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Antonio Flores. Elche. 1818-Madrid 1865. Colaboró en La Época, El Chocolate, La Nación, El Laberinto, La América, El Nuevo Avisador, El Clamor Público y La Prensa de La Habana. Traductor de Los Misterios de París. Obras. Doce españoles de brocha gorda (1846); Fe, Esperanza y Caridad (1850-1851); La historia del matrimonio (1852); Ayer, hoy y mañana (1853); Crónica del viaje de sus majestades y altezas reales a las Islas Baleares, Cataluña y Aragón en 1860 (Escrito de orden de su majestad la Reina) (1864); Tipos y costumbres españolas (1877). Bibliografía: Almela, Juan Antonio; «Biografía» El Museo Universal (IX, 1865). Rubio Cremades, Enrique. Costumbrismo y Folletín. Vida y obra de Antonio Flores. Alicante. Instituto de estudios alicantinos. 1977-1979. Rubio Cremades, Enrique «El costumbrismo de Antonio Flores» Cuadernos Hispanoamericanos. 355 (1980) 184-196.
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No era la única publicación periódica ilustrada de Boix, que desde el 4 de abril de 1841 hasta el 6 de octubre de 1845, publica también la Revista de Teatros, primero con el subtítulo de Periódico de literatura y artes, y a partir del 30 diciembre de 1842, Diario Pintoresco de Literatura. La revista fue dirigida primero por Juan del Peral (también colaborador de El Laberinto) y después por José María Díaz.
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El Globo. Diario político comercial y literario se publicó de 1844 a 1845 en la imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica. Su primer número es del 17 de junio de 1844 y el último del 7 de noviembre de 1845, sobreviviendo en sólo un mes a El Laberinto. Su director era Agustín Amblard y en él colaboraba Eduardo González Pedroso, que fue también redactor de El Laberinto. Los lunes publicaba la Revista Pintoresca del Globo, de la que aparecieron 46 números antes de fusionarse con El Laberinto, El Tiempo, diario conservador vivió del 1 de abril de 1845 al 29 de junio de 1847. Al igual que El Laberinto, fue impreso por Boix y lo dirigió Manuel Moreno López.
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La coincidencia de fechas con la finalización de la Revista de Teatros (3 de octubre y 6 de octubre) hacen pensar en razones de viabilidad de la empresa.
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En noviembre de 1843, Narváez, pocos días después de haber sido declarada mayor de edad Isabel II sufre un atentado en la madrileña calle del Desengaño (muy parecido al que años después costaría la vida a Juan Prim). Un grupo de enmascarados dispararon contra el coche de caballos en que viajaba Narváez. Pero los disparos no llegaron a tocar al general, hirieron ligeramente a Salvador Bermúdez de Castro, que le acompañaba y causaron la muerte del ayudante de Narváez. El dos de mayo de 1844 Narváez llega al poder y acusa a Prim de ser el instigador del atentado. El 15 de noviembre de 1844, durante la celebración del juicio (en el que Prim sería condenado), Et Laberinto publica un retrato de Prim en toda una página de la revista (que, como ya he dicho, era de considerable tamaño), y dedica un amplio artículo a defender su inocencia y pasar revista a su carrera militar colmándole de elogios. Se trata de un hecho inusitado para una revista de las características de El Laberinto esta toma de partido, y más aún cuando se hacía contra la voluntad política del gobierno de España. Las revistas ilustradas, siempre a la búsqueda del público familiar, huían de la polémica política y no dejaban espacio en sus páginas a contenidos que pudieran molestar u ofender a algunos lectores. También en esto Flores, como director de revistas, seguía unas líneas muy diferentes de las que había marcado Mesonero Romanos y que de una forma u otra, se habían adoptado tácitamente como normas de publicación para los periódicos ilustrados.
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Cuento de tono costumbrista en el que se narra los amores «románticos» de la hija de Don Liborio, las artimañas de éste para apartarla de su enamorado, y la boda final de Pilar con un tercer pretendiente que ni es el romántico enamorado, ni el afeminado protegido de Don Liborio.
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Ambos términos aparecen en cursiva en el artículo de Romero Tobar.
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En la viñeta de Grandville a la que nos referimos aparecen dos niños peleándose por el sombrero de un adulto, que, impotente intenta defenderse de los tirones de pelo de uno de los niños, mientras otro adulto, con expresión divertida, contempla la escena. La única relación significativa con el cuento es que al final del mismo se dice que la hija de Don Liborio se casó y tuvo dos hijos.
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Imágenes de las que desconozco si Flores había adquirido de alguna forma el derecho a su utilización, o si se trataba de prácticas «piratas».