41
Castro parece estar de acuerdo en que a Campuzano lo redime
la literatura: «El héroe picaresco no puede abandonar su
mezquina psicología; el alférez Campuzano, ofuscado un momento,
vuelve al plano de la dignidad y nos refiere el elevado coloquio de
Cipión y Berganza, que no habría podido ocupar la retentiva de
ningún Guzmán de Alfarache»
([1972] 234).
(N. del A.)
42
El valor total del patrimonio de Catalina de Salazar al momento de casarse era de unos 400 ducados (Canavaggio [1990] 138). Doña Estefanía le dice al alférez que el menaje de su casa vale 2,500 escudos (501). Si se trata en ambos casos de monedas de oro, su valor era muy similar (Canavaggio 315). Por el primer Quijote, Cervantes recibió 1,500 reales (ibid. 205), una moneda muy inferior en valor al ducado y al escudo (más o menos equivalente a un dólar, mientras que el ducado equivale $36.50: ibid. 315). (N. del A.)
43
Daniel Eisenberg, en su reseña de la biografía cervantina de Canavaggio, cuestiona la afirmación de éste sobre que Cervantes se hubiese mudado a Valladolid para darle publicidad a su libro. También dice que no hay razón para calificar de sospechosos sus negocios (Canavaggio 225) (Cervantes, 12, 1 [1992]: 119-24; 121). Es también posible que Cervantes estuviese en la nueva capital para responder a nuevos cargos de la Contaduría del Reino, la cual lo había mandado arrestar en 1603. Canavaggio imagina que evitaría a los contadores, los cuales, por su parte, tenían asuntos más importantes de que ocuparse (200). (N. del A.)
44
Sobre ello hay cierta unanimidad entre los críticos: ver El Saffar (1974) 62, n. 1. (N. del A.)
45
Sobejano rechaza de plano el hacer «la
salvación del alférez Campuzano por la palabra... equivalente a
la de Cervantes por su obra creativa... hacer de este personaje, hundido en una
burla de la que es objeto y sujeto a un tiempo, un portavoz de Cervantes porque
prometa a su amigo contarle otro coloquio... es una suposición
desproporcionada»
(71). La oposición del
crítico a esa identificación creo que se debe a que la ve como
dependiente, exclusivamente del
Csto-Col, en lugar de extender lo
conseguido allí por su autor, a la obra entera de Cervantes. Dice
Johnson: «maybe this [Csto-Col] is Cervantes' final or most detailed or most
profound statement about the artist (i.e. himself) in
society»
(Carroll B. Johnson, «Of Witches
and Bitches: Gender, Marginality and Discourse in
El casamiento engañoso y Coloquio de
los perros», Cervantes, 11, 2 [1991]: 7-25; 9). (N. del
A.)
46
Los nombres Campuzano y Cervantes tienen el mismo número de letras. Fred Abrams, en «Cervantes' Berganza-Cipión anagrams in El coloquio de los perros» (Names, 24 [1976]: 325-326) postula que el nombre de Berganza es un anagrama del de Cervantes (Bergan / Cervan), y el de su interlocutor, del del preceptista Pinciano, quien suponemos que influyó mucho en nuestro autor. Ello sugeriría, de ser cierto, que los nombres de los perros fueron inventados por Cervantes. Aunque la crítica ha tendido a asumir, a partir de las investigaciones de Amezúa, que los perros existieron realmente, con todo y sus nombres (p. e., El Saffar [1974] 70), aquél no ofrece prueba documental alguna de que los nombres de los perros fuesen en efecto «Cipión» y «Berganza»; de hecho, sobre sus nombres, da como referencia «El casamiento engañoso» ([1912] 77). La existencia del hermano limosnero Mahudes sí está documentada, y, por lo que se desprende de la descripción de Amezúa, también el que lo acompañaban dos perros en su tarea ([1958] 411-412). (N. del A.)
47
El Saffar (1974) 62, n. 1. Amezúa piensa que
después del éxito del
Quijote «o no se hubiera escrito
el
Coloquio, o su espíritu y tono
hubieran sido muy distintos»
([1958] 399). El Saffar
menciona también a Castro, pero lo que éste dice en realidad es
que las
Novelas que aquélla considera
tardías -y que para Castro son «ingenuas», de modo que de
ellas y del
Persiles «se hablaría
mucho menos si su autor no hubiese compuesto el
Quijote, El celoso extremeño,
Rinconete y el
Coloquio de los perros»
- son
el producto del deseo de Cervantes «de hacerse respetable»
,
de modo que se convierte -¿temporalmente?- en «un mesurado
conservador»
([1967] 466-467). (N. del A.)
48
La importancia del encuentro entre Berganza y su
«tía» bruja, ha sido examinada por muchos críticos.
Waley cree que el episodio de la Cañizares es crucial no sólo en
relación al
Col, sino también al
Csto, como ejemplo especialmente
llamativo de la inmoralidad de las que el alférez y el resto de la
humanidad son culpables (Waley 206). El Saffar nota que el episodio es el
centro de la historia del perro, pues sigue a sus servicios a cinco amos, y
será seguida por servicios a otros cinco (Berganza, sin embargo, conoce
a la Cañizares cuando sirve al soldado, de modo que, aunque su contacto
con ella está desarrollado en gran detalle, no equivale al servicio a
otro amo), y que es «the most fully developed
of all the stories Berganza tells and the only one that mediates between his
past as a dog and his present ability to speak. In addition, it is the only
narration that duplicates the method of presentation of the story in which it
is contained»
(porque se trata de una historia dentro
de otra) ([1974] 64; 63). (N. del A.)
49
Ver al respecto El Saffar (1976) 60-61. (N. del A.)
50
Amezúa juzga el pasaje «muy oscuro», cree
que se propone hacer burla de pronósticos y otros «engendros
astrológicos» (del tipo de las profecías que aparecen en el
Quijote, I, 46, y II, 39), y nota que
Cervantes era muy aficionado a la profecía virgiliana, pues la repite en
el
Quijote, I, 52 (ed. cit. 601), y en II,
18 (176-177), y 52 (435) ([1912] 621). También nota Amezúa que el
emplear las palabras con un sentido alegórico era frecuente en la
literatura religiosa, pero no en la profana: el Pinciano aconsejaba que de usar
una palabra «con reservas», se declarara «en seguida su
significado para no dejar al lector a oscuras»
(655 n.
302). (N. del A.)