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51

Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, § 937, nota.

 

52

Galima significó la presa que hacían los corsarios argelinos, y también un hurto de poca monta y consideración. Cervantes escribe en La española inglesa: «galima, que con este nombre llaman ellos [los turcos] a los despojos que de los cristianos toman...».

 

53

Se usó también en castellano algarabía de allende (o de aliende) de la que dice Américo Castro (Nota a Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio, pág. 122, ed. 1910): «se llamaba a la lengua árabe, o más bien a la jerga de los moriscos; por allende se entendía la tierra del otro lado del mar, en especial la que estaba al otro lado del Estrecho de Gibraltar». De esa denominación se formó el refrán «algarabía de allende, que el que la habla no la entiende», anotado por Schevil y Bonilla en la edición de las Comedias y entremeses de Cervantes (vol. IV, Madrid, 1918, pág. 227).

 

54

Con infinitivo barbullar y barbullir (cf. nota de Américo Castro a la ed. de Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio, Madrid, 1910, pág. 39; y Cejador, ed. Sueños de Quevedo, II, Madrid, 1917, pág. 122).

 

55

Edición de los Sueños de Quevedo, vol. II, Madrid, 1917, pág. 277.

 

56

Hemos encontrado antes el vocablo boxiganga [bojigana] mojiganga, en el texto de Rojas Villandrando, con la significación de compañía de cómicos. Pasó a expresar, luego, la misma pieza representada, próxima a la idea de jácara, baile, entremés. En Quevedo y Cervantes se emplea en el sentido de mascarada grotesca. Dice Quevedo: «Las fiestas y los saraos / nos los trueca en mojigangas». En 1637 se usa en esta frase: «celebrar fiestas y holgarnos mojigangamente» (cf. Introducción de Emilio Cotarelo y Mort a la Colección de entremeses, Madrid, 1911, t. I, págs. CCXCI y sigs.). Hoy en España el significado de mojiganga está cerca de la idea de ‘alboroto bullicioso’, como en el catalán moixiganga.

 

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El término zapateado es de actual uso en el doble sentido de baile y alboroto, aunque esta segunda acepción no la registren los léxicos oficiales.

 

58

Antes ha explicado el Diccionario que el modo más común de asustar a los gatos es el grito de zape. Sería un caso semejante al de jaleo.

 

59

Señalo algunas de las ideas primitivas de dichos vocablos: a) Confusión en el lenguaje y alegría ruidosa: alboroto, algarabía, babel, babilonia, barbulla, chacota, gritería, ruido, vocerío, etc.; b) términos militares: algarada, algazara, escaramuza, zalagarda, etc.; c) reunión multitudinaria ruidosa: asonada barahúnda, barullo, bullicio, confusión, desbarajuste, desorden, olla, fullón, fullona, gazapera, embrollo, motín, pelotera, rebujina, rebullicio, revolución, reyerta, trapisonda, tumulto, etc.; d) pelea pública: cachetina, camorra, chamusquina, disputa, escándalo, gresca, litigio, marimorena, parranda, pelamesa, pelazca, pelea, pendencia, riña, sarracina, suiza, trapatiesta, trifulca, etc.; e) fiestas y bailes: belén, holgorio, fandango, guirigay, jaleo, zambra, zarabanda, etc.; f) cosas desordenadas: caos, lío, zafarrancho, etc.

 

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El léxico castellano llega a sutilezas extraordinarias en la expresión de la idea de ‘alboroto’. Por ejemplo, véase la definición del matiz de la palabra marejada, tal como la dice el Diccionario académico: «Exaltación de los ánimos y señal de disgusto, murmuración y censura, manifestada sordamente por varias personas. Suele preceder al verdadero alboroto». Tal sutileza tiene, todavía, un sinónimo: mareta.