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Antonio Buero Vallejo, «De mi teatro», Romanistisches Jahrbuch, 30, 1979, pp. 221-222. M. Manzanares de Cirre, «El realismo social de Buero Vallejo», Revista Hispánica Moderna, XXVII, 3-4, 1961, p. 324, concluye que Buero «se atreve a mirar de frente la realidad social y a presentarla como es. A provocar el estremecimiento trágico en el espectador a través del cual le lleva a un conocimiento más íntimo de sí mismo y a un deseo de mejora de esa imperfecta y casi siempre cruel realidad social».

 

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En «La tragedia» (AA, VV., El teatro. Enciclopedia del arte escénico, Barcelona, Noguer, 1958, p. 67) escribe Buero Vallejo: «Catarsis es lo mismo que interior perfeccionamiento: y sólo partiendo de éste cabe hablar de actuaciones concretas de origen catártico». No se puede actuar de modo socialmente positivo si no existe una personal purificación y aceptación de la verdad. Recordemos a este respecto lo que sucede al protagonista de Lázaro en el laberinto, uno de los últimos dramas del autor (Vid. Mariano de Paco, «La verdad, el tiempo y el recuerdo: Lázaro en el laberinto y Música cercana», Estreno, XVII, 2, otoño 1991, pp. 43-45).

 

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María Payeras Grau, «Complejidad dramática y trasfondo ético en el teatro de Buero Vallejo» Anthropos, 79, diciembre 1987, p. 58, ha señalado que «la dramaturgia de Buero abunda en el planteamiento de problemas sociales y políticos desde múltiples y variadas perspectivas, no en vano se trata de autor cuyos planteamientos éticos le fuerzan a adoptar una actitud crítica frente a la sociedad que le rodea».

 

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Sergio Vilar, Manifiesto sobre arte y libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles, Barcelona, Fontanella, 1964, p. 119.

 

65

Luce Arrabal, «Entretien avec Antonio Buero Vallejo», Les Langues Modernes, LX, 3, 1966, pp. 307-308. De interés es la respuesta en esta misma entrevista, acerca del «papel que desempeña lo irreal en su obra» (pp. 305-306).

 

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Es habitual la mención de Historia de una escalera como una de las obras fundamentales, junto a otros títulos de poesía y de narrativa, en el proceso renovador de la literatura de posguerra. Dejando de lado evidentes diferencias, hay también una clara conexión en este sentido entre escritores como Buero, Cela o Blas de Otero y los de la generación del medio siglo. Vid. , por ejemplo, Santos Sanz Villanueva, Literatura actual, Barcelona, Ariel, 1984, pp.32-34.

 

67

Perfecto Esteban Cuadrado, «Entrevista a Buero Vallejo», Adhuc, 1, 1979, p. 28.

 

68

Gabriel Celaya, «A Antonio Buero Vallejo», Cuadernos de Arte y Pensamiento, 1, mayo 1959, p. 38.

 

69

César Oliva, El teatro desde 1936, Madrid, Alhambra, 1989, p. 222.

 

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Ricardo Doménech, «Reflexiones sobre la situación del teatro», Primer Acto, 42, 1963, p. 8.