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11

Inserto en Universidad Nacional de Colombia, n.º 1, Bogotá, octubre de 1944, págs. 25-79. Con el complemento del mismo autor: Contribución al estudio del ‘bogotano’, en Revista Nacional de Cultura, n.º 51, Caracas, julio y agosto de 1945, págs. 38-54.

 

12

Buenos Aires, Instituto de Filología, 1944, publicado primeramente en Revista de Filología Hispánica, VI. Añádese a este trabajo, el del propio Corominas, Rasgos semánticos nacionales, Buenos Aires, 1942, impreso como sobretiro d e los Anales del Instituto de Lingüística, tomo I, 1941.

 

13

Lug. cit., pág. 68.

 

14

Lug. cit., pág. 68.

 

15

Lug. cit., pág. 30.

 

16

Vol. I., pág. 117, ed. 1793. Sigue en la descripción de los tipos de compañías. Es de lamentar que Cervantes en el Prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, aunque se refiere a lo paupérrima que era la escena española en tiempos de Lope de Rueda, no cite ninguna denominación especial de compañías.

 

17

Cito por la esmerada y ejemplar edición de Juan Millé González, en los Clásicos Castellanos, La Lectura, Madrid, 1934, tomo I, págs. 243-244. Señala Millé que el texto de la edición de 1646 era: «Una tropa de infantería representanta: «Bolulu», mientras que la de 1655, dice «bolulo». En la edición de la Biblioteca de Autores Españoles, vol. 33, pág. 318, 1.º col., léase «bolula». En la edición de Ángel Valbuena Prat La novela picaresca española (Madrid, Aguilar, 1943, pág. 1689) dice: «bolulu». Adviértasela imprecisión del término.

 

18

Ñaque ha sufrido asimismo alteración de significado, puesto que en Rojas Villandrando es solamente una compañía de los representantes, que no tropa.

 

19

Anoto algunas de las reproducciones y citas del texto de Rojas: 1. Cayetano Rosell lo inserta íntegramente como III Apéndice al tomo II de la Colección de piezas dramáticas. Entremeses, loas y jácaras de Luis Quiñones de Benavente. Madrid, 1875, págs. 350-362. 2. El Conde de Schack igualmente en Historia de la literatura y del arte dramático en España, trad. por Eduardo de Mier, Madrid, 1885, vol. 1, págs. 406 y sigs. 3. James Fitzmaurice-Kelly en su Historia de la literatura española desde los orígenes hasta el año 1900 (traducción y notas por Adolfo Bonilla y San Martín, 7.ª ed., Madrid), se limita a glosar la terminología de los grados profesionales en la comedia española, de acuerdo con las aseveraciones de Rojas Villandrando, sin añadirles nada. 4. Emilio Cotarelo y Mari en sus Estudios de historia literaria, tomo I, Madrid, 1901, págs. 231 y sigs., se refiere a los términos dados por Rojas Villandrando, pero no reproduce el párrafo que los contiene por haberlos ya publicado otros eruditos 5. Francisco Rodríguez Marín en El Loaysa de El celoso extremeño, Sevilla, 1901, págs. 135 y sigs. al explicar el término farándula repite la denominación de compañías dada por Rojas. 6. Narciso Díaz de Escobar en la Revista de Extremadura, Cáceres, octubre de 1903, págs. 453 y sigs. extracta las noticias del histrionismo español dadas por Rojas, limitándose a repetir los conceptos con redacción distinta; Julio Milego en El teatro en Toledo durante los siglos XVI y XVII, Valencia, 1909, págs. 47 y sigs., transcribe casi íntegramente la relación de compañías que nos da Rojas Villandrando. 7. Hugo Alberto Rennert en su monumental The spanish stage, New York, 1910, págs. 151 y sigs., publica traducido al inglés el texto de Agustín de Rojas. 8. Marcelino Menéndez Pelayo dejó arreglados los textos que integran el volumen IV de sus Orígenes de la novela, de cuya impresión (NBAE, tomo XXII, Madrid, 1915) cuidó Adolfo Bonilla y San Martín; es de lamentar que jamás escribiera don Marcelino el estudio que había anunciado para este volumen IV, en el que se reproduce totalmente la obra de Agustín de Rojas Vilandrando (págs. 460-614).

 

20

Inserto la cita completa del texto de Quevedo: «Fuera déstos hay bufones desgranados y bufones en racimos. Los desgranados son los que de uno en uno y de dos en dos andan a casa de los señores. Los en racimo son los faranduleros miserable s de bululú, y déstos os certifico que, si ellos no se nos viniesen por acá, que nosotros no iríamos por ellos (Sueños, I, págs. 115-116, Madrid, Clásicos Castellanos, 1917). Julio Cejador anota el término bululú y reproduce el texto de Agustín de Rojas.