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Acepto todas las reservas sobre el calificado de «definitiva», y espero, de acuerdo con lo que he explicado mucho más arriba, que su sentido sea comprendido por todos los lectores. La idea de Eisenberg, que todo erudito debería aceptar, es en principio correcta, y la misma que yo propongo pero con finalidad y sistema totalmente diferentes. (N. del A.)

 

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Aquí incurre Eisenberg en una contradicción salvo que yo haya entendido mal sus palabras. Pretende que esta edición «definitiva» sirva de pauta y modelo a las demás modernizadas, y sin embargo antes ha dicho que estas últimas ediciones deberían ser las primeras en publicarse. (N. del A.)

 

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La llamo «íntegra» en el mismo sentido que define Emili Eroles, Diccionario histórico del libro, Barcelona-1981-Millá: «ÍNTEGRA... También suele llamarse así la edición de una obra que no ha sido expurgada y cuyo texto es absolutamente igual a como lo escribió el autor»; pero, naturalmente, en nuestro caso la igualdad debe entenderse referida, a falta de manuscritos cervantinos, a las ediciones príncipes. Por otra parte, es posible que Eroles al decir «absolutamente igual» no piense en la «absoluta igualdad» que obliga a reproducir incluso erratas y se refiera a la igualdad del texto en general. Yo, como puede comprender el lector, sí me refiero a esta «absoluta igualdad», igualdad fotográfica podría añadir. (N. from the A.)

 

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Pero deben ser evitados hasta el máximo los juicios valorativos sobre estas aportaciones. Se trata sólo de exponer el material de que se dispone. La valoración correrá a cargo del lector/investigador. (N. del A.)

 

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Desde Bowle a Flores, pasando por Serís, Knowles, etc., por no mencionar más que los más significativos, nadie ha registrado todas las variantes de todos los ejemplares existentes; el cotejo se ha limitado, a lo sumo, a dos o tres ejemplares; y Knowles, que dispuso de doce, sólo compulsó una parte de la obra. (N. from the A.)

 

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Yo mismo he registrado una gran cantidad de variantes sólo relativas a las portadas de ediciones cervantinas, y no limitándome a las primeras ediciones, sino incluso a otras recientísimas. Son variantes meramente tipográficas, unas en los adornos, otras en la puntuación, otras en los nombres de impresores, y otras simples erratas. Algunas de estas variantes (en especial las relativas a los adornos y las que no significan erratas en los nombres propios) pueden hacer querer aparentar ediciones diferentes, cara a los coleccionistas. Otras variantes obedecen, empero, a simples erratas. Podría citar infinidad de casos fichados a través de mis pesquisas bibliográficas, pero no hay para qué cansar al lector con detalles que no hacen al caso. Quiero sólo advertir, de paso, que a veces la falta de meticulosidad en la redacción de catálogos incita a errores que luego se transmiten de uno a otro y la cosa ya no tiene remedio. (N. del A.)

 

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Una edición facsímil a base de los «mejores» folios escogidos entre los ejemplares que se conservan de una misma edición, tal y como recuerda Eisenberg que se ha hecho con Shakespeare, da como resultado una edición más apreciable desde el punto de vista del bibliómano que del científico. Todos estos scherzi intelectuales no están de más y son una buena fuente de ingresos para los mercaderes del libro; mas lo que realmente interesa es tratar el problema desde el punto de vista científico. (N. del A.)

 

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Está por hacer todavía el registro de localización de la totalidad de ejemplares de la edición príncipe que se han conservado. Hay sólo indicaciones de algunos de ellos en catálogos y artículos sueltos. Por descontado que ésta debería ser la primera tarea a realizar. (N. from the A.)

 

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Este examen riguroso desvelaría, de una vez por todas, si ha lugar o no a considerar que los ejemplares que ahora tomamos como pertenecientes todos ellos a una misma edición, la edición príncipe, pertenecen a dos ediciones, aunque no parece cosa probable. (N. del A.)

 

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Pero para el examen de la edición príncipe (a ser posible extendido también a las demás de Cuesta) deben consultarse todos los ejemplares conocidos sin excepción. (N. del A.)