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21

Florentino Hernández Girbal, Bandidos célebres españoles (en la historia y en la leyenda), Primera serie, Madrid, Lira, 1986, p. 369.

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Era el nombre que se solía dar a los partidarios del absolutismo de Fernando VII, tal como recuerda el historiador Artola: «La intervención francesa, preparada con todo lujos de detalles, lanzó sobre España un ejército de 132.000 hombres -los cien mil hijos de San Luis- al que precedían las partidas absolutistas, que, habiéndose visto forzadas a refugiarse en el país vecino fueron reorganizadas por los franceses, constituyendo el llamado ejército de la Fe», Miguel Artola, La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza, 1974, p. 29. La entrada de los Cien mil hijos de San Luis en España tuvo lugar en abril de 1823, lo que da origen a la década absolutista que dura hasta la muerte del rey, acaecida en septiembre de 1833.

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23

Prosper Merimée, Viajes a España, trad. Gabino Ramos González, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 85-87. El original de esta carta, fechado en Madrid en noviembre de 1830, se publicó la Revue de Paris, el 26 de agosto de 1832, ibid., p. 377.

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Ibid.

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He aquí el fragmento de la novela: «Había por entonces en Andalucía un célebre bandido llamado José María, cuyas hazañas andaban en lenguas. "¿Si estaré mano a mano con José María?", decía yo para mis adentros. Conté las historias que sabía del héroe, dicho se está que todas en alabanza suya, y expresé, encareciéndola, mi admiración por su valor y su generosidad.

-José María no es más que un tuno -dijo fríamente el "caballista".

"¿Es que se hace justicia, o habla así por exceso de modestia?", me preguntaba yo "in mente"; porque a fuerza de observar a mi compañero llegué a aplicarle la filiación de José María, que había leído en los edictos de muchas poblaciones andaluzas. "Sí, es él, de seguro... Pelo rubio, ojos azules, boca grande, hermosa dentadura, manos pequeñas; la camisa fina, una chaquetilla de terciopelo con botones de plata, polainas de cuero blanco, caballo bayo... ¡No cabe duda! Pero respetemos su incógnito"», Prosper Merimée, Carmen, Madrid, Ediciones Ramos, s. a., p. 11.

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Diego Corrientes era natural de Utrera y fue ahorcado en Sevilla, el 30 de marzo de 1781; es el prototipo del bandido generoso. Sobre su figura nos queda alguna muestra de poesía andaluza dialectal en pliegos, cfr. Joaquín Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX, Madrid, Taurus, 1977, vol. II, pp. 448-449. También se refiere a este personaje Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Barcelona, Círculo de lectores, 1988, p. 347 y ss.

En José María Vázquez Soto, Romances y coplas de ciegos en Andalucía, Sevilla, Muñoz Moya y Montraveta editores, 1992, (textos facsímiles), hay un pliego con un «Pasillo de Diego Corrientes», Primera parte, en la que hablan, Gaspar, Diego, Consuelo y el Renegado, y una «Segunda parte», con los personajes de Diego y Consuelo. Ésta última dice, con relación a su generosidad con los pobres:

«y cuando a un rico se encuentra
si acaso le quita argo
es pa socorré los probes
que están más necesitaos».

En la segunda parte dice el propio personaje:

«Diego Corrientes yo soy,
aquer que a naide temía,
aquer que en Andalusía
po los caminos andaba,
er que a los ricos robaba,
y a los probes socorría».

La misma idea se repite al final del texto, cuando llega el indulto del bandolero (algo que no ocurrió en la realidad).

El propio García Lorca estaba interesado en el tema de este bandido y nos ha dejado un proyecto de drama sobre el personaje; el proyecto es de 1926 y del mismo sólo se conservan unos apuntes, con el título, subtítulo, personajes, caracterización del protagonista, etc. Cfr. Federico García Lorca, Teatro inconcluso, ed. Marie Laffranque, Granada, Universidad, 1987, pp. 18-26 y 103.

La generosidad del bandido pasa a ser un lugar común en la configuración del personaje; también se decía de Luis Candelas, el bandido madrileño, y la documentación de este hecho aparece en los lugares más insospechados; cfr. Leopoldo Alas Clarín, La Regenta, ed. Gonzalo Sobejano, Madrid, Castalia, 1987, I, p. 396: «-No señores, no es un Candelas, porque aquel espejo de ladrones caballerescos era muy generoso, robaba con exposición de la vida.

Además, robaba a los ricos y daba a los pobres.

-Sí, desnudaba a un santo para vestir a otro».

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27

Según un pliego de cordel titulado «José María o el bandido valeroso. Pasillo andaluz», Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, op. cit., pp. 346-347, que dice lo siguiente:

«Ya no habrá en Andalucía

quien robando al poderoso,

lo diera al menesteroso,

a quien más falta le hacía.

Ya se acabó el valeroso,

entre el valiente temío

que pa el rico (e) aborrecío

y pa el pobre generoso».



Fernández y González da una imagen positiva del bandido en su amplia novela sobre José María, tal como puede verse incluso en los títulos de la narración: «Capítulo XLIII. Donde se ve que José María, fuera de lo de ladrón, era siempre un hombre de bien», Manuel Fernández y González, El rey de Sierra Morena. I El famoso José María, Barcelona, Felipe González Rojas editor, 1942, p. 122 a. La edición original de este folletín está fechada en Madrid, 1871-1874, y constaba de cinco volúmenes, con el título de El rey de Sierra Morena. Aventuras del famoso ladrón José María, cfr. Juan Ignacio Ferreras, Catálogo de novelas y novelistas españoles del siglo XIX, op. cit., p. 152 a. En 1886 se señala otra obra que puede ser la misma o una reducción del texto en dos volúmenes, titulada José María el Tempranillo. Historia de un buen mozo, ibid., p. 153 b. En el último libro de la obra de Fernández y González, según la edición que manejamos, hay cierta relación del bandolero con una duquesa: «Capítulo XIII. Cómo Consuelo entabló una intriga contra una duquesa galante en inteligencia con un señor desconocido, cuyo nombre no puede decirse», El rey de Sierra Morena. III La última aventura, op. cit., p. 55 y ss.

En un tratamiento novelesco reciente, en torno al mismo personaje, se encuentra también una referencia al mismo aspecto de José María: «Roba a los ricos, socorre a los pobres y no mata a nadie», Manuel García Hurtado, Tierra del Sur, Córdoba, Excma. Diputación, 1991, p. 121. Todo el capítulo del que procede la cita, titulado «El Tempranillo», narra en líneas generales episodios de la vida del bandido.

La generosidad de los bandidos, en este caso aplicada al capitán de los Siete Niños de Écija, se aprecia aún en composiciones de Fernando Villalón:

Echa vino montañés

que lo paga Luis de Vargas,

el que a los pobres socorre

y a los ricos avasalla.



Fernando Villalón, Romances del 800 (1928, ed. facsímil), en Fernando Villalón. 2 suplementos, Litoral, núm. 97-99, p. 23.

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28

Prosper Merimée, Viajes a España, trad. Gabino Ramos González, op. cit.

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29

Federico García Lorca, Romancero gitano, ed. Mario Hernández, Madrid, Alianza, 1981, p. 79:

Antonio Torres Heredia,

Camborio de dura crin,

moreno de verde luna,

voz de clavel varonil:

¿Quién te ha quitado la vida

cerca del Guadalquivir?

Mis cuatro primos Heredias

hijos de Benamejí.

Lo que en otros no envidiaban,

ya lo envidiaban en mí.

................................................

Y cuando los cuatro primos

llegan a Benamejí,

voces de muerte cesaron

cerca del Guadalquivir.



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