor, fruto sin duda de sus años juveniles, no son conocidas, a lo menos con su nombre, si se exceptúa una contenida en la Parte veinte y dos de Madrid, y escrita concierto don José de Ribera.

Al mismo don Diego puede también, por la fecha ser atribuida una colección rarísima de poesías eróticas citada por él señor Durán (que no había logrado verla), en estos términos:

Cancionero llamado Danza de Galanes, recopilado por Diego de Vera. -Barcelona, Gerónimo Margarit, 1625; en 12.º prolongado, 160 folios. -Lérida, 1612; 12.º

Comedia de don Diego de Vera y don José de Ribera:

Merecer de la Fortuna ensalzamientos dichosos. (P. 22.)

VERA TASSIS Y VILLARROEL (DON JUAN DE). Célebre como editor de las obras del gran dramático don Pedro Calderón de la Barca, y harto oscuro por las suyas propias, don Juan de Vera Tassis hubo de nacer por los años de 1634 a 1640, acaso en la ciudad de Soria, a la que llama en uno de sus escritos «tronco feliz de tantas gloriosas ramas, en letras, en armas y en nobleza». Sus apellidos le acreditan de vástago de ilustre familia, y la bizarría con que publicó ajenas obras demuestra que era poseedor de no escasos bienes de fortuna.

Fue don Juan de Vera Tassis íntimo amigo del inmortal don Pedro Calderón de la Barca, que nació en el año de 1600, y de don Agustín de Salazar y Torres, malogrado ingenio, nacido en 1642. Salazar y nuestro Vera Tassis fueron discípulos de aquel gran poeta, a quien conocieron y trataron ya muy anciano.

Muerto Calderón en el año de 1681, Vera Tassis, que poseía sin duda algunos originales de sus comedias (aunque el autor legó todos sus manuscritos a la Congregación de San Pedro de sacerdotes matritenses), y que había reunido todas las ediciones de ellas que corrían, bien o mal impresas (comprendidas en este número las que salieron coleccionadas en vida y contra la voluntad de Calderón321) publicó en el siguiente año de 1682 una colección de tan preciosas y estimadas obras, compuesta de nueve tomos, ofreciendo un décimo volumen, que no llegó a publicar. Corrigiolas cuanto pudo, librando, a muchas de ellas de graves yerros (a las impresas, decimos) aunque no de todos los que tenían. De las trece que ofreció para el tomo X, nos son hoy desconocidas diez, entre ellas la de Don Quijote de la Mancha. Vera Tassis obtuvo de Calderón lo que ningún otro: el permiso para imprimir comedias suyas, y el que el propio autor corrigiese las pruebas de esta impresión; con cuyos requisitos dio a la estampa en la Parte cuarenta y seis de Madrid (año de 1679) Las armas de la hermosura y La Señora y la Criada.

En el año mismo del fallecimiento de Calderón había sacado a luz don Juan de Vera Tassis, de las obras póstumas de don Agustín de Salazar y Torres (su amigo y acaso conterráneo), con título de Cythara de Apolo, la Primera parte, ilustrada con la biografía del autor que murió, sin llegar a los treinta y cuatro años, en 1675322.

Prometió nuestro don Juan en los prólogos a la Tercera y Cuarta parte del Teatro de Calderón, publicar muy en breve la Historia de Nuestra Señora de la Almudena, patrona de Madrid, que tenía escrita y ofrecida, y en el de la Parte séptima el Poema heroico y Paráfrasis de Job, que dice asimismo había ofrecido. No sabemos que cumpliese estas repetidas promesas323.Dio a luz tres comedias suyas en la referida Parte cuarenta y seis de Varios, Madrid, 1679. Hallamos además otras tres de su pluma en impresiones sueltas. Con su amigo Salazar y Torres escribió la titulada: Más triunfa el amor rendido.

Vivía nuestro autor aún a principios del siglo XVIII, como lo comprueban dos obras suyas: una dramática y otra histórica, de que daremos noticia.

No he tenido ocasión de ver las producciones dramáticas de Vera Tassis, ni otra poética suya que la Canción fúnebre a la fama póstuma de Salazar y Torres, que puso al principio de las obras de este malogrado poeta. Si por esta canción y por el refinado culteranismo de su prosa hubiéramos de inferir el mérito de los dramas que compuso, bien poco le favorecía nuestro juicio.

Estuvo adornado de copiosa erudición, que prueban sus adecuadas citas de antiguos y clásicos escritores.

Publicó los dos siguientes libros sobre la imagen de la Almudena:

Historia del origen, invención y milagros de la sagrada imagen de Nuestra Señora del Almudena, antigüedades y excelencias de Madrid, que por mano de su imperial Ayuntamiento dedica a la Cathólica Magestad del Rey nuestro señor don Carlos II, don Juan de Vera Tassis y Villarroel, secretario y chronista de la Real Esclavitud desta Imagen Soberana, chronista de su Majestad en estos Reynos y su Fiscal de las comedias. -Madrid, por D. Francisco Sanz, año 1692; folio.

Obra escrita sin crítica: los testimonios que en ella cita son generalmente los falsos cronicones. Nueve años después dio al público:

El triunfo verdadero y la verdad defendida en la historia del origen, invención y milagros de Nuestra Señora la Real del Almudena, Patrona de Madrid, que don Juan de Vera..., publicó, y ahora defiende debaxo de la protección del Rey Nuestro Señor Don Phelipe V. -Salamanca, por Isidro de León, año de 1701; 4.º

Defensa de la obra anterior contra la impugnación del padre maestro Cano y Olmedilla324.

Comedias de Vera Tassis:

Cuanto cabe en hora y media.

El Patrón de Salamanca, Son Juan de Sahagún con Monroyes y Manzanos. -Así va titulada en la Parte cuarenta y seis.

La corona en tres Hermanos. (P. 46.)325

La comedia La corona en tres Hermanos, se divide en tres jornadas, con los títulos:

1.ª El Rey don Pedro de Aragón y de Pamplona.

2.ª Alfonso el Batallador, o el Emperador de España.

3.ª El Rey don Ramiro el Monje, y la campana de Huesca.

Comedias sueltas:

Felipe Quinto en Italia.

El triunfo de Castro, o Francisco de Castro.

El triunfo de Judit, y muerto de Holofernes.

Segunda y tercera jornada de Más triunfa el amor rendido. (Sin armas vence el amor. -El mayor triunfo de amor.) -Madrid, 1684. (Con don Agustín de Salazar y Torres.)

VERGADA (DON PASCUAL DE).

El amparo universal: Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia. Manuscrito inédito de 1732. Biblioteca del Sr. Durán.

VERGARA (HIPÓLITO DE). Ingenio andaluz, acaso natural de Osun; floreció a fines del siglo XVI y en las tres primeras décadas del siguiente. El doctor Antonio Navarro le cita en su Discurso apologético de las comedias entre los autores dramáticos de fines del siglo XVI, y ya contemporáneos de Lope de Vega. Cervantes le coloca el tercero en la lista de poetas famosos llamados a la defensa del Parnaso. Dice así (Viaje, Cap. II):


    Este que en lista por tercero pones,
que Hipólito se llama de Vergara,
si a llevarle al Parnaso te dispones,
    haz cuenta que en él llevas una jara,
una saeta, un arcabuz, un rayo
que contra la ignorancia se dispara.



Publicó en Osuna y Sevilla, año de 1630, una Vida del Santo Rey don Fernando, incluyendo en ella la comedia, también de su pluma, titulada: El Defensor de la Virgen, relativa al mismo asunto.

Don Juan Isidro Fajardo, al citar en su índice manuscrito la referida pieza dramática, denomina al autor Hipólito de los Reyes, y advierte que «don Nicolás Antonio le llama de Vergara». Después en la lista que forma de algunos autores dice: «Hipólito de Vergara, natural de Sevilla».

Vida del Santo Rey don Fernando, en orden a su canonización. -Osuna. -Sevilla, 1630; 8.º

Contiene la comedia:

El Defensor de la Virgen, o hechos del Santo Rey don Fernando.

Es tal vez esta misma la que se atribuye al propio autor, denominada:

La Virgen de los Reyes. Menciónase anónima en el Catálogo de Huerta.

Hay otra de Nuestra Señora de los Reyes, de Guedeja y Quiroga.

VERGARA (JUAN DE). Actor cómico citado por Agustín de Rojas (Loa de la Comedia, compuesta antes de 1603) como uno de los de su profesión que escribieron

Farsas, loas, bailes, letras.

No hallamos noticia de él en ninguno de los autores que han tratado o hecho mención de los antiguos farsantes españoles. Pero don Nicolás Antonio nos la da muy peregrina de Dos coloquios pastorales, impresos en Valencia por Juan Mey, en 8.º, año de 1567, y compuestos por Juan de Vergara, de cuyo autor confiesa que ignoraba quién fuese. Tal vez este es nuestro desconocido representante326.

Hace otra vez mérito Agustín de Rojas, en el Viaje entretenido, del autor de compañía Vergara. Hablando (Pág. 54) de su propia loa: Todo lo nuevo aplace, dice que:

Fue muy celebrada en Sevilla, porque había dos años (esto era por los de 1596) que estaba Villegas representando en ella y llegó Vergara con buena compañía y mejores comedias (aunque no ganó nada, porque a Villegas le quieren mucho en esta tierra...)



Hallamos una Glosa de cierto Juan Vergara de la Serna, en el certamen de las fiestas del Sagrario de Toledo, que se celebraron por octubre de 1616.

Al actor Vergara nombra también con elogio Lope de Vega Carpio al fin de El Peregrino (1604), en la lista que allí inserta de diez comedias suyas que se proponía dar a luz en una Segunda parte de aquella obra. Hace mención de los actores que la representaron, y dice que «Vergara, general en todo género de representaciones», hizo la titulada: El Argel fingido.

VERGARA (JUAN DE).

Dos coloquios pastorales. -Valencia, por Juan Mey, 1567; 8.º

VICENO (DON FRANCISCO).

El Loco en la penitencia, Roberto el Diablo. Diversa de la que se halla en la Parte once con título de El Loco en la penitencia; de un ingenio.

VICENTE (GIL). Plauto lusitano; dispútanse el honor de haberle dado cuna las villas de Guimaraens y Barcelos y la ciudad de Lisboa. Nació por los últimos años del siglo XV, cuando ya florecía y era célebre Juan del Encina, a quien imitó con felicidad y admirable ingenio, siendo a su vez fundador del Teatro portugués. Hijo de ilustres padres, se dedicó al estudio de la Jurisprudencia en la Universidad de Lisboa, pero llevado de su natural inclinación le abandonó por el de las Bellas Letras. En 1502 se representó su primer ensayo dramático, el primero también del moderno Teatro que en Portugal se hacía, y fue un soliloquio en verso castellano, que recitó sin duda el autor mismo vestido de pastor a presencia de las personas reales, para festejar el nacimiento del príncipe, después rey, don Juan III. Agradó tanto a la reina, que le mandó componer otro Auto pastoril, a imitación de los de Encina, para la noche de Navidad; y esta obra dramática y las que sucesivamente produjo su pluma, representadas siempre en Palacio, afianzaron cada vez más su fama y renombre poético, granjeándole el constante aprecio de la real familia. Casó en el año de 1500 con Blanca Becerra, de quien tuvo tres hijos: Gil, su competidor en la invención dramática; Luis, también poeta, y editor de las obras de su padre; y Paula Vicente, de feliz talento para la representación cómica y que asimismo escribió dramas y alguna otra obra. Habiendo pasado nuestro Gil Vicente a Evora con la corte, murió allí, año de 1557, con gran sentimiento de los príncipes y de todos los amantes de las Letras. Fue enterrado en el convento de San Francisco de aquella ciudad, grabándose sobre su sepulcro un epitafio en verso, que tenía compuesto para sí y se halla inserto en sus obras.

Obras de Gil Vicente. -1557. Edición dudosa, que se cita y suporte hecha por su hijo Luis Vicente.

Compilaça de todas las obras de Gil Vicente, o qual se reparte em sinco lluros. O primeiro e de todas suas cosas de devaçam. O segundo as Comedias. O terceiro as Tragicomedias. O quarto as Farsas. No quinto as obras meudas. -Lisboa; Joa Álvarez, 1562; folio. Edición que hizo su hija Paula. Contiene cuarenta y tres composiciones dramáticas; de ellas diez y siete en portugués, once en castellano y quince en uno y otro idioma.

Castellanas:

Auto pastoril del nacimiento (de don Juan III).

Auto de Los Reyes Magos.

Auto de La Sibyla Cassandra.

Auto de Los cuatro tiempos.

Comedia de Rubena.

Comedia del Viudo.

Tragicomedia del Triunfo del Invierno.

Auto de Los Físicos.

Auto de La Fe.

Auto de La barca de la Gloria.

Arito del Nacimiento del Redentor.

Castellano-portugueses:

Auto... sobre los muy altos y muy dulces amores de Amadís de Gaula con la princesa Oriana hija del Rey Lisuarte.

Tragicomedia de don Duardos.

Tragicomedia de El Templo de Apolo.

Comedia de La Romería de agraviados.

Comedia de La Nao de amores.

Tragicomedia al parto de la Reina.

Tragicomedia de La Fragua de Amor.

Comedia de La Floresta de engaños.

Exhortación a la guerra.

No tengo noticia de las seis restantes.

Portuguesas:

Auto da Barca do Purgatorio.

Auto da Barca do Inferno.

Breve summario da Historia de Deos.

Auto chamado da Lusitania.

Auto do Juiz da Beyra.

Pranto de María Parda.

Auto da Donçella da Torre, ou do Fidalgu portugues.

Triunfo do Inferno. (Comedia)

No conozco los títulos de las nueve restantes.

Don Juan N. Bohl de Faber Insertó en su Teatro español anterior a Lope de Vega (Hamburgo, 1832), seis de las piezas dramáticas de Vicente, a saber: el Auto pastoril del Nacimiento del príncipe don Juan; el del Nacimiento de nuestro Redentor; el de Los Reyes Magos; el de La Sibyla Casandra; el de Los cuatro tiempos, y la Comedia del Viudo. incluyó además: la escena primera de la Comedia de Rubena; la última del Auto de Los Físicos, y un paso de la Tragicomedia el Triunfo del Invierno. Moratín no dio lugar a ninguna: sus anotadores en la Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra, han insertado un pasaje de la Tragicomedia del Paraíso y del Infierno.

El Auto pastoril que precede a todas estas obras, fue el primero que se representó en Portugal. Hizose delante de los reyes don Manuel I y doña Beatriz (española), en la segunda noche del nacimiento del príncipe don Juan, el 6 de junio de 1502.

El Auto de Amadís y La Rubena, fueron prohibidos por la Inquisición.

Obras... -Lisboa; por Andrés Lobato, 1586; 4. º Edición expurgada.

Obras... -Hamburgo, 1834. Tres tomos, 8.º Edición publicada por J. V. Barreto Feio y J. M. Monteiro, caballeros portugueses.

Auto de moralidade composto per Gil Vicente, per contemplaça da sereníssima e muyto cathólica Reynha Donha Lionor nossa senhora, e representada per seu mandado a o poderoso príncipe e muy alto Rey Don Manoel primeiro de Portugal deste nome.

Esta pieza fue luego por el autor puesta en castellano, y es la que sigue:

Tragicomedia alegórica del Parayso y del Infierno, moral representación del diverso camino que hacen las almas desta presente vida, figurada por los dos navíos que aquí parescen; el uno del cielo y el otro del infierno, cuya subtil invención y materia en el argumento de la obra se puede ver. Son interlocutores un ángel, un diablo, un hidalgo, un logrero, an inocente llamado Juan, un frayle, una moza llamada Floriana, un zapatero, una alcahueta, un judío, un corregidor, un abogado, un ahorcado por ladrón, cuatro caballeros que murieron en la guerra contra moros, el barquero Carón.

Fue impresa en Burgos en casa de Juan de Junta, a veinte y cinco días del mes de enero, año de 1539. En verso.

Tal es la nota bibliográfica que Moratín da de esta pieza, suponiéndola anónima, y añadiendo que es una imitación del Auto de moralidade, de Gil Vicente. Consta por una copia manuscrita, sacada sin duda de otra edición, que es obra del mismo Gil Vicente; lleva en la expresada copia su nombre y la siguiente advertencia:

«Compúsolo en lengua portuguesa, y luego el mesmo autor lo trasladó a la lengua de Castilla, aumentándolo».



Tragicomedia alegórica: Del Paraíso y del Infierno. (Grabado en madera que representa dos barcos: en grabados laterales las figuras de las personas siguientes, con sus nombres: Hidalgo. Juan. Logrero. Ladrón. Alcahueta. Corregidor. Letrado.) Moral representación del diuerso camino que hacen las ánimas en partiendo desta presente vida. Figurada por los dos nauios que aquí parescen. El uno del cielo. Y el otro del infierno. Cuya subtil inuención y materia en el argumento de la obra se puede muy bien ver.

Sin año ni lugar; doce hojas, en 4.º, sin foliación, signadas de dos en dos. Al fin se lee un texto del Eclesiástico y debajo, en dos estrofas de a ocho versos, una aplicación del mismo.

(Tomo de piezas dramáticas antiguas españolas, existente en la Biblioteca Real de Munich; descrito por el señor Wolf.)

Ediciones sueltas de las obras dramáticas de Gil Vicente:

Auto de Amadís de Gaula. -Lisboa: Vicente Álvarez, 1586; 4.º -Ib.: Domingo de Fonseca, 1612; 4.º

Auto da Barca do Inferno. -Lisboa, 1623. -Evora, 1671; 4.º

Auto de Don Duardos. -Lisboa, 1615 y 1634. -Braga, 1623; 4.º

Auto do Juiz da Beyra. -Lisboa, 1630; 4.º

Triumfo do Inferno. (Comedia). -Lisboa, 1613; 4.º

Pronto de María Parda. -Lisboa; Antonio Álvarez, 1632; 4.º

Auto da Donçella da Torre, ou do Fidalgo portuguez. Lisboa: Antonio Álvarez, 1643; 4.º

VICENTE (GIL). (Hijo.) Natural de Lisboa; hijo del famoso Gil Vicente y de Blanca Becerra. Cultivó la poesía con buen ingenio; entre muchos autos que dejó escritos mereció particular aceptación el titulado: Don Luis de los Turcos. Abrazó la carrera militar y pasó a servir en la India, donde murió en acción de guerra.

Esto refiere Barbosa. Nuestro García Villanueva Hugalde y Parra, dice que este poeta, a quien llama Luis, compuso una comedia titulada: Los Cautivos, y que celoso su padre del mérito que por ella descubría, lo envió a la India, donde perdió la vida.

Comedia dos Cautivos. Auto de Don Luis de los Turcos. Según se deduce, quedó manuscrito con otros del mismo, cuyos títulos no estampa Barbosa.

VICENTE (PAULA). Hijo del famoso Gil y de Blanca Becerra. Fue camarista de la infanta doña María, hija del Rey Don Manuel. Representaba con admirable gracia las composiciones dramáticas de su padre; fue diestra en la música; escribió comedias y un Arte de lengua inglesa y holandesa, obras que quedaron manuscritas.

VIDAL Y SALVADOR (DON MANUEL). Natural de Torre Blanca, diócesis de Tortosa; floreció a fines del siglo XVII. Estudió filosofía, griego y otros idiomas, y siguió la carrera de Leyes, hasta graduarse de doctor, en Valencia; ejerció allí la abogacía y sustituyó cátedras de su facultad, y después se trasladó a Madrid, donde adquirió gran crédito como jurista, y al mismo tiempo se captó la estimación de los hombres de Letras, ya por su erudición y conocimientos lingüísticos, ya por la extraordinaria facilidad que tenía en versificar de repente: habilidad de que dio muestras desde niño, así como de su asombrosa memoria. En Madrid casó y fue nombrado oficial de la Secretaría del Consejo de Estado en la negociación de Italia, y traductor de Lenguas en la de España.

Algunas comedias y autos que compuso lo merecieron el favor de los Reyes pero más especialmente le distinguió la reina doña María Luisa de Orleans. En su obsequio escribió varias poesías francesas, y por su mandato improvisó en tres días la comedia: Disimular es vencer, que la misma señora representó con sus damas en palacio, sin otros espectadores que el Rey, el conde de Oropesa, el secretario Marban y el mismo autor, que hacía de consueta. En recompensa le consiguió su augusta protectora merced de hábito, de que no usó, una cuantiosa ayuda de costa y plaza de secretario del Consejo de Estado. Pero no llegó a ocupar este destino, por haberse desvanecido tan alto influjo con el fallecimiento de la Reina, ocurrido poco después, año de 1689.

Continuó Vidal en sus antiguos empleos, sin dejar de cultivar las Letras, escribiendo varias comedias y poesías líricas y algunas otras obras en prosa. De sus comedias y autos la mayor parte no se dieron a la estampa, inclusa en este número la pieza que hemos referido, que poseía años pasados manuscrita el doctor don Manuel Casal y Aguado. -Publicó cinco libros suyos, en los años de 1687, 89, 90 y 95, y al tiempo que murió se imprimía con excelentes láminas otra producción de su pluma.

Falleció en Madrid, por diciembre de 1698.

CATÁLOGO DE SUS OBRAS NO DRAMÁTICAS.

Memorial de la... Casa de los Joanes. -Madrid, 1687; folio.

Poemas fúnebres a la muerte de la Reyna doña María Luisa de Orleans. -Madrid, 1689; 4.º

Esperanzas de una magestad... (Composición sobre el arribo a. España de la nueva Reina doña Mariana.) -Madrid, 1690; 4.º

Octavas, égloga y cántico latino al mismo asunto. -Madrid, 1690.

Crisol histórico-político de la antigüedad, nobleza y estimación del arte liberal de los plateros. -Madrid, 1695; folio.

Pirámides de la virtud, y obelisco de la verdad. Esta obra, con excelentes láminas, se imprimía cuando murió el autor, y no llegó a salir a luz.

Consideraciones sobre las tres partes del Santo Rosario. Manuscrito.

Grandezas de la Lengua valenciana... (en metros heroicos varios.) Manuscrito.

Poesías en francés: Manuscritas.

Epigramas traducidos del griego. Manuscritos.

OBRAS DRAMÁTICAS.

Disimular el vencer. Manuscrito; existía en la librería del doctor don Manuel Casal.

Amor, fineza y corona. Manuscrito autógrafo, firmado, sin fecha: colección del señor Sancho Rayón.

La Alameda de Valencia, y confusión de sin paseo.

El mejor Sol de la vega.

La hermosura en la pereza.

Amor a dos y a uno solo.

La fragancia de las rosas, y prodigios del Rosario.

Las estrellas del mejor puerto.

El Ángel de las escuelas.

La destrucción do Sagunto.

La toma de Buda.

El Sol robado de un ciego, y el panal en el León.

Los elementos de amor; voz, cristal, luz y color.

Amor procede de Amor.

Amor es entendimiento.

Amor, fineza y corona.

Amor es esclavitud.

Obsequios enciende el mármol.

Céfalo y Pocris.

Paces de ingenio y belleza.

Música enseña el Amor.

Contra el encanto el escudo.

El Ángel del día del Corpus. (Auto.)

El Hijo Pródigo. (Auto.)

La Colonia de Diana. (Comedia teatral armónica.) -Con Loa, Entremeses y Bailes. Impresión suelta en 8.º

Los Entremeses son:

El Alcalde Toribio Remilgado.

Piti-Flor.

VIEIRA (PADRE SIMÓN). De Coimbra; hijo de Pedro Andrés y Catalina Pires. Entró en la Compañía de Jesús, a 9 de abril de 1556; pasó a Roma y tomó luego el hábito de San Agustín en un convento de Italia, donde murió.

Tragedia de Casu Heli.

Tragedia de Obitu Saulis el Jonathœ.

VILARAGUT (MOSÉN ANTONIO). Valenciano; floreció a fines del siglo XIV; fue mayordomo del Rey don Juan I de Aragón327.Tradujo, en idioma lemosín la tragedia de Hércules y Medea, de Séneca, traducción que con la obra de mosén Domingo Mascó, titulada: Regles de Amor y parlament de un hom y una fembra, constituía un códice de letra del siglo XIV, que perteneció al erudito valenciano don Mariano José Ortiz, y después fue anunciado por don Vicente Salvá en el Catálogo inglés de su librería: Londres, 1826 (Parte primera: Núm. 1345). Constaba de dos tomos en folio.

Dedicó Vilaragut su traducción al rey don Juan I, su señor.

Tragedia de Hércules y Medea, de Séneca; traducida en lemosín. Manuscrito del siglo XIV, que en 1826 poseía en Londres don Vicente Salvá. -A Catalogue of Spanish and Portuguese books. (Parte primera, núm. 1345.) Esta pieza, con la referida obra de Mascó «echa a requesta de la Carrosa, Dama del Rey D. Juan el I»; y con una «Carta amorosa de esta al Rey y sa Resposta», formaban dos volúmenes en folio, de un mismo carácter de letra. -El genuino título de la tragedia es:

Tragedia de Hércules y Medea, per Mn. Antoni Vilaragut, dedicada el Rey Don Juan el I. Ignoramos el actual paradero de estos preciosos manuscritos.

VILLACASTÍN (PADRE TOMÁS DE). Docto jesuita, natural de Valladolid. Publicó:

Apostólica vida del santo Francisco Xavier. -Valladolid, 1602; 8.º

Manual de la vida y virtudes de la Reyna Nuestra Señora la Virgen María. -Valencia, 1614.

Enchiridión o Manual de consideraciones y Exercicios espirituales para la Oración. -Zaragoza, 1613. -Valencia, 1615; 12.º y 16.º

Compuso para una fiesta de su instituto la

Comedia del Triunto de la fortuna. Interlocutores: Salisio; la Verdad; la Mentira; Desengañado; Fortuna; Salvages; el Mundo; seis alabarderos o soldados; Vanidad; cuatro pajes; dos Reyes.

(Códice de piezas dramáticas representadas la mayor parte en el último tercio del siglo XVI, en los Colegios españoles de la Compañía de Jesús. -Biblioteca de la Academia de la Historia.)

VILLAFLOR (DON MANUEL).

Santa Isabel, Reina de Portugal.

VILLALOBOS (DON FRANCISCO LÓPEZ DE).

Mucho discordan los autores acerca de la patria de este insigne médico y clásico escritor español. Don Tomás Tamayo de Vargas le supone toledano, otros afirman que fue natural de Aragón, y Capmany cree que debió de nacer en Castilla la Vieja. Dedicóse a la Medicina, profesión que ejercieron su padre y abuelo; estudió en Salamanca, era ya licenciado por los años de 1498, y debiendo a sus brillantes y superiores talentos no menor celebridad en la ciencia de curar que en las Letras y estudios humanísticos, mereció ser nombrado médico de cámara de Fernando V el Católico, a quien asistió en su última enfermedad (1516), y continuó sirviendo con el mismo importante cargo al emperador Carlos V y a su regla familia, hasta el año de 1539, en que, muerta la emperatriz Isabel, y a consecuencia de este suceso que le afectó extremadamente, pidió y obtuvo licencia para retirarse de su puesto y de la corte. En el año de 1543 aún vivía, y publicó en Zamora su libro intitulado: Los problemas, que comprende otras estimables obras de su ingeniosa y doctísima pluma. Prestó durante su larga carrera grandes servicios a la humanidad y a la ciencia que tiene por noble y santo objeto su alivio y conservación. Asistió a los más ilustres y esclarecidos magnates de nuestra corte, y de ellos como de los célebres monarcas a quienes sirvió, fue en extremo honrado y apreciado, no solo bajo el concepto profesional, sino por su carácter ingeniosamente agudo, festivo y decidor, carácter que resalta en todas sus obras, prestándolas grande amenidad y atractivo. Al paso que escritor prosista de gracioso, fácil y correcto estilo y de dicción la más pura y castiza, fue el doctor Villalobos excelente versificador. En verso castellano escribió la primera de sus obras impresas, el

Sumario de la medicina en romance trovado, con un tratado sobre las pestíferas bubas; por el licenciado Villalobos, estudiante en Salamanca, hecho a contemplación del muy illustre y magnífico Señor el Marqués de Astorga. -Salamanca, 1498. (V. Méndez: Tipogr Esp.)

Consta este libro de unas quinientas estrofas; el Poema de las bubas, que comprende, es notable producción médica, y se compara al famoso de Fracastor: De Siphylide, al cual precedió. Sus Problemas están propuestos en coplas castellanas, y es apreciable la Canción que compuso al retirarse de palacio y de la corte.

En Alcalá de Henares, año 1524, publicó una Glosa latina de la historia natural de Plinio, Lib. I y II. Por fin, en 1543, dio a la estampa su colección de opúsculos científicos, morales y filosóficos que dan principio con los Problemas y comprenden una excelente traducción en prosa de la comedia de Plauto: El Amphitrión, obra que le da lugar en nuestro Catálogo, y que ha merecido, por su fidelidad y elegante estilo, grandes elogios a los críticos, incluso Moratín. Hizo el traductor algunas cortas supresiones en el texto original; y observa Moratín que muchos de los defectos que se notan en esta versión deben atribuirse a las viciadas ediciones que del autor latino se conocían por aquella época. Habíase publicado por primera vez el Amphitrión, de Villalobos, en Zaragoza, 1515, pero en la edición de 1543 salió enmendado y corregido por el traductor.

Consérvase en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, en un tomo manuscrito de Misceláneas (número 44) que fue de la de Salazar y Castro, un Colloquio del doctor Villalobos, que según su epígrafe («Sexta y última collación») hubo de formar parte de obra más extensa. Es su asunto una cuestión médica, tratado con el estilo propio del autor, de quien asimismo contiene el tomo varias Cartas, en castellano y latín, dirigidas al arzobispo de Toledo, Fonseca, y en las que describe con su peculiar nitidez y gracia los sucesos de la corte del Emperador, a quien de ordinario acompañaba en sus jornadas. Los traductores del Ticknor han publicado en el segundo tomo de su traducción parte de una de estas Cartas.

Dejó Villalobos algunas otras obras inéditas, entre ellas un tratado: De potentia vitali.

Ignórase el año y sitio de su fallecimiento, pero se sabe que alcanzó todavía los principios del reinado de Felipe II, que comenzó en 1556.

La comedia de Plauto llamada Amphytrión, que tradució el doctor Villalobos. La qual glossó en algvnos pasages obscuros. -Zaragoza, 1515. Edición príncipe, citada por Moratín.

Libro intitulado: Los problemas de Villalobos, que tracta de cuerpos naturales y morales, y dos diálogos de medicina y el tractado de las tres grandes y una canción y la comedia de Amphytrión. Colofón: «Fue impresso el presete libro en Zamora. Por el honrado varo Juan picardo... Acabose a nueue dias del mes de Febrero. Año del nacimito de nuestro saluador Jesuchristo de MDXLIII. Años. Folio, letra gótica. (Número 4,196 del Catálogo grande de Salvá.)

Reimprimiose en

Zaragoza, 1544, por George Coci; folio.

Zaragoza, 1550.

Sevilla, 1550.

Sevilla, 1574; 8.º, por Hernando Díaz.

Libro intitvlado Los problemas de Villalobos, que trate... (etc. como en la primera.) Con licencia. -En Seuilla, en casa de Hernando Díaz, en la calle de la Sierpe. Año de MDLXXIIIV; 8.º Licencia para la impresión, dada en Madrid, a 25 de octubre de 1573, a favor de Hernán Pérez, vecino de la villa de Monesterio. -Dedicatorio del impresor «al illvstre señor Diego Núñez Pérez» cuyo escudo de armas va al dorso de la portada. Lo particular de la comedia dice así:

La comedia de Plavio llamada Amphytrión, que traduzió el doctor Villalobos. La qual glossó en algunos passos obscuros; nueuamente impressa y emendada por el mesmo Author. (Sello del impresor.) Con licencia. -En Sevilla, en casa de Hernando Díaz, en la calle de la Sierpe. Año de MDLXXIIIV.

VILLALÓN (BACHILLER). Escribió una titulada: Tragedia de Myrrha, historia en prosa mezclada de diálogos, tomada de Ovidio y pobremente aliñada, la cual se imprimió en Medina del Campo, año de 1536. -No es probable que este autor sea el Gaspar de Villalón que perteneció a la famosa Academia de los Nocturnos, fundada en Valencia por setiembre de 1591, y llevó en ella el nombre de Tinieblas. Mas fácil es que sea el licenciado Villalón, autor del

Arte breve y compendiosa para saber hablar y escribir en la Lengua Castellana, congrua y decentemente. -Amberes, año de 1558. Mayans (Pág. 101 del Specimen Bibliothecœ Hispano-Majansianœ) considera este libro digno de algún aprecio, y lo reputa por el primero que se escribió de gramática castellana; porque los preceptos de la de Lebrija, dice, son casi todos comunes a nuestra lengua y a la latina. (Salvá [D. V.])

Siguese la tragedia de Myrrha, en la qual se recuetran los infelizes amores que avo con el Rey Zinira su padre. Compuesto por el Bachiller Villalón. 1536. -En Medina del Campo, por Pedro Toraus; 4.0, letra gótica. Schack. -Ticknor.

VILLALPANDO (DON JOSÉ DE).

El convite general. (Auto.) Formado de trozos de varios autos de Calderón.

VILLALPANDO (DON BALTASAR DE FUNES Y).

(Véase FUNES.)

VILLALPANDO (DON FRANCISCO JACINTO DE FUNES Y).

(Véase FUNES.)

VILLALTA.

Ingenio de Lima. Concluyó a mediados del siglo pasado la comedia: Amor es arte de amar, de la cual había dejado escrito don Antonio de Solís un fragmento de la primera jornada. Posee el manuscrito de esta continuación, inédita, el señor Sancho Rayón.

VILLAMAYOR (DON CARLOS DE).

Los triunfos de la hermosura y los infiernos de Amor. Representada a SS. MM. en el Buen Retiro, el 28 de octubre de 1697. Citada por Schack. No consta en los Catálogos.

VILLAMEDIANA (CONDE DE). (Don Juan de Tassis y Peralta). Con dolor traza la pluma el nombre de este malogrado ingenio, víctima ejemplar y desgraciada de sus extravíos y de sus propios talentos.

Nació en Lisboa328, año de 1580; en ocasión de haber pasado allá sus padres acompañando al Rey Felipe II, cuando fue a coronarse en aquel reino. Debió el ser a don Juan de Tassis, primer conde de Villamediana, caballero de la Orden de Santiago, natural de Valladolid329, y a su esposa doña María de Peralta Muñatones, hija de don Antonio, comendador de Carricosa en la misma Orden. Criose en Palacio; su precocidad de ingenio, gallardía y gentileza le captaron el aprecio del Rey y del príncipe don Felipe, quien, heredada la corona en 1598, y habiendo pasado a Valencia en el siguiente año a celebrar su augusto enlace y el de su hermana la Infanta Isabel Clara, llevó consigo al joven Tassis, dándole ocasión de hacer alarde en aquellas solemnes fiestas de su ostentosa prodigalidad. -Oigamos las noticias que sobre este período de su vida y acerca de su carácter, ingenio y renombre literario nos tranmnite el genealogista Haro (Nobleza de España), escritas en 1619, y a las cuales se refiere don Nicolás Antonio. -«Ha servido (dice) a S. M. en diversas jornadas; y en la de Valencia, cuando fue a celebrar sus reales bodas, con grande lucimiento, como lo hizo en Italia, dejando los pleitos y comodidades de su casa para acudir al servicio de S. M., como acudió en los movimientos de Lombardía, donde sirvió de Maestre de Campo, hasta las primeras paces, sobre Haste; donde no solo mostró su valor y talento, sino» que amparó «con su casa y hacienda» tanto a los españoles como a los italianos; «habiéndosele ofrecido... ocasiones, que él supo muy bien gozar, para tener entre ellos el nombre y reputación que tiene del más magnífico, magnánimo, prudente y cortés caballero que han conocido ambas nociones. Su liberalidad ha excedido, los límites de su estado, pues sus dádivas, fiestas y gastos han parecido siempre más de príncipe que de un señor particular. De sus talentos dirán, cuando salgan a luz, sus obras, y las que en su estimación y alabanza han hecho los más ilustres y doctos hombres de España e Italia».

Y hablando antes de su residencia en Nápoles, dice:

«Pasó al reino de Nápoles, donde por sus Letras, explendor y magnificencia fue de todos admirado, y en particular de los ingenios, que en su alabanza compusieron célebres versos... El estudio y uso de las Letras no le ha divertido de los ejercicios y artes de caballero y siendo en todas ellas no menos eminente; y con exquisito primor, armado y desarmado, en los torneos y en los toros y todo género de fiestas señaladísimo».

Lucíase con tales grandezas y tan relevantes prendas en Nápoles, a principios de 1615, habiendo ya sucedido a su padre, como único legítimo, en el condado y en el pingüe oficio de correo. Allí nos le señala, Cervantes, justo apreciador suyo, y acaso no extraño a sus generosidades, al bosquejar en el Viaje del Parnaso los torneos con que solemnizó aquella capital los tratados enlaces del príncipe don Felipe IV, y de la infanta doña Ana, respectivamente con Isabel de Borbón y su hermano el rey de Francia Luis XIII330.


    Volví la vista al son; vi los mayores
aparatos de fiesta que vio Roma
en sus felices tiempos y mejores.
    Dijo al amigo: Aquel que ves que asoma
por aquella montaña contrahecha,
cuyo brío al de Marta oprime y doma,
    es un alto sugeto, que deshecha
tiene a la envidia, en rabia, porque pisa
de la virtud la senda más estrecha.
   De gravedad y condición tan lisa,
que suspende y alegra a un mismo instante,
y con su aviso al mismo aviso avisa.
    Mas quiero antes que pases adelante
en ver lo que verás, si estás atento,
darte del esto relación bastante.
    Será don Juan de Tassis de mi cuento
principio, porque sea memorable,
y lleguen mis palabras a mi intento.
    Este varón en liberal notable,
que una mediana villa le hace conde,
siendo rey en sus obras admirable;
    este, que sus haberes nunca esconde,
pues siempre los reparte o los derrama,
ya sepa adónde, o ya no sepa adónde;
    este a quien tiene tan en fil la fama
puesta la alteza de su nombre claro,
que liberal y pródigo la llama,
    quiso, pródigo aquí, y allí no avaro,
primer mantenedor ser de un torneo
que a destas sobrehumanas le comparo.
    Responden sus grandezas el deseo
que tiene de mostrarse alegre, viendo
de España y Francia el regio himeneo.



Ya en el Cap. II de la misma obra le había dado merecido lugar como poeta:


    Tú, el de Villamediana, el más famoso
de cuantos entre griegos y latinos
alcanzaron el lauro venturoso, etc.



A finas de 1618 residía Villamediana en Madrid, casado con doña Ana de Mendoza y de la Cerda, hija segunda de don Enrique de Mendoza y Aragón331, y de doña Ana de la Cerda y Laiyloye, marquesa de Cañete y de Atela y sobrina del duque de Medinaceli. Había tenido de su enlace hijos; pero malogrados en la niñez, faltábale este lazo, este cuidado tierno, que hubiera tal vez impedido sus funestos devaneos. Dotado de una imaginación ardiente y de un carácter orgulloso, irreflexivo y audaz, extremado en todos sus afectos y pasiones332, abrigaba un sentimiento de profunda aversión a los vicios sociales, y sobre todo a M inmoralidad de los funcionarios del Estado, que le impelía vivamente a juzgar de los hombres y de las cosas con severidad no menos extremada y con libre y atrevida mordacidad. Este fondo de ideas y de carácter, unido a la natural agudeza de en ingenio, debía naturalmente de conducirle a emplear sus talentos poéticos en la sátira,

(Que a infames premios y desgracias guía;)

Sátira violenta, personal, que no perdonaba a ninguno de los que ejercían cargos públicos o gozaban de alto influjo y favor, desde el más insignificante ministril hasta el poderoso privado Lerma y el cauteloso confesor del monarca. Si, a vueltas de todo, ocultaba el Conde miráis, ambiciosas de elevación y de mando, no sabremos decírlo. Es lo cierto, que por la época últimamente citada comenzó con más empeño a divulgar sus composiciones satíricas, dirigidas contra los mandarines, escritas en tono festivo y desenfadado, y en formas populares, y tal vez de intento desaliñadas, para que estuviesen más al alcance de la generalidad de sus lectores. La ocasión no era desfavorable y estaba bien escogida. Acababa de caer de su valimiento y poder el duque de Lerma (en 4 de octubre de 1618), sucediéndole su hijo el de Uceda, y en tales momentos de cambio y de agitación cortesana podía el satírico poeta esgrimir su azote más a mansalva y con mayor aplauso y gusto de los que, si nada debían de prometerse de la mudanza, por lo menos celebraban en ella el castigo de algunos de sus opresores.

En efecto: corrían las mordaces sátiras de mano en mano; leíanse y se comentaban con placentero afán. «Acá (escribía desde Madrid un noticiero curioso, en 7 de noviembre), fuera de lo que es no cantarlas los muchachos por las calles, todo lo demás no hay quien no las diga, aunque todos con recato». Añade que el autor Villamediana había estado con miedo, y que hasta aquella fecha no se había hecho demostración con él.

Pero no se hizo esperar mucho una rigorosa providencia, ni podía, siguiendo con influjo y mando los más de los satirizados. Al mediar noviembre fue preso y desterrado el Conde del modo que refiere el mismo autor de la antedicha carta en otra con fecha del 20.

Al conde de Villamediana fue a ver don Luis de Paredes. Prendiole de parte de su Majestad, y le metió consigo en un coche, y tres leguas de aquí le notificó, pena de la vida, que no entrase veinte leguas alrededor de Madrid, y otras tantas donde hubiese audiencia del Rey, Salamanca ni Córdoba, y escogiese el lugar que quisiese para vivir en él333.



Según el citado señor Castro no regresó Villamediana a Madrid hasta después de la muerte de Felipe III, año 1621. Pero yo me inclino a creer que se hallaba aquí ya por la primavera del año anterior. Concurrió al certamen de la beatificación do san Isidro, que se celebró en mayo, si bien es cierto que pudo remitir su composición. Fue un Soneto, que obtuvo el primer premio de su clase; diéronse el segundo y tercero a Espinel y López de Zárate. Nuestro autor es el primero de los justadores a quien Lope alaba en el Romance que escribió en lugar de Vejamen.


    Porque el doctísimo conde
de Villamediana llega
a dar honra o nuestra justa
con armas de Ilustres letras.
    La pluma bañada en oro,
ya del tercero planeta
vuela el quinto, sin que el sol
a su Faetonte se atreva.



Estos encomios comprueban la alta reputación de que gozaba entre los hombres de ingenio. Formaba parte de las principales reuniones literarias, y las celebraba en sus magníficos salones; protegía con generosa mano a distinguidos escritores, y muy especialmente a don Luis de Góngora, con cuyo carácter simpatizaba tanto, y de cuya escuela literaria fue aventajado discípulo334.

El completo cambio personal en el gobierno, que siguió a la muerte del rey Felipe III, fue en primer término Muy favorable al de Villamediana. Conservando su privilegiado cargo de correo mayor de España y Nápoles, obtuvo de nuevo entrada en Palacio, siendo nombrado gentil hombre de la Reina. Los ministros y privados que habían sido blanco de sus dardos caían estrepitosamente; algunos pasaban desde la cumbre del poder a las cárceles y destierros. El desapiadado satírico los perseguía con sus letrillas y epigramas; pedía en atrevidos versos al nuevo Rey ejemplares castigos y, verificado el de don Rodrigo Calderón, escribía con pluma inexorable aquel agudísimo epitafio:


    Aquí yace Calderón:
Pasajero, el paso ten,
que en hurtar y morir bien,
se parece al Buen Ladrón.



No se limitó, por desgracia suya, el Conde a ensañarse en los caídos. Incapaz de refrenar su lengua y de ceder en el empeño con que se había constituido en censor de los gobernantes, lisonjendo por el aplauso del pueblo, que le calificaba de profeta335, comenzó a decir mal del conde de Olivares y a censurar libremente sus providencias y la conducta de sus hechuras y favoritos, granjeándose de este suerte un enemigo mil veces más temible que los Lermas y los Ucedas.

No satisfecho con estos peligros, quiso procurarse otros, más graves, apasionándose ciegamente de la joven reina doña Isabel de Borbón, hecho que parece comprobado por notables indicios y por noticias contemporáneas, aunque no demasiado explícitas. Se ha supuesto que esta pasión fue correspondida; se han referido anécdotas y forjado cuentos absurdos, como el que se atreve a estampar madama d'Aulnoy en su Relation du voyaye d'Espagne. Seamos cautos y no aventuremos juicios que, lejos de tener apoyo alguno sólido, se hallan desmentidos por datos de mucha evidencia.

Recatáse por largo tiempo el conde de Villamediana. ¿Cómo, de haber hecho impudente y público alarde y manifiesta gala de sus locos amores, puede creerse que en marzo de 1622 se le hubiera encargado, por el Rey mismo, la composición teatral que para celebrar su regio cumpleaños debía representarse en el festejo preparado por su augusta esposa, que debía tomar en él parte muy principal? Compuso el Conde la comedia de La gloria de Niquea; representáronla con magnífico aparato en Aranjuez, el 15 de mayo, la Reina, la Infanta y sus damas, delante del Rey y del escogido auditorio de próceres y cortesanos, sin que ocurriesen lances novelescos (mienta cuanto quiera madame d'Aulnoy); escribió el célebre don Antonio Hurtado de Mendoza una Relación poética del festejo, y Villamediana continuó tranquilo en la corte y asistiendo a Palacio durante un período de más de tres meses.

Se ha escrito que el Conde en unas fiestas de cañas se presentó con el vestido bordado todo de reales de plata, llevando por divisa este atrevido cuanto ingenioso mote: Mis amores son reales. ¿Cuándo se celebraron esas cañas? ¿Valen algo tales citas, hechas sin la debida precisión y exactitud?336 Es cierto que refiere el caso don José Pellicer de Ossau y Tovar, pero también lo es que le impugna acerca de tales noticias don Luis de Salazar y Castro337.

Ya sea positivo este último hecho, en todo caso posterior a la fiesta de Aranjuez, ya lo sea algún otro que se refiere y pudo descubrir esta pasión atrevida, es indudable que el secreto al fin debió de traslucirse, para completa perdición del descaminado amante.

Relata su desgraciada muerte con severa pluma don Francisco de Quevedo338 en sus Grandes anales de quince días, relación de que nos serviremos, ampliándola debidamente.

El 21 de agosto de 1622 entró en Palacio, como de costumbre, el conde de Villamediana seguido de varios criados. Habiéndole salido al encuentro el confesor de don Baltasar de Zúñiga (tío del conde de Olivares, que a la sazón compartía con él la privanza regia)339 «y advertídole que mirase por sí, que tenía peligro su vida, le respondió la obstinación del Conde, que sonaban sus razones más de estafa que de advertimiento, con lo cual el religioso se volvió, sentido más de su confianza que de su desenvoltura, pues solo venía a granjear prevención para su alma y recato para su vida. El Conde, gozoso de haber logrado una malicia en el religioso, se divirtió de suerte, que habiéndose paseado todo el día en su coche, y viniendo al anochecer con don Luis de Haro340, hermano del marqués del Carpio, a la mano izquierda en la testera, antes de llegar a su casa, en la calle Mayor», frente de la que va a San Ginés, llamada hoy de Coloreros, «salió un hombre del soportal de las Pellejerías, mandó parar el coche, llegose al Conde, y reconocido, le dio tal herida, que le partió el corazón. El Conde, animosamente, asistiendo antes a la venganza que a la piedad, y diciendo: esto es hecho, empezando a sacar la espada..., se arrojó a la calle» para seguir a su matador; pero en aquel momento espiró «entre la fiereza deste ademán y las palabras referidas. Corrió el arroyo toda su sangre, y luego arrebatadamente fue llevado al portal de su casa341, donde concurrió toda la corte a ver la herida, que cuando a pocos dio compasión, a muchos fue espantosa», hecha con arma como ballesta, propia para despedazar cualquier defensa. «Su familia estaba atónita, el pueblo suspenso, y con verle sin vida, y en el alma pocas señas de remedio... tuvo su fin más aplauso que misericordia. ¡Tanto valieron los distraimientos de su pluma, las malicias de su lengua; pues vivió de manera que los que aguardaban su fin... tuvieron por bien intencionado el cuchillo! Y hubo personas tan descaminadas en este suceso, que nombraron los cómplices y culparon el Príncipe, osando decir que le introdujeron el enojo por lograr su venganza; que su orden fue que lo hiriesen, y los que la daban la crecieron en muerte, abominando el engaño tanto como el delito».

Aquí un manuscrito de la Biblioteca Nacional ofrece la variante que sigue:

Y hubo personas tan encarnizadas en vengarse del Conde, que a los que solo lamentaban el morir sin confesión, respondían: Gran desdicha, y la postrera; mas ¿quién sabe si lo tuvo por ahorro, quien primero dijo: Esto es hecho, que confesión?



«Otros decían, que pudiendo y debiendo morir de otra manera por justicia, había sucedido violentamente, porque ni en su vida ni en su muerte hubiese cosa sin pecado. Solicitar uno su herida y su desdicha con todas sus coyunturas, y el castigo con todo su cuerpo, y no prevenirse, fue decir: ni la justicia ni el odio han de poder hacer en mí mayor castigo que yo propio. Y todo lo que vivió fue por culpar a la justicia en su remisión, y a la venganza en su honra; y cada día que vivía y cada noche que se acostaba, era oprobio de los jueces y de los agraviados, diferentemente en su muerte y en las causas della. La justicia hizo diligencias para averiguar lo que hizo otro a falta suya; y solo así se halló por culpada en haber dado lugar a que fuese exceso lo que pudo ser sentencia. Esperanza tengo que Dios miraría por su alma entre el desacuerdo y la desdicha del Conde, pues su misericordia, por desmedida, cabe en menos de lo que comprenden nuestros sentidos».

Algunos años después de este desgraciado suceso, don Gonzalo de Céspedes y Meneses se expresaba en su Historia del señor Rey don Phelipe IV (Lisboa, 1631), hablando de Villamediana, en los términos siguientes:

Aqueste fue su infausto fin; mas de sus causas, aunque siempre se discurrió con variedad, nunca se supo cierto autor: Unos han dicho se produjo de tiernos yerros amorosos que le trajeron recelado toda la resto de en vida; porque él sin duda era de aquellos que comprenden en sus ánimos, cuanto les brinda la fortuna; otros, que se produjo de partos de su ingenio, que abrieron puertas a su ruina.



En el furibundo libelo, inédito aún, que con el título de La cueva de Melúo, mago, se escribió contra el conde-duque de Olivares, van añadidas con el de Apología póstuma contra el Tarquino español... etc., unas notas de muy posterior fecha, todavía, más violentas y encarnizadas. La relativa a nuestro asunto dice así:

Dijeron en el caso del poeta Villamediana, que le habían muerto por las sátiras que escribió contra don Gaspar, y las demostraciones frenéticas que ejecutó por la reina doña Isabel. Al que lo mató, hizo el Conde-duque guardamayor de los reales bosques, llamado Ignacio Méndez, natural de Illescas. Fue común opinión que murió este asesino envenenado por su mujer, que se llamaba Micaela de la Fuente.



Otras relaciones suponen que el matador fue Alonso Mateo, ballestero del Rey.

Varios de los más ilustres ingenios de la corte, amigos y favorecidos alpunos del desdichado poeta, escribieron composiciones a su Muerte, la mayor parte en forma de epitafios. Por su importancia histórica debo insertar aquí las que me son conocidas.

De Lope de Vega Carpio


    Aquí con hado fatal
yace un poeta gentil:
Murió casi juvenil,
por ser texto Juvenal.
Un tosco y fiero puñal
de su edad desfloró el fruto;
rindió al acero tributo:
Pero no es la vez primera
que se haya visto que muera
Cesar al poder de Bruto.

De Don F. de Quevedo


    Aquí una mano violenta,
más segura que atrevida,
atajó el pasó a una vida
y abrió camino a una afrenta;
que el poder que osado intenta
jugar la espada desnuda,
el nombre de humano muda
en inhumano, y advierta
que pide venganza cierta
una salvación en duda.

De Don A. Mira de Amescua


    Ayer fui conde, hoy soy nada,
fui profeta, y vi en mis días
cumplidas mis profecías,
mi verdad autorizada.
De algún villano la espada
cortó la flor de mi edad,
y Madrid en su piedad
me tiene canonizado,
pues dice que me han quitado
la vida por la verdad.

De Luis Vélez de Guevara

(Códice M-82 de la Biblioteca Nacional.)                



    Aquí yacen los despojos
de un discreto mal regido,
cuya muerte han prevenido
propios y ajenos antojos.
Émulos fueron sus ojos
del sol; caminante, advierte
qué causa tan dura suerte;
y si lloras compasivo,
llora, más que al muerto altivo,
al imperio de su muerte.
    De tan poderosa mano
donde apenas hay defensa,
aun los amagos de ofensa
pagan tributo temprano.
No te admires, cortesano,
ni lo juzgues por rigor,
si no sabes que es amor
incapaz de resistir,
dígalo quien con morir
Lo supo decir mejor.

Del Conde de Salinas, Marqués de Alenquer y Duque de Francavila


    Fatigado peregrino,
nido breve, urna funesta
es la que contemplas esta
decretada del destino.
Yace aquí un Cisne divino;
llega, y lastimoso advierte
en tan desastrada suerte,
que con la violenta herida,
como cantó tanto en vida,
no pudo cantar en muerte.

(Barbosa.)                


Atribuida al Conde de Saldaña, hijo segundo del Duque primero de Lerma (?)


    Aquí yace quien tan mal
usó del saber, y quien
en su vida alcansó el bien
de hallar amigo leal.
Él fue actor sin igual,
invencible en el ardor,
águila que al resplandor
del sol puso tan fuerte,
que no le causó su muerte
La muerte, sino el valor.

Atribuida a Don Luis de Góngora

(No se halla en sus códices auténticos.)


    Mentidero de Madrid,
decidnos, ¿quién mató al Conde?
-Ni se sabe ni es conde,
sin discurso discurrió.
-Dicen que la maté el Cid,
por ser el Conde lozano.
-¡Disparate chavacano!
lo cierto del caso ha sido
que el matador fue Vellido
y el impulso soberano342.

Soneto atribuido a Lope

(Códice M-8 de la Biblioteca Nacional.)


    Al que sobró de buen entendimiento,
vino a faltar tan presto su sentido,
y al que en ajenas vidas se ha metido,
La propia le seco su atrevimiento.
    Principio fue, no fin, de su tormento
el caso lastimoso que ha tenido,
o por su lengua y mano merecido,
con que aplauso ganó por sentimiento.
   Con un tiro fatal, más esforzado,
una Villamediana destruida
se mira, oh tiempo duro! Oh dura suerte!
    Su fin, sus hechos le han pronosticado:
Su vida fue amenaza de su muerte,
y su muerte fue paga de su vida.



En un soneto que hizo Góngora, quejándose de haber perdido en un año a tres de sus favorecedores, don Rodrigo Calderón, el conde de Villamediana y el de Lemos, hace referencia al segundo en este cuarteto:


Laurel que de sus ramas hizo dina
mi lira, ruda sí, mas castellana,
hierro luego fatal su pompa vana
(Culpa tuya Caliope!) fulmina.



Busquemos indicios en las mismas obras del vate desgraciado.

En unas octavas a cierta dama que iba cazando por un bosque (impresas entre sus Obras), se expresa así:


No faltará quien diga que es locura
poner en tal lugar el pensamiento;
que no puede ayudarle la ventura
a más que a muerte por conocimiento:
Yo sigo como bien mi desventura,
y sin sentido voy tras lo que siento,
quedando por disculpa de atreverme
ser tanto lo que gano con perderme.



Dice en un Romance de sus Obras impresas:


Francelinda343, cuyos ojes
mi culpa y disculpa son.
Dulcísimo laberinto
del que en ellas se perdió:
Si no olvida quien bien ama,
¿cómo puedo olvidar yo
desdenes que no escarmientan,
porque es premio su rigor?
[...]
Airosísimo peligro,
y en el peligro mayor
menosprecio de la vida
y luz de la estimación:
Permitid qué a las cadenas
que tan puro amor forjó
no se les atreva el tiempo
ni la desesperación.



En el Soneto 7.º de los Amorosos, en sus Obras impresas:


Ando tan altamente, que no alcanza
al sugeto la vista [...]
[...]
Ni un átomo de sombra de esperanza
a mi suerte jamás puede atreverse [...]
[...]



En el Soneto 63 de los Amorosos, dice:


    Callar quiero y sufrir, pues la osadía
de haber puesto tao alto el pensamiento.
Basta por galardón del sufrimiento,
sin descubrir más loca fantasía.
    Sufrir quiero y callar; mas si algún día
los ojos descubrieren lo que siento,
no castiguéis en mí su atrevimiento,
que lo que mueve amor no es culpa mía.
    Ni aun ellos por mirar el propio objeto
de su felicidad, merecen pena,
que hasta la que sufren con su ausencia.
    Mas ¿cómo podrá amor estar secreto
dentro de un alma de esperanza ajena,
si la piedad no esfuerza su paciencia?



El Soneto 65 de los Amorosos:


Es tan glorioso y alto el pensamiento
que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el bien y el mal que siento.
    Dilo tú, Amor, que sabes mi tormento,
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte,
que alivian con su causa el sentimiento.
    En cuya pena, al glorioso efeto
el sacrificio de la fe más jura,
que está ardiendo en las aras del respeto;
    ose el Amor, si teme la ventura,
que entre misterios de un dolor secreto
AMAR ES FUERZA, Y ESPERAR LOCURA.



En el modernamente publicado por el señor don Adolfo de Castro, dice:


    El que fuere dichoso será amado,
y yo en amar no quiero ser dichoso;
teniendo mi desvelo generoso
por dicha, ser por vos tan desdichado.
    Solo es servir, servir sin ser premiado:
cerca está de grosero él venturoso;
seguir el bien a todos es forzoso,
yo solo sigo el bien sin ser forzado.
    No he menester ventura por amaros:
Amo de vos lo que de vos entiendo,
no lo que espero, porque nada espero.
    Llévame el conoceros a adoraros:
Servir, mas por servir, solo pretendo:
De vos no quiero más que lo que os quiero.



Halláronsele al Conde en el bolsillo, la noche de su muerte, unas Redondillas que demuestran la agitación triste y recelosa que le perturbaba y afligía. Obsérvense los siguientes fragmentos de dicha composición:


Señora, cuyo valor
tanto excede el ser humano,
¡quién os diera por su mano
un ala del Dios de amor!
    Pues cuando llegare el aire
a vos con su movimiento,
fuego será de elemento
que arderá en vuestro donaire:
    Porque el viento que os recrea,
del ciego Dios exhalado,
en fuego disimulado
alma de suspiros sea.
[...]
    Sépase, pues ya no puedo
levantarme ni caer,
que el menos puedo tener
perdido a fortuna el miedo.
[...]
    Tarde mi ofensa tendrá
con el desengaño aviso,
cuando aun la tierra que piso
o me falta o se me va.
[...]
    Los que contra mi se animan,
siempre aciertan lo que trazan,
con lo futuro amenazan,
y con lo que es ya, lastiman.
[...]
    Nunca esta cuerda se afloja,
y con apretarme el cuello,
solo de que caiga en ello
quien más me aprieta se enoja.
    Donde vienen a querer,
no solo verme morir,
sino darme que sufrir
y quitarme el conocer.
[...]
    Estoy tan en el profundo,
que idolatrara el castigo,
si es que se hundiera conmigo
cuanto me cansa en el mundo.
[...]
    Más como todo lo iguala
temida, buscada muerte,
lo mismo es que en buena suerte
el disponerse en la mala.
[...]



De las composiciones que escribió contra el Conde-duque y su gobierno, solo conozco una, recientemente publicada, cuyos son los siguientes pasajes:


Poderoso Rey tenemos,
cuyo miedo al mundo asombra.
[...]
-Aunque en tierna edad, sabemos
que es justiciero y feroz.
-Si lo es, sábelo Dios.
y nosotros que lo vemos.
-¡No ves con cuánto rigor
va desterrando traidores?
-Echáronle otros mayores
para usurparle el favor.
-Los que de presente privan
fueron por justa elección.
-Un ladrón y otro ladrón
de una cosa se derivan.



A los siete años de la muerte de nuestro poeta, el de 1629, recogió y publicó sus versos, exceptuando los satíricos dirigidos contra determinadas personas, un cierto licenciado Dionisio Hipólito de los Valles: nombre, a mi juicio, seudonímico. Salieron estas obras a luz en Madrid, según el señor Salvá (Catálogos de Londres y París); no obstante, otros bibliógrafos no mencionan tal edición sino, como primera, la de Zaragoza del mismo año 1629. A esta se refieren Lope de Vega en su aprobación de la segunda, y el privilegio dado para esta a favor de Pedro Coello. Barbosa cita una de Alcalá, impresa en el propio año, y otra de la misma ciudad, en 1634.

Con fecha de 30 de mayo de 1634 se concedió Real privilegio el librero Coello, por diez años, para la reimpresión de estas obras; y usando de él, diolas en dicho año a la estampa en Madrid, corregidas y aumentadas, bajo la prolección de don Enrique de Zúñiga y Ávila, conde de Brantevilla, mayordomo del Rey, caballero de Calatrava, hijo primogénito del marqués de Mirabel y descendiente del famoso don Luis de Ávila y Zúñiga. Reprodujo la impresión en Madrid, 1635. A esta siguieron las de Madrid, 1643 y de Barcelona, 1648, ya costeadas por otros editores. -Don Nicolás Antonio hace mención de la de Zaragoza, 1629 y de otra repetida allí en 1634, a las que añade solamente la de Madrid, 1635. A ser exactas todas esas citas, llegarían a nueve las ediciones de este libro hechas en el espacio de diez y nueve años.

Prohibiose tan rigorosamente la publicación de las poesías del Conde, que en algo tendían a la sátira personal o del gobierno, que al insertar el editor, entre las impresas, tres sonetos donde con términos mas generales y decorosos, pero de fuerte censura, se queja el autor de los vicios y engaños de la corte, estampó a su frente la siguiente advertencia: «Estos tres sonetos que se siguen, aunque son satíricos, como no tocan a singulares personas, se ha permitido su estampa». Otros tres se leen más adelante, del mismo carácter.

Corrieron manuscritas varias colecciones de las poesías prohibidas del célebre satírico. Una de ellas, con título de Obras Poéticas, tomo II, se conservaba, dice Barbosa, en la rica biblioteca del duque de Lafoens, que fue del cardenal de Souza, en Lisboa. Existen copias de estos versos en diferentes códices, ya de bibliotecas públicas, ya de particulares; y puede asegurarse que la mayor parte de ellos han visto por fin la pública luz en nuestra época, más o menos parcialmente esparcidos en obras históricas, o por medio del periodismo. La colección que últimamente ha formado y publicado el señor Castro en el tomo II de Poetas líricos de la Biblioteca de Autores españoles, de M. Rivadeneyra, con algunos otros escogidos de Villamediana, está muy lejos, aunque apreciable, de ser completa. Desde luego faltan en ella las célebres Décimas contra los caídos favoritos del Rey Felipe III, de las cuales la relativa al mañoso inquisidor Aliaga ha descubierto en él claramente al autor de la Segunda Parte de Don Quijote, publicada bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda; faltan asimismo las letrillas: Vita bona, vámonos a Chacona; Dilin dilon, que pasa la procesión, y algunas otras agudas saladísimas composiciones.

De las serias y permitidas que escribió nuestro autor, son en mayor número los Sonetos, y muy estimables por su vigorosa entonación y filosóficos pensamientos, considerados en general. Así estos como los Romances y otras composiciones en versos cortos, adolecen menos de culteranismo que las Fábulas de Faetón, Europa, la Fénix, Apolo y Dafne, etc., en que se mostró acérrimo sectario de su amigo y protegido Góngora. En esta colección de poesías amorosas, devotas, morales y panegíricas, difícilmente se reconoce al desenfadado y mordaz poeta, víctima de sus sátiras. ¿Quién dirá que son uno mismo el autor de aquel epigrama, escrito en ocasión de haber sido elevado el de Lerma a la dignidad cardenalicia:


El ladrón más afamado
por mostrarse algo corrido
se vistió de colorado;



y el que en conceptuoso elogio del propio personaje compuso y le dirigió el soneto:


En los hombros de Alcides puso Atlante
peso solo capaz del mismo Alcides:
tú con su emulación tus fuerzas mides
a dos mundos benéfico y bastante;...



composición donde tanto se encarecen las virtudes del Privado? -De creer es que nuestro desgraciado Villamediana pudiese más de una vez repetir con Lope:


En fe de mi nombre antiguo
cantan pensamientos de otros,
tal vez porque siendo males
yo, triste, los pague todos.



Obras de don Iván de Tarsis, conde de Villamediana... -Madrid, 1629; 4.º

Edición citada por don Vicente Salvá.

Zaragoza, 1629; 4.º

Edición generalmente reconocida por primera.

Alcalá, 1629? (Barbosa.)

Madrid, 1634; 4.º

Publicada como segunda.

Zaragoza, 1634? (D. N. Antonio.) -Alcalá, 1634? (Barbosa.)

Obras de don Iván de Tarsis, conde de Villamediana, y Correo Mayor de sv Magestad. Recogidas por el Licenciado Dionisio Hipólito de los Valles. A Don Henriqve de Zvñiga y Avila, Conde de Brantevilla, Mayordomo de su Magestad, de la Orden y Cavallería de Calatrava, hijo primogénito del Excelentíssimo señor Marqués de Mirabel. Añadido en esta segunda impressión. 58. Con Privilegio. -En Madrid, por María de Quiñones. -Año MDCXXXV. A costa de Pedro Coello Mercader de Libros; 4.º (Precede otra portada grabada por I. de Courbes, con el escudo de armas del conde de Brantevilla.)

Este edición es reimpresión de la segunda, de Madrid, 1634.

Aprobación de Lope de Vega: Madrid, 12 mayo, 1634. -Suma del privilegio a Coello, por diez años, dado en 30 id. id. -Erratas, 6 de febrero 1635. -Tasa, 13 id. id. -Dedicatoria de Coello. -Tablas.

Contiene:

Comedia de la gloria de Niquea, y descripción de Aranjuez. Representado en su Real sitio por la Reina nuestra señora, la señora Infanta doña María y sus damas a los felicíssimos años que cumplió el Rey... a los 8 de abril de 1622.

Va intermediada la pieza de la descripción de su orden y aparato escénico. Su elecución se dilató hasta el 15 demayo, por gozar más de aquel regalado el tío. El teatro, de magnífica arquitectura, de ciento quince pies de longitud y setenta y ocho de latitud, la maquinaria y adornos fueron traza del capitán Julio César Fontana, ingeniero mayor de Nápoles, hijo del célebre arquitecto de Sixto V. -Representó la Reina el papel mudo de La Diosa de la Hermosura, y como dice don Antonio Hurtado de Mendoza en la Relación que después escribió de este festejo:


Siendo la fiesta de hablar,
callando lo venció todo.



La Infanta hizo a Niquea, y la dama doña Isabel de Aragón, a Amadis de Grecia.

Obras de don Iván de Tarsis... Recogidas, etc. A don Francisco de Villanueva y Texeda, Caballero de la Orden de Santiago. (Su escudo.) Con privilegio. -En Madrid, por Diego Díaz de la Carrera. Año 1643. A costa de Diego Martínez Hartacho; 4.º Aprobación y privilegio de la de 1634. -Erratas, diciembre, 1642. -Dedicatoria de Artacho.

Obras de don Iván de Tarsis..., etc. Al Excellentíssimo señor Conde de Lemos, etc. Año (Esc.) 1648. Con licencia. -En Barcelona, por Antonio Lacauallería. Véndense en la mesma emprenta; 8.º

VILLANUEVA NÚÑEZ (DON DIEGO DE).

Jornada de

El Príncipe del desierto, y hermitaño de Palacio. (Con don José de Luna y Morentin.) Manuscrito. Biblioteca de Osuna.

VILLANUEVA (DON SEBASTIÁN).

La Virgen de Fuenvista. Manuscrito. Biblioteca de Osuna.

VILLANUEVA.

Jornada de El Villano gran señor, y gran Tamorlán de Persia. (Con Rojas Zorrilla y el maestro Gabriel de Roa.) Manuscrito antiguo: señor Durán.

Con título de La nueva ira de Dios se ha atribuido a un don Jerónimo de Villanueva.

VILLARINO Y CÓRDIDO (DON JUAN FRANCISCO).

El mas sacrílego Rey, y cruel contra su sangre. Manuscrito. Biblioteca de Osuna.

VILLARROEL (DON NICOLÁS DE).

Antes santo que nacido: San Ramón Nonato. El señor Durán cita un manuscrito de esta pieza, fechado en 1735.

Mujer, Ángel y Milagro. En el códice M-177 de la Biblioteca Nacional de Madrid existía un manuscrito de este comedia, según consta del Índice del mismo.

Jornada de La Perla de Cataluña, y peñas de Monserrate. -(Con Lanini Sagredo.)

VILLASBOAS Y SAMPAYO (ANTONIO DE). Nació en Fareja, quinta del término de Guimaraens, año de 1629, de ilustre familia; fue jurisconsulto, desempeñó varios corregimientos y elevados cargos de su profesión. Murió en Barcelos, año 1701. Escribió algunas poesías y novelas, publicó obras genealógicas, y el

Auto da Labradora de Apró. -Coimbra, por José Ferreira, 1678; 4.º (Va con el supuesto nombre de Joa Martins.)

VILLAVICIOSA (DON SEBASTIÁN DE). Este poeta es acaso el licenciado Villaviciosa mencionado por don Jerónimo de Cáncer en el célebre Vejamen que dio siendo secretario de la Academia (Castellana o de Madrid), a fines de 1649. -Habla de él en estos términos:

...Disparaban los enemigos dísticos, que abrasaban a los poetas catellanos. Y estando don Melchor Zapata batiendo una estrada, le dieron con un epigrama latino, de que cayó en el suelo, medio muerto, sin saber lo que le había sucedido. Y viéndole tan mal tratado, le dijo el licenciado Villaviciosa esta redondilla:


Si sana, métase fraile,
y no ande buscando famas:
¿Pensó que los epigramas
eran almendras del baile?



Escribió don Sebastián de Villaviciosa una Silva a la muerte de la reina doña Isabel de Borbón, esposa del rey Felipe IV, composición que se lee en la Pompa funeral de esta señora, impresa en Madrid, año de 1645.

Tuvo amistad con muchos de los escritores dramáticos de su tiempo, y fue muy dado a componer en colaboración. Escribió comedias con Moreto, Matos, Diamante, Cáncer, Zabaleta, Avelleneda, Arco (Don Ambrosio) y algún otro: Entre estas piezas es notable, bajo el punto de vista histórico, la que lleva título de La corte en el valle, escrita en unión de Matos y Avellaneda, y en la cual estos «tres ingenios cortesanos redujeron a breve representación la materia y sucesos de la jornada» de Felipe IV a la frontera de Francia, para el desposorio y entregas de su hija la infanta doña María Teresa, que casó con Luis XIV de aquel reino, y para el solemne juramento de la paz estipulada entre ambos monarcas. Representose esta comedia a S. M. en su palacio de Valladolid, el 20 de junio de 1660, a la vuelta de tan célebre viaje, cuya Relación publicó en Madrid don Leonardo del Castillo (1667).

No hallamos por ahora otro dato fijo sobre la existencia de este poeta en años posteriores. La Parte cuarenta y cuatro de Madrid, impresa en 1678, combene una comedia (Dejar un reino por otro y mártires de Madrid), que escribió con Moreto y Cáncer, pero esto nada prueba: quizás él había ya muerto, como sus dos colaboradores.

Las piezas que Villaviciosa escribió por sí solo no son ciertamente comunes, y necesitan detenido examen. Es muy apreciable la titulada: Cuantas veo tantas quiero, compuesta con Avellaneda; se ha representado en nuestra época, y dio ocasión a uno de los triunfos escénicos de Maiquez. -Fue don Sebastián uno de los más fecundos e ingeniosos entremesistas de su tiempo. Las piezas de esta clase, debidas a su festiva pluma, se hallan impresas en diversas colecciones de entremeses varios, todas ya muy raras.

Últimamente encuentro que don Sebastián de Villaviciosa fue uno de los secretarios del certamen que para festejar la translación de la imagen de nuestra Señora de la Soledad a su nueva y suntuosa Capilla del convento de la Victoria se celebró en esta corte, el 19 de setiembre de 1660. Era en aquella fecha caballero del hábito de San Juan. -No aparece en el certamen composición alguna con su nombre.

Entremés: El sí y la almoneda. Manuscrito: en la biblioteca de Osuna; con la aprobación original de Lanini, firmada en 5 de mayo de 1692.

Entremés: La Tía y la Sobrina. Manuscrito: en la misma biblioteca.

Entremés de Las muchas Damas en una. Manuscrito autógrafo: en la misma biblioteca.

La sortija de Florencia344. (P. 17.)

El amor puesto en razón. (P. 26.)

El Ángel enamorado.

El escudo de la Fe y Paladión de Segovia.

Honrado, noble y valiente.

Primera jornada de Nuestra Señora del Pilar. (Con Moreto y Matos.) (P. 5.ª)

Segunda jornada de Reinar por obedecer. (Con Matos y Diamante.) (P. 8.ª)

Jornada o escenas de El Rey don Enrique el Enfermo. (Con Zabaleta, Martínez, Rosete, Cáncer y Moreto.) Manuscrito: en la biblioteca de Osuna. Está impresa en la (P. 9.ª)

Jornada de La Dama corregidor. (Con Zabaleta.) (P. 12.)

Primera jornada de Amor hace hablar los mudos. (El amante mudo, o la fuerza de la sangre.) (P. 17.)

Jornada de La Virgen de la Fuencisla. (Ambas comedias con Matos y Zabaleta.)

Jornada de La corte en el valle. (Fiesta que se representó a S. M. viniendo de Irún.) (P. 22.)

Jornada de Solo el piadoso es mi hijo. (P. 24.) (Escribió ambas comedias con Matos y don F. de Avellaneda.)

Jornada de El Redentor cautivo. (P. 23.)

Jornada de El Letrado del cielo. (Escribió ambas comedias con Matos.)

Cuantas veo tantas quiero. (Con Avellaneda.) (P. 25.)

Vida y muerte de San Cayetano. (Con Moreto, Matos, Diamante, Arce [D. A.] y Avellaneda.) (P. 38.)

Dejar un reino por otro, y Mártires do Madrid. (Con Moreto y Cáncer.) (P. 44.)

Entremeses, bailes, etc.:

El Sacamuelas. (B. e.)

La Chillona. (B. e.)

El Hambriento. (E.)

Las visitas. (E.)

El retrato de Juan Bana. (E.)

Los Sanos. (B.)

El Sacristán Chinela. (E.) (Tardes apacibles de gustoso entretenimiento repartidas en varios entremeses... -Madrid, 1663.)

Loa famosa del Santísimo Sacramento. (Ociosidad entretenida en varios entremeses, bayles, loas y jácaras... Madrid, 1668.)

E.: El licenciado Truchon.

M.: Las figuras y lo que pasa en una noche.

B.: La Endiablada. (Ramillete de Saynetes escogidos de los mejores ingenios de España. -Zaragoza, 1672.)

Entremés de Los Poetas locos. (Vergel de entremeses y conceptos del donaire... Zaragoza, 1675.)

E.: La Sorda.

B.: Morena de Manzanares. (Libro de entremeses de diferentes autores, incompleto, y sin portada ni preliminares, impreso al parecer de 1670 a 1675. Bibliotecas de los señores Durán y Fernández-Guerra.)

E.: El detenido don Calceta. (Con Matos Fragoso.)

Laurel de entremeses varios. -Zaragoza, 1660.)

Entremés de La casa de vecindad.