Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

1

Gómez de la Serna publicó en su revista Prometeo (IV/1909) el Manifiesto Futurista tres meses después de su aparición en Italia. También el escritor, bajo el pseudónimo Tristán, dio cuenta en 1910 a los lectores de su revista (VI/1910) de su aceptación del Futurismo, e incluso albergó en sus páginas un artículo del propio Marinetti.

 

2

Jaime Brihuega: Las vanguardias artísticas en España: 1909-1936, Madrid, 1981.

 

3

Al respecto, no hay que olvidar que personajes como Miró, Buñuel o Dalí, por poner ejemplos estereotipados de artistas españoles de renombre internacional que se vincularon con el mundo de la vanguardia surrealista, solamente vieron reconocido su trabajo fuera del país. Y no se puede decir que, una vez consagrados en el extranjero, ya fueran aceptados aquí; muy al contrario, la pintura de Miró o de Dalí no fue aceptada (y en círculos minoritarios) hasta bien entrada la década de los años treinta, y no ejerció verdadera influencia hasta la posguerra (en gente del grupo «Dau al Set», como Joan Ponc, Modest Cuixart o la primera etapa de Tàpies). Pero no hay que personalizar: si la obra de esos pintores o la del cineasta Buñuel no tuvo aceptación, era por un rechazo general de la cultura española hegemónica hacia todo lo que «pudiera» a Vanguardia.

 

4

Cuando afirmo que no hay cine de vanguardia en España porque las vanguardias españolas no existen, o existen poco, soy consciente del mecanicismo esquemático de la formulación. Sin embargo, mantengo la aserción porque creo que hay que distinguir, como hace Piero Raffa (Vanguardismo y Realismo, Milán, 1967; versión española: Barcelona, 1968), entre Vanguardia y experimentación. Como señala Roffa, los fenómenos de Vanguardia se caracterizan por el cumplimiento de dos requisitos, por llamarlos de algún modo: 1) la formulación de un nuevo concepto de arte y de su función sociocultural, la aplicación de una ideología artística radicalmente crítica, y 2) la enorme importancia atribuida a la experimentación del lenguaje. De la suma de estos dos presupuestos surge la ruptura deliberada con la tradición cultural. En nuestro caso, en España existen, sin duda, casos de experimentación cinematográfica canalizados sobre todo a través de producciones marginales o amateurs, pero esta experimentación no va acompañada de una ideología artística crítica (en ocasiones no va acompañada de ningún tipo de ideología) y, en cualquier caso, no se pretende romper con ella la tradición cultural del país.

 

5

Joan M. Minguet Batllori: «Les vantguardes catalanes i el seu context cultural enfront del Cinematògraf. Textos i teories (1917-1931)», en Cinematògraf, núm. 4, Barcelona, 1987, pp. 19-101.

 

6

Cabe recordar que el Ultraísmo nació bajo el supuesto liderazgo de un hombre tan poco vanguardista como Rafael Cansinos Assens, que redactó un manifiesto bastante amorfo en el que llegó a incorporar firmas de los contertulios de su círculo madrileño sin pedir permisos (cometiendo con este acto, pues, su mayor hazaña vanguardista, que ni el mismo Breton se atrevió nunca a pergeñar). Sobre el Ultraísmo puede consultarse Gloria Videla: El Ultraísmo. Estudios sobre movimientos poéticos de vanguardia en España, Madrid 1963 y también Guillermo de Torre: Ultraísmo, Existencialismo y Objetivismo en literatura, Madrid, 1968.

 

7

Xavier Boveda: «Los intelectuales dicen» (entrevista a Rafael Cansinos Assens), en El Parlamentario, XIII/1918.

 

8

Guillermo de Torre, Op. cit., p. 91.

 

9

Gloria Videla, Op. cit., p. 44.

 

10

Vicente Huidobro, Poesía, núms. 30-32, Madrid, 1989.