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La traducción francesa de EL VISITADOR DEL PRESO estaba mal hecha y mal escrita para que pudiera darse a la imprenta. Mr. Bogelot ha corregido y copiado de su puño y letra todo el libro, el libro de una persona que no conocía, y sólo por amor del asunto, es decir, de la desgracia menos amable; y esto lo ha hecho con una abnegación tan activa y un entusiasmo que me han conmovido profundamente, porque para que mí no hay espectáculo tan hermoso como el de la belleza moral.
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EL VISITADOR DEL PRESO se escribió en 1891. La traducción francesa se hizo en 1892 y se imprimió antes que la edición española.
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Escrito lo que antecede, hemos visto en la Rivista de discipline carcerarie un resumen de los reglamentos de las prisiones de Prusia, y leído con asombro, con verdadero asombro, lo siguiente:
Estas disposiciones más parecen dirigidas a los verdugos de la Inquisición en tiempos de fanatismo religioso y de ignorancia que a los funcionarios de un pueblo culto en alto grado y al finalizar el siglo XIX. ¿Qué pasa en las prisiones prusianas que es preciso ocultarlo a toda costa de los ojos del público? Si lo que allí sucede es bueno, ¿qué inconveniente hay en que se sepa? Si malo, debe saberse para remediarlo. El público, ¿es alguna fiera, algún loco, algún ignorante incapaz de juzgar la sabiduría y la humanidad de las prisiones de Prusia? El público no es feroz ni necio, es indiferente; por eso se le puede decir ¡atrás! con insolencia sin que se resienta. Semejantes disposiciones no convencen más que de la necesidad de combatirlas.
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Se refiere en la parte oficial de la Rivista de discipline carcerarie.
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Al escribir esto, con pena y con vergüenza lo decimos, no pensamos en España sino para dolernos de que no se le pueda aplicar.
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Histórico.
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No debe el visitador caritativo visitará un preso sin su beneplácito.
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Mr. Léveillé, al citar la notable afirmación del Director de la Penitenciaría de Uridsloeselille, dice: «La sonora de Arenal escribe: Hay no corregidos, no hay incorregibles». No extrañamos que Mr. Léveillé, en la especie de torbellino intelectual y hasta material de un Congreso como el de San Petersburgo, padeciese una equivocación respecto a lo dicho en nuestro informe: esperamos que él no extrañe nuestra rectificación, por lo mismo que damos la debida importancia a las apreciaciones de un hombre como él. Hemos formulado esta pregunta: ¿Es lo mismo incorregible que no corregido?, contestando negativamente, porque no puede saberse cuáles delincuentes son susceptibles de corrección cuando, por regla general, se hace poco o nada para que se corrijan. Nuestra opinión sobre este punto está claramente formulada en el resumen de nuestro informe, de que copiamos una parte:
«18. Cuando se haya intentado de verdad, y con medios adecuados, corregir a los reincidentes obstinados, si delinquen de nuevo, los períodos de libertad que se los conceda serán más cortos cada vez, a medida que las reincidencias se repitan, y la reclusión se prolongará cada vez más, y podrá llegar a ser perpetua si se ve que el penado es incapaz de vivir conforme a derecho cuando se halla en libertad».
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En algunos países pueden ser procesados de seis años.
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El niño en la cárcel.