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La primera acuñación de níqueles fue ordenada el 24 de junio de 1876, por conducto de la casa Boulton y Cía., por la cantidad de 2 millones de lochas, y 10 millones de piezas de 1 centavo. La Opinión Nacional, de Caracas, 8 de febrero de 1877, avisa la llegada para el Gobierno de Venezuela de «334 cajas, monedas de a un centavo y 217 calas, monedas de dos y medio centavos».

 

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Señalo con * las denominaciones de uso actual.

 

143

La palabra seña significó varios valores monetarios.

 

144

Ocurrencia individual que corrió con suerte y se propagó y perdura en Venezuela. Las denominaciones de moneda son siempre, en todas partes, objeto predilecto para variadas denominaciones pintorescas. No toco en este momento denominaciones de billetes de banco, basadas casi siempre en el color: lechuga, lechugón, verdín, ‘veinte bolívares’; mandarina, ‘cincuenta bolívares’; marrón, chocolate, ‘cien bolívares’; azulejo ‘quinientos bolívares’. O las denominaciones del fuerte, ‘cinco bolívares’; ojo de buey, laja, arzobispo, cachete, cachetón, duro, durazno, tostón. Algunas de ellas no han tenido suficiente aceptación y se las ve desaparecer poco a poco. Cf. Manuel Landaeta Rosales, Monedas de Venezuela, Caracas, 1906.

 

145

Centavo negro.

 

146

De Cuentos chicos..., Caracas, Tipografía Cosmos, 1912, pp. 36-37.

 

147

Voces nuevas de la lengua castellana, p. 252.

 

148

Rafael Bolívar, Guasa pura, Caracas, 1895, pp. 43, 94. Texto de interés porque conviven en él las dos denominaciones del objeto: locha y cuartillo.

 

149

Sebastián Ramón Torres, Caracas por dentro; artículos de costumbres, Caracas, Tipografía Americana, 1901, pp. 61, 82, 123.

 

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Entiendo errónea la etimología propuesta por julio Calcaño (El castellano en Venezuela, Caracas, 1897, § 845), al querer derivar locha del inglés loach, nombre de pez, que en Norteamérica no ha servido para designar moneda alguna. Busca Calcaño la similitud con el francés loche, que designa al pescado Cobitus barbilatus... Probablemente le induce a ella el § 531, de las Apuntaciones al lenguaje bogotano, de R. J. Cuervo, donde habla de locho, loches o soches, especie de ciervos de pelo colorado y muy lustroso, denominación llevada por la semejanza de color, pero que no tiene que ver con nuestra locha.