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ArribaJornada III

 

Cárcel con rejas en el fondo, por donde se ve una calle.

 
PEDRISCO
¡Buenos estamos los dos!
ENRICO
¿Qué diablos estás llorando?
PEDRISCO
¿Qué diablos he de llorar?
¿No puedo yo lamentar
pecados que estoy pagando 5
sin culpa?
ENRICO
¿Hay vida como ésta?
PEDRISCO
¡Cuerpo de Dios con la vida!
ENRICO
¿Fáltate aquí la comida?
¿No tienes la mesa puesta
a todas horas?
PEDRISCO
¿Qué importa
10
que la mesa llegue a ver
sino hay nada que comer?
ENRICO
De necedades acorta.
PEDRISCO
Alarga tú de comida.
ENRICO
¿No sufrirás como yo? 15
PEDRISCO
Que pague aquel que pecó
es sentencia conocida;
pero yo que no pequé,
¿por qué tengo de pagar?
ENRICO
Pedrisco, ¿quieres callar? 20
PEDRISCO
Enrico, yo callaré;
pero la hambre al fin hará
—51→
que hable el que muerto se vio
que calle aquel que habló
más que un correo.
ENRICO
¡Que ya
25
piensas que no has de salir
de la cárcel!
PEDRISCO
Error fue.
Desde el día que aquí entré
he llegado a presumir
que hemos de salir los dos... 30
ENRICO
¿Pues de qué estamos turbados?
PEDRISCO
Para ser ajusticiados,
sino lo remedia Dios.
ENRICO
No hayas miedo.
PEDRISCO
Bueno está:
pero teme el corazón 35
que hemos de danzar sin son.
ENRICO
Mejor la suerte lo hará.
 

(Aparecen CELIA y su criada, LIDORA, que se detienen ante la reja de la prisión.)

 
CELIA
No quisiera que las dos,
aunque a nadie tengo miedo,
fuéramos juntas.
LIDORA
Bien puedo,
40
pues soy criada, ir con vos.
ENRICO
Quedo, que Celia es aquésta.
PEDRISCO
¿Quién?
ENRICO
Quien más que a sí me adora.
Mi remedio llega ahora. 45
PEDRISCO
Bravamente me molesta
la hambre.
ENRICO
¿Tienes acaso
en qué echar todo el dinero
que ahora de Celia espero?
PEDRISCO
Con toda la hambre que paso 50
me he acordado, ¡vive Dios!,
de un talego que aquí tengo.
ENRICO
Pequeño es.
PEDRISCO
A pensar vengo
que estamos locos los dos:
tú en pedirla, en darle yo. 55
ENRICO
¡Celia hermosa de mi vida!
CELIA

 (Aparte.) 

¡Ay de mí, que soy perdida!
Enrico es el que llamó.
¡Señor Enrico!
PEDRISCO
¿Señor?
No es buena tanta crianza. 60
  —52→  
ENRICO
Yo no tenía esperanza,
Celia, de tan gran favor.
CELIA
¿En qué puedo yo serviros?
¿Cómo estáis, Enrico?
ENRICO
Bien,
y ahora mejor, pues ven, 65
a costa de mil suspiros,
mis ojos los tuyos graves.
CELIA
Yo os quiero dar...
PEDRISCO
¡Linda cosa!
¡Oh, qué mujer tan hermosa!
¡Qué palabras tan suaves! 70
Alto prevengo el talego;
pienso que no ha de caber...
ENRICO
Celia, quisiera saber
qué me das.
CELIA
Darete luego,
para que salgas de afán... 75
ENRICO

 (A PEDRISCO.)  

Ya lo ves.
PEDRISCO
Tu dicha es llama.
CELIA
Las nuevas de que mañana
a ajusticiaros saldrán.
PEDRISCO
El talego está ya lleno
otro es menester buscar. 80
ENRICO
¡Que aquesto llegue a escuchar!
¡Celia, escucha!
PEDRISCO
¡Aquesto es bueno!
CELIA
Ya estoy casada.
ENRICO
¿Casada?
¡Vive Dios!
PEDRISCO
¡Tente!
ENRICO
¿Qué aguardo?
¿Con quién, Celia?
CELIA
Con Lisardo
85
y estoy muy bien empleada.
ENRICO
Matarele.
CELIA
Dejaos de eso
y poneos bien con Dios,
que es lo que os importa a vos.
LIDORA
Vamos, Celia.
ENRICO
Pierdo el seso.
90
Celia, mira...
CELIA
Estoy de prisa.
  —53→  
PEDRISCO
Por Dios, que estoy por reírme.
CELIA
Ya sé que queréis decirme
que se os diga alguna misa.
Yo lo haré, quedad con Dios. 95
ENRICO
¡Quién rompiera aquestas rejas!
LIDORA
No escuches, Celia, más quejas,
vámonos de aquí las dos.
ENRICO
¡Que esto sufro! ¿Hay tal crueldad?
PEDRISCO
Lo que pesa este talego. 100
CELIA
¡Qué braveza!
ENRICO
Yo estoy ciego.
¿Hay tan grande libertad?
 

(Vanse CELIA y LIDORA.)

 
PEDRISCO
Yo no entiendo la moneda
que hay en aqueste talego,
que, ¡vive Dios!, que no pesa 105
una paja.
ENRICO
¡Santos cielos!
¡Que aquestas afrentas sufra!
¿Cómo no rompo estos hierros?
¿Cómo estas rejas no arranco?
PEDRISCO
¡Detente!
ENRICO
¡Déjame, necio!
110
¡Vive Dios que he de romperlas
y he de castigar mis celos!
PEDRISCO
Los porteros vienen.
ENRICO
Vengan.
PORTERO 1.º

 (Entrando.) 

¿Ha perdido acaso el seso
el homicida ladrón? 115
ENRICO
Moriré si no me vengo.
De mi cadena haré espada.
PEDRISCO
Que te detengas te ruego.
PORTERO 1.º
¡Asidle, matadle, muera!
ENRICO
Hoy veréis, infames presos, 120
de los celos el poder
en desesperados pechos.
 

(Rompe la cadena y corre fuera de la escena tras los porteros y los presos.)

 
PORTERO 2.º

 (Volviendo.)  

Un eslabón me alcanzó
y dio conmigo en el suelo.
ENRICO

 (Volviendo.) 

¿Por qué, cobardes, huís? 125
PEDRISCO
Un portero deja muerto.
  —54→  
VOCES DENTRO
¡A matarle!
ENRICO
¿Qué es matar?
A falta de noble acero
no es mala aquesta cadena
con que mis agravios vengo. 130
¿Para qué de mí huís?
PEDRISCO
Al alboroto y estruendo
se ha levantado el alcaide.
ALCAIDE

 (Entrando.) 

¡Hola! ¡Teneos! ¿Qué es esto?
 

(Los carceleros se apoderan de ENRICO.)

 
PORTERO 2.º
Ha muerto aquese ladrón 135
a Fidelio.
ALCAIDE
¡Vive el cielo,
que a no saber que mañana,
dando público escarmiento,
has de morir ahorcado,
que hiciera en tu aleve pecho 140
mil bocas con esta daga.
ENRICO
¡Que esto sufro, Dios eterno!
¡Que me maltraten así!
Fuego por los ojos vierto
No pienses, alcaide infame, 145
que te tengo algún respeto
por el oficio que tienes,
sino porque más no puedo,
que a poder, ¡ah cielo airado!,
entre mis brazos soberbios 150
te hiciera dos mil pedazos,
y despedazado el cuerpo
me le comiera a bocados
y que no quedara, pienso,
satisfecho de mi agravio. 155
ALCAIDE
Mañana, a las diez, veremos
si es más valiente un verdugo
que todos vuestros aceros.
Otra cadena le echad.
ENRICO
Eso sí, vengan más hierros, 160
que de hierros no se escapa
hombre que tantos ha hecho.
ALCAIDE
Metedle en un calabozo.
ENRICO
Aquese sí es justo premio,
que hombre de Dios enemigo 165
no es justo que mire el cielo.
 

(Llévanle.)

 
PEDRISCO
¡Pobre y desdichado Enrico!
PORTERO 2.º
Más desdichado es el muerto,
que el cadenazo cruel
le echó en la tierra los sesos. 170
PEDRISCO
Ya quieren dar la comida.
VOZ

 (Dentro.) 

Vayan llegando mancebos
por la comida.
PEDRISCO
En buen hora,
porque mañana sospecho
—55→
que han de anudarme el tragar 175
y será acertado medio
que lleve la alforja hecha
para que allá convidemos
a los demonios magnates
a la entrada del infierno. 180
 

(Cámbiase la decoración y se ve el calabozo donde está ENRICO.)

 
ENRICO
En lóbrega confusión,
ya, valiente Enrico, os veis,
pero nunca desmayéis;
tened fuerte corazón,
porque aquesta es la ocasión 185
en que tenéis de mostrar
el valor que os ha de dar
nombre altivo, ilustre fama.
Mirad...
UNA VOZ

 (Dentro.) 

¡Enrico!
ENRICO
¿Quién llama?
Esta voz me hace temblar. 190
Los cabellos erizados
pronostican mi temor;
mas, ¿dónde está mi valor?
¿Dónde mis hechos pasados?
LA VOZ
¡Enrico!
ENRICO
Muchos cuidados
195
siente el alma. ¡Cielo santo!
¿Cuya es voz que tal espanto
infunde en el alma mía?
LA VOZ
¡Enrico!
ENRICO
A llamar porfía.
De mi flaqueza me espanto. 200
A esta parte la voz suena
que tanto temor me da.
¿Si es algún preso que está
amarrado a la cadena?
¡Vive Dios!, que me da pena. 205
DEMONIO

 (Invisible para ENRICO.) 

Tu desgracia lastimosa
siento.
ENRICO
¡Qué confuso abismo!
No me conozco a mí mismo,
y el corazón no reposa.
Las alas está batiendo 210
con impulso de temor.
Enrico, ¿éste es el valor?
Otra vez se oye el estruendo.
DEMONIO
Librarte, Enrico, pretendo.
ENRICO
¿Cómo te puedo creer, 215
voz, sino llego a saber
quién eres y a dónde estás?
DEMONIO
Pues agora me verás.
 

(Aparécele como en forma de una sombra.)

 
ENRICO
Ya no te quisiera ver.
DEMONIO
No temas.
ENRICO
Un sudor frío
220
por mis venas se derrama.
  —56→  
DEMONIO
Hoy cobrarás nueva fama.
ENRICO
Poco de mis fuerzas fío.
No te acerques.
DEMONIO
Desvarío
es el temer la ocasión. 225
ENRICO
Sosiégate, corazón.
 

(A una señal del DEMONIO se abre un portillo en la pared.)

 
DEMONIO
¿Ves aquel postigo?
ENRICO
Sí.
DEMONIO
Pues salte por él, y ansí
no estarás en la prisión.
ENRICO
¿Quién eres?
DEMONIO
Salte al momento,
230
y no preguntes quién soy,
que yo también preso estoy,
y que te libres intento.
ENRICO
¿Qué me dices, pensamiento?
¿Librareme? Claro está. 235
Aliento el temor me da
de la muerte que me aguarda.
Voyme. Mas, ¿quién me acobarda?
Mas otra voz suena ya.
 

(Cantan dentro.)

 
Detén él paso violento, 240
mira que te está mejor
que de la prisión librarte,
el estarte en la prisión.
ENRICO
Al revés me ha aconsejado
la voz que en el aire he oído, 245
pues mi paso ha detenido,
si tú le has acelerado.
Que me está bien he escuchado
el estar en la prisión.
DEMONIO
Esa, Enrico, es ilusión 250
que te representa el miedo.
ENRICO
Yo he de morir si me quedo.
quiérome ir; tienes razón.
 

(Cantan.)

 
Detente, engañado Enrico,
no huyas de la prisión; 255
Pues morirás si salieres,
y si te estuvieres, no.
ENRICO
Que si salgo he de morir,
y si quedo viviré,
dice la voz que escuché. 260
DEMONIO
¿Que al fin no te quieres ir?
[...]
ENRICO
Quedarme es mucho mejor.
DEMONIO
Atribúyelo a temor;
pero, pues tan ciego estás, 265
—57→
quédate preso, y verás
cómo te ha estado peor.

 (Vase.) 

ENRICO
Desapareció la sombra
y confuso me dejó.
¿No es éste el portillo? No. 270
Este prodigio me asombra.
¿Estaba ciego yo o vi
en la pared un portillo?
Pero yo me maravillo
del gran temor que hay en mí. 275
¿No puedo salirme yo?
Sí; bien me puedo salir.
Pues ¿cómo?..., que he de morir
la voz me atemorizó.
Algún gran daño se infiere 280
de lo turbado que fui.
No importa, ya estoy aquí
para el mal que me viniere.
ALCAIDE

 (Entrando.) 

Yo sólo tengo de entrar:
los demás pueden quedarse. 285
¡Enrico!
ENRICO
¿Qué me mandáis?
ALCAIDE
En los rigurosos trances
se echa de ver el valor;
ahora podéis mostrarle.
Estad atento.
ENRICO
Decid.
290
ALCAIDE

 (Aparte.) 

Aun no ha mudado el semblante.

 (Leyendo.)  

«En el pleito que es entre partes, de la una, el promotor fiscal de su majestad, y ausente, y de la otra, reo acusado, Enrico, por los delitos que tiene en el proceso, por ser matador, facineroso, incorregible y otras cosas. Vista, etcétera. Fallamos que le debemos de condenar y condenamos a que sea sacado de la cárcel donde está, con soga a la garganta y pregoneros delante que digan su delito, y sea llevado a la plaza pública, donde estará una horca de tres palos, alta del suelo, en la cual será ahorcado naturalmente. Y ninguna persona sea osada a quitarle de ella sin nuestra licencia y mandato. Y por esta sentencia definitiva, juzgando así lo pronunciamos y mandamos, etc.».

ENRICO
¡Que aquesto escuchando estoy!
ALCAIDE
¿Qué dices?
ENRICO
Mira, ignorante,
que eres opuesto muy flaco
a mis brazos arrogantes, 295
porque si no yo te hiciera...
ALCAIDE
Nada puede remediarse
con arrogancias, Enrico:
lo que aquí es más importante
es poneros bien con Dios. 300
ENRICO
¿Y vienes a predicarme
con leerme la sentencia?
Vive Dios, canalla infame,
que he de dar fin con vosotros.
ALCAIDE
El demonio que te aguarde. 305

 (Vase.) 

—58→
Ya estoy sentenciado a muerte;
ya mi vida miserable
tiene de plazo dos horas.
Voz que mi daño causaste,
¿no dijiste que mi vida 310
si me quedaba en la cárcel
sería cierta? ¡Triste suerte!
Con razón debo culparte,
pues en esta cárcel muero
cuando pudiera librarme. 315
 

(Sale un portero.)

 
PORTERO 1.º
Dos padres de San Francisco
están para confesarte
aguardando fuera.
ENRICO
¡Bueno!
¡Por Dios que es gentil donaire!
Digan que se vuelvan luego 320
a su convento los frailes,
si no es que quieran saber
a lo que estos hierros saben.
PORTERO 2.º
Advierte que has de morir.
ENRICO
Moriré sin confesarme, 325
que no ha de pagar ninguno
las penas que yo pasare.
PORTERO 2.º
¿Qué más hiciera un gentil?
ENRICO
Esto que le he dicho baste,
que por Dios si me amohíno 330
que ha de llevar las señales
de la cadena en el cuerpo.
PORTERO 2.º
No aguardo más.

 (Vase.) 

ENRICO
Muy bien haces
¿Qué cuenta daré yo a Dios
de mi vida, ya que el trance 335
último llega de mí?
¿Yo tengo de confesarme?
Parece que es necedad.
¿Quién podrá ahora acordarse
de tantos pecados viejos? 340
¿Qué memoria habrá que baste
a recorrer las ofensas
que a Dios he hecho? Más vale
no tratar de aquestas cosas,
Dios es piadoso y es grande: 345
su misericordia alabo;
con ella podré salvarme.
 

(Entra PEDRISCO.)

 
PEDRISCO
Advierte que has de morir,
y que ya aquestos dos padres
están de aguardar cansados. 350
ENRICO
¿Pues he dicho yo que aguarden?
PEDRISCO
¿No crees en Dios?
ENRICO
Juro a Cristo,
que pienso que he de enojarme,
y que en los padres y en ti
he de vengar mis pesares. 355
Demonios, ¿qué me queréis?
PEDRISCO
Antes pienso que son ángeles
los que esto a decirte vienen.
ENRICO
No acabes de amohinarme,
que por Dios que de una coz 360
te eche fuera de la cárcel.
  —59→  
PEDRISCO
Yo te agradezco el cuidado.
ENRICO
Vete fuera y no me canses.
PEDRISCO
Tú te vas, Enrico mío,
al infierno como un padre. 365

 (Vase.) 

ENRICO
Voz que por mi mal te oí
en esa región del aire,
¿fuiste de algún enemigo
que así pretendió vengarse?
¿No dijiste que a mi vida 370
le importaba de la cárcel
no hacer ausencia? Pues di,
¿cómo quieren ya sacarme
a ajusticiar? Falsa fuiste,
pero yo también cobarde, 375
pues que me pude salir
y no dar venganza a nadie.
Sombra triste, que piadosa
la verdad me aconsejaste,
vuelve otra vez y verás 380
cómo con pecho arrogante
salgo a tu tremenda voz
de tantas oscuridades.
Gente suena; ya sin duda
se acerca mi fin.
 

(Entrando con ANARETO.)

 
PORTERO 2.º
Habladle;
385
podrá ser que vuestras canas
muevan tan duro diamante.
ANARETO
Enrico, querido hijo,
puesto que en verte me aflijo
de tantos yerros cargado, 390
ver que pagues tu pecado
me da sumo regocijo.
¡Venturoso del que acá
pagando sus culpas, va
con firme arrepentimiento; 395
que es pintado este tormento
si se compara al de allá!
La cama, Enrico, dejé
y arrimado a este bordón
por quien me sustento en pie 400
vengo en aquesta ocasión.
ENRICO
¡Ay, padre mío!
ANARETO
No sé,
Enrico, si aquese nombre
será razón que me cuadre,
aunque mi rigor te asombre. 405
ENRICO
Eso ¿es palabra de padre?
ANARETO
No es bien que padre me nombre
un hijo que no cree en Dios.
ENRICO
Padre mío, ¿eso decís?
ANARETO
No sois ya mi hijo vos, 410
pues que mi ley no seguís.
Solos estamos los dos.
ENRICO
No os entiendo.
ANARETO
¡Enrico, Enrico!
A reprenderos me aplico
vuestro loco pensamiento, 415
siendo la muerte instrumento
que tan cierto os pronostico.
—60→
Hoy os han de ajusticiar,
¡y no os queréis confesar!
¡Buena cristiandad, por Dios! 420
Pues el mal es para vos
y para vos el pesar.
Aqueso es tornar venganza
de Dios, que el poder alcanza
del empíreo cielo eterno. 425
Enrico, ved que hay infierno
para tan larga esperanza.
Es el quererte vengar
de esa suerte pelear
con un monte o una roca, 430
pues cuando el brazo le toca,
es para el brazo el pesar.
Es, con dañoso desvelo,
escupir el hombre al cielo
presumiendo darle enojos, 435
pues que le cae en los ojos
lo mismo que arroja al cielo.
Hoy has de morir: advierte
que ya está echada la suerte;
confiesa a Dios tus pecados, 440
y ansí, siendo perdonados,
será vida lo que es muerte.
Si quieres mi hijo ser,
lo que te digo has de hacer.
Sino (de pesar me aflijo) 445
ni te has de llamar mi hijo,
ni yo te he de conocer.
ENRICO
Bueno está, padre querido;
que más el alma ha sentido
(buen testigo dello es Dios) 450
el pesar que tenéis vos,
que el mal que espero afligido.
Confieso, padre, que erré;
pero yo confesaré
mis pecados, y después 455
besaré a todos los pies
para mostraros mi fe.
Basta que vos lo mandéis,
padre mío de mis ojos.
ANARETO
Pues ya mi hijo seréis. 460
ENRICO
No os quisiera dar enojos.
ANARETO
Vamos, porque os confeséis.
ENRICO
¡Oh, cuánto siento el dejaros!
ANARETO
¡Oh, cuánto siento el perderos!
ENRICO
¡Ay ojos! Espejos claros, 465
antes hermosos luceros,
pero ya de luz avaros.
ANARETO
¡Vamos, hijo!
ENRICO
A morir voy:
todo el valor he perdido.
ANARETO
Sin juicio y sin alma estoy. 470
ENRICO
Aguardad, padre querido.
ANARETO
¡Qué desdichado que soy!
ENRICO
Señor piadoso y eterno,
que en vuestro alcázar pisáis
cándidos montes de estrellas, 475
mi petición escuchad.
Yo he sido el hombre más malo
que la luz llegó a alcanzar
de este mundo; el que os ha hecho
más que arenas tiene al mar, 480
—61→
ofensas; mas, Señor mío,
mayor es vuestra piedad.
Vos, por redimir al mundo,
por el pecado de Adán,
en una cruz os pusisteis 485
pues merezca yo alcanzar
una gota solamente
de aquella sangre real.
Vos, Aurora de los cielos;
Vos, Virgen bella, que estáis 490
de paraninfos cercada,
y siempre amparo os llamáis
de todos los pecadores:
yo lo soy, por mí rogad.
Decidle que se le acuerde 495
a su sacra Majestad
de cuando en aqueste mundo
empezó a peregrinar.
Acordadle los trabajos
que pasó en él por salvar 500
los que inocentes pagaron
por ajena voluntad.
Decidle que yo quisiera,
cuando comience a gozar
entendimiento y razón, 505
pasar mil muertes y más
antes que haberle ofendido.
ANARETO
Adentro priesa me dan.
ENRICO
¡Gran Señor! ¡Misericordia!
No puedo deciros más. 510
ANARETO
¡Que esto llegue a ver un padre!
ENRICO
La enigma he entendido ya
de la voz y de la sombra:

 (Para sí.) 

la voz era angelical
y la sombra era el demonio. 515
ANARETO
Vamos, hijo.
ENRICO
¿Quién oirá
ese nombre, que no haga
de sus dos ojos un mar?
No os apartéis, padre mío,
hasta que hayan de expirar 520
mis ojos.
ANARETO
No hayas miedo.
Dios te dé favor.
ENRICO
Sí hará,
que es mar de misericordia,
aunque yo voy muerto ya.
ANARETO
Ten valor.
ENRICO
En Dios confío.
525
Vamos, padre, donde están
los que han de quitarme el ser
que vos me pudisteis dar.
 

(Vanse. Cambio de lugar. Nos hallamos de nuevo en el monte.)

 
PAULO
Cansado de correr vengo
por este monte intrincado: 530
atrás la gente he dejado
que a ajena costa mantengo.
Al pie de este sauce verde
quiero un poco descansar,
por ver si acaso el pesar 535
de mi memoria se pierde.
Tú, fuente, que murmurando
vas, entre guijas corriendo.
en tu fugitivo estruendo
plantas y aves alegrando: 540
—62→
dame algún contento ahora,
infunde al alma alegría
con esa corriente fría
y con esa voz sonora.
Lisonjeros pajarillos, 545
que no entendidos cantáis,
y holgazanes gorjeáis
entre juncos y tomillos:
dad con picos sonorosos
y con acentos suaves 550
gloria a mis pesares graves
y sucesos lastimosos.
En este verde tapete
jironado de cristal,
quiero divertir mi mal, 555
que mi triste fin promete.
 

(Échase a dormir y sale EL PASTORCILLO que se vio en la segunda jornada, deshaciendo la corona de flores que antes tejía.)

 
PASTORCILLO
Selvas intrincadas.
verdes alamedas,
a quien de esperanzas
adorna Amaltea. 560
Fuentes que corréis
murmurando apriesa,
por menudas guijas,
por blandas arenas.
Ya vuelvo otra vez 565
a mirar la selva,
y a pisar los valles,
que tanto me cuestan.
Yo soy el pastor
que en vuestras riberas 570
guardé un tiempo alegre
cándidas ovejas.
Sus blandos vellones
entre verdes felpas
jirones de plata 575
a los ojos eran.
Era yo envidiado,
por ser guarda buena
de muchos zagales
que ocupan la selva; 580
y mi mayoral,
que en ajena tierra
vive, me tenía
voluntad inmensa,
porque le llevaba 585
cuando quería verlas,
las ovejas blancas
como nieve en pellas.
Pero desde el día
que una, la más buena, 590
huyó del rebaño,
lágrimas me anegan.
Mis contentos todos
convertí en tristezas,
mis placeres vivos 595
en memorias muertas.
Cantaba en los valles
canciones y letras;
Mas ya en triste llanto,
funestas endechas. 600
Por tenerla amor,
en esta floresta
aquesta guirnalda
comencé a tejerla.
Mas no la gozó, 605
que, engañada y necia,
dejó a quien la amaba
con mayor firmeza.
Y, pues, no la quiso,
fuerza es que ya vuelva 610
por venganza justa
hoy a deshacerla.
PAULO
Pastor, que otra vez
te vi en esta sierra,
si no muy alegre, 615
no con tal tristeza:
el verte me admira.
PASTORCILLO
¡Ay, perdida oveja!
¡De qué gloria huyes
y qué mal te allegas! 620
  —63→  
PAULO
¿No es esa guirnalda
la que en las florestas
entonces tejías
con gran diligencia?
PASTORCILLO
Esta misma es; 625
mas la oveja, necia,
no quiere volver
al bien que le espera,
y así la deshago.
PAULO
Si acaso volviera, 630
zagalejo amigo,
¿no la recibieras?
PASTORCILLO
Enojado estoy;
mas la gran clemencia
de mi mayoral 635
dice que, aunque vuelvan,
si antes fueron blancas,
al rebaño negras,
que las dé mis brazos,
y sin extrañeza 640
requiebros las diga
y palabras tiernas.
PAULO
Pues es superior,
fuerza es que obedezcas.
PASTORCILLO
Yo obedeceré; 645
pero no quiere ella
volver a mis voces,
en sus vicios ciega.
Ya de aquestos montes
en las altas peñas, 650
la llamé con silbos
y avisé con señas.
Ya por los jarales,
por incultas selvas
la anduve a buscar: 655
¡qué dello me cuesta!
Ya traigo las plantas
de jaras diversas
y agudos espinos
rotas y sangrientas. 660
No puedo hacer más.
PAULO
En lágrimas tiernas
baña el pastorcillo
las mejillas bellas.
Pues te desconoce, 665
olvídate de ella,
y no llores más.
PASTORCILLO
Que lo haga es fuerza.
Volved, bellas flores,
a cubrir la tierra, 670
pues que no fue digna
de vuestra belleza.
Veamos si allá
en la tierra nueva
la pondrán guirnalda 675
tan rica y tan bella.
Quedaos, montes míos,
desiertos y selvas,
adiós, porque voy
con la triste nueva 680
a mi mayoral.
Y cuando lo sepa
(aunque ya lo sabe),
sentirá su mengua,
no la ofensa suya, 685
aunque es tanta ofensa.
Lleno voy a verle
de miedo y vergüenza:
lo que ha de decirme,
fuerza es que lo sienta. 690
Dirame: «Zagal,
¿ansí las ovejas
que yo os encomiendo
guardáis?» ¡Triste pena!,
yo responderé... 695
No hallaré respuesta.
—64→
si no es que mi llanto
la respuesta sea.

 (Vase.) 

PAULO
La historia parece
de mi vida aquesta. 700
De este pastorcillo,
no sé lo que sienta;
que tales palabras
fuerza es que prometan
oscuras enigmas... 705
Alas, ¿qué luz es ésta
que a la luz del sol
sus rayos se afrentan?
 

(Suena música y se ven dos ángeles que llevan al cielo el alma de ENRICO.)

 
Música celeste
en los aires suena, 710
y a lo que diviso,
dos ángeles llevan
un alma gloriosa
a la excelsa esfera.
Dichosa mil veces, 715
alma, pues hoy llegas
donde tus trabajos
fin alegre tengan.
 

(Encúbrese la apariencia. PAULO prosigue diciendo.)

 
Frutas y plantas agrestes,
a quien el hielo corrompe, 720
¿no veis cómo el cielo rompe
ya sus cortinas celestes?
Ya rompiendo densas nubes
y estos transparentes velos,
alma, a gozar de los cielos 725
feliz y gloriosa subes.
Ya vas a gozar la palma
que la ventura te ofrece:
¡triste del que no merece
lo que tú mereces, alma! 730
 

(Aparece GALVÁN.)

 
GALVÁN
Advierte, Paulo famoso,
que por el monte ha bajado
un escuadrón concertado
de gente y armas copioso
que viene sólo a prendernos. 735
Sino pretendes morir,
solamente, Paulo, huir
es lo que puede valernos.
PAULO
¿Escuadrón viene?
GALVÁN
Eso es cierto;
ya se divisa la hilera, 740
con su caja y su bandera.
No escapas de preso o muerto
si aguardas.
PAULO
¿Quién la ha traído?
GALVÁN
Villanos, si no me engaño
(como hacemos tanto daño 745
en este monte escondido),
de aldeas circunvecinas
se han juntado.
PAULO
Pues matarlos.
GALVÁN
¡Qué! ¿Te animas a esperarlos?
PAULO
Mal quién es Paulo imaginas. 750
GALVÁN
Nuestros peligros son llanos.
PAULO
Sí, pero advierte también
que basta un hombre de bien
para cuatro mil villanos.
  —65→  
GALVÁN
Ya tocan; ¿no lo oyes?
PAULO
Cierra
755
y no receles el daño,
que antes que fuese ermitaño
supe también qué era guerra.
 

(Sale EL JUEZ con VILLANOS armados.)

 
JUEZ
Hoy pagaréis las maldades
que en este monte habéis hecho. 760
PAULO
En ira se abrasa el pecho.
Soy Enrico en las crueldades.
UN VILLANO
¡Ea, ladrones, rendíos!
GALVÁN
Mejor nos está el morir,
mas yo presumo que huir, 765
que para eso tengo bríos.
 

(Huye GALVÁN y le siguen muchos VILLANOS. PAULO se entra luchando con los demás. Vanse todos.)

 
PAULO

 (Dentro.) 

Con las flechas me acosáis
y con ventajas reñís;
más de doscientos venís
para veinte que buscáis. 770
JUEZ

 (Dentro.) 

Por el monte va corriendo.
 

(Baja PAULO por el monte, rodando, lleno de sangre.)

 
PAULO
Ya no bastan pies ni manos;
muerte me han dado villanos;
de mi cobardía me ofendo.
Volveré a darles la muerte; 775
pero no puedo, ¡ay de mí!
El cielo a quien ofendí
se venga de aquesta suerte.
PEDRISCO

 (Sin ver a PAULO, que está moribundo en el suelo.)  

Como en las culpas de Enrico
no me hallaron culpado, 780
luego que públicamente
los jueces le ajusticiaron,
me echaron la puerta afuera
y vengo al monte. ¿Qué aguardo?
¿Qué miro? La selva y monte 785
anda todo alborotado.
Allí dos villanos corren,
las espadas en las manos.
Allí va herido Fineo,
y allí huyen Celio y Fabio, 790
y aquí, ¡qué gran desventura!,
tendido está el fuerte Paulo.
PAULO
¿Volvéis, villanos, volvéis?
La espada tengo en la mano.
No estoy muerto; vivo estoy, 795
aunque ya de aliento falto.
PEDRISCO
Pedrisco soy, Paulo mío.
PAULO
Pedrisco, llega a mis brazos.
PEDRISCO
¿Cómo estás ansí?
PAULO
¡Ay de mí!
Muerte me han dado villanos. 800
Pero ya que estoy muriendo,
saber de ti, amigo, aguardo
qué hay del suceso de Enrico.
  —66→  
PEDRISCO
En la plaza le ahorcaron
de Nápoles.
PAULO
Pues ansí,
805
¿quién duda que condenado
estará al infierno ya?
PEDRISCO
Mira lo que dices, Paulo;
que murió cristianamente
confesado y comulgado, 810
y abrazado con un Cristo,
en cuya vista, enclavados
los ojos, pidió perdón,
y misericordia, dando
tierno llanto a sus mejillas, 815
y a los presentes espanto.
Fuera de aquesto, en muriendo
resonó en los aires claros
una música divina;
y para mayor milagro 820
y evidencia más notoria,
dos paraninfos alados
se vieron patentemente,
que llevaban entre ambos
el alma de Enrico al cielo. 825
PAULO
¡A Enrico, el, hombre más malo
que crió naturaleza!
PEDRISCO
¿De aquesto te espantas, Paulo,
cuando es tan piadoso Dios?
PAULO
Pedrisco, eso ha sido engaño: 830
otra alma fue la que vieron,
no la de Enrico.
PEDRISCO
¡Dios santo,
reducidle Vos!
PAULO
Yo muero.
PEDRISCO
Mira que Enrico, gozando
está de Dios: pide a Dios 835
perdón.
PAULO
¿Y cómo ha de darlo
a un hombre que le ha ofendido
como yo?
PEDRISCO
¿Qué estás dudando?
¿No perdonó a Enrico?
PAULO
Dios
es piadoso...
PEDRISCO
Es muy claro.
840
PAULO
Pero no con tales hombres.
Ya muero, llega tus brazos.
PEDRISCO
Procura tener su fin.
PAULO
Esa palabra me ha dado
Dios: si Enrico se salvó, 845
también yo salvarme aguardo.

 (Muere.) 

PEDRISCO
Lleno el cuerpo de lanzadas
quedó muerto el desdichado.
Las suertes fueron trocadas.
Enrico, con ser tan malo, 850
se salvó, y éste al infierno
—67→
se fue, por desconfiado.
Cubriré el cuerpo infeliz
cortando a estos sauces ramos.

 (Lo hace.) 

Mas, ¿qué gente es la que viene? 855
 

(El JUEZ entra con VILLANOS, que traen preso a GALVÁN.)

 
JUEZ
Si el capitán se ha escapado,
poca diligencia ha sido.
UN VILLANO
Yo lo vi caer rodando,
pasado de mil saetas,
de los altivos peñascos. 860
JUEZ
Un hombre está aquí: prenderle.
PEDRISCO
¡Ay, Pedrisco desdichado!,
esta vez te dan carena.

 (Aparte. Señalando a GALVÁN.) 

OTRO VILLANO
Este es criado de Paulo
y cómplice en sus delitos. 865
GALVÁN
Tú mientes como villano;
que sólo lo fui de Enrico,
que de Dios está gozando.
PEDRISCO

 (Aparte a GALVÁN.) 

Y yo, Galvanito hermano,
no me descubras aquí, 870
por amor de Dios.
JUEZ

 (A GALVÁN.)  

Si acaso
me dices dónde se esconde
el capitán que buscamos,
yo te daré libertad.
¡Habla!
PEDRISCO
Buscarle es en vano
875
cuando es muerto.
JUEZ
¿Cómo muerto?
PEDRISCO
De varias flechas y dardos
pasado le hallé, señor,
con la muerte agonizando
en aqueste mismo sitio. 880
JUEZ
¿Y dónde está?
PEDRISCO
Entre estos ramos
le metí.
 

(Va a apartar los ramos y aparece PAULO rodeado de llamas.)

 
Mas, ¡qué visión
descubro de tanto espanto!
PAULO
Si a Paulo buscando vais,
bien podéis ya ver a Paulo, 885
ceñido el cuerpo de fuego
y de culebras cercado.
No doy la culpa a ninguno
de los tormentos que paso:
sólo a mí me doy la culpa, 890
pues fui causa de mi daño.
Pedí a Dios que me dijese
el fin que tendría, en llegando
de mi vida el postrer día:
ofendile, caso es llano; 895
y como la ofensa vio
de las almas el contrario,
incitome con querer
perseguirme con engaños.
Forma de un ángel tomó 900
y engañome; que a ser sabio,
con su engaño me salvara;
—68→
pero fui desconfiado
de la gran piedad de Dios,
que hoy a su juicio llegando, 905
me dijo: «Baja, maldito
de mi Padre, al centro airado
de los oscuros abismos,
adonde has de restar penando».
¡Malditos mis padres sean 910
mil veces, pues me engendraron!
¡Y yo también sea maldito,
pues que fui desconfiado!
 

(Húndese y sale fuego de la tierra.)

 
JUEZ
Misterios son del Señor.
GALVÁN
¡Pobre y desdichado Paulo! 915
PEDRISCO
¡Y venturoso de Enrico
que de Dios está gozando!
JUEZ
Porque toméis escarmiento,
no pretendo castigaros;
libertad doy a los dos. 920
PEDRISCO
Vivas infinitos años.
Hermano Galván, pues ya
de ésta nos hemos librado,
¿qué piensas hacer desde hoy?
GALVÁN
Desde hoy pienso ser un santo. 925
PEDRISCO
Mirando estoy con los ojos
que no haréis muchos milagros.
GALVÁN
Esperanza en Dios.
PEDRISCO
Amigo,
quien fuere desconfiado,
mire el ejemplo presente. 930
JUEZ
No más: a Nápoles vamos
a contar este suceso.
PEDRISCO
Y porque es éste tan arduo
y difícil de creer,
siendo verdadero el caso, 935
vaya el que fuere curioso
(porque sin ser escribano
dé fe de ello) a Belarmino,
y sino más dilatado,
en la «Vida de los Padres» 940
podrá fácilmente hallarlo.
Y con aquesto da fin
«El Mayor desconfiado
y pena y gloria trocadas».
El cielo os guarde mil años. 945