La publicación
de «EXÓTICAS» en 1911 constituyó, desde todo
ángulo, un verdadero acontecimiento nacional: desde
el punto de vista estrictamente literario, me atrevo a decir
que fue un suceso americano. Lo primero, a causa de la posición
de González Prada. No hacía mucho que había
salido a luz «HORAS DE LUCHA», en donde, con implacable y
cicatrizante crudeza, pasa revista a los vicios del país.
Durante un cuarto de siglo, el nombre de Don Manuel se confundía
con los más rudos embates contra lo rutinario. Enarbolaban
sus purísimas manos el estandarte de una peruanidad
auténtica, entrañable, decidida a rescatar
los tesoros básicos de la Patria, por sobre los prejuicios
y debilidades de una casta opresora. Y aunque «MINÚSCULAS»
acababa de tener su segunda -en verdad, su primera- edición,
la opinión pública había relegado a
segundo término el prestigio del poeta, enceguecida
por el fulgor del polemista. Lo segundo, (es decir la resonancia
americana de Prada), y de ello me corresponde hablar ahora,
ocurrió por las innovaciones de todo género
recogidas en el flamante tomito, cuyo colofón lo constituyeron
unas parcas, pero enjundiosas notas del propio autor.
Para
algunos comentaristas apresurados, don Manuel fue, fundamentalmente,
el inflamado polemista de «PÁJINAS LIBRES» y «HORAS
DE LUCHA». Insisto en considerarlo por encima de toda otra
virtud suya, como un poeta, como un insobornable poeta. Mucho
de su prosa fue conjugado primeramente en su verso. Quien
lea con atención los triolets de «MINÚSCULAS»
y muchos de los «Cuartetos persas» de «EXÓTICAS»,
caerá en la cuenta de que las ideas primarias de sus
mejores prosas fueron embrión de verso, imagen desprendida
de la rima para engarzarse en la prosa. Así, por ejemplo;
—VI→
aquello de «Para verme con losmuertos -ya no voy al campo
santo»; o eso de «Los bienes y las glorias de la vida o nunca
vienen o nos llegan tarde»; o aquello de «No vayas tras el
redoble de un tambor lejano», etc., trasuntan el pensamiento
esencial de Prada, que, en prosa, se arropa de sonoridad,
de solemnidad, de oratoria.
Pero,
exégetas no apresurados, o sean los individuos no
comprometidos en asuntos nacionales, los críticos
de la talla de Federico Onis, de Isaac Golberg, de Pedro
y Max Henríquez Ureña, de Carlos García
Prado, de Jorge Mañach, de Miguel de Unamuno, de Andrés
González Blanco, han tenido y tienen por el poeta
Prada una estimación superior al fervor que suscitan
sus prosas.
Tanto es
así que Onis lo considera el primero de los precursores
del modernismo, concepto que, expresado en su «ANTOLOGÍA
DE LA POESÍA ESPAÑOL E HISPANOAMERICANA», (1934)
es ratificado en un artículo aparecido en «LA NUEVA
DEMOCRACIA» de Nueva York, correspondiente al tercer trimestre
de 1947.
La verdad es
que don Manuel reveló en «EXÓTICAS» aspectos
métricos y poéticos hasta ahí inadvertidos
en nuestro idioma. Por ejemplo, (lo cual fue reconocido una
y mil veces por José María Eguren) la composición
titulada «LOS CABALLOS BLANCOS» se adecua por manera admirable
con el estilo de Eguren, el cual dedicó a Prada «LA
CANCIÓN DE LAS FIGURAS» (1916). La actitud trascendental
que inspira muchos de los versos de Don Manuel, obtiene la
adhesión entusiasta de César Vallejo en «LOS
HERALDOS NEGROS», singularmente en el poema titulado «LOS
DADOS ETERNOS». Prada utiliza, como lo haría Eguren,
intrépidamente vocablos franceses, con que enriquece
y destaca sus propias imágenes. El lector de «EXÓTICAS»
hallará a menudo, giros que un académico difícilmente
se resignaría a aceptar. Prescindo de la enumeración
en gracia a la brevedad y a la conveniencia de que el lector
realice por sí mismo tan instructivo trabajo.
Prada
organiza en «EXÓTICAS» algo que, después, popularizarían
en la poesía castellano nuestro Juan Parra del Riego,
el uruguayo Carlos Sabat Ercasty y el chileno Neruda: me
refiero
—VII→
al polirritmo. Su origen inmediato hay que hallarlo
en Whitman y Verhaeren, más en éste que en
aquel, en el caso de Prada, devoto de la literatura en lengua
francesa. Y existe otra conmovedora circunstancia: una de
las mejores composiciones poéticas de la «generación
colónida», o sea la de 1915, en Perú, cuyo
capitón activo fue Valdelomar, pero cuyo oculto estratega
fue Prada, se debe a Alfredo, hijo de éste: se titula
«LA HORA DE LA SANGRE» y está inserta en el volumen
«LAS VOCES MÚLTIPLES». Pues bien, un lector avisado
advertiría en qué estrofas de «EXÓTICAS»se
encuentra el germen de dicha producción de Alfredo
González Prada.
Don
Manuel vivió acuciado por la preocupación de
dar a la literatura contenido propio y expresión también
propias. No le bastaba lo consuetudinario. Incapaz de aceptar
sin beneficio de inventarlo, él proclama, como lema
de batalla, aquello de:
Resignémonos en prosa
mas en verso combatamos por la azucena y la rosa.
«Por
la azucena y la rosa» combatió, y de tal manera que
no bastándole las lecciones aprendidas de Goethe y
von Chamisso, de Rückert y Heine, de Verlaine y Baudelaire,
de Banville y Verhaeren, fue a buscar maestros más
lejanos en Sinibaldo de Más, y en Quevedo, cuya cooperación
invoca, expresa o tácitamente, en más de una
de sus estrofas.
La
misma actitud, aun no depurada formalmente, pero, sí,
ascendradísima en el fondo, se la halla en «TROZOS
DE VIDA», volumen con que, en 1933, inició Alfredo
González Prada la publicación de las obras
inéditas de su ilustre padre. Realmente, se ignoraba
el vuelo ideológico y la riqueza conceptual del poeta
Prada hasta que no se conoció aquella colección,
tomado de uno de sus tantos cuadernos manuscritos.
Nadie,
hasta don Manuel, practicó el modernismo, ni solfeó
el simbolismo, en nuestra literatura. Rubén Darío
apenas tuvo eco en el Perú. Chocano miró con
desgano «LOS RAROS» y concedió exigua atención
a «PROSAS PROFANAS». Sus coetáneos rindieron, de vez
en cuando, pleitesía al poeta de Nicaragua, mas sin
—VIII→
penetrar en su escuela. Prada la precedi6 y le subrayó.
No fue de los secuaces, sino de los heraldos y de los corroboradores.
Incapaz de resignarse a repetir, hurgó en conocimiento
y magín para presentar lo que él creía
que debía ser la yema de una lírica nueva.
Si insistió acaso con exceso en el concepto, en la
forma concedió a la novedad y a la música la
importancia que Verlaine reclamaba en su inmortal «ART POETIQUE».
Así, las Villanelas, los Laudes, las Espenserinas,
los Triolets, los Rondeles, extraídos de esta y aquella
literatura, se confunden en un propósito común:
obtener musicalidad a cualquier precio. Lo consiguieron.
Después de haber
publicado «ADORACIÓN» y reeditado «MINÚSCULAS»,
encuentro oportuno proseguir la edición de las Obras
Completas de don Manuel González-Prada con los tan
inaccesibles tomos de «EXÓTICAS» y «TROZOS DE VIDA»,
piedras millares de su obra literaria.
1948.
Luis-Alberto
Sánchez
—1→
Prelusión
Paganisme inmortel, et tu mort, on te dit;
Mais Pan tout bas's en moque, et la Siréne en rit.
SAINTE-BEUVE - Eglogue Nopolitaine.
Oh gloria de la Tierra y de
los Cielos,
paganismo inmortal ¿has muerto acaso?
Aún
cruza el mar la Venus Citerea,
aún clava Amor su
victorioso dardo
en los fragantes pétalos del lirio
5
y en el hirviente corazón del astro.
Eternamente joven y fecundo,
recorre Pan los mares y los llanos,
vertiendo vida
en el oscuro fondo
de las saladas ondas, despertando
10
en los fértiles surcos de la gleba
al perezoso,
entumecido grano.
Desde
la Láctea Vía luminosa
hasta el humilde
césped de los campos,
desde la ebúrnea ramo
de la lira
15
hasta el leñoso puño del arado,
todo murmura: -Por aquí los Dioses,
los buenos
Dioses de Hélade pasaron.
¡Incienso
y mirra, hosannas y laureles,
a los risueños Dioses
olimpianos!
20
Ellos al débil hijo de la Tierra
tender supieron fraternales brazos
y por el solo amor
de las mujeres
el beso de las Diosas olvidaron.
—2→
Si el aéreo frontón
de la columna
25
surge del suelo en armoniosos raptos,
si habla inefables lenguas el sonido,
si el lienzo
vive, si palpita el mármol,
es que en la sangre
del artista cunde
el generoso espíritu pagano.
30
Dura el poeta
si en crisol antiguo
acendra el «oro-broza» de sus cantos.
En el jardín poético de Grecia
es todo
grande, todo perfumado,
desde la encina patriarcal de
Homero
35
a la efímera rosa de Meleagro.
El culto a la belleza y
a la gracia,
la aspiración a lo viril y sano,
la augusto libertad de la conciencia,
el infalible método
del sabio,
40
bienes son por el viejo paganismo
a la
moderna Humanidad legados.
De
nación en nación, de pueblo en pueblo,
cual
fiat lux divinamente humano,
vuela el soplo de Sócrates
y Fidias,
45
de Tales y Platón, de Homero y Safo:
Grecia plantó: disfruta el universo
la exuberante
floración del árbol.
Hélade
hermosa, naces a la vida
como imposible sueño realizado;
50
flor de la Tierra, meces tu corola
al soplo del azul
Mediterráneo
y la fragancia envías de tu
seno
hasta el remoto alberque del Sicambro.
—3→
Siempre te amé; y
al eco de tu nombre,
55
ya palpito de gozo y entusiasmo,
ya la nostalgia siento y la congoja
de irreparable,
universal naufragio;
que si una Grecia vieron ya los siglos,
segunda Grecia no verán acaso.
60
¿Dónde,
oh próvida madre, no imprimiste
las indelebles
huellas de tus pasos?
Todas tus gradas son erguidas cumbres;
todas tus chispas, encendidos astros.
Suprema iniciadora
y creadora,
65
llevaste el porvenir en tu regazo...
Y ¡el mundo olvida los
opimos dones,
y cambia el templo dórico en santuario,
y va cobarde a sollozar de hinojos
ante grotescos Dioses
inhumanos!
70
Siempre tuvieron, para el bien, los hombres
memoria infiel y corazón ingrato.
Pudo
al empuje arrollador de Roma
caer el Griego y arrastrarse
esclavo;
pudo la raza de Solón y Esquilo
75
rendirse
al férreo yugo de Bizancio;
mas no sucumbe el alma
de la Grecia,
no muere el noble espíritu pagano.
No, tú no mueres,
Paganismo eterno:
como fanal oculto en el sagrario,
80
en predilectos corazones moras;
y eres en siglos de
mentales caos
la simbólica tea de Lucrecio,
que inextinguida va de mano en mano.
—4→
Si
tu murieras ¿viviría el arte?
85
¿Sería de
almas investido el Paros?
Tú la injuriada carne
redimiendo,
vienes de néctar a endulzar los labios
y una blancura sideral difundes
en esta noche del horror
cristiano.
90
¡Huya
la noche, reine la alegría,
y rompa el mundo en
explosión de salmos!
¡Triunfo, oh belleza! Demos
a la hermosa
el indebido pedestal del santo,
y el arte
perfumemos y la ciencia
95
con la ambrosía del ideal
pagano.
—6→
Primera parte
Portons au luth une main deliée;
rajeunissons
toute forme oubliée.
A. DESPLACES. - La Couronne
D'Ophelie.
—7→
La estatua
Ante la casta
sonrisa
de la Tierra y de los Cielos,
resplandece
la Hermosura
en un desnudo completo.
Es
la diosa de las diosas,
5
la invencible y frágil
Venus,
evocada de la tumba
por los cinceles del genio.
El mudo mármol
encarna
los exámetros de Homero
10
y en el ritmo
de la línea
modula un cántico heleno.
Desde la madre a
la virgen,
desde el anciano al efebo,
todos vibran
con el himno
15
silencioso de lo bello.
Todos
quedan sepultados
en divino arrobamiento,
nadie siente
en sus entrañas
el aguijón de un deseo,
20
salvo Tartufo,
que llora
la corrupción de los tiempos,
y, con
la mano en los ojos,
mira a través de los dedos.
—8→
Cuartetos persas
1
De
la sombra y paz de tus hogares,
ven al huerto de mirras
y azahares.
En medio al arrullar de las palomas,
vivamos
el Cantar de los Cantares.
2
Extiende por mi rostro la red
de tus cabellos;
5
enrédame en sus rizos, perfúmame
con ellos.
Que brinden, tras la malla del oro ensortijado,
tu boca las sonrisas, tus ojos los destellos.
3
Cuando
la Amada sobre mí se inclina
y con su fresca boca
purpurina
10
vierte en el fuego de mis labios fuego,
toco la rosa sin temer la espina.
4
¿Qué la sonrisa de unos
labios? Nada.
¿Qué la mirada de unos ojos? Nada.
Mas no se oculta en nada de la Tierra
15
lo que se encierra
en esa doble nada.
5
Es locura el amor y poco dura;
mas ¿quién no diera toda la cordura,
quién
no cambiara mil eternidades
Por ese breve instante de
locura?
20
—9→
Antológicas
(Meleagro)
1
A los labios de mi Amada,
Palpitó la copa de oro;
al rozarse con los labios,
palpitó de inmenso gozo.
¡Disfrutara yo tu dicha,
5
oh envidiable copa de oro!
¡Si a mis labios ELLA uniera
sus fragantes labios rojos
y en el deliquio de un beso
bebiera mi alma de un sorbo!
10
2
Al
coronar tu frente
con mirtos y con rosas,
eclipsas
a las rosas y a los mirtos,
coronas la corona.
3
Tu beso esconde liga,
15
tus ojos tienen llamas:
a quien miras le tuestas,
a quien rozas le atrapas.
4
A
tus uñas de acero
saca filo el amor:
20
por eso
tus rasguños
van siempre al corazón.
—10→
Villanela
¿Adónde
vas tan hermosa,
con beldad tan sobrehumana,
que
pareces una diosa?
Por
la campiña olorosa,
bajo el Sol de la mañana
5
¿Adónde vas tan hermosa?
Irradiación
tan gloriosa
de tus pupilas emana
que pareces una diosa.
Con pie que vuela
y no posa,
10
igualándote con Diana
¿Adónde
vas tan hermosa?
Picaflor
y mariposa
te repiten: -«Salve, hermana,
que pareces
una diosa».
15
Todo
ser y toda cosa
te preguntan: -«Soberana
¿Adónde
vas tan hermosa?
Fuera
alabanza injuriosa
llamarte reina o sultana,
20
que
pareces una diosa.
Con
esos labios de rosa,
con ese talle de liana
¿Adónde
vas tan hermosa
que pareces una diosa?
25
—11→
Nocturno
Esquema rítmico
óó|oo|ooó|o
óó|ooó|o-oó|ooó|o
óó|ooó|ooó|o
óó|ooó|ooó|o
Envuelve a
la Tierra la noche,
la noche sin luna, la noche sin
astros;
dormitan el sauce
y la fuente
dulcísimos
sueños soñando.
En
sueño, la fuente y el sauce
5
la forma revisten
de Gretchen y Fausto,
y
pechos abrazan con pechos
y
labios confunden con labios.
Sus
pliegues descorre la niebla
en ríos y bosques,
en cumbres y llanos.
10
¿Aporta
la dicha o la muerte?
¿El
velo nupcial o el sudario?
En
medio a la paz de la noche,
desgarra las nubes un grito
de espanto...
La fuente
murmura: -¡Lloremos!
15
El
sauce responde: -¡Muramos!
Gacela
Viento en
la verde soledad nacido
¿Por qué la sombra
dejas de tu nido?
¿Huyes en pos de blancas mariposas?
¿Sigues la huellas de un amor perdido
o buscas por
los montes y los mares
5
el silencioso reino del olvido?
—12→
Ven que desmaya de placer la rosa
al soplo de tu aliento
enardecido.
Mas no: revuela tras mi fiel Amada,
dila
dulces lisonjas al oído
10
y exhala en derredor
de su hermosura
todo el aroma del jardín florido.
En país extraño
O métamorphose mystique
de tous mes sens fondus
en un!
Charles Baudelaire
Yo
camino bajo un cielo,
no esplendor ni oscuridad;
en un país muy remoto,
no vivido ni real.
Donde se oye con los ojos,
5
donde se ve con palpar,
y se funden los sentidos
en misteriosa unidad.
¿Voy
soñando? ¿Voy despierto?
No sabré decir
quizá
10
donde empieza la vigilia,
donde concluye
el soñar.
Miro
sombras que me siguen,
mas, al seguirlas, se van;
veo
manos que me tocan,
15
mas no se dejan tocar.
Saboreo luz, y gozo
la
exquisita voluptad
de las músicas azules
y del
olor musical.
20
—13→
Sumido
en algo indecible,
que no es sentir ni pensar,
estoy
pensando y sintiendo
lo que no fue ni será.
¿Siento yo, o en
mi sensorio
25
sienten bosques, nube y mar?
¿Pienso
yo, o en mi cerebro
piensan ave y pedernal?
¿Soy la porte o soy el Todo?
No consigo deslindar
30
si yo respiro en las cosas
o en mí las cosas están.
Yo
no vivo en mí, que vivo
en la gota del raudal
ya en el más lejano globo
35
de la ignota inmensidad.
Ya mi vida no
es mi vida;
que de mí se aleja y va
a difundirse
y perderse
en la vida universal.
40
Qué
deleite, sumergirse
en la suma identidad
¡De la forma
y de la idea!
¡Ser lo eterno y lo fugaz!
¡Lo infinito
y lo finito!
45
¡Alumbrar y perfumar!
¡En el rayo de
una estrella
Y en el polen de un rosal!
—14→
Laude
Celebremos
al amor
como rey y gran señor.
A torrentes manan dél
toda luz y toda miel.
En sus labios toda hiel
5
da
dulcísimo sabor
En
la hoguera del sentir
consumamos el vivir,
pues se
goza con morir,
si se muere por amor.
10
Antológica
(Pablo el secretario)
¡Qué dulce
la sonrisa de su boca!
¡Qué
dulce el llanto de sus ojos!
Rompiendo ayer en gemebundas
quejas,
Posó las
sienes en mis hombros.
Por sus rojas mejillas,
5
incontenibles lágrimas
rodaron
en repentina lluvia.
Yo
con mis besos enjugué su llanto.
-¿Por
qué, la dije, lágrimas y quejas?
-Temo el
olvido, las mudanzas temo,
10
que
vosotros los hombres
¡Ay! no sabéis cumplir los
juramentos.
—15→
Cuartetos persas
oó|ooó|o-oó|oó|o
1
Orgullo con las frentes
orgullosas,
bondad con las entrañas bondadosas:
esa la ley constante de mi vida;
sólo me inclino
a recoger las rosas.
2
Rendí
mi corazón a la belleza,
5
mas ni el oro acaté
ni la grandeza.
limpios están mis labios y mi pluma
de vil adulación y de bajeza.
3
El
rítmico vuelo de la estrofa alada
y el rayo de
ardiente, pasional mirada,
10
encierran lo bello, lo mejor
del mundo.
¡Amor! ¡Poesía!... Lo restante ¡nada!
Las mimosas
Leur agonie est une extase
et leur perfum est un
pardon.
J. LORRAIN. - La mort des lis.
En
el alma están enfermas
las
mimosas del jardín;
lloren cigarros, mirlos y abejas,
que las mimosas van a morir.
En
su plácida agonía
5
hay
un éxtasis de amor;
su muerte, dulce como su vida,
no es una queja sino un perdón.
—16→
Los
canelos fraganciosos
den
la cuja funeral,
10
den el sudario silfos y gnomos,
ayes y dobles dé la forcaz.
Mas
no dé la sepultura
mármol
yerto y sin calor.
¡Pobres mimosas! Quieren por tumba
15
un ardoroso, fiel corazón.
Bíblica
(Nonasílabos poliformos)
Disfruta
y guarda, oh Salomón,
tu viña de Bahal
Hamhón.
Sé que oro mucho te reporta;
mas cuando yo mi viña veo,
ninguna envidio ni deseo,
5
y nada la tuya me importa.
Oh
Señor de señores, ten
mil hermosuras en
tu harén.
Sé que te embriagan de placeres;
mas si la bella Sulamita
10
arde en mis brazos y palpita
¿Qué me importan tus mil mujeres?
—17→
A una orquídea
Cuarzo viviente,
colibrí sin alas,
quimera realizada en una
flor,
tú del extraño mundo submarino
venir pareces a mirar el sol,
Tú
no difundes orgulloso aliento
5
ni cálidos efluvios
de pasión:
en tu fragancia tímida y agreste
respiras la modestia y el pudor.
Como poeta
mudo y abstraído
que en su alma eleva cántico
sin voz,
10
tú soñadora vives, entonando
el himno silencioso del color.
Gacela
Mein Liebchen, was willst du mehr?
H. HEINE.- Die
Heinkenr
Tienes
rosas en los labios... ¿más deseas, oh Mujer?
Tienes lirios en los ojos... ¿más deseas, oh Mujer?
Tienes gracia y hermosura, juventud y admiradores,