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11

No sabemos con qué fundamento el Mensajero de la cruz en ambos mundos, obra poético-fantástica del señor Conde Roselly de Lorgues, asegura que Pinzón se daba en su comunicado a los reyes por descubridor del Nuevo Mundo. (N. del A.)

 

12

En esa villa vivió el corto resto de sus días con menos de mediana fortuna. (N. del A.)

 

13

En la escuadra que peleó en Lepanto hubo también un medio motín, aunque muy parcial, sin que por eso dejara de escribirlo fray Miguel Servia, religioso franciscano que iba en ella. «2 de octubre. El general de venecianos ahorcó un capitán alférez, un sargento y otros dos soldados italianos, por lo cual el tercio de italianos pensó amotinarse». (N. del A.)

 

14

Fray Bartolomé de las Casas, poseyó muchos papeles escritos por el mismo Colón, con los cuales escribió su Historia de Indias y compendió la relación de este viaje cual la publicamos. Al margen de esta copia puso Casas algunas notas que hemos conservado con su nombre. (Navarrete). (N. del A.)

 

15

Acaba, el diario de Colón el quince de marzo, y acerca de las últimas palabras que en él escribió el almirante dice Las Casas «Estas son finales y formales palabras de Cristóbal Colón; varón dignísimo y egregio, de su primer viaje, que hallé escritas en el libro que hize para los reyes de la primera navegación de las Indias y descubrimiento de ellas». (Las Casas, capítulo LXXV). (N. del A.)

 

16

En esa dirección quedaba efectivamente y no lejos, la isla que después se llamó Santo Domingo. (N. del A.)

 

17

«A mi acaeció que el rey Reynel, que Dios tiene, me envió a Túnez para prender la galeaza Fernandina, y estando ya sobre la isla de San Pedro de Cerdeña, me dijo una saetía que estaban con la dicha galeaza dos naos y una carraca, por lo cual se alteró la gente que iba conmigo, y determinaron no seguir el viaje, salvo de volverse a Marsella por otra nao y más gente. Yo, visto que no podía sin algún arte forzar su voluntad, otorgué su demanda, mudando el cebo de la aguja, di la vela al tiempo que anochecía, teniendo todos ellos por cierto que íbamos a Marsella». (Carta del almirante a los Reyes Católicos. Enero de 1495). Esta carta escrita desde la Española tiene por objeto informar a los reyes de como engañan muchas veces los que rigen las naos en las navegaciones. (N. del A.)

 

18

Y a propósito de manchas; el deponente Alonso Vélez Allid dijo en una de las declaraciones del asendereado pleito, que después de venidos los del viaje se tenía por cosa cierta que el almirante cuando llegó a las manchas de yerba se quiso volver, y Martín Alonso (por razón de un aviso que le dio Pedro Vázquez de la Frontera, que había ido con los portugueses a descubrir esta tierra de las Indias) dijo que «si él se quería volver, quel quería seguir la vía que llevaba», etc. (N. del A.)

 

19

Si Colón, en las juntas de Córdoba, se hubiera explicado como lo hizo en Salamanca, se hubiera ahorrado las amarguras de que tan incesante como injustamente se queja. No era por cierto fray Hernando de Talavera que las presidió, ningún ignorante; antiguo profesor en Salamanca, reputábasele por una de las lumbreras de su Orden. Pero Colón, receloso con lo de Portugal, sólo adujo en Córdoba las razones más débiles, fáciles por ende de refutar y difíciles de sostener, originándose, por consiguiente, así el parecer que sabemos. ¿Podía obrar de otro modo la junta de Córdoba? «Propuso Cristóbal Colón su empresa dando razones y autoridades para que la tuviesen por posible, aunque callando las más urgentes, porque no le acaeciese lo que con el rey de Portugal». (Las Casas, libro I, capítulo XXIX). (N. del A.)

 

20

«Esta tierra de acá, escribió, es otro mundo en que se trabajaron Romanos y Alejandre y Griegos, para lo haber con grandes ejercicios, etc.». Se conoce, por otra parte, que don Cristóbal Colón era hombre de convicciones profundas, pues en su segunda expedición a la isla de Cuba requirió al escribano Fernán Pérez de Luna «para que con buenos testigos fuese a cada una de las tres dichas carabelas e requiriese al Maestre y compaña e toda otra gente que en ellas son públicamente que dijesen si tenían dubda que esta tierra -la de la isla de Cuba- no fuese la tierra firme al comienzo de las Indias y fin a quien en estas partes quisiere venir de España por tierra; e que si alguna dubda e sabiduría de ello toviesen, que les rogaba que lo dijesen porque luego les quitaría la dubda, y les faría ver que esto es cierto y qués la tierra firme». Y si alguno lo contradecía en algún tiempo, se le imponía de parte del almirante mil maravedís por cada vez y cortarle la lengua; y si fuere persona de baja suerte, se le prepararía a esta pena con «ciento azotes». (N. del A.)

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