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1

Don Adolfo de Castro, en el tomo II de su colección de Poetas líricos de los siglos XVI y XVII, para la Bibl. de Autores españoles (tomo 42 de la colección), dio a luz en las págs. 151 y siguientes cuatro poesías líricas que, con su habitual desaprensión y falta de probidad literaria, atribuye al rey Felipe IV. Es la primera un romance satírico, obra del Conde de Villamediana, con una segunda parte del mismo en que supone le contesta el Rey, que tenía entonces diez y seis años. El segundo, un soneto «A la muerte», que en 1620, cuando Felipe IV tenía quince años, dio a luz el falso don Fernando de la Vera, en su libro Panegírico por la poesía. En esta obra, que es, en realidad, una de las primeras travesuras del eterno falsario don Juan Antonio de Vera y Figueroa, conde de la Roca, se hace poeta a todo noble y señor de título, aunque no supiese más que poner mal su nombre. La tercera, unas décimas expósitas que Castro dice que halló en la Biblioteca provincial de Cádiz manuscritas. Se dedican «A la muerte de la reina doña Isabel de Borbón», que falleció, como es sabido, el 6 de octubre de 1644. Termina cada décima con un verso que es el título de una comedia famosa y uno de ellos es la nombrada También se ama en el abismo, que se estrenó varios años después de muerto Felipe IV y obra de don Agustín de Salazar y Torres, que nació en 1642 y a los dos años de edad compuso esta comedia, según Castro. Para que se vea que se trata sólo de un juego de ingenio de algún poeta de fines del siglo XVII y de que la reina sería otra, copiaremos la última de las referidas décimas, exactamente igual en forma y estilo a las anteriores:


   «Todas en títulos van,
de comedias feneciendo,
y, aunque son malas, entiendo
que entre esotras pasarán.
Y tales cuales están
no pido por ellas porte;
mi lealtad ha sido el norte
que me ofreció la ocasión,
y ustedes sepan que son
de un ingenio de esta corte».



Era, pues, el tema o asunto de una academia poética.

Es la cuarta y última poesía una en octavas reales a San Francisco Javier que se presentaron al certamen convocado por los Jesuitas en 1622 para festejar la canonización de dicho Santo, con la de San Ignacio y otros. Publicó los versos don Fernando de Monforte y Herrera en la Relación de tales festejos, diciendo ser anónimas; y añadía: «pero sin duda su autor es grande, porque tienen grande espíritu». Y como a Felipe IV se le llamó Grande, no en 1622, en que empezaba a reinar, sino mucho después, la lógica de Castro hace que esto sea razón de atribuirlas, aunque en duda, al Rey.

 

2

Al Coello dedicó don Nicolás Antonio, en su Biblioteca Nova, I, 113, el siguiente artículo: «D. Antonius Cuello. Matritensis, eques Divi Jacobi, D. Francisci a Cueva, Alburquercii ducis excellentissimi qui Siciliae praeest, domesticus, editis aliquot Hispanis Comoediis non vulgariter placuit. Extinctus est virilem adhuc aetatem agens circa annum MDCLVI».

Don José Antonio A. Baena, en sus Hijos de Madrid (I, 145), dio un ligero artículo biográfico, que ha servido de base a Mesonero, Barrera y demás autores que trataron de la historia del teatro español.

 

3

«Juan Coello con D.ª Melchora de Ochoa. -En 22 de diciembre de 1606 [...] yo Juan Francisco de Cabrera [...] desposé in facie ecclesiae, con mandamiento del Sr. Vicario que pasó ante Fran.co de Castro, notario [...] a Joan Coello Arias con D.ª Melchora de Ochoa, siendo presentes, por testigos, el escribano Miguel García de Molina, el Dr. Ochoa, D. Diego de Ruiz, D. Fran.co Gasol y Alonso Coello. Fecha ut supra. -Juan Fran.co de Cabrera». (Archivo parroquial de San Sebastián, libro 3.º de Matrim., fol. 324).

 

4

Archivo parroquial de San Sebastián, libro 6.º de Nacimientos, folio 13.

 

5

«Juan. Cap.º 2 rs. -En la iglesia parroquial de S. Sebastián desta villa de Madrid, en cuatro días del mes de noviembre de 1612 años, yo el licen.do Pedro Ruiz de Gaona, baticé a Juan que nació en 25 de octubre de dicho año, hijo de Juan Coello Arias y de doña Melchora de Ochoa, su ligítima mujer, que viven en la calle de las Guertas; y fueron sus padrinos Miguel García de Molina, Secretario de la Inquisición y doña Felipa de Montoya. -El licenciado Ruiz de Gaona». (Arch. parr. de S. Seb., Libro 6.º de Nacim., fol. 101).

 

6

Dramáticos contemp. de Lope de Vega; en la Biblioteca de Autores Españoles, tomo II, pág. XXVI.

 

7

«En 5 de julio de 1615 murió en la calle de las Guertas Juan Coello Arias, de repente, casado con D.ª Melchora. Porque no tenía qué no hizo testamento. Enterróse en 9 ducados». (Arch. parr. de S. Seb., Libro 4.º de Dif., fol. 248 vto.).

 

8

Lope de Vega en su Laurel de Apolo (Silva VIII) le celebró con entusiasmo, diciendo:


«Pero vuelve los ojos
a aquella isla que a Calabria junta
pintaba Heleno a Eneas;
tanto los tiempos mudan, y en despojos
se lleva el mar, que por aquella punta
las playas sicileas
del continente dividió de Italia...
Y allí verás un príncipe famoso
virrey y capitán, que el glorioso
timbre de sus mayores
vistió de soberanos resplandores.
Un Duque de Alburquerque
que por más que los polos dore y cerque
el padre de Faetonte,
no podrá hallar para el laurel del monte
ingenio más divino.
Como Virgilio al canto se previno,
las sicélides musas invocando,
pudiera quien cantara
las excelencias de su sangre clara,
sus virtudes, sus letras y su estilo,
que pudiera inundar fecundo Nilo
con sus heroicos versos el Parnaso.
Pero detén, atrevimiento, el paso;
que los gobernadores y virreyes
tienen de Marte diferentes leyes,
y los puestos repúblicos son puestos
a las musas opuestos,
que como el genio al ocio no permiten
desde la tierna edad no las repiten».



 

9

Remon (fray Alonso). Las fiestas solemnes, y grandiosas que hizo la Sagrada Religión de N. Señora de la Merced en este su convento de Madrid a [...] San Pedro Nolasco este año de 1629[...] Por el Padre Maestro Fray Alonso Remon [...] Madrid, Imprenta del Reyno, año M.DC.XXX; 4.º, 15 hojs. prels. y 114 foliadas, y dos hojas más con una lámina y su explicación en prosa.

Al folio 63 vuelto, comienza la descripción de la justa literaria, de la que fueron jueces el Duque de Híjar, don Juan de Jáuregui, el padre Ortiz de Luyando y el padre Remón. Al fol. 69 vto. se dice: «También gallardeó hermosísimamente don Antonio Coello, todo el asunto de la glosa (a S. Pedro Nolasco); pero como no glosable abatió, aunque aguda la pluma y alas tan superiores como en este ingenio se conocen». Está en ocho quintillas sin valor apreciable.

Al fol. 72 vto. hay un soneto suyo al mismo Santo; éste obtuvo premio, aunque en segundo lugar. El primero se dio a Andrés Carlos de Balmaseda. Concurrieron muchos poetas aunque pocos de renombre.

 

10

Poesías varias de grandes ingenios españoles. Recogidas por Iosef Alfay. Zaragoza, Juan de Ibar, 1654; 4.º, 4 hojs. prels. y 160 págs.

En la pág. 139 se lee: «Declarando si son los guarda-damas los tres enemigos del alma o si son otro enemigo diferente. De Don Antonio Coello. Endechas».


   «Amigos guarda-damas,
yo os quiero mucho mal,
y en veinte coplas quiero
holgarme con vosotros y no más».



Va enumerando los que había entonces en Palacio, que eran Nieto, Villarreal, Alcántara, Manuelico González, Saz, Sosa. Es poesía graciosa.