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Eliana DUKELSKY, La lengua en el espejo

Cuadernos del Vigía, Granada, 2015, 58 págs.

Escribir: transformar en ajeno el grito propio.


Esa mujer camina ladeada por un pensamiento.


Algunos pueblan su identidad de forma espontánea; otros minuciosamente, como se decoran los espacios de una casa; y siempre hay quienes se pasan la vida despoblándola.


Los narcisos desean quererse y solo consiguen desearse.


A veces al pensamiento se le atraganta una cotorra.


La gente, en general, debe aprender a vivir con el dolor. Los neuróticos, en cambio, debemos aprender a sobrellevar la felicidad.


Algunos hombres quedan atrapados por su primera sombra.


El miedo solo mira en una dirección; si mirase a los lados, se evaporaría.


Codiciamos el tiempo de la ficción en la vida real.


Ojalá existieran casas de música que afinaran a las personas.


A veces en la intimidad de la pareja nacen gestos, palabras, comportamientos de animal tierno. Será el recuerdo sosegado de la naturaleza.


El colmo del espejo: ser perfecto incluso en la dosificación de la imperfección.


El cigarro es la dosis de muerte necesaria de los ansiosos.


Errores pasados que se cruzan como relámpagos y estremecen la vergüenza.


El disfraz es más pesado que la carga que se quiere ocultar.


Más que en atriles, la ideología política se descubre en las actitudes domésticas.


Hay quien se pregunta si la verdad está en la lengua o en el espacio de los espejos, pero: ¿acaso no es la lengua un espejo?


Huimos de los yoes que guardamos para nosotros mismos.


De pronto, le asaltó una cotidianidad por la espalda.


Lo peor no es mirar atrás, sino olvidar cada día que hay un atrás.


El tiempo nos ajusta.


Una parte de mí sospecha de la otra.