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«Viendo Colón que los reyes gastaban en los otros viajes mucha suma de dinero y no les venía provecho alguno... temiendo siempre que tan gran negociación (proseguir descubriendo) se le había al mejor tiempo de estorbar, porque veía que si los reyes se hartaban o enojaban de gastar no la habían de llevar a cabo, el dicho almirante se dio más prisa de la que debiera en procurar que los reyes tuvieran antes de tiempo y de sazón rentas y provechos reales, como hombre desfavorecido y extranjero (según él muchas veces a los mismos católicos reyes por sus cartas se quejó) y que tenía terribles adversarios junto a los oídos de las reales personas... introdujo y comenzó a asentar tales principios y sembró tales simientes, que se originó y creció dellas tan mortífera y pestilencial hierba, y que produjo de sí tan profundas raíces, que ha sido bastante para destruir y asolar todas estas Indias». (Las Casas, capítulo 42).

Pero no fue ésta la única causa de la prisa con que Colón buscó las riquezas de la isla; en nota de las páginas anteriores quedan apuntadas otras. (N. del A.)

 

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No hace al caso que don Francisco Roldán tuviera más aptitudes para el mando que don Diego, ni que en todas partes se vean estas defecciones; tamaña indulgencia en las ideas arrastra al abismo de erigir en principio la rebelión. (N. del A.)

 

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Entre las concesiones notables hechas por Colón, hubo la de repartir grandes porciones de terrenos a los rebeldes, y la de concederles para su cultivo un cierto número de indios; éste fue el origen de los repartimientos. (N. del A.)

 

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La colonia nada producía; pero el pueblo difícilmente deja de atribuir a codicia de los gobernantes los apuros pecuniarios. (N. del A.)

 

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Yo me inclino a creer que esta frase de Oviedo se aclara con esta otra de la información secreta que en 1515 dio el licenciado Lebrón acerca de lo acaecido en las colonias: «la Española, San Juan, Cuba y Jamaica, que eran las cuatro pobladas, estaban desorganizadas y revueltas por los daños que empezaron en tiempos de don Cristóbal Colón, el cual las perturbó con los negocios que hizo con los genoveses, de que se siguió que fue por gobernador el comendador Bobadilla». (N. del A.)

 

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«Yo no dudo sino que el almirante y sus hermanos no usaron de la modestia y discreción en el gobernar los españoles que debieran, y que muchos defectos tuvieron, y rigores y escaseza en repartir los bastimentos a la gente, etc.». (Las Casas II, capítulo XXXVIII). (N. del A.)

 

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Es decir, no tuvieron los reyes por conveniente el indagar jurídicamente si Colón y sus hermanos eran o no culpables de los tristísimos acontecimientos que hemos relatado. Que en el proceso instruido por Bobadilla contra los Colones, y que los informes que los cuatro religiosos franciscanos enviados con Bobadilla por Jiménez de Cisneros dieron acerca de lo dicho, arrancaron del ánimo de Isabel la confianza en Colón como gobernador equitativo y capaz, está fuera de duda. El que desee leer dicho informe, lo hallará en el Boletín histórico, página 43, Madrid, 1880. «Cartas dirigidas al Cardenal Cisneros por los primeros franciscanos que fueron a América, etc.». Notaré sin embargo, que fueron cuatro los informantes franciscanos, los cuales sabían muy bien que Colón era terciario de San Francisco, muy devoto de su orden y muy favorecido de Cisneros. A pesar de todo, escribía fray Juan de Trasierra al dicho Cisneros: «gracias a Dios que ha salido la tierra del poderío del rey Faraón; suplícole que ni él (Colón) ni ninguno de su nación vuelva a las islas». Y en lo tocante a la conversión de las ánimas decían unánimemente: «Primeramente: que si sus Altezas quieren servir mucho a Nuestro Señor, y que la conversión de las ánimas se haga, en ninguna manera permitan que el Almirante ni cosa suya a esta isla vuelva, para haber de gobernar, etc.». No entraré tampoco en averiguar si Colón a una con los genoveses que había en la Española, se ocupaba de vez en cuando con los trapicheos propios de estos italianos, pero sí copiaré uno de los capítulos que los dichos religiosos escribían al Cardenal. Item: «que V. S. trabaje con sus altezas como no consientan venir a esta tierra genoveses porque la robarán e destruirán... si no que cuando otra cosa no se pudiere hacer, vengan e carguen en Brasil e se vayan». (N. del A.)

 

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Se perdió también en este naufragio la famosa pepita de oro recientemente hallada en Haití, que pesaba cerca de treinta libras o sea 15 kilogramos. En los Estados Unidos se encontró en 1821 otra pepita de 21,70 kilogramos de peso; y a mediados de este siglo se halló también en la Siberia otra de 36 kilogramos. (N. del A.)

 

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Si tal creyeron, fueron mucho más humanos que los ingleses. En 1863 recibieron en Londres su merecido castigo muchos habitantes de una calle, porque diariamente apedreaban a una pobre vieja calificada de bruja por sus crueles y supersticiosos vecinos. Y en el siglo XVII, tanto en Alemania como en la misma Inglaterra, quemaban vivos los protestantes a muchos infelices acusados de brujos. (N. del A.)

 

40

Esto bastó para que el almirante diera por sentado que había llegado a las tierras descubiertas por los portugueses. (N. del A.)

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