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ArribaAbajoSegunda sección

Juegos de niñas



ArribaAbajoDel aro, la pelota de aire, el volante y la comba

Aunque peculiares estos cuatro juegos a niños de ambos sexos en su más tierna edad, suelen ser, no obstante, más usados de las niñas, y de aquí el motivo para tratar de ellos en esta sección, aunque muy ligeramente, por no exigir otra cosa la suma sencillez que encierran, particularmente los dos primeros, que no son mas que juguetes destinados al primer desarrollo de la agilidad de los niños.

Hablaremos individualmente de cada uno de ellos.

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El aro

Úsanse en este juego dos instrumentos: el aro y la manilla. El primero, como lo indica su nombre, no es más que un cerco de madera de más o menos diámetro, en lo cual entra después la parte de hijo en adornarle a capricho de la niña que lo usa, vistiéndole generalmente de cinta de terciopelo y plata a trechos, y añadiendo algunos adornos de llores y cascabeles en cuerdas que cruzan el aro. La manilla consiste en un palito recto como de una tercia, e igualmente que el aro, cubierto de la misma cinta. El juego del aro se reduce únicamente a ponerlo la niña derecho en el suelo y luego darle con la manilla, a fin de hacerle rodar. De este modo le siguen detrás las niñas, dándole nuevo impulso con la manilla donde le alcancen, para que no se detenga y caiga abandonado a su propio peso. A esto se reduce el juego, añadiendo que donde hay muchas niñas con aros, suelen   —59→   jugar en competencia, ganando aquella cuyo aro ande más espacio sin caerse.




La pelota de aire

Esta pelota, de un tamaño bastante grande, suele ser de goma elástica, cubierta de tela o palio de diversos colores: tiene en uno de sus extremos presa una cinta de que se valen los niños para manejarla, pues de otro modo no podrían abarcar la pelota.

Lo mismo que en el aro, el uso de este juguete es arrojarlo al suelo para seguirle corriendo, con la diferencia de que aquí naturalmente tienen que ir siguiendo las niñas los giros que la pelota va tomando en sus saltos al botar en el suelo. Cuando por falta de fuerza van siendo menores estos botes, se le da nuevo impulso con la mano al tiempo de saltar.

También suelen jugar las niñas colocándose a cierta distancia unas enfrente de otras, y arrojándose la pelota para que otra la devuelva, lanzándola con la mano según viene en el aire.



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El volante

También en este juego necesitan las niñas estar provistas de dos juguetes: el volante o pelotilla, y la raqueta. Se da el nombre de volante a un juguetito de corcho; su figura es de media esfera prolongada, de una pulgada de diámetro, vestido de piel y coronado por la parte circular de plumas pequeñitas.

El instrumento llamado raqueta es una pala compuesta de un aro de madera en figura de fuelle, cuyo cañón lo constituye el cabo o asidero. En el interior de este aro hay una red, y además está cubierto por un lado de pergamino para que ofrezca Una superficie lisa.

Se juega poniéndose dos niñas a corta distancia una de otra, las cuales se arrojan mutuamente el volante, lanzándole por el aire con la raqueta, y cuidando de no dejarle caer, para lo cual van siguiendo el giro que lleve en el espacio.

Pierde, como es consiguiente, la niña que   —61→   deja caer el volante sin darle con la raqueta, cuando se lo arroja su compañera.




La comba

De estos cuatro juegos, el que más se dirige a satisfacer su objeto, el más a propósito para el estudio de la agilidad y destreza de los tiernos niños, es el de la comba o cuerda.

Dos de las niñas toman un cordón, cada una por un extremo, de manera que quede bastante flojo. Se coloca otra niña en medio de las dos, y a un aviso suyo comienzan ambas a batir el cordón a compás, de alto a bajo, de manera que en este movimiento vengan a describir un semicírculo en el aire. La niña que está en medio aguardará la caída del cordón en el suelo, y entonces irá saltando de modo que salve la cuerda y esta no le tropiece en los pies. En el momento en que esto suceda, o pise el cordón al caer, pierde esta niña, pasando en castigo a batir el cordón en lugar de una de las   —62→   dos que había, mientras aquella entra a saltar la comba.

En lugar de una niña sola, son otras veces dos, tres o más las que se ponen en medio para saltar, haciéndolo todos con tal regularidad y compás, que no den lugar a tropiezos, por los que pierdan todas. En este caso la comba tiene que formarse con un cordón mas largo, proporcionado al número de niñas que jueguen.






ArribaAbajoEl escondite2

He aquí, niñas, el juego general por excelencia, el juego no ignorado de nadie desde la primera edad, y el más usado en todos los países. Entra en él un número indeterminado de niñas, pues pueden jugar a la vez cuantas quisieran. Su ejecución es muy sencilla, y vamos a explicarla, porque aunque probablemente está al alcance de todos, sin   —63→   duda que muchos no sabrán, o no seguirán un mismo método para sortear la que ha de quedarse a buscar después a las que se escondan. Yo recuerdo muy bien que cuando era niño hacíamos esta suerte del modo siguiente:

Se ponen las que han de jugar colocadas en ala; la niña mayorcita, que es la que hace de madre, las repasa después a todas, comenzando de derecha a izquierda, y volviendo luego al revés de izquierda a derecha, diciendo esto:


«Ite, ite, baritón,
tres gallinas y un capón;
el capón estaba muerto;
las gallinas en el huerto.
       Tu por tú,
       que salgas tú.
       Tris trás,
       que fuera estás».



Al repasarla, va tocando a cada niña con la mano, y diciendo al mismo tiempo una palabra de las anteriores, de esta manera:

«Ite, -ite, -bari-tón, -tres ga-llinas- y un ca-pón; -el ca-pón es-taba -muerto; -las ga-llinas -en el -huerto. -Tú por-tú, que- salgas -tú. -Tris -tras, que -fuera es-tás».

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La niña a quien la madre haya tocado con la mano al decir esta última silaba tás, se separa de la fila de sus compañeras, y se halla libre de quedar en el puesto. Vuelve luego la madre a repasar como antes a las que quedan, y así sucesivamente según vayan saliendo, siendo por consiguiente la que pierde la última que queda.

Hasta aquí la explicación del sorteo; la del juego es muy sencilla.

Luego que las niñas han sido sorteadas, se sienta la madre, y coloca a la que ha quedado con la cabeza apoyada sobre sus rodillas, cuidando de taparla la vista con las manos para que no pueda ver a las otras niñas que han de esconderse. Éstas lo hacen en los sitios que hallen más oportunos para no ser vistas, y cuando todas se han escondido, dice una de ellas:

«¡Venga!»

Entonces la madre suelta a la niña para que vaya a buscar a las otras; si encuentra a alguna, o la coge en la carrera, pierde la cogida, y se queda en lugar de la otra. Las niñas deben, pues, evitar el ser encontradas y jugar las vueltas a la que va a buscarlas,   —65→   viniendo con ligereza a dar una palmadita en la mano de la madre que las espera sentada, en cuyo caso ya se dan por libres. Si no ha cogido a ninguna, tiene que quedar de nuevo.




ArribaAbajoLas cuatro esquinas

Con diversos nombres es conocido este juego, al cual unos llaman el con-con, otros Sevilla y la mayor parte las cuatro esquinas. La ejecución es muy sencilla, y, aunque el nombre solo del Juego me evitaría dar a las niñas una explicación de él, la daré, sin embargo, por si este librejo llegara a alguna parte donde el tal enredo no se conociere. Se juega en una habitación cuadrada, y habiendo cinco niñas, se colocan cada una en un ángulo de la habitación, y la sobrante en medio. Si fueren más de cinco las niñas, se improvisan ángulos, colocándose al lado de las paredes en sitios marcados guardando iguales distancias, y en este caso puede también jugarse en el campo. Para ponerse las niñas en sus respectivos puestos,   —66→   tiene que dar la señal la que queda en medio, diciendo:


«Con-con,
cada una a su rincón».



Y una vez colocadas, empieza el juego, acercándose la niña sobrante a las otras sucesivamente, y preguntando a la primera:


«¿Hay candela?»



Esta contesta, señalando a la niña que está a su derecha:


«Por allí humea».



La niña que preguntó se acerca a la otra que le contesta lo mismo, e igualmente a todas las demás, de quienes obtiene la misma contestación.

Mientras va recorriendo así a todas y preguntando si hay candela, las niñas que están en sus puestos se convienen unas con otras por medio de una seña, procurando no ser vistas de la que va preguntando, y cambian de sitio con ligereza para no dar lugar a que aquella se adelante a coger uno, y se quede una de ellas sin esquina, en cuyo caso pierde, diciendo la que lo tomó su puesto:

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«Quien fue a Sevilla
perdió su silla».



Debe la niña que va recorriendo los puestos prestar mucho cuidado y atención a las otras, observando con disimulo las señas que se hagan para robarles los sitios.

Hay en este juego lances raros, pues muchas veces, al partir una niña de su puesto para colocarse en el de la compañera con quien se ha convenido, sucede que una tercera quiere cambiar también, y marcha a ocupar el sitio que deja la primera; la niña que anda recorriendo los puestos, al ver esto, marcha a ocupar el sitio que dejó la tercera; entonces la segunda se queda sin moverse del suyo, y la primera se encuentra con que tiene que quedar sin sitio y recorrer preguntando si hay candela.




ArribaAbajoLa rueda

La mayor parte de los juegos de niñas suelen ejecutarse colocadas ellas en rueda o círculo; pero tienen todos generalmente un desenlace para concluir el juego. Hay en ellos un lance o motivo para que pierda alguna   —68→   de las niñas que lo componen, teniendo la que pierde que pasar a sustituir a la que está en el centro del círculo. Pero en el juego que se conoce con el nombre particular de La Rueda, no hay ninguno de estos accidentes, y es tan continuado, que aunque termine la cantinela, a cuya música juegan las niñas, es para empezar enseguida con otra, sin dejar por eso de andarla rueda.

En el Prado, en la plaza de Oriente y otros paseos de Madrid es el juego de La Rueda el más comúnmente usado; es la soirée inocente y sencilla de las niñas, donde todas, sin distinción, tienen cabida, desde la que se baja de los brazos de su niñera, hasta la que necesita solamente un año más para entrar en otra sociedad menos libre y menos deliciosa por cierto. Allí acuden todas a tomar parte, ora por su propia presentación franca y sin rodeos, ora por la general invitación: «¿Quiere usted jugar, niña?» hecha con tanto agrado como finura por las otras niñas sus compañeras.

Pudiera llamarse este juego, como se ha dicho, el baile general de las niñas, pues no consiste en otra cosa que en formar una   —69→   rueda con todas las que haya, asidas de las manos, y después dar vueltas, girando esta rueda de derecha a izquierda, y cantando todas con una música monótona cualquiera cantinela que propone la niña mayorcita, que generalmente se halla en el centro del círculo ordenando la colocación y movimientos de las demás.

Muchos son los romances y canciones que entonan en este juego, añadiendo yo aquí que pueden hacerlo con cualquiera romance conocido o con los cantares populares, pues todos ellos se prestan a la música conque las niñas andan en la rueda. Por no cansar, pues, su atención si fueran aquí insertas todas las cantinelas conocidas en este juego, me limito únicamente a trasladar dos, cualesquiera de ellas. Helas aquí:




1.ª


«Este es el Mambrú, señores,
que se cantará al revés.
¿Ha visto usté a mi marido
en la guerra alguna vez?
Si acaso le hubiese visto,
le daré las señas de él.
Mi marido es un buen mozo,
gentil hombre aragonés:
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en la punta de la lanza
lleva un pañuelo francés,
que le bordé cuando niña,
cuando niña lo bordé.
Dos años ha que le espero,
y hasta tres le esperaré;
si a los tres años no vuelve,
monjita me meteré,
y a la menor de mis niñas
conmigo me llevaré,
que me cosa y que me lave,
y me guise de comer,
y me lleve de la mano
a casa del coronel.»




2.ª


   «Las ovejuelas, madre,
las ovejuelas,
como no hay quien las guarde,
se guardan ellas.
    Acitrón,
tira del cordón,
si vas a la Italia,
¿dónde irás, amor mío,
que yo no vaya?
    La niña que a la fuente
sale temprano,
muy olorosas flores
halla en el campo.
    Acitrón, etc.
    Cantan los pajarillos
en la alameda,
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cantan en las mañanas
de primavera.
    Acitrón,
tira del cordón,
si vas a la Italia,
¿dónde irás, amor mío,
que yo no vaya?»



Las niñas extienden esta cantinela cuanto quieren, comenzando con cualquiera seguidilla, y concluyendo siempre con el estribillo:

«Acitrón, etc.»

Tales como las dos canciones insertas, tan sencillas, tan inocentes como ellas, son en lo general todas las que usan las niñas para bailar en el juego de la Rueda. De añadir más de las infinitas que se oyen donde quiera que se encuentra un círculo de niñas jugando, sería formar un volumen no ideado al comenzar esta obrita; fuera convertir este librejo en una colección de tradiciones; romances que, por otra parte, están generalmente al alcance de todas las niñas, mejor tal vez que al mío.

Continúo, pues, una vez comenzado, tratando de los juegos que se ejecutan en forma de rueda, y siguiendo el orden de sencillez en la ejecución de cada uno.



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ArribaAbajoLa gallinita ciega

Consiste este sencillo juego en lo siguiente:

Se forma un círculo o rueda con todas las niñas que han de jugar, y en su centro se coloca una de ellas con los ojos vendados con un pañuelo, y llevando una varita en la mano. Cuando está todo dispuesto, dice una de las niñas de la rueda a la que está en medio.


«Gallinita ciega, ¿qué te se ha perdido?»



Ésta contesta:


«Una aguja y un dedal».



La anterior replica:


«Pues échatela a buscar».



Entonces dice la niña vendada:


«Ande la rueda».



Todas comienzan en efecto a andar pausadamente de derecha a izquierda en torno de la tapada, y así siguen andando, hasta que vuelve a decir esta:


«Pare la rueda».



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Paran todas las niñas, la vendada levanta la varita que tiene en la mano, y toca suavemente con ella a una cualquiera de las que forman la rueda. Entonces las dos niñas, la que hace de gallinita ciega y la señalada con la vara, se aplican esta mutuamente al oído, y como si fuera una trompetilla dan un gritecito al otro extremo, imitando el maullido del gato. Si por el eco de este grito conoce la niña tapada a la que ha señalado, y la llama por su nombre, tiene ésta que vendarse los ojos y sustituir a la gallinita ciega: si no acierta con la niña que es, dice la señalada:


«Siga la rueda».



Y vuelve a seguir como anteriormente, hasta que la niña vendada acierte con el verdadero nombre de una de las tocadas por su varita.




ArribaAbajoSan Severín

Las niñas que tomen parte en este juego han de tener especial cuidado en atender a los movimientos que ejecute la que hace de madre, como se verá, pues en eso precisamente   —74→   es en lo único que consiste el juego, y el perder o no en él, así como sucedió en el San Severín del Monte de los niños.

Fórmanse todas en rueda, asiéndose unas a otras de las manos, después de sortear qué niña ha de hacer de madre o directora, la cual se coloca de pie en medio de la rueda. Cuando ésta dispone, comienza la rueda a girar alrededor de ella, cantando todas las niñas guiadas de la directora lo siguiente:


    «San Severín,
de la buena, buena vida;
así, así
trabajan los zapateros,
así, así, así».



Y diciendo esto, la madre o directora imita con la acción (en lo cual tienen que seguirla todas las demás niñas) el oficio de los zapateros; esto es, figurarán coser tal como lo hacen éstos.

En lugar de los zapateros, la directora puede nombrar cualquier oficio, pero siempre imitándolo con la acción al tiempo de decir así, así, así.

Si no ha perdido ninguna niña, vuelve de nuevo a empezar el juego, variando de oficio, v. gr.


    «San Severín,
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de la buena, buena vida;
así, así
trabajan las planchadoras,
así, así, así».



Y en este caso, tanto la directora del juego como las demás niñas, imitarán la acción de pasar la plancha por la ropa.

De este modo continúa jugándose, variando siempre de oficio, según disponga la madre.

Si alguna niña no sigue la acción que aquella marque, pierde, teniendo que ponerse ella en medio de la rueda.




ArribaAbajoLa viejecita

Tan sencillo es este juego, que apenas necesita explicación, y por eso me detendré bien poco en él. No consiste más que en esto.

Se sienta una niña en el suelo figurando la viejecita: todas las demás andan en torno de ella, asidas de las manos y cantando lo siguiente:


    «La buena viejecita
de este lugar,
no cose ni repasa,
ni sabe bordar».



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Después de esto, una de las niñas de la rueda dice a la viejecita:


«Buena viejecita, ¿qué tiene V.?»



La niña de en medio contesta:


«Está malo mi marido».



Todas las niñas afectan ponerse tristes, y continúa la rueda, cantando de nuevo.


«La buena viejecita, etc.»



Cuando concluye, pregunta otra niña a la viejecita lo mismo que la anterior, y contestando ésta que su marido ha muerto, se llevan todas las manos a la cara, y figuran llorar.

La tercera vez, después de cantar como antes y de hacer igual pregunta a la viejecita, contesta ésta:


«¡Ya ha resucitado!»



Y entonces todas saltan y ríen con muestras de la mayor alegría.

El juego puede prolongarse todo lo que las niñas quieran, volviendo a empezar hablando del hermano, después del tío, etc.




ArribaAbajoLos caracoles

Formada también una rueda por las niñas,   —77→   y colocada una en medio en pie, comenzarán todas a girar en torno de ella, cantando en coro lo que se pone a continuación, y haciendo los movimientos que van expresando los versos, cuya explicación se hará luego por partes para mayor claridad e inteligencia de las niñas:


    «Bailad, caracolitos,
con la patita tuerta
caracolitos míos,
bailad, y dad la vuelta.
    Bailemos, imitando
el salto de la cabra,
que en los floridos campos
así la vuelta daba.
    Bailad, caracolitos,
en torno de la niña;
caracolitos míos,
hacedla cortesía.
    Sin que la rueda pare,
desde ahora se manda
que cada una se abrace
con quien le dé la gana».



Concluido esto, se ejecuta lo expresado en los dos últimos versos: las niñas (que tienen que ser en número impar) se abrazan con la primera que hallan, que por lo regular suele ser con la que está a la derecha de cada una, cuya acción se adelanta siempre a ejecutar la que está en medio. Como son impares, según queda dicho, naturalmente   —78→   tiene que sobrar una, que no halla pareja después que todas se han abrazado; ésta, púes, será la que pierde y que pasa a colocarse en medio de la rueda.

Pierde también en este juego la niña que no ejecuta alguno de los movimientos expresados en los versos que van marcados con letra bastardilla, cuyos movimientos debe hacer, antes que todas, la que está en el centro, a saber:

Al decir «con la patita tuerta», primero la niña de en medio, y luego las demás, doblarán el piececito, tocando con la punta en la tierra.

Darán una vuelta, soltándose antes las manos, cuando digan:


   «Bailad, y dad la vuelta».



Un saltito al decir:


«El salto de la cabra».



Otra vuelta al revés de la anterior en diciendo:


«Así la vuelta daba».



Todas las niñas harán una cortesía a la que está en medio del círculo, cuando se diga:


«Haced cortesía».



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Y finalmente se abrazarán, como está dicho, de sus compañeras al acabar el último verso.




ArribaAbajoLa viudita, el conde de cabra, el abrazo

Estos tres juegos de igual índole, siguen todos una misma marcha, sin variar mas que en la cantinela de cada uno.

Por eso he creído oportuno dar únicamente la explicación lata de uno de ellos (el primero, por ejemplo), y limitarme después a apuntar los versos de los otros dos, sentado desde luego por principio que en ellos deben las niñas seguir la misma marcha que en éste.


La viudita

También en este juego, y lo mismo en los dos siguientes, debe ser impar el número de las niñas que los compongan. Después de colocada una en medio, y todas las demás en círculo alrededor de ella, comienza a andar la rueda pausadamente al compás de la música con que canten, lo   —80→   cual empieza solamente la niña que está en el centro del círculo, diciendo:


    «Yo soy viudita
del conde de Oré;
quería casarme,
y no hallo con quién»



Las niñas de la rueda, siguiendo su marcha y la misma música que la primera, contestan:


    «¿Tan linda como eres,
y no hallas con quién?
Escoge a tu gusto,
que aquí tienes diez».



La niña de en medio.


    «Yo soy viudita
del conde de Oré».



Todas las niñas.


    «Escoge a tu gusto,
que aquí tienes diez».



Entonces la primera comienza a repasar a todas con la vista, y sigue cantando:


    «Contigo sí,
contigo no,
contigo sí
me, casaré yo».



Y al decir la última palabra, se abraza a una de las niñas de la rueda; todas hacen lo mismo, como en el juego anterior Los   —81→   caracoles; y como sobra una niña, la que queda sin pareja tiene que ponerse en el centro de la rueda, y hace el mismo papel de viudita que la anterior.




El Conde de Cabra

Dispuesto el juego como el anterior, colocadas todas las niñas en rueda y la sobrante en medio, comienza esta a cantar lo siguiente, mientras va andando la rueda:


    «Ya no quiero yo al conde de Cabra;
¡triste de mí!
Ya no quiero yo al conde de Cabra,
sino es a ti».



Las niñas de la rueda contestan en coro:


    «Si es verdad que no quieres al conde,
como lo oí,
si es verdad que no quieres al conde,
quiéreme a mi».



La del centro vuelve a cantar, mientras va eligiendo con la vista la niña con quien sen ha de abrazar al concluir:


    «Ya no quiero yo al conde de Cabra,
¡triste de mi!
Ya no quiero yo al conde de Cabra,
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si no es ti,
a ti, a ti».



Y sigue repitiendo esta frase, a ti, todo el tiempo que quiera, hasta que de repente se abraza a la niña que haya elegido, siguiéndose el resultado de los juegos anteriores.




El abrazo

Comienza a andar la rueda, y a cantar la niña que está en medio lo siguiente:


    «Te busco y no te encuentro,
corazón triste!
Parece que jugamos
al escondite».



Las niñas todas.


    «Ven a mis brazos,
te estrecharé.
Siga la rueda,
búscale bien».



La niña, buscando con la vista.


    «Pare la rueda;
ya la encontré.
Solo contigo
me abrazaré».



La misma conclusión que se deja apuntada anteriormente.





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ArribaAbajoLa panadera

Dos de las niñas que tomen parte en este juego tienen que desempeñar los dos papeles de panadera y su criada llamada Mariquita. Ésta se coloca en medio de la rueda formada por todas las demás niñas, y figura estar cerniendo unos cedazos de pasar la harina. La panadera que estaba dentro del círculo con Mariquita, al ver que ésta queda trabajando, se sale y figura marcharse a paseo; entonces comienza a andar la rueda y a cantar todas las niñas, dirigiéndose a la criadita que sigue cerniendo:


    «Mariquita, baila,
que marcha tu ama».



Mariquita se pone, en efecto, a bailar como las demás niñas, después que deja en el suelo el cedazo, que puede figurarlo con un pañuelo u otro objeto cualquiera. El ama da en esto la vuelta, y se dirige hacia las niñas, que al verla exclaman, también cantando:


    «Mariquita, cierne,
que viene, que viene».



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La criada se pone entonces a cerner, y cuando llega la panadera la pregunta:



La panadera

«Mariquita, ¿qué haces?»

Mariquita

«Estoy pasando».

La panadera

«Me ha dicho un pajarillo
que estás bailando».

Mariquita

«Si encuentro al pajarillo
le cortaré el piquillo».



Sigue Mariquita trabajando, solo que ahora, en lugar de cerner, imita hacer la envuelta de la harina con el agua para formar la masa. Vuelve a marchar el ama, y las niñas a cantar como antes, girando entorno de Mariquita:


    «Mariquita, baila,
que marcha tu ama.
Mariquita, envuelve,
que viene, que viene».



El ama, llegando adonde están las niñas:


-Mariquita, ¿qué haces?
-Ved, amasando.
-Me ha dicho el pajarillo
que estás cantando.
-Si encuentro al pajarillo,
le cortaré el piquillo».



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Y Mariquita se pone por fin a figurar que mete los panes en el horno para cocerlos. Del mismo modo se siguen los movimientos anteriores. Marcha el ama, vuelven a cantar las niñas bailando con Mariquita, y diciendo:


    «Mariquita, baila,
que marcha tu ama.
Mariquita, cuece,
que viene, que viene».



Y al llegar ésta, vuelve a preguntar:


-«Mariquita, ¿qué haces?
-Estoy cociendo.
-Me ha dicho el pajarillo
que andas corriendo.
-Si encuentro al pajarillo,
le cortaré el piquillo».



Por fin termina el juego del modo siguiente: La panadera, sin penetrar en el círculo, revisa las labores de Mariquita, y al hallar que los panes están mal cocidos, quiere castigarla; entonces todas las niñas se interponen en favor de la criadita. Para esto estrechan el círculo, de manera que el ama no pueda penetrar en él, y esta hace esfuerzos a fin de hacer soltar las manos de alguna niña, según están asidas. Si lo consigue, las dos niñas, cuyas manos se hayan desasido, tienen   —86→   que sustituir a la panadera y su criada Mariquita, pasando ellas a hacer estos papeles.




ArribaAbajoEl viaje

Aunque en este lugar, por separarlo de los jugados en rueda, el juego de que vamos a ocuparnos debe preceder al de La Viudita, como consecuencia aquel de este, según luego se verá. Suelen entrar a jugar once niñas; cinco de ellas que se hallan quietas formadas en ala, y teniendo en medio a una sexta que figura ser la madre; las cinco restantes, figurando seis viajeros3, vienen pausadamente también en ala enfrente de lasque están paradas. Al llegar a corta distanciase detienen, y una de ellas, dirigiéndose a la madre, dice cantando:


    «De Francia vengo, señora,
de buscar esposa al rey.
Y en el camino me han dicho
que lindas hijas tenéis».



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La madre contesta también cantando:


    «Si las tengo, o no las tengo,
eso no le importa a usted,
que del pan que yo comiere
comerán ellas también».



Al oír esto, las cinco niñas dan la vuelta, y marchan cantando en coro:


    «Nos vamos muy enojados
a los palacios del rey,
a contárselo a su alteza,
y a la princesa también».



La madre:


    «Venga, venga, caballero,
no sea tan descortés,
que de cinco hijas que tengo
la mejor escogeré».



Vuelven las cinco niñas, y llegan hasta la reunión de las otras; entonces la que cantó la primera estrofa elige una de las cinco mientras va cantando esto:


    «Esta escojo porque es rosa,
esta escojo por clavel,
esta escojo, porque es rosa
acabada de nacer».



Y la misma niña toma del brazo a la que ha elegido, y se la lleva.

Después vuelven las cuatro restantes, y comienzan de nuevo el juego, cantando lo   —88→   mismo, excepto que en la cuarta estrofa, donde dice la madre:


«Que de cinco hijas que tengo,»



dirá cuatro, tres o dos, etc., según vayan quedando. Una vez elegidas todas, queda sola la madre, y ella se pone en el centro de una rueda que se forma con todas para hacer el juego La Viudita.




ArribaAbajoLa limón

Divididas las niñas en dos tandas iguales, y enlazadas de las manos formando ala, se está quieta una de estas tandas, mientras la otra viene andando enfrente de ella, hasta que al llegar a cierta distancia se para también. Entonces comienza el juego, preguntando la tanda que estaba quieta a la que ha llegado, y contestando esta, ambas cantando, lo siguiente:



1.ª TANDA

A la limón, a la limón,
¿dónde venís andando?

2.ª TANDA

A la limón, a la limón,
de San Pedro y San Pablo.
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1.ª TANDA

A la limón, a la limón,
la fuente se ha caído.

2.ª TANDA

A la limón, a la limón,
ya la levantaremos.

1.ª TANDA

A la limón, a la limón,
no tenemos dinero.

2.ª TANDA

A la limón, a la limón,
nosotras lo tenemos.

1.ª TANDA

A la limón, a la limón,
¿de qué es ese dinero?

2.ª TANDA

A la limón, a la limón,
de cascaron de huevo.

1.ª TANDA

A la limón, a la limón,
pasen los caballeros.

2.ª TANDA

A la limón, a la limón,
nosotras pasaremos.



Acabado de cantar esto, las niñas de la primera tanda levantan los brazos, dejando unos huecos en forma de arcos, y las de la primera avanzan siempre en ala y van pasando cada una por uno de estos huecos, volviendo a asirse de las manos después que han pasado. -Vuelve luego a comenzar el juego cambiando sus papeles las tandas; y así la primera es ahora segunda, y, al contrario, la segunda primera.

De este modo, repitiendo el juego, van pasando ambas tandas alternativamente unas por debajo de los brazos de las otras.



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ArribaAbajoEl puente

De entre las niñas que han de tomar parte en este juego, se eligen dos, que se colocan en pie asidas de las manos, y con los brazos levantados formando un arco. Todas las demás niñas, también enlazadas de las manos, vienen andando en ala de frente a las dos que forman el arco o puente, y al llegar a cierta distancia de ellas, se detienen y dicen cantando en coro:


«Decid, sirenas del mar,
si nos dejaréis pasar».



Las dos niñas contestan, también cantando:


«Si pasar aquí queréis,
un infante dejaréis».



Todas las niñas:


«¡Mal haya nuestra fortuna,
que hemos perdido una mula!»



Las dos:


«¡Mal haya nuestro cuidado,
que hemos perdido un caballo!»



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Todas las niñas:


«Decid, sirenas del mar,
si nos dejaréis pasar».



Las dos:


«Por aquí pasar podéis,
pero prenda dejaréis».



Todas las niñas que están formadas en ala van entonces pasando por debajo del arco que hacen con sus brazos las otras dos: al llegar a pasar la que forma última en la fila, las dos niñas bajan los brazos y la cortan el paso, siendo, por consiguiente, ésta la que queda en prenda, la cual forma parte del puente, pasando a colocarse detrás de una de las dos niñas, pero sin levantar ella el brazo. Después vuelven de nuevo a comenzar el juego con las niñas que han quedado, y al pasar por debajo del puente, detienen a otra de las niñas, que se coloca también detrás y al lado de la anterior, de cuya mano se enlaza, y levantan el brazo formando un segundo arco.

De este modo siguen jugando, hasta que vayan quedando detenidas todas menos dos. Cuando queden dos solamente de las que había en el ala, cesa el juego, teniendo esas   —92→   dos que formar el puente después, y todas las demás ir pasando por debajo de sus brazos, igualmente en un todo que lo hicieron antes.




ArribaAbajoEl cubiletero

Semejante este juego al anterior, únicamente se diferencia de él en la cantinela. También aquí se ponen separadas de las otras, dos niñas asidas de las manos, pero sin levantar los brazos, hasta que llegue el caso de tener que ir a pasar las demás niñas por debajo. Éstas vienen también formadas en ala, trayendo a la cabeza a la niña mayorcita, que se llama el cubiletero, y que viene cantando ella sola:


    «Mulillas traigo a vender,
el cubiletero;
mulillas traigo a vender,
el cubiletero real».



Las dos niñas, también cantando:


    «¿A cómo las dará
el cubiletero?
¿A cómo las dará
el cubiletero real?»



  —93→  

El cubiletero:


    «A cien reales no más,
el cubiletero.
A cien reales no más,
el cubiletero real».



Las dos:


    «Vaya pasando ya
el cubiletero.
Vaya pasando ya
el cubiletero real».



Van, en efecto, pasando todas las niñas, con el cubiletero a la cabeza, por debajo del arco, hasta que al llegar a la última la detienen las dos niñas, y se coloca detrás como en el juego anterior; luego vuelve a empezar, y sigue en un todo los mismos trámites e igual desenlace que se dio al juego del Puente.




ArribaAbajoEl milano

La explicación del juego para niños llamado El Lobo casi nos evita la de este, por ser en un todo conformes, con las variaciones únicamente de los nombres en las partes que lo componen.

Así como en aquel se llama pastor al niño   —94→   que forma primero en la columna, la niña que en éste ocupa el mismo puesto se llama madre; a la última de la fila se la da el nombre de Mariquita, y la que está separada de la columna, como sucedía con el lobo de aquel juego, hace aquí de milano. También varía la cantinela, por lo cual, y porque las niñas no tengan que recurrir a ver la descripción de El Lobo, vamos a explicar su juego brevemente.

Formadas todas las niñas en una columna que figura un bando de palomas, asidas unas a otras de la falda del vestido, con la madre a la cabeza y Mariquita al final, comienza la columna a dar vueltas, cantando todas en coro:


    «Vamos a la huerta,
de Pedro Toronjil,
veremos al milano
comiendo perejil.
Jil, jil, jil».



Concluida la última frase, dice



LA MADRE

«¿Mariquita la de atrás?

MARIQUITA

¿Qué manda mi señora?

LA MADRE

Ve a ver qué hace el milano».



Se acerca Mariquita a acechar al milano, y vuelve a decir a la madre lo que está haciendo,   —95→   que será cualquiera cosa que haga la niña que tiene aquel papel. En seguida vuelve a girar la columna, cantando otra vez las niñas:


    «Vamos a la huerta,
de Pedro Toronjil,
veremos al milano
comiendo perejil.
Jil, jil, jil».



Se sigue a esto la misma operación de antes; vuelve la madre a llamar a Mariquita y a mandarla acechar al milano, y de este modo siguen jugando hasta que este ve una vez a Mariquita, y la viene persiguiendo. Mariquita se coloca corriendo en su puesto de la columna o bando de palomas, y la niña que hace de madre cuidará de guardar bien las vueltas al milano, a fin de que no le tome alguna paloma, en cuyo caso pierde ésta, y tiene que hacer el papel de milano.

También suelen cantar las niñas, en lugar de los versos dichos, estos otros:


    «Al milano que le dan,
la cebolla con el pan,
no le daban otra cosa,
tomó una paloma hermosa».





  —[96]→  

ArribaAbajoSan Miguel y el diablo

Muy parecido al juego anterior y a El Lobo de los niños, juegan en muchos pueblos otro, niños y niñas indistintamente, pero niñas en particular: este juego es conocido con el nombre de San Miguel y el diablo. Lo mismo que en El Milano, forman todas las niñas en columna asidas unas a otras; estas, así como aquellas, figuran un bando de palomas, aquí son una congregación de almas; la niña que forma la primera de todas es San Miguel, y la que en el juego anterior hacia de milano, es aquí el diablo, cuya niña debe también estar separada de las otras, como sucedía con aquella.

La columna de las almas comienza a andar como en El Milano, cantando:


    «Bailen, bailen las almas
alegres ya,
que San Miguel del diablo
las guardará».



Cuando termina el cántico, y para la columna,   —97→   aparece la niña que hace de diablo, a la cual dice



SAN MIGUEL

«¿Qué busca aquí Lucifer?

EL DIABLO

El alma que me debéis.

SAN MIGUEL

No está aquí, que está en el cielo.

EL DIABLO

Si está o no está, voy a verlo».



Entonces la niña que tiene este papel acomete a la columna, queriendo coger a una de las que la forman, mientras que la que hace de San Miguel se lo impide todo lo posible, interponiéndose y resguardando a las niñas de la columna con sus vueltas, así como en el juego de El Milano.

Cuando, por fin, la niña que hace de diablo ha logrado coger a una cualquiera, se la lleva consigo, y vuelve a comenzar el juego de la misma manera que antes con las niñas que quedan. Sigue en un todo igual, hasta que una a una se las ha llevado a todas, menos a San Miguel.

Cuando las tiene a todas, las forma en ala asidas de las manos, y se colocan el diablo a la cabeza y San Miguel al final. Después van dando la vuelta formadas así como están, y pasando todas por debajo del brazo de la niña que hace de diablo, que está quieta, como guía de esta evolución, y siguen   —98→   así pasando, quedándose todas arrolladas en un pelotón: en esta evolución las niñas todas han de procurar tirar unas de otras, a fin de romper la cadena que forman con sus manos, y cuando en efecto se rompe, gana el juego, entre las dos niñas que hacen de San Miguel y de diablo, la que se queda con más almas. Si San Miguel se queda con más niñas, vuelve el juego a comenzar de la misma manera que antes; si, por el contrario, quedan más de parte del diablo, la niña que tiene este papel hace luego de San Miguel y viceversa, la que hizo de San Miguel pasa a hacer de diablo.




ArribaAbajoLos pitos

Dan las niñas este nombre a unas piedrecitas redondas del tamaño de una bala de onza: necesítanse cinco para jugar, una de las cuales ha de ser un poquito mayor, y tiene el nombre de pita.

Las niñas se sientan en círculo, y comienza el juego una cualquiera de ellas, del modo siguiente:

  —99→  

Toma en la mano los cuatro pitos que sostendrá en ella cerrándola, y la pita con los dedos índice y pulgar. En seguida lanza ésta al alto perpendicularmente, y pone con prisa en el suelo los pitos, de manera que tenga tiempo para dejarlos, y recibir la pita en la mano cuando caiga. Una vez recogida ésta, y estando los pitos en el suelo en la misma disposición en que hayan quedado al dejarlos, la niña vuelve a lanzar la pita al aire, y mientras cae recoge uno, recibiendo en seguida la pita, todo con la mano derecha. Vuelve a lanzarla y a coger otro del mismo modo, continuando así hasta recogerlos cuatro pitos que había en el suelo. Después de recogidos los cuatro, vuelve a dejarlos en el suelo, siempre lanzando la pita al aire y volviéndola a recoger; y esta vez, al tiempo de tomar los pitos del suelo, lo hará cogiendo dos a dos en lugar de uno.

Recogidos que sean, vuelve a hacer la misma operación que antes, y luego recoge tres de una vez y uno de otra; y, por último, tiene que recoger los cuatro pitos de una vez.

Si todo esto lo ha hecho la primera niña   —100→   sin perder, concluye su juego con la figura del barco, que es de este modo:

Coloca su mano izquierda en el suelo en forma de puente, apoyando de un lado el dedo pulgar por el extremo y los otros cuatro por el otro; luego toma en la mano derecha los pitos y la pita del mismo modo que hizo para colocarlos en el suelo: lanza la pita al alto, y mientras cae, arroja uno de los pitos a hacerlo pasar de un lado al otro del puente que ha formado, y así sucesivamente va haciendo pasar los cuatro, procurando siempre hacerlo con tiempo para recoger la pita cuando caiga del alto.

En esta operación del barco, mientras la niña va haciendo pasar los cuatro pitos, a cada uno que lanza por debajo va diciendo uno de estos cuatro versos:


    «Pásame pronto...
lindo barquero...
ya poco falta...
bate los remos».



Concluido que sea esto, pasa a jugar la segunda niña del círculo, contando por la derecha; luego la tercera, y así sucesivamente.

Cuando pierde una, pasa en seguida a   —101→   jugar la que sigue, y esto sucede en los casos siguientes:

1.º Cuando no recoge la pita a tiempo al dejar los pitos en el suelo o al irlos recogiendo.

2.º Cuando no recoge dos, tres o los cuatro pitos de una vez, según corresponda.

3.º Cuando no los hace pasar completamente por el barco.

Y 4.º Cuando no dice los versos citados al ejecutar esta operación.






 
 
FIN
 
 
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