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Véase el texto de la Reformación de comedias mandada a hacer por el Consejo para que se guarde, así en esta Corte como en todo el reino, a 8 de abril de 1615: «Que no representen cosas, bailes, ni cantares, ni menos lascivos ni deshonestos o de mal ejemplo, sino que sean conformes a las danzas y bailes antiguos: y se dan por prohibidos todos los bailes de escarramanes, chaconas, zarabandas, carreterías y cualquier otros semejantes a estos, de los cuales se ordena que los tales autores y personas que trajesen en sus compañías no usen en manera alguna, so las penas que adelante irán declaradas, y no inventen otros de nuevo semejantes con diferentes nombres. Y cualquier que hubiesen de cantar y bailar, sea con la aprobación de la persona del Consejo, etc.» (Cf. José Sánchez Arjona, Noticias referentes a los anales del teatro en Sevilla desde Lope de Rueda hasta fines del siglo XVII, Sevilla, 1898, págs. 166 y ss.). Rodrigo Caro en Días geniales o lúdicos, Sevilla, 1884, dice: «Estos lascivos bailes parece que el Demonio los ha sacado del Infierno, y lo que aun en la república de los gentiles no se pudo sufrir por insolente, se mira con aplauso y gusto de los cristianos, no sintiéndose el estrago de las costumbres y las lascivias y deshonestidades que suavemente bebe la juventud con ponzoña dulce, que por lo menos mata al alma: y no sólo un baile, sino tantos, que ya parece que faltan hombres y sobran deshonestidades: tal fue la Zarabanda, la Chacota, la Carretería, la Topona, Juan Redondo, Rastrojo, Gorrona, Pipironda, Guriguirigay, y otra gran tropa de este género, que los ministros de la ociosidad, músicos, poetas y representantes inventan cada día sin castigo». La obra fue escrita antes de 1622.

 

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Por ejemplo el baile de el rey don Alfonso el Bueno, empezaba así: «El Rey don Alfonso el Bueno / Gloria de la antigüedad», etc.; el del caballero, cuyo primer verso era «Esta noche le mataron al Caballero»; o el de el villano: «Al villano que le dan...»; o el de el polvillo: «Pisaré yo el polvico / atán menudito: / pisaré yo el polvo, / atán menudo». Muy probablemente también: los de la vida airada, no me los ame nadie, pésame de ello, etc.

 

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Escarramán, Antón Pintado, Juan Redondo, Marizapalos (?), aunque bien pueden ser personajes fingidos, pero para el caso es lo mismo.

 

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Alta, baja, seis, bullicuzcuz.

 

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Anoto algunos nombres de bailes históricos peninsulares, todos ellos documentados en textos literarios o críticos de los siglos XVI y XVII principalmente: agua de nieve, alemana, alta, Antón Pintado, avilipinti, «ay, ay, ay», baja, Bran de Inglaterra, bullicuzcuz, caballero, canario, capona, carcañal, carrasca, carretería, colorín colorado, coruja, coscolina, chacona, chambergo, chiquinaque, danza, danza de espaldas, deligo, ejecutor de la vara, Escarramán, españoleta, fandango, folía, gallarda, gambeta (gambetas), gayumba, gelves, gorrona, guaracha, guineo, guiriguirigay (giriguirigay, guirigay), hacha, haya, hermano Bartolo, jácara, japona, jarana, Juan Claros de Galán (Conde Claros), Juan Redondo, los de la vida airada, madama Orleans, mariona, marizápalos, morisca, mostrenca, naqueracuza, no me los ame nadie, pabana, (pavana), parranda, pasacalles, perra mora, pésamedello (pésamedello y más), pie de gibao, pipifonda, pironda, pironga, piripita, polvillo, pollo, rastro viejo, rastrojo, repulida, retambo, rey don Alfonso el Bueno, saltarén, santurde, sarao, seis, tárraga tospono, torneo, turdión, vaca, valientes, vaquería, villano (villano del Danubio), zampabalo (zampapalo), zambra, zapateado, zarabanda, zurribanda.

«Gallardas, Villanos, Dances de las hachas, Jácaras, Pasacalles, Españoletas folías, Pavanas, Rugeros, las Paradetas, Torneo, Gran Duque de Florencia, Baile de Mantua, Sultarén, Zarabandas francesas, la Tarantela, Batalla, Alemandas, la Serenísima y la Preciosa, Canarios, Jigas, Corrientes, la Coquina francesa, Lantururú, la Esfachata de Nápoles, la Miñona de Cataluña, la Minina de Portugal, las Trompetas de la Reina de Suecia y el Clarín de los Mosqueteros del Rey de Francia». Consta en la revista Finisterre, tomo III, fascículo 3, nov. 1948, p. 197.

 

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Baile, jácara, romances, corrido, corranda, etc.

 

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No puede olvidarse que existe un volumen respetable de obras dramáticas en los siglos XVI y XVII, que se denominaron bailes. Por otra parte sería difícil decidir cuál es el significado principal de la palabra jácara, por ejemplo, si es romance, pieza de teatro o baile. Tendría también sus dificultades precisar exactamente cuál es el carácter predominante -baile, canto o romance- del vocablo corrido en Hispanoamérica.

 

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Francisco Asenjo Barbieri, Danzas y bailes en España en los siglos XVI y XVII, en La ilustración española y Americana, números 43 y 44, (Suplemento), noviembre de 1577.

 

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Asenjo Barbieri, loc. cit.

 

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Referido al problema general del lenguaje en América hispana durante la colonia, escribe Amado Alonso: «¿Por qué, pues, se rompió en América aquel equilibrio de tendencias populares y tendencias cultas que constituía la tradición idiomática de España? ¿Por qué en España fueron fortaleciéndose y en América debilitándose las tendencias cultas? En España, por el afianzamiento del sentido urbano y cortés de la vida, tal como se comprueba para toda Europa en esos siglos. En América por la ruralización de los españoles y, sobre todo, por los nuevos horizontes que aquí se les abrían, por los nuevos hitos que tuvieron sus ansias, por las nuevas concepciones del logro pleno de la personalidad y del éxito social. Dando una explicación negativa, diremos que la lengua española se aplebeyó en América, porque los españoles reunidos aquí se desurbanizaron. Tendencias vulgares, que en España fueron reprimidas gracias a su más afirmada estructura social, en América hallaron expresión libre» (Ruptura y reanudación de la tradición idiomática en América en El problema de la lengua en América, Madrid, 1935, págs. 134-135).