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601

Elías Trabulse, Los orígenes de la ciencia moderna en México (1630-1680), pp. 24-26.

 

602

Ibidem, p. 9.

 

603

Elías Trabulse, La ciencia y la técnica en el México colonial, pp. 52-53.

 

604

N, pp. 789-790.

 

605

Ibidem, p. 791.

 

606

La cita en latín, que he traducido al español, pertenece a David S. Landes, Revolution in Time. Clocks and the Making of the Modern World, p. 62. En la regulación de la vida monacal se cuentan el Oficio Divino y las Horas de oración de la comunidad, a lo cual Sor Juana estaba sujeta y aparece en alguna de sus obras. La invención del reloj «of mainspring cum fusee», que hizo posible el poder mover un reloj de un lado al otro y que luego se miniaturizó en lo que llamamos hoy reloj de muñeca (o pendiente del cuello) pertenece a principios del siglo XVI y se atribuye a Peter Henlein (alias Hele) de Nuremberg, viejo centro metalúrgico y de relojería, así como de finanzas y comercio. Los italianos le han disputado a Alemania la prioridad del invento; véase a David S. Landes, op. cit., p. 87. Antes, éste le dedica muchas páginas al tema de la relojería en China.

 

607

Landes dice, extrañado a causa de la sospecha y rechazo de los poetas ante toda innovación tecnológica, que «even the poets liked the new clocks», op. cit., p. 81; en las páginas 57 y 82 menciona a Dante: en Paradiso, a Jean de Meung en Le roman de la rose; p. 80, y a Jean Froissart en L'horloge amoureuse (1369), p. 82. Los relojes mecánicos de este tipo eran muy escasos y caros, dice Landes que eran como los computers de hoy: «the technological sensation of their time», p. 57. Sor Juana le regaló uno a «persona de autoridad» acompañándole un poema en décimas que he analizado en el artículo mencionado en nota 581.

 

608

Véase mi estudio sobre estos temas: «Interpretación americana de tópicos clásicos en Domínguez Camargo: la navegación y la codicia». Para lo que se dice líneas más abajo sobre la visión científica del corazón y del pulmón, mencionados junto a las pirámides de Egipto en el caso que tratamos -todo lo cual nos recuerda al Sueño- y como ejemplo de poesía que trata esas cuestiones, véanse los siguientes versos de Francisco de Aldana en su «Carta al señor don Bernardino de Mendoza»:«[...] / así, en medio del pecho, ha colocado / aquel cuerpo vital, cuya figura / imita a las pirámides de Egito, / que por su nombre corazón se llama, / [...] / y así dentro de este, colocado en medio, / cuerpo piramidal, como en su centro, / exhalan mil espíritus vitales / que en círculo después, yendo y viniendo / ministra al pulmón aire de vida / y a las arterias incesable pulso» (vv. 30-44).

 

609

vv. 205-209.

 

610

Véase la nota 580.

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