Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

11

Cf. «Notas sobre Julio Herrera y Reissig autor de La Sombra, «drama lírico», Julio Herrera y Reissig. L'Homme et l'Oeuvre. El Hombre y su obra, Valenciennes: Presses univesitaires de Valenciennes, Recherches Valenciennoises n.º 7, 2001, pp. 167-185.

 

12

En Píndaro, el 9.º Peán, donde el poeta pone en relación a la poesía con la miel. Solar, sabia, fecunda, espiritual, purificadora, la miel es símbolo apolíneo, dice Píndaro.

En un contexto referencial neoplatónico, decimonónico y modernista, sin querer imponer la idea de que fue lectura de Herrera y Reissig, se podría señalar que en el Primer Libro del Pedagogo de San Clemente de Alejandría se hallan referencias a la transubstanciación no solo del vino y del pan en la Eucaristía, sino de manera ritual a la de la leche y de la miel, siendo ésta símbolo de la dulzura de Dios, es decir del Verbo que nos purifica. San Clemente recuerda el verso de David: «Tus palabras son más dulces que la miel más agradable» (cito por la edición Oeuvres, Paris: Florentin et Pierre Delaulne, 1701, capítulo VI, p. 100). Interesante resultaría poner en paralelo al Dios cristiano y a Su Verbo, con la capacidad que se le concedía a Nemosina y sus Hijas de influir de manera purificadora en la creación poética así divinizada. Paralelo que el siglo XIX, sintético y sincrético, realiza, tratando de ofrecer una alternativa al cristianismo. San Clemente de Alejandría era entonces fuente citada frecuentemente. Sus obras figuran en buen lugar en el Fondo Leopoldo Lugones de la Biblioteca de Maestros del Ministerio de Educación en Buenos Aires.

 

13

209b; la traducción es mía, y corresponde al texto francés de la edición de Émile Chambry para los Classiques Garnier-Flammarion, 1964. Cito por la edición de Louis Méridier para Les Belles Lettres, en 1989; 534a y b. La versión española es mía, a partir de dicha traducción francesa.

 

14

Cito por la versión de Louis Méridier para la editorial parisiense Les Belles Lettres, 1989, 534a-534b; la traducción es mía. Sobre el tema de las musas, la poesía, la metáfora de la miel, las abejas, y sobre lo que Herrera y Reissig llama himético, situando geográfica, cultural y filosóficamente la figura, Méridier señala de Los Pájaros de Aristófanes (748-751) el pasaje siguiente: «Allí iba Frímicos, cual abeja, a libar la ambrosía de sus versos». Indica también el pasaje que va de los versos 708 a 711 de Las Bacantes de Eurípides. Aparentemente, Herrera y Reissig enfoca lo himético desde una tradición griega antigua. Como Darío, quien afirmó ser griego, de la Grecia antigua. La lectura isócrona nos revela el sentido de tal afirmación dariana: sed de universalidad, la cual, en lugar de alejarse de lo vernáculo, sitúa a éste en la dimensión sencillamente humana, la de la Humanidad decimonónica, sinónimo de igualdad y fraternidad entre los hombres de la Tierra, aboliendo el concepto de raza, de mentalidades diferentes. Desde su mismidad Darío se vuelca hacia la alteridad humanitaria. El siglo XIX inventa el concepto según su esencia sintética, sincrética y ecléctica, formas espirituales y metafísicas de un progreso que algunos encaraban sólo desde un punto de vista material, científico.

 

15

659e, la traducción es mía a partir de la edic. cit.; esta cita se podría poner en relación con las secciones 155e, 156d y 157 a y d, del diálogo Cármides.

 

16

En la introducción fechada en marzo de 1834 que abre el volumen Littérature et Philosophie mêlées, Víctor Hugo diserta sobre la diferencia entre la labor de un escritor del siglo XVIII comparada a la de uno del siglo XIX. El poeta francés parte del hecho de que, respectivamente, «Al viento filosófico ha sucedido un aliento religioso; al espíritu de análisis uno de síntesis». Conque, «Han surgido hombres dotados de la facultad de crear y que poseen los instintos misteriosos que trazan el sendero hacia el genio»; y con ellos, el arte, «que desde hacía cien años, en Francia, sólo era literatura, se ha vuelto poesía». Tal giro se concreta merced a las audacias de una lengua poética libre de las imposiciones de gramáticos y puristas Víctor Hugo prosigue diciendo que «Los poiëtas [sic] han realizado esa tarea tal y como las abejas con la miel», «poseídos de la natural y rara inteligencia de las abejas», logrando para la lengua francesa un color que le diera «cuerpo y sabor» nuevos. Feliz disposición ésta, tanto para «el ensueño como para el pensamiento, tanto para la oda como para el drama», ritmo y «una armonía totalmente nueva». Esos poëtas, poietas pues, formaron «el fermento del futuro», partiendo del pasado e inmersos en el presente, ya que toda obra de arte es producto de su tiempo y que así en ella se reúnen filosofía y literatura.

Psicología y literatura, dice Herrera y Reissig, insistiendo en que la Historia se nutre tanto de la inteligencia individual como de la fuerza de la colectividad -de la Humanidad, dice el siglo XIX, que construye la «leyenda de los siglos»-; y que con ambas el artista crea la obra bella, buena y verdadera que contribuya al progreso total del hombre. La mentalidad decimonónica que se evidencia en Hugo, que halla eco en Herrera y Reissig, figura como heredera de una tradición grecolatina. (Cito por las Oeuvres complètes, volumen n.º 3, en una nueva edición parisiense revisada y corregida para Alexandre Houssiaux Libraire et éditeur, en 1857, p. X a XV; la traducción es mía).

 

17

Cito por la edición de Robert Genailles para la colección de clásicos de Garnier-Flammarion de la Vida, doctrinas y sentencias de filósofos ilustres, (1985, 1994, p. 66 y ss.; la traducción es mía).

 

18

En la Dafne y Cloe del griego Longo de Lesbos, Dafne le ofrece a Cloe una siringa de pastor hecha con nueve cañas unidas con un hilo de bronce en lugar de la tradicional cera de abejas (Libro 1.º, cap. 13; aunque Longo no se detiene en ello, tanto el instrumento como el número de cañas y la cera poseen un valor simbólico y hermético en los que subyace la poesía solar y apolínea, a la vez que la misteriosamente dionisíaca. Metafóricamente, Longo propone asimismo la poesía amorosa; y, mientras duerme Cloe, Dafne piensa que le da miedo el besarla porque: «el beso te roe el corazón y te vuelve loco, como la miel nueva» (Libro 1.º, capítulo 25; cito por la edición Jorge Bergua para El Libro de bolsillo, de Clásicos de Grecia y Roma, para Alianza Editorial, Madrid, 2001). Respecto de la pareja de jóvenes en la novela de Longo, se puede observar que Cloe se halla mencionada en dos oportunidades en la obra del poeta uruguayo: en el verso 206 de «Recepción» de «El Laurel rosa», en Los Peregrinos de piedra, se lee: «y te [Alberto Nin] suspiraba Cloe»; en el soneto «Ebriedad» de Los Éxtasis de la montaña: «Luth y Cloe se cambian una tersa caricia» [segundo verso], «Cloe los bucles pálidos del amante acaricia» [octavo verso], «ella calla y apenas él suspiraba: ¡Oh Cloe!» [duodécimo verso]. (cf. Ángeles Estévez Rodríguez, El Léxico de Julio Herrera y Reissig. Concordancias de «Los Peregrinos de piedra», Madrid: Anejos del Boletín de la Real Academia Española, Anejo XLVI, 1990, p. 85).

 

19

Interesante sería poner en perspectiva el título de Herrera y Reissig con ciertos ensayos que se leían a finales del siglo XIX y principios del XX, como los que ya se señalan en la nota 3, a los que se pueden añadir los de Gustave Le Bon (Psychologie des foules, 1895, que distribuía la editorial Alcan, muy difundida en el Río de la Plata), Henri Bergson (Essai sur les données immédiates de la conscience, de 1889, tesis de doctorado que el filósofo defendió en la Sorbona en 1888 y que se transformó en lectura esencial de los artistas que defendían la igualdad de importancia entre lo racional y lo irracional, la libertad de la conciencia, lejos del determinismo positivista y del asociasionismo simplificador); y El sueño y su interpretación, de Sigmund Freud, de 1901, y que tuvo mucho impacto entonces en los ánimos modernos que defendían la unidad del yo, como lo había hecho el romanticismo alemán con Novalis en Los Discípulos en Saís. Vasta perspectiva ésta que, de estudiarla con más detenimiento, podría revelar aspectos esenciales en el ensayo de Herrera y Reissig.

Mnemosina, dice el historiador y filósofo Jean-Pierre Vernant, es la figura mitológica que lleva el nombre de una función psicológica, la del YO que se halla proyectado en la temporalidad. Madre de las Musas, hermana de Cronos, Mnemosina preside la función poética y profética, por estar ligada a Apolo. En la Teogonía de Hesíodo (54, 135, 915), Mnemosina suscita el entusiasmo necesario para el ejercicio de la función poética, para cantar: función, que constituye «Todo lo que fue, es y será» (32 y 38). En esta capacidad profética el poeta halla su libertad creativa y la esencia de la poiesis. Las Musas le regalaban a Nemosina una rama de laurel-rosa, árbol de la sabiduría apolínea, de la memoria profética, del conocimiento de los misterios, de lo invisible. Este atributo de Apolo es el origen del espíritu analógico que fundamenta la elaboración de símbolos y, en retórica, las metáforas. (cf. Jean-Pierre Vernant, «Aspects mythiques de la Mémoire en Grèce», Journal de psychologie normale et pathologique (Paris: P.U.F., LVIe année, 1959): 1-29; pp. 25-26). Se observa, pues, la riqueza semántica y referencial del concepto que propone Herrera y Reissig de lo himético.

 

20

Jean-Marie Guyau (1854-1888) es un filósofo espiritualista francés, de tendencia positivista y sociológica, que se interesó en cuestiones de ética, poesía y de estudios sociales. Tiene publicados ensayos como: Esquisse d'une morale sans obligation ni sanction, Paris: F. Alcan, 1885 (17.ª edición en 1923); L'Irreligion de l'avenir, Paris: F. Alcan, 1887, cuya lectura hoy resulta de una total modernidad dada la secularización y el recurrir a sucedáneos religiosos que caracterizó al siglo XIX y al principio del XX, y que se observa en el XXI. Hay que recordar que la casa editorial parisiense de Félix Alcan tuvo en Hispanoamérica amplia difusión. Se tradujeron al español: El Año infantil de lectura, Paris: A. Colin, 1892; y El Año preparatorio de lectura corriente: moral, conocimientos usuales, Paris: A. Colin, 1893. Herrera y Reissig no precisa su fuente exacta en la obra de Guyau, pero debe de aludir al volumen Vers d'un philosophe, (Paris: Librairie Germer Baillière, 1881), y particularmente al «Avant-propos» que acompaña una serie de poemas de su composición, prólogo en el que Guyau afirma que, si la poesía quiere disputarle protagonismo a la ciencia, ha de buscar la verdad como lo hace la ciencia, por las vías que le son propias: la lengua de los versos llena de profundo sentido, de emoción, de filosofía, de religiosidad comprendida como transcendente misterio universal (traduzco y parafraseo lo esencial, de la op. cit., p. I a IV). Entre los poemas incluidos figura «Le Mal du poète», serie de alejandrinos en la que se leen dos versos que se relacionan estrechamente con la ideología de «Psicología literaria»: «La pensée est en nous large comme l'amour / Et désire en autrui se verser sans relâche». («En nosotros, el pensar es tan amplio como el amor. / Y verterse desea en el otro, sin cesar». La traducción es mía).