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Día de calma

Luis García Montero

En el homenaje a don Antonio Machado

Quien no quiso caer en la mentira,

no sea injusto desde la verdad.

Repítelo. En un día de calma.

Aunque la mar extienda sus castigos

y el golpe solitario de los remos

se pierda entre la espuma,

como se pierde el último destello de una mano,

quiero que lo repitas: es un día de calma.

Repite que es mentira

todo lo que parece sucederte,

que las manos deshechas son mentira

y no temes el viento,

ni existen los abismos en el agua,

ni la respiración entrecortada.

Porque la piel del labio

siente una quemadura de sal y se parecen

sus latidos al odio demasiado,

repite que no sientes sus latidos.

Ya que todo se mueve, ya que el tiempo

bajo los pies se descompone y cae,

regresa hasta el lugar donde las huellas

forman parte de ti

como un destino

de arena que resiste en algún sitio

detrás de la ola.

¿A qué memoria perteneces? Vuelve.

Una ciudad al Sur, un gabinete

de balcones abiertos enfrente de los plátanos.

Sigues leyendo, sabes

los libros que son tuyos. Para ti las miradas

de cristal y los barcos

que navegan con pecho adolescente.

Es un día de calma.

Quiero que lo repitas desde allí,

allí, para que grabes

en la madera limpia de tus remos:

Quien no quiso caer en la mentira,

no sea injusto desde la verdad.