El mojicón
Parodia del drama La bofetada, en un acto y dos pausas
Salvador María Granés
Acepte usted, amigo mío, la dedicatoria de esta caricatura de su admirable drama, uno de los más perfectos modelos en la literatura dramática del siglo actual.
A usted, que con su hermosa obra ha inspirado el juguete que hoy le dedico; a usted, a quien debo tanta gratitud por los inmerecidos elogios que se ha dignado hacerme de esta parodia al asistir a uno de sus ensayos, corresponde de derecho el ampararla con su protección.
Fortuna grande es para mí que con tal motivo figuren unidos en la misma página el esclarecido nombre de usted y el de su humilde parodiador y afectísimo amigo.
Salvador María Granés.
PERSONAJES | ACTORES |
MARIQUITA. | SRA. ROMERO. |
LUISA. | SRA. VIDAL. |
RUPERTO. | SR. RIQUELME. |
LEZNA. | SR. CARRERAS. |
EL ALBÉITAR MAL-ANDA. | SR. RODRÍGUEZ. |
AGUILUCHO. | SR. DÍAZ. |
SALAZAR. | SR. CAMPOS. |
GRULLA. | SR. LEÓN. |
MOZO. | SR. IBARROLA. |
La acción pasa en tiempo de la última guerra carlista. RUPERTO, SALAZAR y GRULLA visten uniforme de quintos de infantería; chaquetilla, pantalón y gorra.
Sala de un ventorrillo. A derecha e izquierda del actor una ventana en primer término y una puerta en segundo. Dos puertas en el foro y, entre ambas, un retrato de tamaño enorme representando una mujer muy vieja y muy fea. A los dos lados del retrato, dos trofeos formados, el uno por una cabeza de toro, banderillas y un estoque de matador, y el otro por jarros y vasos artísticamente agrupados. A la derecha el mostrador para despachar el vino, con todos los cacharros de las tabernas. A la izquierda una mesa y un banco. Taburetes de madera.
Escena XVII | ||||
RUPERTO. | ||||
RUPERTO.- ¿Qué es esto? ¿Por qué se enoja mi padre de tal modo? ¿Qué misterio hay aquí? ¡Cielos! ¿Será hija suya Mariquita? ¡Imposible! Ella es hija de un guardamonte. Pero, entonces, ¿qué le ha recordado a mi padre el verme de rodillas ante ella, besándole la mano? |
Escena
XVIII | ||||
RUPERTO y EL ALBÉITAR MAL-ANDA. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Señor Ruperto. | ||||
RUPERTO.- Señor albéitar. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Vengo a que usted me ayude para aclarar un misterio. (Examinando detenidamente la habitación, siempre girando sobre sí mismo.) No me engaño. Ésta es la misma habitación que tengo clavada aquí desde aquella noche. Éste fue el siniestro ventorrillo. | ||||
RUPERTO.- (Muy incomodado.) ¿Por qué le llama usted siniestro? A ver..., pronto... Hable usted. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¿Se enoja usted, Ruperto? ¿Acaso tiene en este ventorro relaciones o familia? En tal caso me callo. | ||||
RUPERTO.- (Fingiendo indiferencia.) No..., conozco a los dueños..., pero nada más. Continúe usted. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Hallábame cierta noche en un caserío, cerca de aquí, asistiendo a una caballería mayor, con perdón de usted, que tenía un sobrehueso en salva sea la parte, cuando me sorprendió con su visita un hombre mal encarado y me dijo: «He sabido que es usted albéitar y, como el único médico que había por estos contornos ha muerto ayer, vengo a rogarle que me acompañe a mi casa para que certifique una defunción que allí acaba de ocurrir». | ||||
RUPERTO.- ¿Y fue en este ventorro? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- En este mismo. El desconocido me condujo ante un lecho donde yacía una pobre vieja. Una ojeada me bastó para conocer que la difunta estaba muerta. Negueme al principio a certificar la defunción; pero al fin accedí a hacerlo en calidad de veterinario y por falta de médico. Mientras el desconocido salió a buscar papel y tintero, fijé mi vista en un rincón de la alcoba... Me acerqué más... Miré... Miré con horror... Volví al lecho, examiné a la muerta, di un grito y caí al suelo como una rana. | ||||
RUPERTO.- Pero, ¿a qué venía eso? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- A que en aquel rincón vi una pierna humana... y aquella pierna le faltaba a la difunta. | ||||
RUPERTO.- ¿Se la habían arrancado? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Ni más, ni menos. | ||||
RUPERTO.- ¿Qué fecha fue la de aquella noche? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Hoy hace tres meses justos. | ||||
RUPERTO.- ¡Gran Dios! ¡Tres meses hace que murió aquí mi abuela! Albéitar, ¿no ha visto usted ese cuadro? (Por el de la abuela.) | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Como es tan chiquitín, no había reparado en él. | ||||
RUPERTO.- ¿Quién es esa anciana? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Ésa es la muerta coja. |
Escena XIX | ||||
Dichos, LEZNA. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- (Reparando en LEZNA que aparece.) ¡Y ése el desconocido que me trajo ante su lecho! | ||||
RUPERTO.- ¡Mi padre! | ||||
LEZNA.- ¡Sí, yo fui quien la perniquebró! | ||||
(RUPERTO va dando vueltas como atontado y, al fin, cae redondo. Aparece otro cartel sobre la concha del apuntador, en que se lee: pausa segunda. Corto momento de silencio. Todos los personajes quedan durante él, inmóviles, en las posiciones del final. EL ALBÉITAR MAL-ANDA examina a RUPERTO, le toca las orejas y dice:) | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡No es nada! ¡Está vivo! | ||||
LEZNA.- (Toca la campanilla y aparecen dos Mozos.) Llevaos a mi hijo y echadle en mi cama. (A EL ALBÉITAR MAL-ANDA.) No se vaya usted. Tenemos que hablar. |
Escena XX | ||||
LEZNA y EL ALBÉITAR MAL-ANDA. | ||||
LEZNA.- Señor albéitar, puede usted entregarme a los tribunales. ¡Yo he amputado una pierna a mi infeliz madrastra! | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡Esa no cuela! Nadie amputa piernas por divertirse. Su madrastra debió darle algún grave motivo para eso. | ||||
LEZNA.- No tolero dudas sobre su honra. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Vamos, hombre, basta de disimulo. Sea usted franco y échese en brazos de un albéitar. | ||||
LEZNA.- (Conmovido.) ¡Ah!... Sí, no puedo más. (Se echa cómicamente en brazos de EL ALBÉITAR MAL-ANDA.) Voy a decir a usted la verdad toda. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Así me gusta. | ||||
LEZNA.- Hace cincuenta años, mi madrastra era joven. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡Parece mentira! | ||||
LEZNA.- Estaba ciegamente enamorada de un mequetrefe, primo suyo. Por entonces, la conoció mi padre y se casó con ella. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Mal hecho. | ||||
LEZNA.- Prohibiola, como es natural, que recibiera en su casa al tal primito; pero ella, al pasar por su lado, le dirigía miradas a hurtadillas, lo cual le valió en varias ocasiones el que mi padre la solfease. El primo se fue a América y allí ha vivido veinte años. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Y durante ese tiempo, ¿el matrimonio fue feliz? | ||||
LEZNA.- Completamente. Seis años hace murió mi padre, a los ochenta y cuatro de edad, y hace tres meses regresó de América el primo de mi madrastra. Un día le sorprendí a sus pies y besándole la mano. De un empellón, le hice rodar la escalera, bajé tras él y juntos llegamos a la Era del Mico; allí le solté dos estacazos y cayó en tierra. Creyéndole muerto le registré los bolsillos, porque no me pareció bien que la justicia se incautase del reloj y del dinero que llevaba. Entre los objetos que le encontré, había varias cartas de mi madrastra, unas anteriores a su casamiento y otras sin fecha y que debían ser recientes. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Debió usted dudar. | ||||
LEZNA.- Dudé un segundo, porque el seductor, volviendo en sí, me llamó y, con voz apagada, me dijo: «¡Ya es tarde, Lezna, ya es tarde!». Miré el reloj; eran las ocho y cuarto. Luego lo de «ya es tarde» lo decía por mi madrastra. Corrí a buscarla..., la interrogué... ¡Que si quieres! No abrió la boca para disculparse y, cuando le dije que su amante quedaba tendido en la Era del Mico, empezó a gritar, llamándome: «¡Asesino!... ¡Asesino!...»; y se lanzó a mí para arañarme. Yo, ciego de ira, la sujeté por una pierna, pero con tal presión, que me quedé con la pierna en la mano. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡Qué barbaridad! | ||||
LEZNA.- Dio un grito. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¿La pierna? | ||||
LEZNA.- Mi madrastra. Y cayó al suelo para no levantarse más. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¿Sentiría un dolor horrible? | ||||
LEZNA.- Ninguno. La pierna que yo le había arrancado era postiza. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¿Qué me cuenta usted? | ||||
LEZNA.- Una pierna primorosamente fabricada, que usaba desde joven, sin que nadie lo sospechase. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Pero si era postiza, ¿por qué no lo ha confesado usted hasta ahora? | ||||
LEZNA.- Por respetar el secreto de la pobre vieja, que se murió de pena al verle descubierto. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Pero, al menos, ¿a Ruperto se lo revelará usted? | ||||
LEZNA.- Sí, algún día... | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- No, usted no se lo dirá nunca. | ||||
LEZNA.- ¿Nunca? | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Porque cree que Ruperto no es su hijo. | ||||
LEZNA.- Y no lo es. Ayer dudaba, hoy tengo la evidencia. La escena que he presenciado aquí es la reproducción exacta de la de mi madrastra con el otro... Y quien tal hace no puede ser mi hijo. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Pero, ¿en qué funda usted esa duda sobre su paternidad? | ||||
LEZNA.- Escuche usted; y es el cuarto o quinto cuento que le cuento, porque éste es el cuento de nunca acabar... Al nacer Ruperto, su madre cayó enferma. No pudiendo criarle confié el recién nacido a una nodriza que habitaba en un pueblo inmediato. Cuando a los tres meses mi esposa recobró la salud, mandamos a la nodriza que nos trajese el niño y, al ir a besarle, le encontré tan variado, que desde entonces he tenido siempre la escama de que me hubieran cambiado el chico. Hoy que veo sus malos instintos, ya no me cabe duda de que Ruperto es un hijo... falsificado. | ||||
(RUPERTO aparece y se dirige a su padre.) |
Escena XXI | ||||
Dichos, RUPERTO. | ||||
RUPERTO.- De eso hablaremos ahora. | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Ruperto. | ||||
LEZNA.- ¿Me escuchabas? | ||||
RUPERTO.- Sí, ese vicio me lo ha pegado mi tía, tu querida hermana. Ya ves, padre, si tengo la sangre de la familia. No se marche usted, señor albéitar. Usted ha oído su acusación hecha a mi abuela y debe oír la defensa. (A LEZNA.) Si yo dudase de la virtud de esa respetable anciana descuartizada, (Señala al cuadro.) me vengaría en su descuartizador, pero el descuartizador que la descuartizó es mi padre. | ||||
LEZNA.- No lo soy. | ||||
RUPERTO.- Pronto me vuelvo al cuartel. Por fortuna, está ahí al lado. Pero antes quiero decirte cuatro frescas. Fuiste esclavo de tu barbaridad con pretexto de la honra. ¡Maldita honra que le arranca una pierna a una señora, con más prontitud que un carnicero corta un kilo de carne de vaca!... Tú, no contento con haber hecho la autopsia en vida a la pobre vieja, la calumnias pregonando que usaba una pierna postiza. ¡Mientes, padre, aunque cien veces lo fueras! | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- Ruperto, sosiégate. | ||||
RUPERTO.- (A LEZNA.) ¿Qué has hecho de mi abuela? ¿Por qué dejaste coja a la que, al ir yo a servir al rey, me decía: «No te achiques ante los carlistas, leña en ellos, duro y a la cabeza»? | ||||
LEZNA.- Pero, ¿no sabes que su pierna era de palo? ¿Por qué me acusas de haberla perniquebrado? | ||||
RUPERTO.- Te acuso, porque no creo en tal pierna postiza, porque la suya era de carne y hueso, con su pie, idem, idem; y tú le arrancaste pierna y pie, creyendo que andaba en malos pasos. | ||||
LEZNA.- ¿Qué haría yo para convencerte? | ||||
RUPERTO.- Échate a la mala vida como yo y aprenderás los puntos que calza cada mujer, de qué pie cojean y dónde les aprieta el zapato. ¿Y quieres que yo, tan inteligente en materia pedícura, crea que mi abuela usaba piernas postizas? ¡Mientes, padre, mientes mil veces! | ||||
LEZNA.- Te las echas de misionero y hace poco te sorprendí seduciendo a la boticaria. | ||||
RUPERTO.- Mi amor a Mariquita es puro. | ||||
LEZNA.- ¿Puro?... Ni pitillo. | ||||
RUPERTO.- Calla, padre, o hago un disparate. | ||||
LEZNA.- ¿Me amenazas, bribón? Pues bien, escucha y tiembla: ¡Juro que tu abuela era coja y que tú eres inclusero! | ||||
RUPERTO.- ¡Mientes! | ||||
LEZNA.- ¿Necesitas que te lo pruebe? | ||||
RUPERTO.- Sí, dame una prueba de su cojera y mi inclusería. | ||||
LEZNA.- Pues, ahí va una... y contundente. (Le larga una bofetada.) | ||||
RUPERTO.- ¡Condenación! | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡Ah! | ||||
(Todos, menos EL ALBÉITAR MAL-ANDA que está en escena, se asoman cada uno por una puerta, sacan la cabeza, lanzan la exclamación y vuelven a cerrar rápidamente.) | ||||
SALAZAR.- E... | ||||
GRULLA.- I... | ||||
MARIQUITA.- O... | ||||
LUISA.- U... | ||||
RUPERTO.- (A LEZNA.) Si tu madrastra era coja, tú no eres manco. (Mirando al retrato.) ¡Abuela!... ¡Es mi padre y no puedo devolverle el mojicón! Pero yo no me lo guardo. ¡Allá va eso! (Da una gran boletada a EL ALBÉITAR MAL-ANDA, que está a su lado.) | ||||
EL ALBÉITAR MAL-ANDA.- ¡Bárbaro! | ||||
(Aparecen SALAZAR y GRULLA, y quedan en segundo término.) | ||||
RUPERTO.- Gané esta medalla peleando con un perro. Ahora vuelvo a ganarla aguantando otra perrería. | ||||
LEZNA.- (Que durante lo anterior se ha quedado inmóvil en el proscenio sin ver nada de lo que pasa a su espalda.) ¿Qué es esto? ¿Por qué ha sonado dos veces un solo mojicón? | ||||
RUPERTO.- ¡Ea, se acabó! Un Lezna no puede vivir con la cara hinchada. (Saca una gran navaja y se la va a clavar.) | ||||
SALAZAR.- (Deteniéndole.) Eso no, vente al cuartel; el rancho espera, y no hemos cenado. | ||||
RUPERTO.- Tienes razón... Vamos allá... ¡Adiós, abuela! (Despedida cómica en pantomima. Vase dando jipíos.) |
Escena XXII | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
LEZNA. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
LEZNA.- Se va llevándose el mojicón que le di... ¡Y fue de cuello vuelto!... (Al decir de «cuello vuelto» se oyen sonar a lo lejos los tambores tocando lo que vulgarmente se llama «al cuartel, a comer, medio pan...».) ¡Cómo corre!... (Mirando por la ventana derecha.) Ya llega al cuartel. Allí le veo ante la olla del rancho con la cuchara en una mano y la otra en el carrillo. Ya mete la cuchara... (Gritando.) ¡Hijo!... ¡Que aproveche!... Sí, tú eres mi hijo, yo soy tu padre... (Con entonación muy alta.)
|
FIN DE LA PARODIA