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De petimetres y petimetras de la Ilustración: «La Petimetra por la mañana» y «La Petimetra por la tarde», de Luis Álvarez Bracamonte

Jesús Cañas Murillo

Miguel Ángel Lama Hernández (coaut.)





En 1761 aparecía en Barcelona el Caxón de sastre cathalán, obra periódica atribuida al comerciante barcelonés Pedro Ángel Tarazona1, y que incluía en sus números 6 y 7 dos textos, poco difundidos hasta el momento, y de interés grande para el conocimiento de la sociología de la época ilustrada y del periodismo costumbrista dieciochesco, que son los que nos van a ocupar en este artículo:

  • Numero Sexto. El Petimetre. Mañana de su diario. Primera parte. Barcelona, Imprenta de la Gaceta, s. a., 8 páginas sin numerar.
  • Numero Septimo. El Petimetre. Segunda Parte, o Tarde de su Diario. Barcelona, Imprenta de la Gaceta, s. a., 8 páginas sin numerar.

Después de estas dos entregas, Tarazona publicó en los dos números siguientes (VIII y IX) otra pareja de textos con unidad que venían a ser el complemento de los dos anteriores; se trataba de La Petimetra. Primera Parte, o Mañana de su Diario y La Petimetra. Segunda Parte, o Tarde de su Diario, sobre los que daremos noticias en otro trabajo.

Francisco Aguilar Piñal señala en su índice La prensa española en el siglo XVIII2 que el Caxón de sastre cathalán fue publicado a imitación de Nifo, y, efectivamente, según se señala en su «Proyecto alegórico» editado en el «Papel primero» como introducción general a los números, salía como un intento de imitación del Caxón de sastre madrileño, publicado por Francisco Mariano Nifo en Madrid, en la imprenta de Gabriel Ramírez, en 17603. Sin embargo, las diferencias entre la publicación de Nifo y su imitadora catalana son grandes y, frente a la de Nifo, que es una recopilación antológica de textos inéditos o raros de autores de todos los tiempos, el Caxón de sastre de Tarazona es una de esas publicaciones que recogen artículos de costumbres o de opinión de temática diversa. La publicación catalana parece quedarse con la significación de cosas variadas que sugiere el título de Caxón de sastre, no con la verdadera composición y naturaleza del periódico de Nifo. Más semejanzas parece tener la publicación de Tarazona con otros periódicos de la época, como, por ejemplo, El Duende especulativo sobre la vida civil, de Juan Antonio Mercadal, al que alude en nota el Caxón de sastre cathalán al abordar en uno de sus números el tema del galanteo y de los riesgos del matrimonio4.

La recepción de este Caxón de sastre de Barcelona debió de ser positiva puesto que contamos con una reedición realizada por un tal «Marqués del Zigarral» bajo el título de COLLECCION \ DE LOS CAXONES DE SASTRE \ CATHALAN, \ QUE EN MANUAL DE HONESTA DIVERCION \ OFRECE AL SEÑOR PUBLICO \ EL MARQUES \ DEL ZIGARRAL: \ PARA QUE ASSI RECOGIDOS EN VN SOLO \ pliego, i en vn ƒolo caxon, \ LA MULTITUD DE TAN BUENOS RETAZOS, \ de todos colores, pueda mas facilmente \ remendarƒe, tomando cada vno \ el que le acomode, \ LA PUBLICA ESPILFARRADA NECESSIDAD \ de nueƒtro ƒiglo. \ CON LICENCIA DE LOS SUPERIORES \ —— \ Figueras: Por Ignacio Portèr Impreƒƒor, y Librero5 [s. a., 18 cm., 312 pp., Biblioteca Nacional Madrid, R-14689].

En pág. 4 lleva un «PROLOGO. AL PUBLICO.», que dice así:

«Parecerá à V. s. Señor Puplico [sic], que no ƒe me deve la honra que me grangeo de ƒervirle, ƒiendo tant corto el reƒpetuoƒo obƒequio, que he venido à hacerle con eƒta obrilla: De la Colleccion de los Caxones de Saƒtre cathalan, que diò à luz en la nobiliƒƒima Ciudad de Barcelona un ingenio de los mas ƒobreƒalientes, hijo digniƒƒimo de Minerva, no menos que de Marte en los años de 61 i 62, i io que no ƒabe V. quien ƒoi, ƒabrè reƒponderle con mucha cachaza ¿que dice V.? mui bien ¿ƒi ƒeñor? tiene razon.

Allà vamos pues ingeniillo, demos una breve tregua à nueƒtra vida cratica, i diga lo que quiera el Señor Publico ƒobre nueƒtro reƒpetuoƒo obƒsequio à tan poca coƒta; i ƒi murmura, que rabiente, qe bueno le ƒerà para las obƒtrucciones de pecho. El comun aplauƒo que merecieron dichos caxones, aƒƒegura ƒu venta, que es lo que importa mas, con que aƒƒi ƒeguros andamos en nueƒtro deƒignio; pues ahunque le haga aƒcos al Señor Publico el clauƒulear zerrilde nueƒtro Prologo, no dexará coƒquillerle la comodidad de retazos que ha de hallar en eƒtos caxones. Aqui en nueƒtro retiro no reƒuena el ecco del aplauƒo, que tan deƒcabezados tiene à los Hombres ambicioƒos de la propria fama, que ƒuele ƒer el fin de una dedicatoria, con que aƒƒi no hai motivo para remolinar los ƒeƒƒos para perƒuadir ƒu deƒpacho, que podria ƒer el unico para obligarnos à mas larga romeria.»



No podemos precisar si esta edición es la misma a la que se refiere Francisco Aguilar Piñal cuando anota en su índice de publicaciones periódicas que existió una edición del Caxón de sastre cathalán de 1764. Es posible. Paul-J. Guinard, en su libro sobre la prensa española del siglo XVIII, utiliza esta reedición, de la que extrae, sin citar a Tarazona, los únicos datos sobre la autoría del Caxón de sastre cathalán («un ingenio de los mas ƒobreƒalientes, hijo digniƒƒimo de Minerva, no menos que de Marte») y la señala como prueba del éxito de la publicación barcelonesa de 17616.

Sin embargo, una nueva prueba ahora del interés concreto por esas series sobre el petimetre y la petimetra dieciochescos publicadas en Barcelona es la reedición de éstas en 1762 en Madrid por Luis Álvarez Bracamonte sobre el que no contamos con ninguna noticia biográfica. En la Bibliografía de Autores Españoles del siglo XVIII de Francisco Aguilar Piñal, entre las entradas correspondientes a Álvarez Bracamonte, encontramos las que nos interesan7:

  • Copia perfecta (si cabe perfección en tal copia) de el Petimetre por la mañana. Dala à luz D. Luis Alvarez Bracamonte. CON LICENCIA. En Madrid: En la Imprenta de Don Gabriel Ramírez, Calle Atocha, frente de la Trinidad Calzada. Año de 1762. [24 pp., 14,5 cm.].
  • Exacta copia del original mas impertinente; esto es, de el Petimetre por la tarde. Dala à luz D. Luis Alvarez Bracamonte. CON LICENCIA. En Madrid: En la Imprenta de Don Gabriel Ramirez, Calle Atocha, frente de la Trinidad Calzada. Año de 1762. [22 pp., 14,5 cm.].

Se encuentran ejemplares en la Biblioteca Nacional de Madrid [V.E. 380 (54) y V.E. 380 (55), respectivamente], en la Biblioteca de Harvard University, y, sólo del segundo, en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo del Escorial (24-VI-5). Junto a estos ejemplares, añadimos ahora el que manejamos para este trabajo y que hallamos en la rica biblioteca particular de Juan Manuel Rozas en Cáceres, un volumen facticio que incluye estas dos piezas junto con las dos relativas, ya citadas, a la petimetra por la mañana y por la tarde, impresos que a continuación reseñamos y que igualmente recoge en su bibliografía Aguilar Piñal:

  • Exquisito retrato sin coloridos de la lisonja, de la Petimetra por la mañana. Dala à luz D. Luis Alvarez Bracamonte. CON LICENCIA. En Madrid: En la Imprenta de Don Gabriel Ramirez, Calle de Atocha, frente de la Trinidad Calzada. Años de 1762. [23 pp., 14,5 cm.].
  • Retrato verdadero y con copete, de la Petimetra por la tarde. Dala a luz D. Luis Alvarez Bracamonte. CON LICENCIA: En Madrid: En la Imprenta de Don Gabriel Ramirez, Calle de Atocha, frente de la Trinidad Calzada. Años de 1762. [24 pp., 14,5 cm.].

Hemos cotejado los ejemplares conservados en la Biblioteca Nacional madrileña con éste de la biblioteca de Juan Manuel Rozas y se trata de textos de la misma edición. El mismo volumen, incluye, además de los citados, los siguientes impresos:

  • El Murmurador imparcial, y observador desapasionado de las locuras, y despropositos de los hombres: OBRA PERIODICA, Que ofrece en obsequio de las personas de buen gusto DON FRANCISCO MARIANO NIPHO. CON LICENCIA: En Madrid, en la Imprenta de Francisco Xavier Garcia. Año 1761. [12 hojas + 24 páginas, que incluyen, respectivamente, «PROLOGO O INTRODUCCION DE ESTA HONESTA OCIOSIDAD». En h. 12, vuelta, colofón: «Se hallará en las Librerìas de Antonio Sancha, frente del Correo, y en la de Pablo Lorca, calle ancha de los Peligros. El Martes 24. de este mes se hallarà el siguiente Discurso, &c.», y la «Observación primera. Los murmuradores y visitas».]
  • Apologo Membral: Discurso serio-jocoso, moral, y politico contra los indiscretos, y perjudiciales murmuradores del Gobierno. DE DON FRANCISCO DE GODOY, natural de Malaga, &c. DALO AL PUBLICO DON FRANCISCO MARIANO NIPHO. CON LICENCIA: En Madrid: Por D. Gabriel Ramirez, calle de Atocha, frente de la Trinidad. Año de 1761. [1 hoja + 75 páginas, que incluyen, respectivamente, «AL LECTOR» y el texto del Apologo membral: discurso joco-serio, moral, y politico. Por D. Francisco de Godoy, &c.]
  • Memorial de las damas arrepentidas de ser locas al Tribunal de las Juiciosas, i Discretas, En cumplimiento de la Carta Executoria, que se les ha notificado a peticion de la MODESTIA, SACALO A LUZ D. ANTONIO MANUEL RUIZ. CON LICENCIA. En Madrid en la Oficina de JOSEPH de ORGA, Impressor, Calle de Bordadores, junto a la Casa Professa. Año de 1755. [32 pp.]

La encuademación de este ejemplar es en pergamino de época, y en su lomo lleva la indicación de Nipho. Varios. Petimetr. Murmur. Y Apologo., atribuyéndose, pues, todo el conjunto al famoso escritor de periódicos dieciochesco. Parece que no hay dudas sobre la autoría de Nifo del Apólogo Membral y de El Murmurador Imparcial, y es probable que el tercer impreso incluido en el volumen sea también del mismo autor, esa rara obrita titulada Memorial de las damas, firmada por Antonio Manuel Ruiz, nombre que encontramos documentado como probable seudónimo del escritor de Alcañiz8. ¿Es también Álvarez Bracamonte un seudónimo de Francisco Mariano Nifo? Podríamos dar credibilidad a la atribución del poseedor de este tomo de Varios si consideramos, aparte de contar con la autoridad de ser referencia de época y la paternidad supuesta del resto de textos incluidos en el volumen, que los nombres de Pedro Ángel Tarazona, autor del Caxón de sastre cathalán, y del propio Nifo se cruzan en diferentes momentos de la historia del periodismo español del siglo XVIII. Tarazona no sólo imitó el Caxón de sastre de Nifo, sino que, en 1761, solicitó licencia de publicación de «un diario de noticias útiles al fomento del comercio», a imitación del Diario de Madrid fundado por Nifo en 17589, que comenzó a aparecer en enero de 1762 bajo el título de Diario curioso, histórico, erudito y comercial, público y económico que con Real Privilegio ofrece al público de esta Ciudad y Principado de Cataluña D. Pedro Ángel Tarazona. Más tarde, Tarazona volvió a seguir parcialmente los pasos de Nifo, según Enciso Recio, con la publicación de su Semanario curioso, histórico, erudito, comercial, público y económico, al insertar una traducción de la Crónica Universal del Principado de Cataluña de Gerónimo de Pujades que parecía emular lo hecho por Nifo en su Correo General de España con la «Descripción natural geográfica y económica de todos los pueblos de España»10. Arriba hemos aludido a la presencia del Duende especulativo sobre la vida civil en el Caxón de sastre de Tarazona, y hemos de tener en cuenta que el nombre de Juan Antonio Mercadal vuelve a convocar el de Nifo como posible seudónimo, si bien se atribuye también a Juan Enrique de Graef, e incluso a Clavijo Fajardo11.

Visto esto, la hipótesis vendría a ser la siguiente: los nombres de Nifo y de Tarazona se cruzan en diferentes empresas periodísticas, dándose el caso de ser el comerciante barcelonés el que en diversos momentos imita las actividades e iniciativas del periodista Nifo. Es posible que Nifo, al leer los textos del Caxón de sastre cathalán, pensase en una edición madrileña de aquellos petimetres y petimetras, adaptados a Madrid, como respuesta de las imitaciones de Tarazona de sus textos. Tengamos en cuenta que la salida de los textos de Álvarez Bracamonte cuenta con los precedentes de dos «imitaciones» de Tarazona, la del Caxón de sastre y la del Diario noticioso. El carácter de contestación o respuesta a Tarazona que podría deducirse en la actitud de Nifo puede confirmarse por la titulación de los textos de Madrid: Copia perfecta (Si cabe perfeccion en tal copia); Exacta copia del original mas impertinente; Exquisito retrato sin coloridos de la lisonja; Retrato verdadero y con copete... Esto puede unirse a algunas de las apreciaciones vertidas por Álvarez Bracamonte en su prólogo «Al lector», cuando señala que «no te lo presento como hijo mío, porque no me considero capaz de dar vida a tanto fuego. Es obra ajena, que se dio al público en Barcelona con el título remedado de Caxon de Sastre Catalán. Tiene algo de exquisito, aunque no es mucho, y creo te gustará». Todo esto nos lleva a pensar en una actitud polémica en el editor madrileño con respecto a los originales del catalán. Pero sólo es una hipótesis para explicar la posibilidad de que Álvarez Bracamonte sea seudónimo de Nifo, unida a esa atribución hallada en el volumen facticio que hemos reseñado.

Las noticias que contamos sobre la historia de los textos son escasas. Luis Miguel Enciso Recio, en su monografía sobre Nipho y el periodismo español del siglo XVIII no recoge alusiones a Álvarez Bracamonte y a sus «petimetres», tampoco los estudios más difundidos sobre la época y el género periodístico en la España del setecientos, salvando Paul-J. Guinard, que, al hablar del Caxón de sastre catalán cita algunos pasajes de estas obras, sobre las que señala que fueron previamente publicadas allí y parcialmente reeditadas en Madrid en 1788, dato éste que no hemos podido confirmar al no hallar ninguna nueva edición de ese año. Pudiera ser que Guinard aluda a la edición madrileña de Gabriel Ramírez que aquí publicamos.

Nuestro interés ahora es presentar al lector los dos primeros impresos de la serie, pruebas de un costumbrismo moralizante que utiliza la prensa periódica para su difusión y que, en este caso concreto, recrea unas figuras típicamente dieciochescas como los petimetres y petimetras, que por las mismas fechas vuelven a ocupar páginas literarias de autores como Nicolás Fernández de Moratín, en su comedia La petimetra, o Ramón de la Cruz, en su sainete La petimetra en el tocador, ambos de 1762.

En nuestra edición de los textos hemos respetado las grafías originales y la puntuación, enmendando sólo las erratas evidentes, basándonos en el texto de la edición citada de 1762 de Gabriel Ramírez. Por lo que respecta al contenido de los textos referidos al petimetre lo más interesante son las variantes observadas entre las ediciones barcelonesas y la edición madrileña, pues tanto los dos artículos sobre el petimetre como los de la petimetra se someten a una adaptación al mundo de Madrid y todas las referencias locales incluidas en el texto de Tarazona son sustituidas en el de Álvarez Bracamonte por localizaciones precisas a la capital de España. Hemos señalado estas variantes en notas, que distinguimos de las notas del autor, originales del texto, señaladas con asterisco. Para ello, se ha identificado la edición de Barcelona, del Caxón de sastre cathalán, con la sigla B, y la de Gabriel Ramírez de Madrid, con la sigla M. La Colección citada firmada por el Marqués del Cigarral es mera copia del original del Caxón y sólo la hemos tenido en cuenta para la confirmación de erratas del texto editado. Hemos obviado en las notas otro tipo de observaciones que no sean las propiamente textuales, centrando nuestro interés en la difusión moderna de una obra poco conocida para uso de los estudiosos de nuestro siglo XVIII.

COPIA PERFECTA

(Si cabe perfección en tal copia)

DE EL PETIMETRE
POR LA MAÑANA.

Dala à luz D. Luis Alvarez Bracamonte.

CON LICENCIA:

En Madrid: En la Imprenta de DON GABRIEL RAMIREZ,
Calle de Atocha, frente de la Trinidad Calzada.
Año de 1762.

Se hallará en la Librería de Joƒeph Mathias Eƒcribano,
frente de San Phelipe el Real.

AL LECTOR12.

A Solicitud, digolo mejor, por precepto de una Dama de buen guƒto, que no quiere eƒtar ƒiempre aƒida à las Gacetas, ni marchitar la viveza de ƒu talento en converƒaciones melancolicas, te ofrezco Lector, qualquiera que fueres, eƒte Diƒcurƒo, explicando la necedad, y locura bullicioƒa de un Petimetre. No te lo preƒento como hijo mio, porque no me conƒidèro capàz de dar vida à tanto fuego. Es obra agena, que ƒe diò al Pùblico en Barcelona con el titulo remedado de Caxon de Saƒtre Catalan. Tiene algo de exquiƒito, aunque no es mucho, y creo te guƒtarà: ƒi aƒsi fuere eƒpèra otros muchos Diƒcurƒos, para divertirte el rato que te abanzàre de tu obligacion, ò de tu ocio. En algunos havrà mas de lo que pienƒes: en otros, menos de lo que imagines; y en todos bastante para que te burles. A mi nada me importarà tu mofa, como de ella ƒe origine tu diverƒion, y enƒeñanza; y sobre todo, como conƒiga yo con mi obediencia obƒequiar à quien ha ƒabido obligarme à ƒervirla con la apreciable recomendacion de ƒu inƒtancia, y con la generoƒa preciƒion de ƒus preceptos, acompañados de aquel cierto no sè què tyrano de los alvedrìos.

El PETIMETRE POR LA MAÑANA13

El Narciƒo, y el Adonis de la gala: el querido de las Damas, y embidiado de los Galanes: el gallina entre gallos, y gallo entre gallinas: el acechador de las buenas caras, el azote de las calles, el puntal de las eƒquinas, el miedo de las Madres, y ƒuƒto de las Tias: el deƒvelo, la inquietud, el coƒquilleo de las muchachas: el libro verde de las modas, el almanak de los concurƒos, el chiƒgaravis, el mequetrefe, el poƒma de los eƒtrados, el piƒaverde, el majo, el lindo; y acabemos de una vez, el Petimetre ha de ƒervir primero que otro14, Lector mio, à tu diverƒion, y enƒeñanza. Aƒunto mas delicado, y nuevo tenia15 prevenido; pero embarazos invencibles han eƒtorvado ƒu perfeccion. Contentate por ahora con eƒte calamo currente, con eƒte trote forzado de la pluma; y ƒi fueres tal, que te reconozcas en eƒte eƒpejo, traga ƒaliva, y mas que luego la gaƒtes toda en murmurar de mi cynica libertad. A las Petimetras, cuya eƒpecie tanto ƒe và cada dia propagando, que ƒe paƒƒa à ƒer genero, que comprehende muchas eƒpecies ƒubalternas, ƒolo les acuerdo el vulgariƒsimo refran de::: (aunque lampiñas) quando la barba de tu vecino, &c.16 y eƒto baƒta.

Amanece muy claro, y deƒpejado por los roƒados balcones del Oriente, una de eƒtas mañanas de Primavera17, el rubio Dorador, y Platero de las cumbres para los Poetas: el gran Cyclope del Univerƒo, para los cultiparlos: el candil con que ƒe eƒpulgan los picaros, para los chuƒcos: el luminar mayor, para los Predicadores, y Eƒcriturarios: el Quarto Planeta, para los Aƒtrologos; y el Sol para todos; y apenas tiende la dorada madeja ƒobre el Orizonte, quando con mañas de chiƒmoro, y ƒutilezas de entremetido ƒe cuela por las rendijas de una ventana á dar los buenos dias á Roƒalindo, un mocito de lo caro, mas relamidillo que hocico de Monja, mas eƒtirado que caƒo de conciencia, mas titere que Pulichinela, y mas mono que otro tanto: diphtongo, ò equivocacion de la Naturaleza, comun de dos en el geƒto, ambiguo en las facciones, Doña Tal con calzones, y Mariquita ƒin faldas. Eƒtaba Roƒalindo muy adentro del ƒueño, enfaldado (engolfado quiƒe decir) en mil dichas, tan falƒas como ƒoñadas, y tan ƒoñadas como las que ƒe imaginan verdaderas, ƒoñando favores, gozando venturas, y cobrando gages de mil bellezas, que imagina rendidas à ƒu gala. Dale el diƒpertador en los ojos, y con algunos eƒperezos, y quatro vuelcos empieza à deƒempedrarlos de legañas; quando de repente ƒe acuerda, que el dia antes habia dado palabra de eƒtar à aquella hora en la Puerta del Sol18 à una barrenderilla de platos, y fregona de taburetes, que enamora de repelon, en una caƒa donde concurre. Y ƒin aguardar mas, con un no ha lugar à la pereza, como ƒi ƒe le reviƒtieran en el cuerpo mil legiones, zàs de tajo, zás de revès à las ƒabanas, incorporaƒe, y mira el relox; vè que ƒon las ƒeis, y aqui otra vez ƒe le reviste el diablo. Và à colgarlo, y ƒe le cae; levantale con un por vida, y halla roto el vidrio, y abollada la caxa. Coge las calcetas, y con la priƒa poneƒe una al revès, y otra atraveƒada, la carrera delante. Vaƒelas à quitar, y no puede; apela à los tirones, y à dos de ellos ceden las pobres de puro puntoƒas, y delicadas. Levantaƒe en pernetas à ƒacar otras de el19 baul, y no dà con la llave. Aqui es el darƒe à Barrabàs, aqui las colerillas, y el subirƒele la moƒca. Hallala deƒpues de haver andado à manotadas con infinitos cachivaches, que eƒtán ƒobre la meƒa; abre, y no hallandolas encima, como quien con una eƒpatula revuelve un guiƒado, ƒaca un par del fondo, calzaƒe en compendio, peynaƒe en reƒumen, y viƒteƒe en abreviatura.

Pueƒto aƒsi al deƒcuido nueƒtro Petimetre, no como requiere ƒu caracter, ƒino ƒegun le permite la preciƒion del reto, y el anƒia de acudir al deƒafio que le llama, ƒale de ƒu caƒa diƒparado como un cohete en buƒca de ƒu Juanilla20, y en una exhalacion aparece en el barrio de la ocioƒidad, eƒto es, en la Puerta del So121. Empieza ƒu regiƒtro, y da ƒu vuelta, pero ƒin detenerƒe en parte ninguna, ƒaludador de buenas vigoteras, và ƒoplando requiebros, y ƒalpicando à coƒquillas, y pellizcos à quantas chocan ƒu antojo, ò ƒu capricho. Dicele à una: Oye Uƒté, Angelito, à quien guarda, ò à quien aguarda Uƒté? Paƒƒa otra: Mire Uƒté, prenda mia, quiere Uƒté algo de lo que aqui ƒe vende? Viene una haciendoƒe lugar, y diciendo: Plaza, Plaza, con el deƒenfado. Vela venir Roƒalindo; paraƒe, y al emparejar con ella: Amayne Uƒtè, Reyna mia, las velas à eƒƒe garvo, ò nos llevarà à todos eƒclavos la Sultana de eƒƒa belleza. Paƒƒa eƒta, y tropieza con otra, que por la claraboya de una mantilleja, que por mil bocas eƒtà confeƒƒando los achaques habituales de lamparones, y gota, dexaba bruxulear unos ojuelos retozones, que harian dar de hocicos al apetito mas hypocrita, y à la mas eƒtoyca circunƒpeccion. A dònde vá Uƒtè, mis ojos, la dice, con eƒƒe par de ƒoles, que nos deslumbran? Vaya, no ƒea Uƒté aƒsi; dexe Uƒté, que veamos un pedacito de eƒƒe cielo. Paƒƒaba eƒta como las demàs hypocritas, y recogidas de embeleco, ò ƒin reƒponderle palabra, ò con un quite allà el Mono, que es toda la ƒal, el melindre, y el Dios te guarde de eƒtas fregoniles hermoƒuras. No ƒe picaba por eƒto Roƒalindo, hecho ya à ƒemejantes panegyricos; paƒƒa adelante, haƒta que à poco rato de ƒu viƒita dà de manos à boca con lo que buƒca. Venìa la muchacha hecha un remolino de tentaciones, y un uracàn de geƒtos: el talle era para dar cuidado à dos Galeotas Turcas, ƒobre dos deditos de chinela, levantaba tres varas de cuerpo: lo de por corta, ni mal echada ƒe le ajustaba de perilla. Paraƒe à esperarla Roƒalindo, y al emparejarƒe, èl con una guiñadura le advierte que le ƒiga, y ella ƒe le da por entendida con un pellizco. Tuercen el rumbo, y, ƒin perderƒe de viƒta, van à dar fondo en un callejón vecino, y echada el ancla, entabla el mocito ƒu pretenƒion, y ella ƒu regatéo, y ƒonƒoca.22

Lo que paƒƒa en media hora de una de eƒtas converƒaciones, imaginelo quien debe reƒponder de la honeƒtidad, y recogimiento de la gente moza, y ƒaque de eƒte exemplar, de que yà por comun no ƒe hace caƒo, las fatales conƒequencias de permitir eƒtas ƒalidas à las de corta edad. Eƒƒos miƒmos mancebitos, eƒƒos lobos diƒsimulados, y aun deƒcubiertos; eƒƒos ƒitiadores, como ellos miƒmos ƒe llaman, de plazas fuertes, y caƒtillos, atribuyen en ƒus converƒaciones el origen de ƒus infames conquiƒtas à eƒte principio. Y eƒta es tal vez una de las principales cauƒas de la caƒi general diƒolucion, y deƒenfreno de las grandes Poblaciones. Salen ignorantes, y vuelven advertidas; ƒalen deƒpues advertidas, y vuelven enƒeñadas; ƒalen en fin diƒcipulas, y vuelven maeƒtras. Baƒte decir, que ƒalen (y entiendalo el que ƒupiere el ƒignificado de eƒtas ƒalidas) y que en la peligroƒa23 repeticion de eƒtas experiencias aprenden las lecciones24 del daca, y toma, del embuƒte, la hypocresía, la ƒacaliña, y la ƒonƒaca. En caƒa fingen no conocer la calderilla, y fuera conocen por la pinta las venas del cerro del Potosì; y Zahoríes de bolƒas, las columbran aunque eƒtèn à quatro eƒtados debaxo de la faltriquera. En fin, en una de estas ƒalidas ƒerìa quando en ƒu tiempo aquel Filoƒofo (ƒea quien fuere, que no importa) viendo ƒalir de caƒa ƒola à una niña, ƒaludò25 con el titulo eƒtèril de Salve Virgo, ò Doncella26; y à la vuelta, conociendola con ƒu penetracion yà muger de provecho, muy redomado, y ƒocarron, la dixo: Salve Mulier, ò Madre27. Quien no entienda la fuerza de eƒtas ƒalutaciones, vaya à las Comadres, que ƒon los Expertos, à quien toca el examen, y deciƒion de ƒemejantes dudas; y noƒotros volvamos à nueƒtro Petimetre, que deƒpues de un largo altercato, de citar mil exemplares, deƒpues de muchas peticiones, y alegatos, pierde por entonces ƒu pleyto, y es lo peor, que queda condenado en coƒtas. Y temiendo, por ƒer yà tarde, ƒer viƒto en aquel deƒcuido, en aquel deƒaliño, en aquel negligè, como èl le llama, ƒe deƒpide de la Cotorra, muy contentos, y pagados ambos; el mocito de ƒus eƒperanzas, y de unas, ò falƒas, ó verdaderas dilatorias, y la niña de un regalillo, de un interin, del abre el ojo, de una redecilla, ò abanico.

Deƒembarazado de eƒte lance, toma, hecho un relampago, la Calle Mayor de la locura28, vaƒe tentando las barbas, requiriendo las guedejas, componiendo el corbatin, mirandoƒe à los pies, y con mil reverencias à ƒus juanetes vá corriendo toda la perƒona. Y con la priƒa, y eƒte cuidado, diò tan fuerte calabazada à un aparador de un Platero29, que lo dexó hecho perinola, los pendientes en un tris, al Platero echando maldiciones, y à los demàs riendoƒe del chaƒco. Llega en un ƒantiamen à ƒu caƒa, ƒube cantuzando la eƒcalera, poneƒe en bata, y ƒaleƒe al balcón. Manda que le traygan chocolate, y mientras lo eƒpera echa mano de un violin, y empieza à dar dentera, y dolor de oìdos30 à toda la vecindad. Canƒaƒe luego, y abre una papelera, depoƒito de algunos villetes amatorios, ƒeguidillas, y otras producciones de igual importancia. Coge un legajo de ellos, toma una ƒilla, y ƒientaƒe muy deƒpacio en el balcon à repaƒarlos. En eƒto advierte, que por la calle abaxo viene una mantilla de criƒtal, trayendo en ƒu ayre todos los reconcomios, repulgos, y coƒquillas de el apetito: delante de sì por pages los requiebros, las llamaditas, y los deƒeos; y detràs como lacayos las pullas, los eƒtornudos, y las toƒes. Vuelve entonces Roƒalindo à ƒu violin, y empieza unas paƒƒaditas de fandango. Conoce el pàxaro el reclamo, abre la mantilla, y levanta la gayta. Pàra la mùƒica, y dicele nueƒtro Amigo: Vida mia, guƒta Uƒtè de ƒubir à tomar chocolate? Lo aprecio infinito, reƒponde ella, ƒerà otro dia, que eƒta mañana no me puedo detener. Vaya, alma mia, para què es ahora andar en cumplimientos? No es cumplimiento, ƒino urgencia, que no me lo permite. Bueno eƒtá eƒƒo, el chocolare eƒtà hecho, y en menos que ha que Uƒtè ƒe eƒcuƒa lo pudiera haver tomado, y à lo menos yá que eƒto no ƒea, oygame Uƒtè dos palabritas. Y ƒin aguardar reƒpueƒta, ƒaltando de ƒeis en ƒeis los eƒcalones, poneƒe en la puerta de la calle. Repite la inƒtancia, y ella ƒus eƒcuƒas. Paƒƒa en eƒto un Amigo; vèle tan bien ocupado, y dicele: Bien me parece, Roƒalindo; bien empleado eƒtais. Què ƒe ha de hacer, reƒponde, ƒe pilla lo que ƒe puede. Correƒe ella, y echaƒe la mantilla; y èl ƒe queda muy hueco, y pagado de ƒus prendas, que le merecen eƒtas fortunillas. Aviƒanle deƒde arriba, que ƒe enfria el chocolate; manda que ƒe aguarden, y continúa el cuchuchèo. Todo es hacer tiempo, porque le vean con una Buƒconcilla de buen porte. Deƒpidela por fin, y apenas ha vuelto la eƒpalda, quando entona aquella Arieta de la Caƒeina, que es ƒu favorita:


A mi Madre lo dirò,
La Padrona lo ƒaprà,
Che neƒƒuno mi ha tocata,
E neƒƒun mi tocherà, &c.

Sube arriba, halla frio el chocolate, riñe à la criada, y ƒin miedo de quemarƒe ƒe lo cuela en dos ƒorvos. Sientaƒe en el balcon à eƒperar el Peluquero, y vuelve al regiƒtro de ƒus papeles. Tropezò entre otros (que los habria curioƒiƒsimos)31 con unos villancicos, que para la noche buena hizo un Amigo ƒuyo, y que habian ƒido muy celebrados. Picaƒe de la honrilla, oye las aldavas de la conciencia, que le reprehende ƒu floxedad, ƒubenƒele à las narices los humillos de Poeta, y hace entre sì eƒtas reflexiones. Pues, y por què yo no he de lucir también mi vena? No he eƒtudiado mis dos años de Humanidad? No me han coƒtado mis buenos reales el Vocabulario de Salas, la Proƒodia, las Selectas de Ciceròn, el Virgilio, y el Arte Poetica de Rengifo? No he aprendido à hacer Hexametros, Acroƒticos, Serpentinos, Tercetos, Quartillas, Octavas, Serventeƒios, y Madrigales? No eƒcupo en corro, y digo de repente quando ƒe ofrece? Pues por què no probarè la mano en un Villancico? Y diciendo, y haciendo, ƒientaƒe en el bufete, raƒga medio pliego de papèl, daƒe dos palmadas en la frente, muerdeƒe un poco las uñas, raƒcaƒe la cabeza, reparte los perƒonages; y empieza aƒsi.

Paƒqual.Menga.
Gila.Bras.

Pero torció el intento, y formò eƒta Decima32.


   Yo ƒoy Poeta, que harè
Lo mifmo que hiciere yo:
Harè verƒos; pero no,
Que hacer verƒos yo no sè:
Un Entre-mès formarè,
Entre-año mejor ƒerà,
Pues con eƒto agradarà
A quien agradàre, y ƒi
A nadie guƒtàre, à mi
Si; mas no, pues quando? yà.

No cabia en sì de gozo el bueno de Roƒalindo al vèr quan bien le habia ƒalido ƒu Decima inƒignificativa33. Leìala en voz alta, y reflexionando ƒus primores, no acababa de creer, que en su mollera cupieƒƒen conceptos muy elevados34: le parecia que no podia eƒcribirƒe coƒa mas adequada al aƒƒunto de ƒu deƒcerrajado delirio35; y paƒƒando de aqui à otras conƒideraciones, arguìa, què prodigios haria su numen, ƒi le aplicaƒƒe à eƒcribir, y à la lectura de los libros con alguna conƒtancia? No hay remedio, decia entre sì, es preciƒo aƒƒentar el pie, y no paƒƒar los dias, y los años tan bobamente. Eƒta vida no puede llamarƒe racional, pues no ƒe emplea la razon ƒino en puerilidades, y en frioleras, para las quales baƒtarìa la corta capacidad de un aƒno36. Todos los dias lo experimento en las converƒaciones de algunos coetaneos mios, que empleados en alguna carrera honorifica, y provechoƒa, han logrado, en algunos años de aplicacion à la lectura, el nombre de diƒcretos, y el credito de juicioƒos. Y yo entre ellos, ò es fuerza que calle, ò ƒi quiero adelantar alguna eƒpecie, todos me la contradicen, y me convencen. Pues què remedio? Capacidad, no la embidio al mas pintado; dinero, tengo el que baƒta para no detenerme en eƒƒo, y propagar la proƒapia de mil apetitos37; y aƒsi ello ha de ƒer, he de penƒar ƒeriamente en recoger una ƒelecta libreria, darème al eƒtudio de las lenguas, emprenderè la Hiƒtoria, no olvidarè la Poesìa, la Geografia, y la Politica: juntarè à eƒtas la Mùƒica, el exercicio de las Armas, y otras Artes, que forman las dos partes intelectual, y activa de una sòlida educacion.

Quièn creyera, que es Roƒalindo el que aƒsi diƒcurre, y el que aƒsi obra? Pues ello es ƒin duda. Todos eƒtos eƒpiritus volatiles, de cuya ƒubƒtancia evaporada por todos ƒus ƒentidos, ƒolo queda en el fondo una groƒera, y perezoƒa materia, el caput mortuum de la ignorancia, y la inaccion; todos eƒtos ƒienten eƒtos latidos de la razon, que oprimida con tanto tropel de niñerias, clama por ƒu libertad, y les reprehende, y aviƒa del mal empleo de ƒus talentos. Pero què ƒucede? que no pudiendo prender eƒta llama en unos entendimientos terreos, con qualquier ƒoplo ƒe apaga, y ƒolo queda de eƒtos ardores intempeƒtivos el humo de una indiƒcreta, y ridicula vanidad. Aƒsi le fue à nueƒtro lindo, que muy alentado eƒtaba meditando la execucion de ƒu proyecto, quando entrò por la puertas de ƒu apoƒento un Maeƒtrillo repelon, todo pringue, y harina, ropavejero de calvas, y remendon de calaveras, el Peluquero digo, y el gran correo de gavinete de Roƒalindo. Qué hay Maeƒtro, le dice, què tenemos de nuevo? y con eƒto ƒientaƒe en la ƒilla, y toma el eƒpejo. El Maeƒtro, que ƒabe ƒu humor, empieza à ƒoltar la maldita, y à llenarle la cabeza, por fuera de polvos, y mantequilla, y por dentro de impertinentes noticias, y eƒtudiados embuƒtes. El ƒeñorito ƒiempre con ƒu tema, y ƒu eƒpejito en la mano, aƒpirando à la invencion de algun nuevo, y exquiƒito peynado, corrigiendo, y, enmendando, y replicando, en una hora, y mas que dura eƒte dialogo, paƒƒa de prolixo à impertinente, y de aqui à ridiculo, è inƒufrible. Vaƒe rabiando el Peluquero, y el quedaƒe otra media horita en conƒulta con ƒu eƒpejo. Vè Uƒté eƒte tupè? puede haver mayor desigualdad? y eƒte bucle mas alto que el otro? puede darƒe mayor beƒtia? toda la vida en componer una cabeza, y ƒalir con eƒto? No parecerè hoy entre gentes. Y còmo havia de preƒentarme de eƒte modo à mi Clavela, à mi Anarda, y Doraliƒa? Y vès aqui, Lector mio, con tan frivolos cuidados, y aniñados penƒamientos evaporadas aquellas eƒpecies, y pueƒtos en olvido los propoƒitos de no ƒer hombre eƒtèril, y ocioƒo38.

Peynado ya, no pienƒa en otra coƒa, que en la ocioƒa fatiga de callegear, y enamorar. Acaba la grande ocupacion del dia; que es veƒtirƒe, y entretanto và trayendo á la memoria donde hay Fieƒta, Novenario, concurƒo, ò qualquier otra aƒƒamblèa, que ƒirva de alimento à ƒu ocioƒidad. Sabe por experiencia quan fertiles ƒon eƒtas grandes concurrencias de ocaƒiones, y empeños; y lo que yà en ƒu tiempo enƒeñaba aquel Maeƒtro de la diƒolucion á ƒus diƒcipulos, y perƒeguidores de la honeƒtidad (*)39. Llenas en fin las faltriqueras de pañuelos, y envueltas en uno de ellos algunas bellotitas de Sanƒpareille, la Vanda, y otros, que mas que preƒervativos ƒon indicios del mal olor de quien los uƒa, como ƒe lo dixo Marcial à un lindo de ƒu tiempo (**)40, ƒale de la caƒa41 cerca del medio dia, y examinando de arriba abaxo en ƒu perƒona, ƒi le falta algun requiƒito, que pueda hacerle perder el credito, como èl dice, de aƒeado, nota, que ƒe ha olvidado de ponerƒe un ƒortijon de diamantes, en que funda un cenƒo de atenciones, y un redito copioƒo de fauores en las niñas, que à los brillos del ƒortijon acuden como mariporas à la llama, ò como paxaritos á los ojos del mochuelo. Sube por él volando, y vuelve à tomar la calle, dandole vueltas al dedo, para que ƒus conocidos caygan en la cuenta, y ellas en la tentacion. Paƒƒa por una Confiteria, y cargandoƒe de dulces, y chucherias, da vuelta à algunas calles, en las quales como cometa aparece por algun tiempo todos los dias à una miƒma hora, haƒta que, ò falta la materia ó ƒu inconƒtancia le obliga à diƒtinta revolucion, y pàra por ultimo en una Igleƒia, donde cree vèr à Fulanita, que à la hora faltò de la ventana. Llegaƒe à la pila, y ƒalpicandoƒe la cara con un garabato, que viene à parar en beƒar el dedo pulgar, hinca una rodilla, y tiende la otra: vuelveƒe á todas partes, atisbalo todo, todo lo regiƒtra, à todo atiende menos à lo que debe. Hecha eƒta ceremonia, da ƒu vuelta à las Capillas, y no hallando entretenimiento à ƒu guƒto, vuelve à ƒalir, dexando eƒcandalizados à unos, y riendo à otros. Y como es la hora de cumplir con ƒus viƒitas, regiƒtra ƒu Diario y cuelaƒe por una puerta à cumplir con la preciƒion de unos dias42.

Sin perder el buen tono de la diverƒion, reduzgamos el entretenimiento à lo moral, dandolole à todo Petimetre, havido, y por haver, la imagen de la juventud del hombre en el ƒiguiente




Romance43


Detened libre Alvedrio
      El potro de los deƒeos,
      Que es cavallo deƒvocado,
Y potro de dar tormento.
No corren con èl parejas
      los cavallos mas ligeros,
      Que el Sol trahe en ƒu carroza,
      Y por ƒus poƒtas el Tiempo.
Quando traxo freno, y ƒilla
      De razon, y de conƒejo,
      Hicele parar à raya,
      Pero yà corrole en pelo.
El Herrador de este potro
      Es el Apetito ciego,
      Y mientras mas bien herrado,
      Mas hace errar à ƒu dueño.
Subiò Juventud en èl,
      Fiado aqueƒte mancebo,
      Que en eƒtrivos de ƒalud
      Llevaba los pies bien pueƒtos.
Por la Calle del Amor
      Diò brioƒo mil paƒeos,
      Y à ruego de voluntad
      Hartas carreras al viento.
Es calle con mil azares;
      Y aƒsi, el ginete mas dieƒtro
      Es fuerza que cayga en tierra,
      Si no corre con gran tiento.
Es potro duro de boca,
      Mas què importa ƒi los zelos
      Son acicates del alma,
      Que hacen volar al mas lerdo?
Partiò de vèr à gozar
      Carrera de largo trecho,
      Y quando quiƒo pararle
      Quebrò cinchas, faltò freno.
Las riendas de la razon
      Son hechas de fuerte cuero;
      Pero ƒi tira el Deleyte
      Quebrarà lazos de hierro.
Valgate Dios, còmo buelas.
      O mozo, tras tu deƒeo,
      Siendo la calle tan agria,
      Y quien la corre tan nuevo!
Tente mancebo à las crines,
      No te deƒpeñes corriendo,
      Que los riƒcos de la culpa
      Baxan hasta el miƒmo centro.
Sacad la eƒpada Temor,
      Echadle la capa Cielo,
      Detenedle Deƒengaño,
      Amenazle Eƒcarmiento.
Gracias à Dios, que cayò,
      A los umbrales del Tiempo,
      Dando para mas ventura
      En las manos del Conƒejo.
Trayganle una jarra de agua
      De lagrimas de ƒu pecho,
      Que para que vuelva en sì
      Es meneƒter todo aqueƒto.
Nadie ƒuba en eƒte potro
      Si no lo doma primero;
      Porque no hay cuerdo à cavallo,
      Solo el que cae es el cuerdo.
Rianƒe de ƒu caìda,
      Que ƒi bien lo considero,
      Caer uno de ƒu beƒtia,
      Es caìda de diƒcretos.
Y pues que yà no eres niño,
      Y debes paƒƒar con ƒeƒƒo
      La carrera de tu vida,
      Corre qual hombre perfecto.
Y ƒi vieres que al partir
      No quiere arrancar el cuerpo
      Del propoƒito à la enmienda,
      Dale rienda, y pica recio.
Si has de paƒƒar Petimetre
      En el potro de lo necio
      La carrera de tu vida,
      Eƒcuchame eƒtos consejos.
Si te pones à cavallo
      En lo vano, y lo ƒobervio
      No atropelles al humilde,
      Porque caeràs ƒin quererlo,
No corras jamàs parejas
      Con nobles, ƒiendo plebeyo,
      Que de la desigualdad
      Se eƒtaràn todos riendo.
No choques con el vecino
      En la carrera del pleyto,
      Porque del mal que le hicieres
      Te cabrà parte à ti meƒmo,
No ƒigas al enemigo,
      Porque ƒi el amor es fuego,
      Serà hielo la venganza,
      Y es malo correr por hielos.
No corras por ƒiete calles,
      Si te precias de diƒcreto,
      Que como ƒon calles reales,
      Tienen notables tropiezos.
La Puente de la ƒobervia
      Nunca la paƒƒes corriendo,
      Mira no te deƒvanezcas,
      Que es alta, y ƒin parapeto.
A las rejas de avaricia,
      Dama de mucho dinero,
      No corran los de tu edad,
      Que ella es vieja, y tu mancebo.
Por la calle de la ira
      No le piques, ƒi eres cuerdo,
      Que entiende mucho de eƒpuelas,
      Y ƒabe poco de freno.
En la carrera de amor
      Pica, y corre como el viento,
      Que aqui te importa correr
      A cofta de paƒƒar preƒto
Mas no corras ƒi pudieres
      A la puerta de los zelos,
      Que chocaràs con tu amigo,
      Y aun à veces con tu deudo.
El bocado de la gula
      Para ƒu boca no es bueno,
      Porque con eƒƒe bocado
      Corriò muy mal el primero.
La plazuela de la embidia,
      Carrera propria de necios,
      No la corras, ni aun la paƒƒes,
      Porque eƒtà ƒiempre con cieno.
Corre ƒolo à media rienda
      Por la calle del deƒeo,
      Porque eƒtà muy cueƒta abaxo,
      Y no pararàs à tiempo.
Si atraveƒares los prados
      De los verdes liƒonjeros,
      Lleva la rienda tirante,
      Que hay pantanos encubiertos.
Partes hay por donde corras
      Con mas guƒto, y menos rieƒgo,
      Donde hay Damas ƒin azares,
      Y carreras ƒin encuentros.
La carrera de la Fè
      Puedes paƒƒarla ƒin miedo,
      Con antojos el cavallo,
      Llevando los pies bien pueƒtos.
La calle de la Eƒperanza
      Es de belliƒsimo ƒuelo,
      Y à fee que es bien ancha, y larga,
      Pues tiene à Dios por objeto.
Al Balcón de Caridad,
      Quando mas vayas corriendo
      Le puedes ƒoltar las riendas,
      Porque en amar no hay exceƒƒo.
La vardaƒca de eƒe potro
      Sea, para mas acuerdo,
      La memoria de tu fin,
      Que hiere con ƒolo el eco.

Y con eƒto, Lector que me ƒufres, ten paciencia, hasta que en el Diƒcurƒo44 ƒiguiente acabes de vèr el Diario de nueƒtro Petimetre. Bien quiƒiera darte los aƒƒuntos redondos, y no tener partida, y ƒuƒpenƒa tu atencion; pero ellos ƒon tales, como bien vès, que ni deben omitirƒe, por dilatados, ni pueden ceñirƒe a la eƒtrechèz de pliego y medio. Ni el Pintor en corto lienzo, ni el Geografo en breve Mapa pueden copiar grandes Paìƒes, y eƒtendidas Provincias, ƒin que en la confuƒion, y en la pequeñèz ƒe malogre el trabajo, y ƒe borren unos à otros los matices. Yà has viƒto la mañana de la vida de un lindo, y digo de la vida, porque en toda ella eƒta es toda ƒu ocupacion. Espèra ahora la tarde, que no es menos ociosa, pero es mas entretenida; y con eƒto no me queda que aviƒarte. A Dios, hasta luego.



EXACTA COPIA

DEL ORIGINAL MAS IMPERTINENTE:

ESTO ES,

DE EL PETIMETRE
POR LA TARDE.

Dala à luz D. Luis Alvarez Bracamonte.

CON LICENCIA:

EN MADRID: En la Imprenta de DON GABRIEL RAMIREZ,
Calle de Atocha, frente de la Trinidad Calzada.
Año de 1762.

Se hallará en la Libreria de Joƒeph Mathias Eƒcribano,
frente de San Phelipe el Real.

EL PETIMETRE POR LA TARDE45


Señora, el purpureo albòr
Del Planeta rutilante,
Que os diò ƒigno horoƒcopante
Os eternice el favòr:
Que los años de Neƒtòr
Igualeis; pero de modo,
Que nunca os quadre el apodo
De Dama Matuƒalèn.
Reƒpondan todos, Amen;
Y ƒi no, Dios ƒobre todo.

Eƒta repentina produccion de ƒu ingenio detuvo por algunos minutos en la eƒcalera à Roƒalindo mientras la acababa de quaxar, para dàr con ella los dias à una Señorita. Parecióle, que los anuncios felices, las auguraciones de una dichoƒa, y larga vida, proferidas con las comunes expreƒsiones, aun las mas cultas, ƒerian vulgar deƒempeño en boca de quien quiƒiere diƒtinguirƒe en el gran Mundo, como él dice, y que à la expectacion en que las Damas eƒtàn de ƒu primor, de ƒu delicadeza, y buen guƒto, no correƒpondia con los ordinarios cumplimientos, y que era meneƒter mas raro, y exquiƒito modo de cumplir con tan preciƒa obligacion. Con eƒte penƒamiento, haciendo alto en el primer eƒcalon, apoyando ƒobre una rodilla el codo, y ƒoƒteniendoƒe la frente, poneƒe à meditar ƒu decima. La felicidad de ƒu vena (y mas con el exercicio de aquella mañana en la introduccion de un Villancico)46 fue tal, que en menos que imaginaba concibiò eƒte monƒtruo de diez pies, y con las anƒias de que no ƒe malograƒƒe tan prodigioƒo parto, ƒube corriendo la eƒcalera, y ƒin detenererƒe en etiquetas de aviƒo, ni recado, vaƒe embocando por las anteƒalas, ƒin parar, haƒta la puerta miƒma del eƒtrado. Deƒde aqui, anticipando una profundiƒsima reverencia, primero à la Señorita, cuyos dias ƒe celebraban, y luego à los circunƒtantes, empezò ƒu arenga, y marchando al compàs de ƒu metro, y con el acompañamiento de geƒtos, convulƒiones, y meneos, llegò à ponerƒe delante de la Niña, à tiempo, que deƒpues de haber deƒembuchado los ocho primeros verƒos ƒin deƒgracia, quiƒo eƒta (ò ƒu fortuna, para que ƒe vieƒƒe la prontitud, y viveza de ƒu ingenio) que ƒe le olvidaƒƒen los dos ultimos. Aquì fueron las apreturas, los traƒudores, y los miedos de que ƒu numen quedaƒƒe deƒayrado, y en opiniones el credito de ƒu habilidad: aquì el darƒe en la frente, el patear, y eƒtrujar entre las manos el pedacillo de tafetan, ò palma, con interinidades de ƒombrero, y finalmente el maldecir la fragilidad de la memoria. Alentabanle todos, los unos, compadeciendole en el aprieto, à no hacer caƒo de un accidente, à que eƒtà expueƒta la vena mas fecunda; y otros à no deƒiƒtir del empeño, y dàr fin de qualquier modo à aquel penƒamiento, que ƒerìa laƒtima quedaƒƒe ƒin ƒu ultima perfeccion. Vaya, Roƒalindo, decia la Señorita, no os dè cuydado; ya veo la particularidad con que os diƒinguis en favorecerme; dexadlo, ƒi no os ocurre... No Señora, què es dexarlo? ƒe ha de acabar la decima, ƒi ƒupieƒƒe apurar el humedo radical; y diciendo eƒto dabaƒe ƒin piedad en la frente, y los demàs volvian à ƒu ƒilencio, y expectacion. Animo, Roƒalindo, le decia uno, que ha de ƒer una decima ƒin par. Salga, decia otro, ƒalga de una vez eƒƒe prodigio, eƒƒe paƒmo, eƒƒa embidia del Parnaƒo. Salga, repetian todos: Y Roƒalindo, què ha de ƒalir, decia, ƒi parece que el diablo ƒe la ha tragado por albondiguilla47: maldita ƒea mi mollera... Amen, reƒpondiò prontamente un chuƒco de los que allì eƒtaban: rieronƒe todos; y Roƒalindo añadiò: pues eƒƒe cabalmente era el conƒonante, que me faltaba; vos me lo acordaƒteis, y dice aƒsi:


Reƒpondan todos, Amen;
Y ƒi no, Dios ƒobre todo.

Amen, Amen, replicaron todos, y que viva Roƒalindo, que ƒe ha portado grandemente: es una ocurrencia admirable y nunca creìmos menos de vueƒtra erudición, y poética fantaƒia. Què eƒtilo! què noticias de Aƒtrologìa, y de la Hiƒtoria Sagrada, y Profana! y què final tan gracioƒo! en una palabra, no cabe mas. Diòle las gracias la Señorita, à quien havia parecido aquel aborto repentino una maravilla de la erudicion, de la prontitud, y del chiƒte. Pues eƒto es nada; ahora veràn uƒtedes una obrita, que he empezado, que eƒpero, que ƒea de la aprobacion de eƒta Dama. Como ƒea coƒa vueƒtra, dixo ella, no puede dexar de ƒer muy de mi guƒto.

Agradeciò nueƒtro Petimetre tan fina liƒonja con una inclinacion haƒta el ƒuelo, y al enderezarƒe examinò los bucles, rezeloƒo de que en tan humilde rendimiento ƒe le huvieƒƒen caido las alas à ƒu preƒuncion. Y con eƒto ƒaca de la faltriquera ƒu pedazo de villancico, y poneƒe à majar con èl à todos los concurrentes, que tuvieron que purgar el aplauƒo de la decima con la penitencia de eƒcuchar aquella ƒarta de diƒparates, y yà pueƒtos en alabarlo, era fuerza ƒeguir el ƒiƒtèma, como lo hicieron, alentando à Roƒalindo à proƒeguir, y perfeccionar obra tan primoroƒa; ofreciendole la Dama irlos à oìr, y anticiparƒe à tomar lugar, aun à coƒta de qualquiera incomodidad, ƒi ƒe cantaƒƒen eƒte año en la Noche Buena. Y como que ƒe cantaràn: eƒƒo, dixo, corre de mi cuenta48, y yo me ƒabrè ingeniar. Pero digan uƒtedes la verdad, Cavalleros, proƒiguiò nueƒto lindo, no eƒtà hoy eƒta Dama con todos los primores de la belleza, de la gala, y del buen guƒto? Otros dias, Señora, nos ƒabe enamorar vueƒtra hermoƒura, hoy nos hechiza; otros dias nos inclina dulcemente; hoy nos arraƒtra; otros dias en fin nos vence eƒƒa gala, hoy ƒe vence ella à sì miƒma. Bueno eƒtà eƒƒo Roƒalindo, con que haveis aprendido à mentir, y haceis eƒtudio de liƒonjear, deƒde que os haveis metido à Poeta. Yo Poeta? Jesvs mil veces! me quereis vèr pobre, hecho un aƒco, loco, y ƒin eƒperanza de hacer en toda mi vida coƒa de provecho, deƒeadme eƒƒa mania. Jesvs! Jesvs! Tener ƒarna, y ƒer Poeta, todo es tener que raƒcar. Pero yo, porque os digo, que ƒois hermoƒa, por eƒƒo miento? Os liƒonjeo, porque os digo, que eƒtais hecha un modelo de la gallardia, y un non plus ultra del poder de vueƒtro ƒexo? Hago mucho en decir, que eƒtais hecha un encanto, que me lleva tras si ƒin ƒentido... Y en eƒto iba baxando la voz, y convirtiendoƒe la converƒacion general en un cuchucheo, en unos ƒecreticos particulares que ha introducido la deƒcortesia fogoƒa de los amantes49, que à mas de ƒer en tales lances un manifieƒto ƒonrojo de los preƒentes, y un afectado deƒcuido, con que ƒe les explica el poco guƒto, y aprecio de ƒu converƒacion, es indicio no leve de faltar otras atenciones mas preciƒas, y menos diƒpenƒables. Los demàs conociendo el rumbo, que iba tomando la inclinacion de la Dama, y que nueƒtro Petimetre ƒe iba cebando en la preƒa, dividiendoƒe primero en converƒaciones de dos, y tres, empezaron à murmurar, y à poco rato, uno tras de otro eƒcurrieron la bola, ó ƒe ƒalieron à otra pieza; y como ƒucceƒsivamente venian entrando otros, à cuya atencion era indiƒpenƒable correƒponder igualmente la Dama, no pudiendo hacer de las ƒuyas, tomò Roƒalindo el partido de deƒpedirƒe, y ƒiendo yà la una fueƒe à comer à ƒu poƒada.

Eƒta es una caƒa donde con otros de ƒu miƒma hechura và nueƒtro Petimetre à purgar quotidianamente ƒus pecadillos de vanidad, y hacer penitencia de ƒus trages, modas, y liberalidades, con un ayuno rigido, y perpetuo, que èl para sì llama parƒimonia, y en pùblico lo50 disfraza con el titulo de decencia, y trato regular: arbitrio en que funda Roƒalindo la poƒsibilidad de continuar ciertos gaƒtillos ƒecretos, ciertas limoƒnas reƒervadas, con que ƒocorre una familia vergonzante. Y como en meƒa donde ƒe maƒca poco es conƒiguiente ƒe hable mucho, y que las potencias deƒpejadas, y libres de los humazos, y vapores de la glotoneria diƒcurran ƒutilmente en las materias, que ocurren (pues quando llegan à eƒtàr ƒutilizados los cuerpos, quales eƒtaràn los entendimientos?) andaba la vaya, y la cantaleta con el bueno de Roƒalindo, que ordinariamente era el yunque de los golpes, y ocurrencias gracioƒas de la meƒa, y eƒta vez con daca el Petimetre, y torna el Petimetre, fue tanto lo que apretaron el cordelejo, que huvo de romperƒe, y levantandoƒe, y tirando de revès la ƒervilleta, ƒe ƒaliò à la calle a deƒahogarƒe de aquel bochorno, y harto fue no deƒafiar á todos los de la meƒa; y ya fuera de la poƒada, aunque algo mas temprano de lo que ƒolia, empezò ƒu caravana veƒpertina, y el traƒiego de las calles.

Iba Roƒalindo deƒempedrandolas con el arraƒtre de los pies, y atronandolas con las ƒonaduras, gargajos, y toƒes, que eran los diferentes reclamos, con que en una miƒma iba advirtiendo a ƒus quotidies, que ƒalieƒƒen à dexarƒe vèr, y los chinazos, con que aviƒaba à ƒus Damas, que eƒtaba el Galan en el terrero, ƒin que (por la diverƒidad de las ƒeñas) pudieƒƒen ƒacilmente entrar las unas en zelos de las otras, cuyo funeƒto accidente le huviera quitado muchas dulces ojeadas, y otros gages, y venturillas, que le producia eƒte diƒimulo. Era de vèr como á cada ƒeña iban ƒaliendo por ƒu orden à las ventanas las Ecos, ò Idolillos51 de eƒte Narciƒo: aquì una con ƒu moño, y pulƒeritas, que la agraciaban: mas arriba una redecilla, luego una cofia, y mas allà un enƒortijado; y era de vèr el Señorito andar de una en otra haciendo ƒus reverencias, unas con todo el cuerpo, otras con ƒola la cabeza, tal qual con el ƒombrero à medio quitar, y alguna, tal vez por los inconvenientes, con ƒola una guiñadura le hacìa creer, que era ella ƒola el objeto, y el aƒƒunto de aquellos cuidados. Pero mas de vèr era, que dada vuelta à la calle, al doblar la eƒquina, parandoƒe Roƒalindo, y enfilando de una ojeada todos los balcones, y ventanas de ƒus apaƒƒionadas, las llenaba de almivar, y con un geƒto, que ƒervia para todas, las dexaba muy ƒatisfechas, y èl ƒe iba riendo de ellas, y muy ufano del finiƒsimo artificio, con que las embobaba.

Paƒƒaba à otra calle, y volvia à ƒus reclamos; pero en eƒta ya el diƒimulo era menos, porque era el atractivo mas; y es, que viven en ella Anarda, y Doraliƒa, dos hermanas, y dos embeleƒos del guƒto, dos imanes de la atencion, dos partidarias en fin de la galanteria, y de la moda. Debiales Roƒalindo, eƒpecialmente à Doraliƒa (que por mas niña eƒtaba ƒu eƒpiritu mas expueƒto à las impreƒsiones de la afectacion, y de la gala)52 particulares expreƒsiones, y diƒtinguidos favores, con los quales ƒe prometia hacer en breve grandes progreƒƒos en ƒu privanza: Y aƒsi, con deƒpejo de confiado, y confianzas de favorecido, al llegar debaxo de ƒu balcon, con una ƒeñita, que le hicieron de que no havia eƒtorvo de importancia, amayna velas el mocito, y poneƒe à la capa, diƒpueƒto à zarpar à todo trapo à la primera ƒeñal de enemigos. Los vecinos, que ya ƒaben el be à ba de eƒtos amores, unos en las ventanas, y otros en las puertas, ƒe ponen à la eƒcucha, y reprimiendo la riƒa de los diƒparates, que oyen eƒtàn gozando de aquella guƒtoƒiƒsima ƒcena. Què no ƒe oyen allì de requiebros, de liƒonjas, de elogios exorbitantes? Què de coƒas no ƒe eƒcapan alli à la inconƒiderada loquacidad de un lindo, y à la ninguna reflexion de unos años verdes? Què de conceptos frivolos, què de penƒamientos ƒin ƒubƒtancia, què de diƒcreciones eƒtudiadas, reparillos, ƒalidas, objeciones copiadas de algun tomo de Calderon, ò Moreto, que es toda la lectura, y ocupacion de Doraliƒa? En fin, deƒpues de un largo rato de galanteo, confiado en ƒecreto à toda la vecindad, ƒe deƒpide Roƒalindo, y continua ƒu corƒo, contentiƒsimo de verƒe tan favorecido, y mucho mas de que lo vieƒƒen los demàs. ¡Valgame Dios, y en quan cortos limites ƒe circunƒcribe el corazon de uno de eƒtos infelices, llamados Petimetres53! Quatro niñerìas lo ocupan, y otras tantas frioleras lo llenan, ƒin que quede lugar para un cuidado, para un penƒamiento varonil, ƒolido, y fructuoƒo. La adulacion continua del bello ƒexo, la imitacion de ƒus inventivas, la adoracion de ƒus caprichos, la reƒignacion al ciego arbitrio de ƒus inconƒtancias, veleidades, y antojos, es todo el entretenimiento, los emplèos, las empreƒƒas, las glorias, las fatigas, y los importantes negocios de un Petimetre. En una hora de converƒacion con Doraliƒa no ƒe ha avergonzado Roƒalindo de hacer vèr à toda una vecindad, atenta, y advertida, unas inclinaciones efeminadas, unos deƒeos vanos, unos antojos mugeriles, unos penƒamientos aniñados. La careƒtìa de nuevo guƒto en los Abanicos le era baƒtante cauƒa de una peƒadumbre54, que no podia olvidar; como al contrario, una nueva invencion de Cofia, para mantener por quince dias el peinado las Señoras, era aƒƒunto de largas enhorabuenas. Sus novedades ƒe reducian todas à un viƒiton; que huvo el dia antecedente en caƒa de la Condeƒa de Tal, donde ƒe juntaron tantas Señoras, donde contò para cada una tantos hombres, donde ƒe ƒirviò un refreƒco con tales generos de dulces, y bebidas, donde viò à Clavela prendida de nuevo, y exquiƒito guƒto, y otras puerilidades de eƒte genero; y eƒta es toda ƒu ciencia, ƒu literatura, ƒu erudicion, y devociones55.

Terminado el paƒƒeo de las calles, pàra en una Meƒa de Trucos, donde encuentra un partido muy reñido, y que tenia56 à todos los mirones en gran ƒilencio, y expectacion. Sientaƒe, y à dos golpes de tàco, que vè dàr à uno de los jugadores, ƒe le aficiona, y toma ƒu partido. Sobre ƒi ganarà, ò no la partida, apueƒta con otro ƒeis libras de dulces; ƒigue el juego, y como el interès es muy crecido, y los dos de igual habilidad, dura la queƒtion: canƒaƒe Roƒalindo de eƒtàr allì, y de eƒperar el exito; llama al Amo de la Meƒa57, y le dice: Yo tengo eƒta apueƒta con eƒte Cavallero, ƒi pierdo le dareis las ƒeis libras, y me las cargareis en la cuenta; ƒi gano, me las deƒquitareis de las que os debo; y con eƒto ƒe ƒale à dàr otra vuelta à los barrios de ƒus Comadres, y por fin pàra en58 la Caƒa de Comedias, en donde iban entrando unos por eƒto, otros por aquello, y otros por lo que yo me sè, que aunque podria decirlo en romance, no quiero ƒino decirlo en eƒte catorceno, ò como ƒe llama.


Por vèr lo que no ha viƒto entrò un gañan,
      Porque à un amigo el otro dixo Amen,
      Por criticar el otro mal, ò bien,
      Por no ƒaber que hacerƒe un haragan:
Por vèr a ƒu Maruja entrò un galán,
      Por una Cantarina yo sè quien,
      Por las Actrices ƒabeƒe tambien,
      Por echar ƒus ganzuas un Rufian:
Por ƒer viƒta, y por vèr un Serafin,
      Por lucir ƒu melindre un Maricòn,
      Por darƒe eƒte guƒtazo entrò un Atùn
Por atiƒvarlo todo un peluquin,
      Por razon de decencia un pelucon;
      Y por mil coƒas, otros mil aùn(*).

Era yà caƒi la hora de que ƒe empezàra, y à toda prieƒƒa iban concurriendo las Niñas, y ƒe iban llenando las Viƒtas, y Palcos59 à la fama de un bayle nuevo de Granaderos, muy del tiempo, y del guƒto moderno. Què coƒecha para los Lindos, que ƒaben aprovechar una ƒazon tan còmoda, y oportuna para ƒus ƒementeras! Un Apoƒento tomado60 por temporada, vale en eƒtos lances un potosì; y un combite de eƒtos à tiempo, ha redituado à muchos ciento por uno. Nueƒtro Petimetre, con harto dolor de ƒu corazón, no ƒe hallaba en eƒtado de tomar uno61 à ƒu cuenta, con que ƒervir, y cortejar à ƒus cariños, y aƒsi contentabaƒe con dàr vuelta à los corredores antes de empezar, y entretener aquel rato con las tapadas, y deƒcubiertas62, que en tales dias corren à tropas todo el recinto. Llevabanle al retortero, ƒin dexarle parar en parte ninguna; y èl con el anƒia de conocerlas andaba de aquì para allì, hecho el aƒƒunto de ƒu diverƒion, y el juguete de todas ellas, haƒta que al oìr la abertura, ƒe cerraron los palcos63, dandole con la puerta en los hocicos, y èl ƒe baxò à ocupar ƒu aƒsiento en la Luneta.

No podia ƒoƒegar ƒu eƒpiritu azogado, y teniendo à quantas partes levantaba la viƒta64 tantos motivos de inquietud como Damas, y Fregonas65 ocupaban el ambito de los balconcillos66, aƒƒeƒtaba à todas partes un anteojito de que và prevenido, y mataba à preguntas, è impertinencias à los que eƒtaban ƒentados à ƒu lado. No es aquella Doña Fulana? Y aquella no es Madamoiƒella de N.? Què petimetra ha venido eƒta tarde la Condeƒita de Tal! Voy à ponerme à ƒus pies. Y aƒsi iba, y venia, entraba, y ƒalia, y todo era afectar introducciones, y conocimientos. En una de eƒtas ƒalidas ƒubiò à un Apoƒento67, donde eƒtaba lo mejor de la Poblacion, donde eƒtaba la flor de la Petimetria en tres Niñas como tres Mayos, y andaban al rededor algunas abejas deƒeoƒas de picar en eƒtas flores, y no faltaban algunos zanganos. Entra nueƒtro Petimetre, y quedaƒe en piè, por eƒtar ocupados los aƒsientos favoritos. Dicele una: Què os parece, Roƒalindo, de eƒta Funcion68? Muy mal, Señora, no vale un quarto todo lo que hacen: maldito el dinero, que debia emplear un hombre de guƒto en eƒto, ƒi no le felicitàra69 las ƒatisfacciones, que al preƒente lògro. No hay coƒa de provecho, ni vale la muƒica, ni ƒaben los Papeles70: por decirlo de una vez, no vale nada. Poco à poco, Roƒalindo, las partes de gracia, y canto decid71, no hacen ƒu deber? no es un guƒto oìrlas? no veis como las aplaude el Pùblico? Oh, ƒi Señora, ƒi Señora; dexemos á un lado las partes jocoƒas72, que eƒƒas no ƒe pueden mejorar. Y el Viejo no hace bonitamente ƒu papèl? Si, lo que es papèl de Viejo, lo hace con excelencia. No os ha guƒtado aquellas dos tonadillas, y el final de eƒte acto?73 Si Señora, ya lo dixe deƒde el principio; la muƒica no ƒe puede negar, que es muy buena, pero conƒiƒtirà en la Orqueƒta; y de eƒta manera ƒe iba retratando, y añadiendo unos deƒatinos à otros, haƒta que conociò, que ƒe le reian todos, y con eƒto ƒe deƒpidiò, volviendoƒe muy freƒco à ƒu aƒiento. Sale de el Coliƒèo74, y cogiendo del brazo à un amigo, vaƒe à entretener lo reƒtante de la noche en una viƒita en las bagatelas75, que ƒaben algunas, hacen que ignoran otras, aƒuƒtan à muchos, alegran à no pocos, felicitan à baƒtantes, y ƒacan à muchiƒsimos de ƒuƒtos, deudas, y peƒadumbres, à coƒta no mas de hacer la viƒta gorda, y calentarƒe à lo lejos en el fuego en que otros ƒe abraƒan: Bueno và! Todos ƒomos ƒanos decia el Manquillo: y todo es dicha, ir à la Plaza, y volver ƒin orejas.

Eƒte es el Petimetre, y eƒta es ƒu vida, tan religioƒamente ajuƒtada à eƒtas reglas, que no falta à un apice de ƒu obƒervancia. Eƒte es el Petimetre, y eƒte es el que haciendoƒe mèrito de eƒtas ocupaciones, ƒe conƒidera hombre de importancia, de lucimiento, y76 de empeño. Si ƒe reƒuelve à ƒeguir una carrera, en eƒto funda las ƒeguridades de ƒer deƒde luego promovido à los primeros cargos. Ello no dexa de verƒe alguna vez uno de eƒtos raros Phenòmenos, elevado ƒobre los demàs; hecho objeto de la atencion univerƒal; pero eƒtos, por lo comun, ƒon exhalaciones momentaneas, luces paƒƒageras, que el miƒmo lucimiento las conƒume. La verdadera gloria, el lucir permanente, el eterno brillar de las Eƒtrellas no ƒe conƒerva ƒin el continuo movimiento en la carrera, que les deƒtinò la providencia; y eƒte miƒmo gyro, emprendido con ƒeriedad, y conƒtancia, ha hecho à muchos Lumbreras de la Monarquìa. Tù, ƒi aƒpiras, lector mio, à un permanente, y verdadero lucimiento, ƒi aƒpiras à ƒer hombre, guardate con la mayor vigilancia de parecerte à eƒte Petimetre77:

Ocupe el lugar de las chanzas honeƒtas una moralidad, cuya leccion ƒerìa ƒiempre oportuna, à tener la voluntad mas bien humorada; pero en eƒto de los eƒcritos, corre la miƒma paridad, que en los alimentos; y es, que para los eƒtomagos rudos, acomodan muy bien viandas groƒeras, y para los paladares delicados ƒe hicieron los manjares exquiƒitos. De eƒta claƒe es el ƒiguiente




ROMANCE (*)78
Definiendo el tiempo.



Tiempo eƒtimado de sàbios,
      Y deƒechado de necios,
      Pàrate un poco a eƒcucharme,
      No vayas ƒiempre corriendo.
Para el cuerdo tienes pies,
      Y paƒƒos de gran concierto,
      Que como mide ƒus horas
      Para todo tiene tiempo:
Para el necio tienes alas,
      Y tus paƒos ƒon de viento,
      Porque te dexa paƒar
      Antes de lograr ƒu intento.
Traes pliegos de papèl
      Donde eƒcrives mi proceƒo,
      Y en donde el cargo, y deƒcargo
      Yo de mi letra lo aƒiento.
Mis años ƒon los renglones,
      Y pues yà quarenta tengo
      Quiero ƒalvar las erratas
      Antes que me ƒalte pliego.
Eres moneda que paƒƒa
      En los mas eƒtraños Reynos,
      Con la qual ƒe compra todo,
      Aunque valga ƒumo precio.
Guardarè la que me queda,
      Porque el tiempo es un dinero,
      Que ƒi ƒe và de las manos,
      No vuelve à las de ƒu dueño.
Solo es pobre à quien le falta,
      Que ƒi bien lo conƒidero,
      Ni me le daràn por Dios,
      Ni le hallarè ƒi le pierdo.
No es dinero que ƒe preƒta
      Por trato, ni parenteƒco,
      Que ƒerà moneda falƒa
      El tiempo que fuere ageno.
Eres luz en noche obƒcura,
      Corta vela, largo trecho,
      Mal camino, recios ayres
       Mucha prieƒa, paƒos lentos,
Quiero llevarte en linterna,
      Poniendo taƒa al deƒeo,
      Viendo ƒolo lo que importa,
      Y lo demàs no lo viendo.
Eres como la muger
      Buena, ò mala por extremo;
      Bien gaƒtado eres precioƒo,
      Mal empleado perverƒo.
Eres una feria franca
      En donde el juƒto, y el bueno
      Con el oro de ƒus obras
      Hacen divinos empleos.
Eres mina por labrar,
      Cuyos terrones contemplo,
      Ser de tierra para el ƒimple,
      Y de plata para el cuerdo.
Eres una tela angoƒta
      Para veƒtir alma, y cuerpo,
      Y es fuerza que falte paño
      Sino la mido, y tantèo.
Eres al fin la eƒtafeta
      Deƒde la Tierra haƒta el Cielo,
      Quiero reƒponder contigo
      Que ƒi partes no hay corrèo.
Agora pues, tiempo mio,
      Que eres moneda que tengo,
      Tela que eƒtà por cortar,
      Papèl que voy eƒcriviendo:
Feria con algo de dia
      Mina cuya plata vèo,
      Eƒtafeta por partir,
      Cabo de candela ardiendo:
Si te pierdo, ƒi te gaƒto,
      Si te corto, ƒi te dexo,
      De mi me podrè quexar,
      Pues agora tengo tiempo.

A ninguno le conviene mejor eƒte recuerdo, que al Petimetre, porque es de nueƒtra ƒociedad el Individuo mas olvidadizo de ƒu obligacion; y mal avenido con lo oportuno, nada le importa perder el tiempo, como gane la ƒatisfaccion abominable de ƒus regocijos.

Junio de 1994







 
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